Está el poligó (mein poligonen) cobijado esta tarde por el sol que más
calienta. Recibirlo de frente, cuando a la sombra hace un frío gélido, es un
consuelo. Todo brilla, todo luce y hay incluso que entornar los ojos. Y con los
ojos entornados, las aristas del poligó, das mein poligonen, se suavizan, se
hacen curvas. Las hetairas son pastoras, la acacia enferma es el tilo secular, las
naves tristes son los escaparates de una calle bulliciosa, en el centro de una
ciudad alegremente burguesa. Pero cuando el sol se zafa, cuando nos da un
quiebro y nos deja en la sombra fría, todos son tubos de escape, papeles que
arrastra un aire sucio y tobillero. Auditores y forenses. La rumana de la barra
es mona, recia, tiene las uñas pintadas de un rosa nevera, una coleta bien
estirada que le achina los ojos y a todos se dirige con la palabra cariño: ¿Te
pongo un cortado cariño? Dan ganas de explicarle cuatro cosas amablemente, mire
usted señorita en tiempos de don Antonio no se decía como usted dice… Los tres
de la derecha le preguntan que si sabe lo que es un guarrillo. ¿Qué es un
guarrillo? repite ella primero con curiosidad, luego menos divertida, porque
nota que hay algo de guasa. Luego resulta que los pájaros son cazadores y le
explican que no es lo mismo un cerdo que un guarro ni que un guarrillo. Así es
el poligó. Hay risotadas. Gente fina. ¡Ponme un tercio y un yintoni! ¡Lo saco
que comemos fuera! ¿Dónde estabas cariño? (con ese acento del este entre agudo
y gutural, mimoso pero con la navaja lista, que en cualquier momento puede
hacerse violento). Que he ido a buscar a mi suegra a Atocha, que venía en tren.
A Atocha no va a llegar en camello, no te j… Risotadas. Vuelve a calentar el
sol, esta vez de vuelta, envolviendo al paseante por completo. Cerrando los
ojos, bajo el sol, se suspende el mundo y el poligó es una alegre campiña. Los
que estén a veinte grados bajo cero que se j… Esta expresión, la de la jota, es
muy del poligó que es un lugar caleidoscópico y que gira y cambia con la luz.
martes, 15 de noviembre de 2016
viernes, 11 de noviembre de 2016
OTRA TROMPADA
Cepo Gordo y los Cepogoristas somos así señores. No hay editoriales
conjuntos, no hay una sola voz, reina cierto desorden, cierta libertad, cierto
amor al PALO.
Los artículos de Sanglier siempre suscitan gran interés. Su comentario sobre el asunto Trump por un lado constata el estado de ánimo progre, por otro abre un sinfín de temas y plantea muchas cuestiones. Tal vez alguna pista de por dónde irían las alternativas a su gran enmienda nos vendrían bien.
Uno de los comentarios a su entrada realiza dos observaciones acertadas. La crítica a la democracia, sin precisar qué se entiende por tal, resulta demasiado vaga, más cercana al ejercicio de cabreo, absolutamente legítimo (para eso está Cepo principalmente) que a otra cosa. Por otra parte, la democracia (lo que eso sea) no puede ser responsable de males anteriores a ella (“ser generadora de desastres sin cuento que la humanidad viene padeciendo desde hace siglos.”) ni de aquellos que con independencia de los regímenes políticos son propios de la condición humana. ¿Tal vez se refiera Sanglier a la modernidad? Dónde acierta plenamente Sangli (permítasenos esta licencia) es en sus latigazos a la progresía europea.
Los artículos de Sanglier siempre suscitan gran interés. Su comentario sobre el asunto Trump por un lado constata el estado de ánimo progre, por otro abre un sinfín de temas y plantea muchas cuestiones. Tal vez alguna pista de por dónde irían las alternativas a su gran enmienda nos vendrían bien.
Uno de los comentarios a su entrada realiza dos observaciones acertadas. La crítica a la democracia, sin precisar qué se entiende por tal, resulta demasiado vaga, más cercana al ejercicio de cabreo, absolutamente legítimo (para eso está Cepo principalmente) que a otra cosa. Por otra parte, la democracia (lo que eso sea) no puede ser responsable de males anteriores a ella (“ser generadora de desastres sin cuento que la humanidad viene padeciendo desde hace siglos.”) ni de aquellos que con independencia de los regímenes políticos son propios de la condición humana. ¿Tal vez se refiera Sanglier a la modernidad? Dónde acierta plenamente Sangli (permítasenos esta licencia) es en sus latigazos a la progresía europea.
Quizá lo que haya que analizar no es tanto la naturaleza del régimen político sino su secuestro o deformación por el movimiento progre, verdadera apisonadora empeñada en la destrucción sistemática del mundo tal y como se ha conocido hasta ahora, mediante la demolición del occidente cristiano.
No es otra cosa que una nueva tiranía asomando por el horizonte. Adopta la forma de muchos de los elementos citado por Sanglier en su artículo: mundialismo internacionalista, social democracia, estatismo a mansalva, grandes estructuras administrativas supranacionales; persecución de las instituciones llamadas tradicionales, principalmente con el ánimo de sustituir a la familia como vehículo esencial de socialización; liquidación del catolicismo; de la libertad individual, de los lazos sociales, promoción de todas aquellas relaciones alternativas a lo tradicional resumidas en el acrónimo LGTB; dirección, manipulación y reeducación de las mentalidades, etc. Va rápidamente conformando una sociedad cada vez más rígida e intolerante. El virus está tan extendido que ya resulta difícil defenderse. Los medios de comunicación de masas son el gran vehículo de todo este gran programa de cambio de civilización, de esta nueva tiranía que por la puerta trasera de la salud, el buenismo, la infantilización de la sociedad, la destrucción del espíritu crítico y el estímulo constante de los instintos más primarios consigue hacer retroceder todo aquello que se tenía por seguro: desde la libertad en todas sus formas, a los fundamentos de la sociedad con la que occidente, con todos los peros que se quiera, ha alcanzado la prosperidad que tanto valoran los que socavan los elementos que la sostienen. Desde luego el Cristianismo fundamentalmente, pero también elementos como la propiedad privada o la defensa del individuo frente al gran Leviathan estatal. Hablamos demasiado. Escribimos demasiado. Cuanta cháchara. Si, nosotros también.
La falta de medios independientes es un factor clave. Tal vez internet pueda ser una alternativa.
Volvamos a Trump.
Coincidiendo con Sanglier, lo más atroz de todo el proceso ha sido sin duda la reacción europea transmitida por los medios europeos, así como el análisis realizado por esos miso medios (que sería más bien una completa falta de análisis, sustituida por moralina y adoctrinamiento).
De los dos candidatos no hay nada que añadir a lo dicho por Sanglier. No nos alegramos del triunfo de Trump, sino de la derrota de la terrible Hillary Clinton. Así es la paradoja. Clinton es sin duda adalid del movimiento que hemos tratado de describir en los párrafos anteriores que ha aceptado financiación de grandes empresas abortistas, de la progresía descrita por Sanglier. Una representante de la corrección política a ultranza, de la discriminación positiva, de todo aquello que lentamente va sustentando una nueva forma de poder mediante la reeducación de las mentalidades.
Los medios europeos simplemente han dejado de ser medios de información. Se trata de formadores de opinión que machacan sin cesar los mismos mantras, que se aceptan y calan por la mera repetición constante y machacona, sin que sea necesaria, ni su fundamentación, ni su demostración. Goebbels puro. Lo que se nos piden es simplemente que creamos.
¿Cómo funciona el sistema electoral americano? No se explica apenas. ¿Es
extrapolable la mentalidad europea a la americana?
¿Son lo mismo sistema –entendiendo por ello las instituciones- que
establishment –entendiendo por ello los grupos de poder tradicional-? ¿Que
representan uno y otro candidato respecto a esos dos polos? ¿Qué representa
Trump respecto a su propio partido? ¿Qué está pasando en USA para se haya
impuesto este candidato?
¿Qué está pasando en USA para que Hillary, candidata del establishment
genere tanto rechazo o para que sea ella la candidata y no otro?
¿El rechazo es a ella como persona o al establishment?
¿Es parecido el sistema USA al español, dónde se produce la total concentración
de partido y poderes legislativo y ejecutivo –y en parte del judicial- en las
manos del presidente del gobierno?
¿Puede un presidente electo volver el país del revés? No se analizan
los contrapoderes existentes. No se explica la frecuencia con se renuevan las
cámaras, el hecho de que puedan coincidir presidente de un color y cámaras de
otro (imposible en España).
Sólo nos han dicho que este señor es muy malo y feo y, ahora, que los americanos son muy tontos por haberle votado… y punto. Una periodista de La Razón decía ayer en una tertulia de radio, con tono de verdadera indignación, que no podía entender como se había podido preferir Trump a todo lo que representa Hillary Clinton. ¿Y que representa Hillary? No nos lo decía, se supone que el oyente ya lo sabe. ¿La labor de un periodista no sería precisamente esa, entender lo que pasa y por qué pasa?
Sólo nos han dicho que este señor es muy malo y feo y, ahora, que los americanos son muy tontos por haberle votado… y punto. Una periodista de La Razón decía ayer en una tertulia de radio, con tono de verdadera indignación, que no podía entender como se había podido preferir Trump a todo lo que representa Hillary Clinton. ¿Y que representa Hillary? No nos lo decía, se supone que el oyente ya lo sabe. ¿La labor de un periodista no sería precisamente esa, entender lo que pasa y por qué pasa?
Y para acabar: Parece que lo que realmente pone de los nervios a los apparatchiks de esta Europa socialdemócrata, biempensante y decadente, es que el vaquero yankee, el cowboy Trump, les diga que a partir de ahora deja de pagar la cuenta de la defensa, que cierra bases, deja de mandar soldados, reduce bajas y que, si quieren ser tan progres (volvemos a Sanglier) y pacifistas, que paguen ellos la cuenta. ¡Y no! ¡Eso sí que no! A mí por otra parte que los americanos dejen de meter la zarpa por el mundo no me parece en un sentido mala cosa (dónde ponen la bala abren un desastre). Pero siempre que Europa se decidiera a salir del letargo volviendo a su ser.
Calvino de Liposthey.
jueves, 10 de noviembre de 2016
TRUMP Y LA NOCHE TRISTE DE LOS PROGRES
Contra todo pronóstico Donald Trump ha salido victorioso y en poco más de dos meses ocupará el sillón del despacho oval.
La victoria de Trump ha provocado una oleada de indignación entre la grey progre que cubre como un manto de limo la superficie del orbe.
Que Donald Trump es un individuo con una ejecutoria dudosa y una calidad insuficiente para liderar una nación como Estados Unidos es algo que no requiere mucha explicación. Entrar en exposiciones detalladas carece de interés para cualquier lector medianamente informado.
Lo que nadie puede negar es que Donald Trump ha ganado las elecciones y lo ha hecho andando el camino que marca la ley de la nación que los voceros de la recta política califican como "la mas perfecta democracia del mundo".
Lo que no se puede hacer es aplaudir y ensalzar un sistema para luego denigrarlo si no produce los resultados apetecidos. Y eso, justamente eso es lo que está sucediendo en las últimas horas, de Nueva York a Melbourne, de Madrid a Milán y de Socuéllamos a Villafranca de Pomar.
A mi la democracia según se entiende en sus formatos modernos me parece un sistema nefasto, luego no espero nada bueno de lo que pueda ofrecer y en este sentido estoy vacunado ante las sorpresas que de manera habitual depara la memez de la urna.
Para el hombre moderno, que es de suyo progresista, la democracia es "el sistema". El progre habita intelectual y dogmáticamente el territorio del mal menor, del equilibrio de poderes, del diálogo, del pacto y demás creaciones que no responden ni al Derecho Natural ni al sentido común sino al vano intento de no reconocer la autoridad, ni la jerarquía ni la verdad.
La democracia moderna es hija de la falsa igualdad y del relativismo y gracias a su error de partida suele ser generadora de desastres sin cuento que la humanidad viene padeciendo desde hace siglos.
Mi opinión, absolutamente minoritaria y proscrita en los ambientes en los que se vive dentro de los estrechísimos límites la corrección política, se enfrenta a la de la mayoría progre, que interpreta la democracia como un sistema del mal menor que suele encumbrar a los que hacen suya la agenda moderna, de progreso.
Ese contexto, intelectualmente enano y mediocre domina el mundo actual y dentro de sus blandos márgenes teñidos de injusticia y violencia habitan los santones del bien pensar que no aceptan que de vez en cuando el sistema produzca un sapo que salte del charco y croe con un ritmo no aprobado por la comisión correspondiente.
Este es el problema de la progresía multicultural que gobierna amplios sectores del mundo occidental: los medios, la política profesional, la universidad se rasgan las vestiduras y esparcen cenizas ante la elección de Trump, un sujeto que encarna a los ojos de la corrección política todo lo indeseable.
Para la élite progre que mira al mundo desde la atalaya de la corrección política, Trump es el destilado perfecto del golfo, machista, pendenciero, racista, homófobo y violento que no merece un lugar bajo el sol.
¿Que ha pasado? ¿Cómo es posible que los votantes estadounidenses hayan dado su sagrado voto a un sujeto de estas características? Es el fin del mundo, la llegada del anticristo, el ocaso de la civilización...
Merecería la pena que un realizador tomara el tiempo de reunir las imágenes de estupor y los rostros desencajados de los voceros de la progresía minutos después de confirmada la victoria del magnate neoyorquino, sería una galería digna de serena contemplación.
Que las opciones quedaran circunscritas a Clinton y Trump, es buena muestra de la profunda crisis que atraviesan los Estados Unidos de América.
El progre, que siempre está contento de serlo, está pasando unas horas amargas. Se conduele, se siente defraudado y molesto. No entiende como el sistema ha podido dar paso a Trump teniendo a Clinton a mano, esa mujer "culta moderna" que es el destilado perfecto y sublime de todo lo que la progresía predica, venera y alienta.
No se tuvo en cuenta la idiosincrasia del sistema americano, la peculiaridad del pueblo del winchester y el corn belt, la acción de las otras élites que pugnan por el poder y que se soportan en el dios dolar...los progres no piensan sino en su clave progre...
Nos esperan días de luto y días de risa,una risa que sería verdaderamente sana si no fuera porque todo esto es muy serio y hablamos de las vidas y el futuro de millones de personas que merecen algo mejor que una progre y que un pillo.
Mientras tanto y en la misma ola que trajo al pillo de Manhattan se permite el uso de la marihuana "para uso recreativo" y el "suicidio asistido" amén de otra porción de ocurrencias propias de un sainete de lunáticos...
¿De verdad alguien en su sano juicio puede defender un sistema que excreta semejantes humos negros?
Pues si señor, lo defienden...y a muerte, porque son los que mandan, tienen la razón, son los nos guían y enseñan al resto del mundo a vivir, a comer, a pensar, a ...r.. ¡eso no! porque el excusado es cosa antigua y cada uno "tira de cinto" según su necesidad y cultura...eso no puede reivindicarlo nadie como propio y exclusivo...ni los más demócratas...en el fondo todos tenemos un tercer ojo que resulta imprescindible para la salud del cuerpo y el contento del espíritu, el Rey Mago de los porteños...eso si que es igualdad y lo demás monsergas.
miércoles, 9 de noviembre de 2016
ACHO. Parte II
La conversación antes reseñada, que algunos han calificado de
brutalmente reaccionaria e insultante para los medios (hay gustos para todo), transcurría
en el Café de los Goliardos, el gran café de Nava, con su aire decimonónico:
columnas de hierro, grandes espejos, mesas de mármol, tapicerías de terciopelo
grana. Nada extraordinario. Nada que no se hubiera visto o descrito ya en un
sinfín de lugares reales o imaginarios: la glorieta de Bilbao madrileña; La
colmena de don Camilo; el paseo de Recoletos; Bohemia del gran Cansinos y
cuantos más. Pero se mantenía tal cual, contra viento y marea. Otros lugares
había en Nava. ¡Tan modernos, tan a la última, con sus tías buenas tan
apretadas! Todos eran propiedad de Fidelio Lentini Spotti, la pústula de los
Abruzos, quien sin embargo no conseguía hacerse con el viejo Café. Respecto de aquellos antros modernos,
el Café de los Goliardos ejercía de distante decano, por su mayor antigüedad, por su ambiente de tranquila educación, por su excelente servicio. Y tal vez también por su público, de edad ya
terciada, más reposado, más gustador de la tertulia organizada, menos
necesitado de enredar con las mozas de Nava, tan jacas, tan recios, tan firmes, con esos ojazos negros y esa flor en el pelo. ¡Oiga usted!
- Que bruta es
la gente, incapaz de distinguir lo que ha sido la actitud de España con la América hispana,
con todos sus defectos, y con tantas virtudes, si se compara con la actitud de los
puritanos en América del Norte o de los franceses en las Antillas o con el
colonialismo europeo en África.- Fue la primera vez que hablé con alguien que hubiera estado allí, quiero decir de verdad, en persona, sin hablar de oídas.
- Dices en Acho, en la plaza, no en Lima.
- Sí señor, en la plaza, y además toreando. Toreando a caballo, picador, con el castoreño de borla arzobispal. Y de los que lo lucen, dejan alto el pabellón, y hasta se lo tienen que quitar a veces para saludar al respetable, que ya es raro.
- ¿Y qué te decía?
- ¡Que es un gusto, las tardes en que las cosas salen torcidas, que la gente ya no tire botijos.
- No hombre, digo de la plaza, del Perú…
Relato de Tato (gentileza como siempre de Calvino de Liposthey, de los papeles dispersos de Alcides Bergamota El Grande, sección varios, apéndice I).
Evocando Acho se quedaba como soñador. Estaba sentado en el pollo de
piedra de la puerta de carros, yo a su lado sobre un banco hecho con una
traviesa vieja de ferrocarril, con la espalda apoyada en la pared encalada. Uno
de esos días claros, de frío y luz, los árboles quietos, algún pájaro grande en
lo alto, nubes de un blanco refulgente, estáticas. Decía que habían ido
acompañados, claro, por el barrio un poco alejado y por perderse entre aquella multitud.
Aquella plaza llena, con las montañas al fondo, y ese gentío abigarrado,
inclasificable, criollos, mestizos, mulatos, zambos, castizos, cholos, chinos… Aquello
es América, me decía. Es único. Y luego estás ahí en la plaza, toreando, yo en
lo mío, a caballo vamos, y es lo mismo que aquí. Quiero decir que es distinto
pero es igual. Aquella impresión recordaba lo que decía Maria Zambrano sobre
Méjico.
Acho, plaza de toros, te
vi llena,
en ti gocé sabor y
fantasía,
tú, decana de América;
tú, Ronda
de indias, tan limeña y
peruana.
Te vi colmada;
muchedumbre insigne,
conocedora de los lances
hondos,
sensible a la majeza, en
ti vibraba.
Jugando a la tapada, luz
de Lima
medio sol se descubría,
tamiz fino
de oro suspenso, palma
de leyendas.
(…)
A los pocos días fue lo del Señor de los Milagro en aquella parroquia madrileña. Misa de una y media. ¡Y que gentío a las puertas, que algarabía! Nos sorprendía un poco el bullicio en esta parroquia moderna, poco antes de la última Misa de la mañana de un domingo cualquiera. Y enseguida nos fijamos, al entrar, en la imagen del Cristo, colocada a la derecha del templo, para la ocasión, y en los músicos y en los cofrades y en los aires del personal, como de aquí pero sin serlo, distintos pero iguales. La Hermandad del Señor de los Milagros participaba en la celebración de una Misa en honor del santo patrón del Perú. Así lo explicaba uno de los hermanos antes de empezar la Misa, lo tengo apuntado:
Sería el año de 1651, bajo el Papado de Inocencio X,
siendo Virrey del Perú García Sarmiento de Sotomayor y Arzobispo de Lima, Pedro
de Villagómez, los negros angolas se agremiaron y levantaron el local de su
cofradía en la zona de Pachacamilla, en las afueras de Lima la Ciudad de los
Reyes, tembló la tierra y sólo permaneció de pie el lienzo de pared sobre el
que el negro angola llamado Benito o Pedro Dalcón había pintado el Cristo, etc.
Todo ello con esas palabras, sin perdones ni complejos, con la
naturalidad de quien se refiere a su mundo, a su casa, a aquello que ha
conformado su ser, a sus ascendientes.
Sólo el erial contemporáneo que nos asola es capaz de crear a esos
seres crecidos en el auto-odio del “nada
que celebrar” respecto de América, atreviéndose a dar lecciones sobre todo
aquello que ignoran. ¿Interrumpirían la Misa para apalear a la Hermandad
pidiendo su disolución, denunciando un genocidio? Los hermanos del Señor de los
Milagros que contribuían a llenar la Iglesia y a celebrar lo que resultó ser
una Misa criolla eran una buena representación de lo que es la América española.
Colores y razas, juntos, separados, combinados, entremezclados, unidos por el
español, hablado con un acento seseante, y por el catolicismo. Ellas con
mantilla blanca sin peineta, ellos con un hábito con el color nazareno de la
Hermandad. Asistíamos a una lección práctica de historia, gracias a la
paciencia y bondad de don José en cuya parroquia sonaban atronadores el Agnus
Dei, el Gloria, el Sanctus cantados en español con acompañamiento de guitarras,
charangos, flautas de pan y tambores. Señor de los Milagros, Cristo de
Pachacamilla, Cristo Morado, Cristo de las Maravillas, Cristo Moreno o Señor de
los Temblores, un domingo cualquiera, en una parroquia de un rincón de Madrid.
Siempre me gusta recordar a la tropa que los pueblos precolombinos, el
incario, no conocían la escala musical.
¿Qué moralina, que prédica había que soltar a esta Hermandad del Señor
de los Milagros? ¿Debían arrepentirse y pedir perdón? ¿Debían avergonzarse,
volver al Incario unos, volver a Castilla otros, disolverse en el aire los más,
hijos del choque entre esos dos mundos? Don José tuvo el gesto, al final, de
alabar la alegría con que se había celebrado la Misa, la elegancia con que las
hermanas llevaban la mantilla, la fe y la devoción con que se alababa al Señor
de los Milagros en este rincón de España.
“(…) en la famosísima de Acho. Allí dicen: “He ido a
Acho”. No ponen delante el artículo. (…) Y la vi en día memorable por todos
conceptos. La corrida fue muy lucida y sobre todo la plaza y su gentío, dese el
aristócrata al cholo, al indio peruano, ofrecía un color inolvidable. (…) Acho
es, en efecto, no sólo uno de los lugares “sagrados” de la historia del toreo
con su abolengo de dos siglos y su antigüedad máxima en el continente y apenas
superada por dos plazas españolas. Es además una obra de inspirada y de tan
peruana como española arquitectura”.
Con el Señor de los Milagros volví a dar, fisgando un artículo sobre la
temporada taurina en América. La feria se celebra en la plaza de Acho en el mes
de noviembre, cada domingo. Y la lección de historia práctica, viva, no quiso
quedarse ahí. Rebuscando en la biblioteca de Doroteo en Nava dimos con una
nueva sorpresa. Las Poesías y prosas taurinas del poeta Gerardo Diego, publicadas
por Pre-Textos. Le hemos citado varias veces en este breve relato alrededor de
cuestiones Peruanas. En las fotografías que contiene el libro, Gerardo Diego aparece
retratado en el ruedo de la plaza de…Acho.
ACHO. Parte I.
ACHO
“Los europeos no se alejaban de la costa: de sus puertos, mesones y
barcos; y sólo muy de cuando en cuando y a desgana se aventuraban a penetrar en
el interior. (…) Y a pesar de que no se habían movido de la costa durante cuatro
siglos, en todo ese tiempo había dominado en ellos el espíritu de
provisionalidad, la estrechez de miras, y una manera de pensar de cara tan sólo
al beneficio rápido y la conquista fácil. (…) Por eso mucho de aquellos
enclaves europeos recordaban los barrios más pobres del viejo Liverpool o de
Lisboa. En Luanda, que perteneció a Portugal, a lo largo de cuatrocientos años
los portugueses no excavaron un solo pozo de agua potable ni iluminaron las
calles con farola alguna”.
Ryszard Kapuscinski, Ébano, editorial Anagrama, 2016.
- Lo único que está
claro es que el asunto Trump da para poco comentario
- ¿Pero cómo dice usted
eso, oiga?
- Quiero decir que no
hay nada que decir si abordamos el asunto desde el punto de vista con el que
desde hace semanas lo tratan los medios en Europa. Dicho de otra manera, no he
oído más que las mayores simplezas, una desinformación absoluta y sorprendente,
y siempre en ese tono insoportable entre perdonavidas, fatuo y ñoño que es la
encarnación de la total ausencia de espíritu crítico. Lo que dicho de Europa da
una idea de la crisis en la que estamos sumidos.
- Hombre...
- Mire, ninguno de los
que opina o escribe conoce Estados Unidos, ni puede conocerlo pues todo lo ven
a través de un prisma deformante ideológico tan fuerte que es como una segunda
naturaleza. ¿Cómo conocer un mundo distinto si no se conoce el propio? Es el
hombre masa triunfante, meapilas, gregario, borrego y con todo esto, seguro de
sí mismo, doctrinario, impartidor de la moralina de turno… A los que han estado
allí sólo les sirve para citar el nombre de algún lugar conocido, que
consideran imponente, mayúsculo (una tienda de electrónica, o de ropa para
correr por la calle) poniendo acento de cateto, para deslumbrar al resto de la
piara...
- ¿Hablamos de Trump
entonces?
- Mire si no le importa
volvemos a lo de Acho que me apetece más y además si trabajamos un poco a
Doroteo a lo mejor el año que viene…
martes, 8 de noviembre de 2016
PALOS
A nosotros nos gusta mucho dar de
palos.
Cambises
García Lardón, activista en paro.
Las manos de palos que se pierden, no
se pueden ya contar.
Alcides
Bergamota el Grande, conferenciante, agitador, polígrafo, eremita.
Del cartel anunciando una corrida de toros para el
30 de mayo de 1836:
“Sigue la prohibición de los encierros públicos, y
de que nadie arroje a la Plaza cosa alguna, ni baje a ella hasta muerto el
último Toro. Se prohíbe también sin distinción de clases, con inclusión de la
militar, el que pueda permanecer persona alguna entre barreras durante la
función. Asimismo se prohíbe el uso de chivatas, palos o garrotes, y sólo se
permitirán bastones de adorno. Las patrullas celadoras cuidarán de que tenga
efecto esta determinación, y los contraventores serán corregidos como
corresponde.”
Otro cartel anunciando un festejo en Madrid
–corrida de la Beneficencia- para el día diez de junio de 1888. Se anunciaron cuatro
espadas: Rafael Molina (Lagartijo), Manuel García (El Espartero), José del
Campo (Cara-Ancha), y Rafael Guerra (Guerrita), con toros del Duque de Veragua.
Puede leerse una advertencia legal semejante a la anterior:
“Se previene al público de orden de la Autoridad:
1º Que no se lidiará más número de toros que el anunciado.- 2º Que si algún
toro se inutilizase en la lidia no será reemplazado por otro.- 3º Que está
prohibido arrojar al redondel cualquier objeto que pueda perjudicar a los
lidiadores o interrumpir la lidia.- 4º Que se usarán banderillas de fuego para
los toros que no hayan tomado más de tres varas.- y 5º que nadie podrá estar
entre barreras sino los precisos operarios, ni bajar de los tendidos, hasta que
el último toro esté enganchado al tiro de mulas.”
Se ve que las costumbres se han suavizado y el
público aquietado un poco, pues no hay referencias ya a garrotes y otras armas
contundentes, con las que el público se tiraría al ruedo a lidiar por su cuenta
o se daría de palos a la primera ocasión. En cambio, lo que en el segundo aviso
trata de prevenirse es el lanzamiento de objetos perjudiciales. A falta de
poder propinar garrotazos, lanzamos lo que se tercie. Por ejemplo un botijo. Lo
que de uno a otro cartel no ha cambiado son los intentos por acceder al
callejón de la plaza (“entre barreras”), suponemos que al amparo de algún
conocido, de alguna “influencia”.
Como decíamos, las costumbres se han suavizado y
hasta llegar a hoy, mucho. Habrá que alegrarse por ello. Pero a veces uno
siente nostalgia. Hay tanto cursi en Las Ventas, tanta mula. ¡¡Que pena no
poder ya calentarle los riñones al vecino, manejando con saña de aficionado
apasionado un fuerte bastón!! ¡¡Unos bastonazos, sólo diez o doce, aunque sean
de bastón de adorno!! ¡Y esto en Las Ventas que todavía es un sitio dónde hay
criterio, dónde hierve la sangre, dónde hay raza, dónde no está todo perdido!
¡Si habláramos de fuera, garrote nudoso blandido a dos manos!
Tato
lunes, 31 de octubre de 2016
Mejor en cajas de veinticinco.
Querido Tío,
Ayer estuve con mis primitos, que claro, puesto que yo soy su sobrino, también lo son ellos, sus sobrinos. Ya ve como me enredo yo sólo. Como siempre que les veo, le doy el parte. Supongo que ellos, cada uno por separado, harán lo mismo. Pero a ellos no les haga mucho caso. Ya sabe que yo soy más objetivo y le cuento las cosas sin filtrar, y sin segundas intenciones, solo para entretenerle. Y también para que los otros sobrinos no le enreden, hay que reconocerlo. A ver si nos vemos los cuatro juntos y así nos ahorramos la correspondencia. ¿Qué cómo están? Pues que quiere que le cuente, como siempre, pero con más años. Yo le pongo el diminutivo a primos por cariño, pero los años son los años. Esto significa que están más gruñones y rutinarios y un poco más feos. Con la edad la verdad es que no mejoran. No son como el buen vino. A pesar de que van bien empapados siempre de los mejores caldos. No me malinterprete. Con esto no quiero decir que sean unos borrachines, sino que se cuidan. Se cuidan bien a pesar de que son quejicosos y se lamentan enseguida por una cosa o por otra. Que si esto, que si lo otro. Con la edad hay que reconocer que tampoco han cogido el empaque y la solera de los grandes destilados que también consumen con moderación más bien escasa. Si acaso algo de la forma de las botellas redondas y panzonas y el color tirando a verde. Andan metidos en sus rutinas, como viejos funcionarios de remotas provincias y cualquier novedad les altera, les perturba, les hace dudar. Andan temerosos y timoratos, cada uno en su estilo, sopesando, calculando, suspirando. ¡Cuánto tardan en decidirse! Les falta poco para ser los reyes del parque de al lado de casa, con su kilo de alpiste. Pitas, pitas, pitas. Ya ve como está el patio. Tampoco se tome todo lo que le cuento al pie de la letra. Aunque mi descripción es precisa, rigurosa y objetiva, cargo un poco las tintas para darle color. ¡Claro que hablamos de usted querido Tío! Seguro que se estaba preguntando eso. Es un tema con el que se animan los dos y hasta se les encienden los ojillos y sacan una chispa de ingenio. Por un momento se les quita el aire de portera vieja. Aunque no siempre les entiendo las gracias. Ya sabe que discurro con parsimonia y ellos son más acerados y malignos. Por ejemplo, cuando dijeron eso de “A ver cuando se retrata el viejo lagarto”. Me quedé un poco sorprendido. Nunca se me ha ocurrido compararle con un lagarto y menos con un lagarto viejo. ¡Usted está hecho un crío querido Tío! Me quedé pensando. Se me aparecía la imagen de usted y sobre ella, adoptando sus rasgos, alternativamente se superponían el lúbrico león, rugiendo en la sabana, vigilando a las hembras, lánguidamente tumbado a la sombre de un árbol; el alegre y zumbón moscardón, un algo molesto es cierto, y como antihigiénico; y el enfurruñado gorrión copulador, de plumas grises y revueltas, dando brincos furiosos. Me quede un poco absorto pensando en todo esto, con tanta carga testicular. Ellos, malignos como le digo, esperaban que se me cayera el hilillo de baba. Pero no. Luego el gorrión se zampó al moscardón que daba alaridos y el león apresó al gorrión bajo su enorme pata relamiéndose y entonces volví en mí. Claro, ¡no se retrata porque no hay pintor que pueda hacerlo! Hoy el retrato clásico no se lleva ya como antes. Usted querido tío, para retratarle, no merecería menos que un pintor como Pepe Gutiérrez Solana. Ya estoy viendo la pintura: espesa, negra, con usted en traje de pana negra también, con aire de sacristán fúnebre, cetrino, y boina encasquetada hasta las orejas, tapando su pulido cráneo. Por Gutiérrez Solana tengo auténtica debilidad. Más aún como escritor. Describía el otro día un baile de máscaras protagonizado por gente baja y tiorras, cruzando un desmonte por Ventas, y me vinieron a la mente los primitos, sus sobrinos. Allí estaban, cada una con una máscara a cual más fea y graciosa. Una de borrico y la otra de marrano. Hacían ruidos mientras bailaban siguiendo el entierro de la sardina y bebiendo morapio. Ya ve usted las cosas de la imaginación. Les dije que Pepe Solana ya estaba muerto y que seguramente por eso el Tito, el querido Tío, no se retrataba. Se les puso una cara como agria, ya sabe cómo son en cuanto no se les hace la pelota. ¡Sólo les gusta que les rían las gracias! Se pusieron a murmurar. Dijeron algo como que “a retratarse al Serengueti”. Me costó un poco reaccionar. He consultado el teléfono. Se trata de un gran desierto. Lo recorrió en coche un periodista polaco en los años sesenta. Está por las cataratas Victoria, en el África. El polaco dice en su libro que aquello es como el jardín del Edén antes de la llegada del hombre, la Creación en el momento anterior a que Dios pusiera a Adán. Así que vea usted como le quieren los sobris. Para ellos es usted el nuevo Adán del Serengueti. Le ven a usted allí, entre las fieras, como gran padre del Mundo, en pelota picada. Esto último es lo que no acabo de ver. Pero no quise preguntar más porque no paraban de refunfuñar abriendo mucho los ojos y mirando como enfurecidos la caja que me dio usted ayer. Estoy muy contento. Aunque me gustan más de veinticinco, ya la se lo dije querido Tío, tiene usted mala memoria. Hoyo de Monterrey siempre me ha gustado. Se lo dije a los primos. También les dije que es la segunda vez que me regala Hoyo (abrieron un poco más los ojos) pero que en la variedad está el gusto y que para la próxima vez, es mi santo enseguida, le he pedido Partagás. Me gusta mucho Partagás. Acuérdese querido Tío, en caja de veinticinco y cuanto mayor el calibre mejor. Acuérdese de la que me regaló para mi cumpleaños, esos cigarrones grandes, los Lusitania. La caja es preciosa y como es tan grande la tengo llena recortes de prensa, lápices y caramelos, con un compartimento para cada cosa que fabriqué pegando las láminas de cedro de las cajas que me ha ido regalando, querido Tío. No sé porque los primos iban poniendo mala cara. Sinceramente, y aunque no me gusta decir estas cosas, creo que tienen envidia de mi afición a las manualidades y de lo bien que se me dan. Ellos aficiones, ya sabe, más bien pocas. Quejicotear. Eso sí, el fumeque les gusta. Eso sí, y mucho. Vea si no. Me preguntaron con mucho interés y con una sonrisa, bueno, media sonrisa, que los cigarros dónde los tenía, que me querían ayudar a conservarlos bien para asegurarse de que no se me secaran. En el fondo son buenos chicos. Les dije que no hacía falta, que los cigarros en casa no se secan porque me los fumo todos. Se quedaron como pasmados. Como no decían nada me despedí muy educado. Hemos quedado en vernos pronto así que enseguida le volveré a dar noticias, querido Tío. Las reuniones familiares son algo estupendo. Esperamos contar con usted la próxima vez.
Ayer estuve con mis primitos, que claro, puesto que yo soy su sobrino, también lo son ellos, sus sobrinos. Ya ve como me enredo yo sólo. Como siempre que les veo, le doy el parte. Supongo que ellos, cada uno por separado, harán lo mismo. Pero a ellos no les haga mucho caso. Ya sabe que yo soy más objetivo y le cuento las cosas sin filtrar, y sin segundas intenciones, solo para entretenerle. Y también para que los otros sobrinos no le enreden, hay que reconocerlo. A ver si nos vemos los cuatro juntos y así nos ahorramos la correspondencia. ¿Qué cómo están? Pues que quiere que le cuente, como siempre, pero con más años. Yo le pongo el diminutivo a primos por cariño, pero los años son los años. Esto significa que están más gruñones y rutinarios y un poco más feos. Con la edad la verdad es que no mejoran. No son como el buen vino. A pesar de que van bien empapados siempre de los mejores caldos. No me malinterprete. Con esto no quiero decir que sean unos borrachines, sino que se cuidan. Se cuidan bien a pesar de que son quejicosos y se lamentan enseguida por una cosa o por otra. Que si esto, que si lo otro. Con la edad hay que reconocer que tampoco han cogido el empaque y la solera de los grandes destilados que también consumen con moderación más bien escasa. Si acaso algo de la forma de las botellas redondas y panzonas y el color tirando a verde. Andan metidos en sus rutinas, como viejos funcionarios de remotas provincias y cualquier novedad les altera, les perturba, les hace dudar. Andan temerosos y timoratos, cada uno en su estilo, sopesando, calculando, suspirando. ¡Cuánto tardan en decidirse! Les falta poco para ser los reyes del parque de al lado de casa, con su kilo de alpiste. Pitas, pitas, pitas. Ya ve como está el patio. Tampoco se tome todo lo que le cuento al pie de la letra. Aunque mi descripción es precisa, rigurosa y objetiva, cargo un poco las tintas para darle color. ¡Claro que hablamos de usted querido Tío! Seguro que se estaba preguntando eso. Es un tema con el que se animan los dos y hasta se les encienden los ojillos y sacan una chispa de ingenio. Por un momento se les quita el aire de portera vieja. Aunque no siempre les entiendo las gracias. Ya sabe que discurro con parsimonia y ellos son más acerados y malignos. Por ejemplo, cuando dijeron eso de “A ver cuando se retrata el viejo lagarto”. Me quedé un poco sorprendido. Nunca se me ha ocurrido compararle con un lagarto y menos con un lagarto viejo. ¡Usted está hecho un crío querido Tío! Me quedé pensando. Se me aparecía la imagen de usted y sobre ella, adoptando sus rasgos, alternativamente se superponían el lúbrico león, rugiendo en la sabana, vigilando a las hembras, lánguidamente tumbado a la sombre de un árbol; el alegre y zumbón moscardón, un algo molesto es cierto, y como antihigiénico; y el enfurruñado gorrión copulador, de plumas grises y revueltas, dando brincos furiosos. Me quede un poco absorto pensando en todo esto, con tanta carga testicular. Ellos, malignos como le digo, esperaban que se me cayera el hilillo de baba. Pero no. Luego el gorrión se zampó al moscardón que daba alaridos y el león apresó al gorrión bajo su enorme pata relamiéndose y entonces volví en mí. Claro, ¡no se retrata porque no hay pintor que pueda hacerlo! Hoy el retrato clásico no se lleva ya como antes. Usted querido tío, para retratarle, no merecería menos que un pintor como Pepe Gutiérrez Solana. Ya estoy viendo la pintura: espesa, negra, con usted en traje de pana negra también, con aire de sacristán fúnebre, cetrino, y boina encasquetada hasta las orejas, tapando su pulido cráneo. Por Gutiérrez Solana tengo auténtica debilidad. Más aún como escritor. Describía el otro día un baile de máscaras protagonizado por gente baja y tiorras, cruzando un desmonte por Ventas, y me vinieron a la mente los primitos, sus sobrinos. Allí estaban, cada una con una máscara a cual más fea y graciosa. Una de borrico y la otra de marrano. Hacían ruidos mientras bailaban siguiendo el entierro de la sardina y bebiendo morapio. Ya ve usted las cosas de la imaginación. Les dije que Pepe Solana ya estaba muerto y que seguramente por eso el Tito, el querido Tío, no se retrataba. Se les puso una cara como agria, ya sabe cómo son en cuanto no se les hace la pelota. ¡Sólo les gusta que les rían las gracias! Se pusieron a murmurar. Dijeron algo como que “a retratarse al Serengueti”. Me costó un poco reaccionar. He consultado el teléfono. Se trata de un gran desierto. Lo recorrió en coche un periodista polaco en los años sesenta. Está por las cataratas Victoria, en el África. El polaco dice en su libro que aquello es como el jardín del Edén antes de la llegada del hombre, la Creación en el momento anterior a que Dios pusiera a Adán. Así que vea usted como le quieren los sobris. Para ellos es usted el nuevo Adán del Serengueti. Le ven a usted allí, entre las fieras, como gran padre del Mundo, en pelota picada. Esto último es lo que no acabo de ver. Pero no quise preguntar más porque no paraban de refunfuñar abriendo mucho los ojos y mirando como enfurecidos la caja que me dio usted ayer. Estoy muy contento. Aunque me gustan más de veinticinco, ya la se lo dije querido Tío, tiene usted mala memoria. Hoyo de Monterrey siempre me ha gustado. Se lo dije a los primos. También les dije que es la segunda vez que me regala Hoyo (abrieron un poco más los ojos) pero que en la variedad está el gusto y que para la próxima vez, es mi santo enseguida, le he pedido Partagás. Me gusta mucho Partagás. Acuérdese querido Tío, en caja de veinticinco y cuanto mayor el calibre mejor. Acuérdese de la que me regaló para mi cumpleaños, esos cigarrones grandes, los Lusitania. La caja es preciosa y como es tan grande la tengo llena recortes de prensa, lápices y caramelos, con un compartimento para cada cosa que fabriqué pegando las láminas de cedro de las cajas que me ha ido regalando, querido Tío. No sé porque los primos iban poniendo mala cara. Sinceramente, y aunque no me gusta decir estas cosas, creo que tienen envidia de mi afición a las manualidades y de lo bien que se me dan. Ellos aficiones, ya sabe, más bien pocas. Quejicotear. Eso sí, el fumeque les gusta. Eso sí, y mucho. Vea si no. Me preguntaron con mucho interés y con una sonrisa, bueno, media sonrisa, que los cigarros dónde los tenía, que me querían ayudar a conservarlos bien para asegurarse de que no se me secaran. En el fondo son buenos chicos. Les dije que no hacía falta, que los cigarros en casa no se secan porque me los fumo todos. Se quedaron como pasmados. Como no decían nada me despedí muy educado. Hemos quedado en vernos pronto así que enseguida le volveré a dar noticias, querido Tío. Las reuniones familiares son algo estupendo. Esperamos contar con usted la próxima vez.
Reciba un afectuoso abrazo de su sobrio preferido,
Genaro G.M.
(Post data: acuérdese que son más bonitas las grandes cajas de
veinticinco cigarros que las de diez).
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