domingo, 20 de noviembre de 2022

Sobre la historia, a propósito de don Ramón Menéndez Pidal.

“Pero la historia no parece que se da tan bien a los jóvenes. La Historia parece producto de mentes reposadas, reflexivas ya que no siempre desengañadas.” 

Julio Caro Baroja, Grandes amigos, grandes figuras, pág. 390, Editorial Caro Raggio.

lunes, 31 de octubre de 2022

Más apuntes. De los cuadernos de Alcides Bergamota.

Fuimos a pasar el día a Nava del Bolo que no conocíamos, con el Doctor Leitao que se unió. Fuimos en su coche para más señas. Comentamos los sentimientos contradictorios que durante mucho tiempo despertó la sierra de Madrid en nosotros. Aquellas visitas a casa de algún amigo de padres con “chalé” por Galapagar, los Molinos o Navecerrada, que nos dejaba tan fríos -incluso en verano-, tan incómodos. Paredes con grueso revoco de gotelé, paisaje de montaña, pero casa situada en una urbanización de calles asfaltadas que nos quitaban la sensación de haber salido de Madrid, falsas rusticidades, barandillas de escalera vallas parcela hechas de los mismos tablones de madera barnizada. Jardines sin hacer, oscuros y fríos. Eran más un trozo de pinar sombrío, acotado como parcela que un verdadero jardín. Un garaje con bicicletas viejas, un balón pinchado, un hermano mayor listillo, ¡niños a jugar! Personas mayores con anorak y hasta algún vaquero acampanado. ¿Qué pintábamos allí? Y sin embargo, cuando al atardecer había que volver llevábamos ya un rato largo jugando, corriendo como locos, olvidados de todo por fin. Y había que romper el encantamiento, meterse en el coche, con la radio encendida y el atasco de la carretera de la Coruña desbordado sobre sus carreterillas de acceso. Parados en Moralzarzal, Galapagar, Guadarrama o Collado Mediano, según la excursión.

Por la carretera, de repente una casa de verdad, una villa, que imaginamos alberga comedor, biblioteca, un salón. 

Oímos Misa en la parroquia de Nava del Bolo. Qué duda cabe que hay buena voluntad, pese al guitarreo, los cánticos más allá de modernos, los aplausos, la sentimentalidad almibarada, la hiper feminidad, pues la nave la llenan niños y las señoras que los llevan y los preparan junto con el sacerdote. Los hombres, quien sabe dónde están. Llueve a cantaros cuando nos dirigimos hacia el castillo. La visita es bonita, el edificio espléndido y bien arreglado para el visitante, con calefacción que se agradece en este día de frío repentino. Llaman la atención las espléndidas vistas, el precioso patio renacentista, con los grandes escudos heráldicos tallados en piedra que allí se exponen. En uno de ellos todavía puede leerse sobre la piedra el Ave Maria Gratia Plena de la divisa. En alguna de las salas se recrean estancias de época, una de ellas con un gran comedor con un cuadro que parece de excelente factura en el que se representa el hospital de Atocha original, que estaba dónde se encuentra hoy el museo de arte moderno reina Sofía, con una procesión que pasa por delante. 



Apuntes. Dietario de Alcides Bergamota Elgrande.

Comemos estupendamente en el restaurante Los Tapiales, en una terraza cubierta contra el agua que cae a mares. Nos toca en un rincón que casi parece un reservado, y la charla es amena. Tanto como el viaje de vuelta, en la luz del atardecer que saca brillos metálicos a los pastos de las dehesas ganaderas y se filtra entre los árboles, dando un aire de paisaje mágico a las grandes fresnedas. Nubes en las cumbres. 

Uno no sabe si quisiera emanciparse de las tareas del trabajo cotidiano para poder dedicar el tiempo a la lectura y el estudio, y si ese anhelo no es en realidad más que un pretexto para distraerse de la rutina con otras cosas. Tal vez si el sueño se hiciera realidad descubriríamos que no hay tal deseo, que los ojos se cierran ante los textos, que nos invade el sueño con las lecturas, que la mente se atora, la vista se nubla, el entendimiento se espesa hasta detenerse. Se nos cae una gota de babilla. Tal vez mejor no arriesgarse a probar. 

Termino ayer Terror rojo, de Wenceslao Fernández Flórez. Me parece un buen libro, terrible, conciso, claro. Lo que relata pone los pelos de punta. Pensar que la izquierda española está de nuevo a vueltas con todo aquello resulta desolador. 

Sería divertido dedicar un rato a glosar el discurso de aquella escritora en la feria del libro de Frankfurt, que seguramente con buenas intenciones y atroz voz de pito nos endilga todos los tópicos sobre literatura que cualquier memo espera oír hoy en día, desde las tres culturas a la literatura como no se sabe que salvación, pasando por el mal olor de la edad medida, la intolerancia de nuestros reyes y hasta la dictadura de Franco. Todo ello envuelto en la más almibarada y empalagosa ñoñería. Pero no seamos injustos, volvamos a escuchar el discursejo y veamos si esa primera impresión se confirma o no. Tal vez sea incluso peor. Oiga, no se pase, que es usted insoportable. 



martes, 13 de septiembre de 2022

Un párrafo de un libro.

El coronel de uno de los batallones en los que serví se desembarazó de cuatro pastores anglicanos en cuatro meses; al final solicitó que le enviaran a un católico, alegando un cambio de fe en los hombres a su mando. Porque a los sacerdotes católicos no sólo se les permitía visitar los puestos de peligro, sino que decididamente disfrutaban al estar en los lugares de combate, para poder dar así la extremaunción a los agonizantes. Y nunca supimos de ninguno que no hiciera todo lo que se esperaba de él y a veces más. Durante la primera batalla de Ypres, cuando todos los oficiales fueron muertos o heridos, el jovial padre Gleeson, de los Munsters, se arremangó la sotana negra, y tomó el mando de los supervivientes, manteniendo la línea.

Robert Graves, Adiós a todo eso, pág. 206 en la edición de Muchnick Editores del año 2000.




sábado, 10 de septiembre de 2022

Una biblioteca. Fragmento.

Sin duda, disponer de una pequeña biblioteca bien surtida es una fuente de constante satisfacción. Puede decirse también que la satisfacción no tiene porqué ser menor si se dispone de una gran biblioteca bien surtida. Tal vez la mayor cantidad de libros pueda dar lugar a que aparezca una punta de ansiedad o de desconcierto ante todo lo que se ofrece. Pasará a ser un reto si la biblioteca no la ha formado enteramente quien la posea, sino que una parte ha sido recibida, entregada como un todo organizado. Aparecerán, sumadas a las horas de buena lectura, la infinidad de gratas sorpresas que depara el adentrarse en el mundo cerrado, recibido, preparado para nosotros, sin saberlo, por otro lector.

jueves, 1 de septiembre de 2022

Nota de los diarios de Alcides Bergamota Elgrande. Época de hierro. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

Mientras cojo un vaso de agua en el pasillo oficinesco oigo lo que dice una chica relativamente joven, empleada de por aquí, que habla por el móvil sin recatarse. Utiliza dos nombres femeninos, algo así como Marina y Luz. A las dos asocia la bonita expresión “dar por el culo…”. Parece que podría tratarse de dos niñas a las que hay que dejar con alguien en estos días veraniegos tan odiosamente complicados. Dice la tipeja: - Si te dejo con Marina, pfff, da mucho por c… En cambio, Luz no es porculera. Utiliza la expresión con toda naturalidad, sin bajar la voz, como algo absolutamente habitual. Debe de ser prima carnal de la tiorra que en el tren exhibía muslazos que restregaba contra la tapicería del asiento. Además, iba descalza, con una pierna recogida, cruzada bajo el muslo de la otra, lo que le permitía irse tocando el pie todo el rato, con mirada ensimismada. ¡Menuda familia! Estamos en un punto en que la gente no es más sucia ni más chusma porque no le dejan, pero supongo que bastaría un pequeño impulso de nada para dar el siguiente paso que prefiero no imaginar. 

martes, 5 de julio de 2022

La urraca. Nota cedida por Calvino de Liposthey, biógrafo, de entre los papeles sueltos del gran Alcides Bergamota.

Mientras refunfuñamos mecánicos en el atasco, la urraca campea por el rastrojo en miniatura que se ha creado en la mediana entre tres carreteras. Pega tres brincos olímpicos y se queda quieta, girando la oscura cabeza de mirar enigmático y primario. Es el pájaro viendo pasar las máquinas. La libertad, el revoloteo maravilloso, la ausencia de trabas que es la lectura. Ayer Agustin de Foxá (varios de sus artículos –sobre todo el que trata de los 50 años del Pilar- son espléndidos, consigue extraer la vida española y ponerla en un papel para que cada lector la reviva a su vez), luego Federico de Roberto, páginas de Edith Stein sobre Santa Isabel de Hungría, de gran belleza, y finalmente Edgar Neville. Me voy a la cama con la sensación de haber volado libre de ataduras, reconfortado y pleno, como la urraca en su rastrojo. La manía ágrafa.

viernes, 1 de julio de 2022

Toros. Nuevo apunte de A. Bergamota para El Heraldo de Nava.

Los toros no pueden verse más que de una sola manera y en realidad no se han visto nunca más que de esa sola manera. Siempre la misma. Y si ese punto de vista cambia, desaparecen los toros. La plaza en realidad si es un matadero. Ver toros es asistir al sacrificio público de reses bravas. Lo que ocurre es que el sacrificio se hace de una manera ordenada, ritual, en la que la res, en lugar de ser enviada a un matadero en manada, sale al ruedo sola, de forma individual. De esa forma, el sacrificio de la res, de alguna manera se dignifica. Y se dignifica sobre todo por la forma de hacerlo conforme a unos cánones, a una manera de hacer las cosas, no de cualquier manera. Por eso es clave en la corrida de toros la muerte del toro, sin ella no hay sacrificio. Toda la lidia no tiene otro objeto que prepararla y lograr que se culmine de forma eficaz, rápida, vistosa, carente de ensañamiento, de crueldad y de fallos. Si no se torea bien, conforme al canon, que es lo que logra quebrantar al toro, vencer su poder, se complica la suerte final, se hace más difícil entrar a matar y las probabilidades de no culminar el sacrificio aumentan. Por eso no se debe premiar la faena de quien, al no matar bien no culmina el sacrificio y, por el contrario, es posible premiar una faena menor culminada con una gran muerte. 



jueves, 30 de junio de 2022

Copas de balón. Caso real.

Por razones evidentes no se dan los nombres de los protagonistas del siguiente diálogo. Pero podemos asegurar que se trata de un caso real, tratado -con éxito- en la Fundación Tato para Varones Desahuciados. Agradecemos al presidente de la fundación que nos haya facilitado una muestra de como está el patio. 

***

- ¿Usted que aficiones tiene? Se produce un silencio embarazoso. Pero al momento se oye una voz baja, pausada, con un deje de timidez. 
- Pues verá usted, yo antes tenía otras aficiones, pero ahora, lo que me gusta, lo que de verdad me gusta es... es comprar cristalería en el Corte Inglés. 
- ¿Pero qué me dice?
- Lo que oye, tal cual. 
-¿Pero cómo así?
- Cosas de uno. Eso es lo que me gusta y poco más. Sobre todo, copas de balón, cuanto más finas mejor. Eso me chifla. Me pirro por las copas de balón.
- Si claro, si hasta lo comprendo. ¿Y antes? 
- Antes, otras cosas, un poco de todo, pero ya ve usted, las dificultades de la vida. El desgaste.
- ¿No será el calor?
- Oiga, que aquí no hemos venido a faltar. 

Pero vamos a ver, pero si es que nadie habla así ya, de esa manera. Ya, pero a mí me gusta. Que quiere usted. Ya estamos otra vez. 

jueves, 12 de mayo de 2022

Un apunte con motivo de la corrida de toros de ayer día 11 de mayo. Por A. Bergamota, para el Heraldo de Nava.

Fueron toros de la Quinta para Morante de la Puebla, Juli y Pablo Aguado.

Hay una falta de personalidad grande entre los de la montera. Se ve perfectamente al acudir a una novillada. Salen de las escuelas como cromos, con el mismo toreo de salón, falta ponerles un espejo en el ruedo para que se miren. Morante es lo contrario, personalidad a raudales, con su punto de chulería castiza, sus guiños a la tauromaquia añeja, su majeza, patilla, cigarro y montera antigua. Sólo por eso ya es algo, aunque no baste. A mí, lo de bajar la calle de Alcalá como lo hizo ayer, en calesa o jardinera que no se pone la gente de acuerdo, me gusta, me hace gracia. Me parece retador y un aquí estoy yo, con la estética de la España de siempre. Solo le falta la redecilla en el pelo y que le pinte Goya.  Yo que no le tenía simpatía, pues me tiene en el bote. Luego, en el ruedo, no termina de auparse donde parece que podría. La espantada de ayer se suma a muchas otras. Aunque sólo por cómo anda en el ruedo y ese físico de torero antiguo, algo grueso, suma y suma. ¿Faltan corazón, cabeza, ganas? Quién sabe. Un vecino de localidad recordaba lo que dijo un teroro antiguo, tal vel el Guerra, cuando le caía una bronca monumental: Yo aquí he venido a cobrar. Nos sonreímos pensando en lo bien traído que estaba viendo la desgana del matador. 

Lo cierto es que hoy no se torea mejor que nunca como dicen los de la tele y los cronistas oficiales. A la vista está que cuando salen del mono encaste les cuesta horrores y dónde triunfaron tantos -Paco Camino era un especialista de Santa Coloma - los de ayer se la pegan con seis bastante abordables, justos de casta y fuerza. Y para uno que en su segundo demostró que puede, Juli, la mayoría de las veces prefiere mono encaste y toreo trucado, con el toro en línea por fuera y los mil pases. Un misterio. Pero está claro que sobre el papel el cartel de ayer es magnífico y llena la plaza y queremos ver a los figuras con un ganado distinto al habitual. Parece que eso se lo debemos a Morante y a sus gestos. Espero que haya más. A mi Juli me espanta como torero, pero si se anunciara con Miura, Torrestrella, Saltillos, Escolares y demás, sería el primero en la cola. Por cierto, el tan injustamente denostado siete, ayer le aplaudió su segundo puesto en pie y con razón.

lunes, 9 de mayo de 2022

De los dietarios de A. Bergamota Elgrande. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

Termino ayer el libro de P. Bogdanovitch sobre John Ford. Es un bonito libro, sencillo, bien escrito, magníficamente ilustrado y editado, del que surge la figura de Ford más grande y crecida aún de lo que ya estaba en mi consideración. Comida poligonera en el polígono, claro. Unas dignas lentejas, seguidas de escalopines blindados, a la correa de sandalia de tribuno jubilado, duros como una piedra. Para terminar, café à la mode, es decir, cortado, punto redondo.

lunes, 25 de abril de 2022

Veneno en el poligó. Para la sección buen comer, de el Heraldo de Nava.

Se puede comer mal y aún peor, que es lo que me ha pasado hoy. Un solomillo cubierto de extrañas partículas que se desprendían al cortarlo, como finas láminas de teflón. La reducción al Pedro Ximénez no era tal, más que reducir habían regado el plato con un chorro de brandy caliente y barato, en el que flotaba el arroz peor cocido que imaginarse pueda. Para rematar, dos rodajas de piña vieja, es decir bastante pasada. Una de las rodajas con pinta de haber pasado bajo el grifo después de caer al suelo. Menos mal que los estertores provocados por el más infecto café que se haya servido nunca a un cliente desarmado e incauto han hecho olvidar rápidamente todo lo anterior.

miércoles, 20 de abril de 2022

Un 26 de septiembre.

Una señora con una pequeña maceta en la mano cruza la calle de Alcalá, ya completamente taurina al acercarnos a la plaza. 

Una señora cargando con una gigantesca maceta cruza la calle. La maceta además de enorme va llena de tierra negra en la que crece lo que parece un madroño. Para quedarse mirando desde luego. Alcalá es ya completamente taurina al acercarnos a la plaza y hay un ambiente festivo, sosegado por el aire otoñal. Se oyen un par de olés dirigidos a la señora, admirativos de su fuerza hercúlea. Acelera el paso.

Solazo, pero otoñal. 

Se oye comentar: vaya carteles que nos ha metido el puto gabacho. 

El picador abusa y se oye: ¡es que no distingue entre vale y dale! 

¿¡Dónde iba!? ¡A por el bajonazo, hay tunante, se te han visto las ideas!

Israel de Pedro torea a caballo estupendamente -eso que es tan raro que ocurra- y se lleva una ovación. Hay que ver como acaricia al caballo luego. 

Colombo se lleva un olé, en plan chufla, al girar sobre si mismo para banderillear. Las pone todas a toro pasado el tío.



lunes, 4 de abril de 2022

LA POÉTICA DE SINFOROSO GARCÍA POTE. XVI

Todos los días al salir de aquella rotonda con el coche vemos la tapia. Es de ladrillo rojo, viejo, de un hermoso color, surge como de entre los árboles, tal vez el resto de una edificación desaparecida o la parte visible de una fábrica escondida por la vegetación. Tiene la forma de la fachada de los templos jesuitas del barroco, sin el tamaño por supuesto, dos pináculos a los lados terminados por redonda bola, un gran ojo de buey y la impresión de ser una supervivencia de algo hermoso, entre tráfico, ruido, caos.

jueves, 24 de marzo de 2022

Caballería roja. Genaro García Mingo, para el Heraldo de Nava.

Lectura de Caballería roja, de Isaac Babel. Uno de esos libros que están en casa y que estaba convencido de haber leído sin que me hubiera impresionado. Un error. Ni el primer cuento. Debió de llegar a casa y pillarme luego una temporada de esas en que todo se revuelve y trastoca. No estaba ni siquiera en el estante de sus compatriotas, pero el otro día haciendo orden lo encontré y lo coloqué en su sitio. Hay libros que parece que nos llaman desde los anaqueles. Este es un caso. Le dedicaron uno de los programas[1] que escucho en el coche cuando circulo por ahí y al llegar a casa lo empecé y con él estoy. Uno de los entrevistados lo había analizado con minuciosidad y conocía, además, la biografía de Babel al dedillo, señalando episodios y referencias de cierta turbiedad. Esto ponía de los nervios a los otros dos contertulios, tan admiradores del texto que no podían aceptar claroscuros en la vida del autor que, puesto que era tan excelente escritor, no podía ser sino una víctima del estalinismo. El otro insistía en sus dudas, daba detalles, que ponían a los otros de uñas. Y no lo hacía a la manera de hoy, por condena retroactiva ni corrección política, sino por afán de exactitud, de verdad, de conocimiento del personaje (si bien puede discutirse -como desde siempre se hace a la manera de Proust y Sainte-Beuve- si eso es importante o no para valorar la obra). Una de las cosas que dijo me pareció evidente, obvia, aunque a los otros les escandalizaba. Vino a decir más o menos que Babel se alistó en la caballería roja para escribir, porque necesitaba sangre. Dicho de otra manera, había visto cosas tan fuertes, tan terribles, que necesitada mantener el nivel de tensión, de horror para suscitar la escritura, como para mantener la pulsión de escribir. Los otros se horrorizaban y sin embargo resulta obvio que es perfectamente posible, aunque sea terrible. La presencia del judío como víctima es sobrecogedora y terrorífica, despreciados, insultados, degollados, tanto por bolcheviques como por polacos. De que manera contrastan los espléndidos paisajes tan magníficamente evocados, la veneración de los cosacos por sus caballos, con la más completa miseria, la violencia y el más absoluto desprecio por la vida humana. Todo el libro es un gran sable ensangrentado agitándose y golpeando sin cesar entre espléndidas llanuras, puestas de sol, trigales y pueblos reducidos a cenizas.



[1] Alain Finkielkraut s'entretenait avec le regretté Pierre Pachet, écrivain et essayiste, et Adrien le Bihan, écrivain, traducteur, à propos de la vie et de l'œuvre d'Isaac Babel (1894-1940)


martes, 8 de marzo de 2022

Don Álvaro y la cocina y alguna cosa más.

Cunqueiro sobre la cocina: “… conviene decir que ha sido en la cocina donde el hombre –el civilizado, el que viene desde Platón hasta Proust, para quedarse solo con dos P; el que construyó las catedrales, fundó las universidades, hizo las Cruzadas e inventó el soneto- puso más imaginación, mucha más que en el amor o que en la guerra”. Del mismo: “Ahora me doy cuenta de que la cocina es, sobre todo, un placer intelectual”. Y de nuevo: “Encuentro mutilado y corto el libro de ficción cuyos protagonistas no comen ni beben. (…) Un maestro en esto fue Balzac, que sabía dibujar un personaje por sus comidas o por sus vinos”. Y finalmente, otra vez de don Álvaro: “…si me hallase a las tantas de la noche en la redacción de un periódico y su director solicitase de mí un artículo de la máxima actualidad, sin vacilar lo escribiría sobre las peregrinaciones a Compostela.”

Citado por Miguel González Somovilla, en la edición de la antología de artículos periodísticos publicada por la Biblioteca Castro.

viernes, 25 de febrero de 2022

Sustitutivo.

Es peligroso para el espacio del cual disponemos en casa, comenta Bergamota, que los libros funcionen como sustitutivo. Por ejemplo, leemos sobre el pintor Edouard Vuillard, vemos sus cuadros en alguna fotografía por la red, queremos un cuadro, no podemos tenerlo, compramos un libro sobre su obra. Oiga, esto no puede ser. Desde luego que no. 




miércoles, 23 de febrero de 2022

Pesadilla del traje. De los cuadernos de Alcides Bergamota. Época de hierro. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

El traje parece que destiñe, se mueve. Bajan los pantalones, desplegándose, como si creciera la tela. Es de un azul tan oscuro que se acerca al negro, es casi una mancha de tinta china, fresca, húmeda, derramándose. Desaparecen los zapatos, disuelta su forma por la negrura de la tinta, desaparecen los puños de la camisa, demasiado corta, tragados por las mangas negras, demasiado largas, como un borrón que se extiende cuanto más se corrige. Va difuminándose la cabeza, comida por la sombra que sube, color asfalto, superponiéndose traje y pavimento en una extraño abetunamiento, hasta tragarse definitivamente al infortunado.

Eso te pasa por no gastarte los cuartos. Tío rata. O por no ir en pantalones cortos, como todo el mundo. Es lo que se lleva ahora. 


jueves, 10 de febrero de 2022

La tierra del grajo II.

Terminamos La tierra del grajo, de José Antonio Martínez Climent, que es una novela magnífica sobre la que a los de Nava nos gustaría escribir algún párrafo. Por la novela conocemos a Alfio Antico y la hermosa canción siciliana Silenzio d’amuri. Oímos una versión y cuando el cantante dice los versos finales, donde creemos encontrar un sencillo y hermoso recuerdo de la antigua Monarquía Hispánica -los enamorados en su contento, en la exaltacion que produce el amor, se comparan con los monarcas, son ella reina y el rey de España- nos entra una rara emoción.


Del glosario que se encuentra al final del mismo libro dos definiciones que merece la pena resaltar:

Intelligentsia: clase social privilegiada de supuestos intelectuales que, al servicio de un gobierno, disemina una ideología bajo la especie de la cultura. Y añadimos nosotros, no hay otra cosa hoy.

Flapper: jóvenes urbanas estadounidenses, solteras, de clase media, empleadas a sueldo, operadoras telefónicas, vendedoras de grandes almacenes, secretarias, amantes del Jazz y de los clubs de baile. Uno se pregunta si no es este hoy el ideal femenino, si no cabe todo, absolutamente todo, en esa escueta definición, sin nada más, sin ninguna aspiración ni, por supuesto conexión alguna con nuestra tradición, como no sea sustituir la caja de los grandes almacenes por la dirección de un banco y el jazz por el reguetón. Oiga pero que bestia, no estoy de acuerdo.

domingo, 6 de febrero de 2022

La tierra del grajo. Una reseña de Genaro García Mingo para el Heraldo de Nava.

No tiene excesivo sentido reseñar un texto si es pésimo, salvo que sea extraordinario en su imperfección y pese a ello reciba alabanzas diversas (cosa bastante frecuente). Menos sentido tiene aún si uno no se dedica a las reseñas, ni es crítico, ni nada que se le parezca. Si pese a ello se hace, la reseña es entonces una protesta. La reseña protesta apenas si merece el esfuerzo de ponerla en claro. Salvo por el gusto de la sátira, de zaherir ponzoñosamente. No debemos dedicar demasiadas energías a eso, que no nos sobran.

Pero hay otros textos que son todo lo contrario. Uno querría animar a que se leyeran, darlos a conocer. Como uno no es nadie y tiene nula capacidad de influir, se hace la reseña por puro placer, por puro agradecimiento a lo leído, para uno mismo. Estamos ante un caso así: La tierra del grajo, de José Antonio Martínez Climent, publicado por la editorial Verbum.

El título de la novela encierra varias claves que la lectura irá revelando. Tiene relación con un cuadro del pintor ruso Alekséi Savrasov, titulado Los grajos han vuelto, que ilustra la portada y del que se hablará en el relato. Savrasov es un espléndido paisajista ruso de finales del XIX. Así que en el título aparecen la tierra y la naturaleza, pero también, con la presencia de un pintor ruso, la gran geografía que recorreremos al leer. Es un hermoso libro. Tanto por la forma, un español hermoso, trabajado, rico, por momentos virtuoso, como por la historia que cuenta, tratada de manera voluntariamente deslavazada, como en escorzo, por un narrador que se sujeta y que claramente explica al lector que ciertos detalles no son necesarios. Por momentos se puede tener la impresión de que el hilo conductor se somete en realidad a los cuadros que al autor le interesa trazar con su fina sensibilidad, con su sentido de la observación, del detalle, con una prosa rica capaz de muy hermosas evocaciones. Esto no incomoda, la narración continua, sin ruido, como si asistiéramos a todo lo que se nos cuenta, sin estridencias, con el filtro de un velo ligero, que flotando en el aire atenuara las cosas, el tiempo, los hechos.

Octavio es protagonista, y a ratos narrador, un salto que se produce en el texto con naturalidad sin que la proeza técnica sea excesiva ni incomode. Está bien tratado el mundo mercantil, espléndidas evocaciones de una Europa de los balnearios, casinos y grandes hoteles, Venecia, Sicilia, el mediterráneo, el levante español, los largos viajes en tren, las estepas del Este, una sociedad internacional que se mueve a sus anchas por el continente con una galería de personajes de fuerte personalidad que vistos desde nuestra uniformidad de hoy parecen extraordinarios y variopintos. Y el amor, con ese personaje tan logrado que es Claudia. “Para entonces, Claudia ya había aprendido el delicado arte de dejarse mirar por los hombres."

Pero no se trata de un elogio del cosmopolitismo, ni de una de esas evocaciones de lujos pasados, de una belle époque de High life y Société, aunque varios personajes pertenezcan a ese mundo o lo frecuenten. Afortunadamente no se queda en aquello La tierra del grajo, sería alejarse extraordinariamente de su título y de la pintura de Savrasov. Porque dónde más alto llega el libro, dónde resulta más hermoso y casi diríamos que conmovedor es en su evocación de la vida en el campo, de grandes casas y grandes familias, por una parte, y de la propia naturaleza desnuda, por otra.

Se trata de un mundo enraizado. La frase “Hirundina siempre se santiguaba cuando tocaban a difunto” podría ser un ejemplo. El retrato de la vida de provincias es magnífico. Dos breves muestras, que son solo eso, un ejemplo entre páginas enteras que merecerían citarse: “Olía a manzanas cocidas con canela, y a la hiriente lejía que Hirundina empleaba para limpiar el terrazo, (…). En la mesita de noche se extinguían unos lirios (Tía Asuntina siempre los repartía por toda la casa: en el recibido, en el salón, en las habitaciones…)”. “Pero no vaya usted a creer que vivimos en el atraso o en el olvido. En S.V. hay dos peñas taurinas, la de Lillo y la de Cantó, antagonistas en todo por cuestión de gustos sobre encastes, pases, suertes y matadores, que suelen acabar en grescas callejeras y hasta en enemistades familiares hereditarias. Hay fábricas de cemento, cerámica, yeso, ocre, cuyo producto principal es el polvo. (…)”. No faltan ni el sentido del humor ni la ironía como parte del gran fresco que se nos ofrece. La descripción de los personajes puede llegar a ser fantástica. Dejamos una muestra con la del ventrílocuo don Francisco Sanz: “El don estaba representado por un hombrecillo vestido de chaqué, de aspecto apocado, que incongruentemente fumaba un enorme habano, enredado en animada conversación con un muñeco de hinchadas mejillas y enormes ojos fijos de lunático (de la peor y más visionaria dolencia psíquica que se pueda concebir)”. Algunas páginas en que se traza la vida de un torero un completo acierto.

Y, por otra parte, decíamos, la naturaleza en toda su belleza, pero también en su crudeza, en su realidad rocosa, pétrea e inclemente, como auténtica protagonista del libro. Hay pasajes realmente espléndidos que son además un alarde de escritura. Nos referimos en particular, porque no dejan de estar presentes por todo el libro, a la expedición de los protagonistas por las sierras del Maestrazgo. “El caso es que, tanto en primavera como en verano, a eso de media tarde y aún con sol, no hace muchos años, una fila de cabizbajas y rojizas ovejas se desplazaba con la mayor lentitud por el fondo de un valle circundado por picudas montañas, bajo las altas y ajedrezadas nubes, de un claro a una espesura, de una espesura a un claro, mientras la suave brisa que empezaba a moverse se llevaba su rítmico concierto de portentosas y saludables pedorretas, lejos, más allá de los peñascales, sobre las blancas pedrizas, pasados los bosques de encinas y robles, lejos…”. La sierra viva, desde que nace y crece, como si fuera un personaje más, con una vida de miles de años, hasta el presente. “Aquél es un páramo alto, creado durante los primeros bostezos del Paleógeno. Las fallas que habían comenzado a abrir el valle por dónde un día bajaría el Ferr, que hasta entonces se había limitado a la protocolaria tarea de liberar las tensiones geológicas entre placas antagonistas, invierten sus movimientos y se convierten en encabalgamientos como resultado de la lenta pero constante compresión del macizo tauritano contra el bloque castellonense. Así los materiales ordovícicos, más antiguos y consolidados, emergen y se disponen sobre aluviones y estratos sedimentarios cuaternarios, dejando a la vista en un par de millones de años unos suelos oscuros y duros, poco susceptibles a la frivolidad de esa erosión cuaternaria que, producida por el viento, o por la lluvia, o por el roce, allí se considera poco menos que una falta de respeto. Sobre ese terreno hay un caserío, unos pocos fuegos reunidos, más que en torno a un fuego o por causa de la historia, por el temor secular a los lobos, cuya nómina de campesinos y viajeros muertos es larga aquí, muy larga. El caserío en cuestión es Brugal de las Cuestas y, para cuando te quieras dar cuenta el mulero te habrá dejado en una revuelta antes de entrar, con tu morral tirado en el suelo mojado, y de él no verás nunca más que los cuartos traseros de su mula bajando por las cuestas.

Claro que hay algún elemento que no deja de ser una concesión a nuestro individualismo contemporáneo, como cuando uno de los personajes -no damos más pistas a propósito- en cumplimiento de su última voluntad, es arrojado, dentro de su ataúd, al río dónde hace décadas murió la mujer que fue su gran amor. Un rasgo romántico, novelesco sin duda, pero ante la muerte y ante el fondo de una Europa que agoniza, excesivamente suelto, libre y por eso tal vez tópico. ¿No es ese capricho postmortem una contribución al desmantelamiento del continente al que se asiste? Hubiera asombrado un funeral lleno de latines y con el de profundis. Y que en el ataúd se hubiera incluido tal vez, algún objeto de ella, como forma de póstuma unión. Pero esto son cosas del que esto escribe quien, en el magnífico libro que es La tierra del grajo, no pinta nada salvo como admirado lector. 

***


domingo, 23 de enero de 2022

Habanos

 

- ¡Oiga usted! aquí huele a puro que echa para atrás – dice ella con los brazos en jarras y el busto prominente en tensión. 
- Pero... pero señora Domiciana si esto es el saloncito de fumar. Usted dijo que aquí se podía – dice el azorado pensionista.
- Pues claro, pero cigarros habanos, tabaco de la Vuelta de Abajo. ¿Pero dónde se cree usted que está? Pensaba que era usted un caballero.
- Es que están los tiempos como para habanos – se lamenta él. Y pensar que mi abuelo tiraba al ruedo petacas llenas cuando triunfaba Nicanor Villalta. 
- Lo que es venir a menos, sí, pero no usted, ¡el país, el país! Dichosa democracia. Pero hombre, ante un apuro insinúese que todavía quedan dos cajas de mi difunto, unos grandes Partagás que tengo perfectamente conservados y que yo no voy a fumarme. No sea corto de genio, hombre. 
- Señora Domiciana, que me quedo sin palabras, sin habla.


sábado, 22 de enero de 2022

Los jueces.

No confundir serranos con ruanos, se decía en la Ávila medieval, la de la Extremadura castellana por el siglo X y alrededores. Castilla, presentada como lugar de hombres libres dónde se queman los ejemplares del Fuero Juzgo visigodo y rigen las costumbres y las decisiones de los jueces, tierra del derecho libre, míticos Nuño Rasura y Laín Calvo. Todas estas cosas hay que conocerlas y colocarlas en su justo lugar, lejos de teorías contrafactuales, lejos de la historia hipotética, lejos del todo hubiera sido mejor si… ¿sí que? Lo interesante no son esas teorías para uso de presentes disparates, sino saber cómo vivieron y pensaron nuestros antepasados, en que creyeron, lo que lograron y, si resulta posible, cómo lo lograron.

viernes, 21 de enero de 2022

USURA

Terminamos ayer la cuarta novela de la serie Torquemada, de Galdós, que son estupendas. Tal vez la cuarta más floja, aunque la parte final de la agonía del tacaño y la disputa por su alma la mejora. De Torquemada en la hoguera destaca el tratamiento de la idea, descabellada para un católico, según la cual la limosna, las buenas obras, podrían obligar a Dios. Cree el tacaño que si de repente ayuda al prójimo podrá obtener sin duda lo que pide al Altísimo. Magnífico también, sobrecogedor, el retrato de la vieja sirvienta, su forma de hablar y la personalidad fortísima que bajo su infame apariencia late, capaz de decirle a Torquemada cuatro verdades tremendas y por supuesto de renunciar a la generosidad impostada del usurero.

De Torquemada en la cruz destacan la descripción de la pobreza de la familia Águila y las combinaciones que hace para no perecer literalmente de hambre. Sin que, por otra parte, se les ocurra a las hermanas buscar alguna clase de empleo, puesto que eso sería la definitiva muerte social, la pérdida de la honra, casi peor que la consunción física. Se empieza a apuntar la personalidad problemática, imposible, del hermano ciego, egoísta y enloquecido en su desgracia.

Magistral la pintura del ascenso del usurero en Torquemada en el purgatorio, con la idea fantástica de que ese encumbramiento sea para él, puesto que supone gastar dinero para lograr ciertos fines, un purgatorio, casi nos atreveríamos a decir que una tortura. En eso, el tacaño Torquemada es sincero. Nada se le da de tantos relumbrones de los que prescindiría sin dificultad si así evitara gastar dinero. Pero las hermanas Águila, con las que ha emparentado, se lo imponen. Otra paradoja es que ese mismo encumbramiento le permite acceder a negocios de mucho más fuste y de fabulosos ingresos, pero rabiará por tener que utilizar parte de las ganancias en labrarse una posición social que poco le importa en el fondo, pues carece de vanidad. Puede decirse que su único vicio, su único pecado, es realmente la avaricia más absoluta, la tacañería más enorme, claro que de ahí se deriva la más completa falta de caridad.

Llama la atención como la figura del usurero, la figura del tacaño, del prestamista chupasangres debía ser habitual en el paisaje de la sociedad liberal del siglo XIX, si hacemos caso de su literatura. Tenemos al citado Francisco Torquemada, de nuestro Galdós; a Jean-Esther Van Gobsek de Balzac; a Ebenezer Scrooge del Cuento de Navidad de Dickens; al tío de David Balfour de la novela homónima de Stevenson; al siniestro avaro retratado por Gogol en las Almas muertas; a la usurera de Crimen y Castigo de Dostoievski. Alguno se nos escapará sin duda.