Mostrando entradas con la etiqueta Las cuatro plumas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Las cuatro plumas. Mostrar todas las entradas

miércoles, 22 de junio de 2016

TERAPIA (receta de Alcides Bergamota el Grande)

 Cuando el europeo contemporáneo, ante la situación actual, necesita una pequeña inyección de moral, puede acudir a distintos remedios: el descanso, el cigarro, la copa, la memoria. Y también, por supuesto, el cine. Habrá que acudir a una fuente anterior a las terribles guerras que asolaron el continente en el siglo XX, eso se da por supuesto. Se puede empezar, por ejemplo, por la adaptación al cine de la novela de Mason, Las cuatro plumas, y para ello lo más recomendable es acudir a la primera versión, la que dirigió el gran Zoltan Korda, producida por su hermano, Alexander. Un segundo paso puede ser zambullirse en la novela, muy recomendable. La derrota de los derviches, la morisma al fin y al cabo, ya reconforta mucho, casi tanto como identificarse, aunque sea sólo un poco, y desde la butaca, con aquellos magníficos caballeros ingleses, cuidadosos tanto del fondo, el honor (¡oiga pero como se atreve!), como de la forma, su magnífica apariencia. Las volutas del habano llenan la atmósfera, tanto de la novela como de la película. Imprescindible que el ejercicio se realice fumando un cigarro grande, por supuesto hecho del tabaco de la Habana, de nuestra grandísima y desgraciada isla, la que fue perla de las Antillas, joya de la corona española. Atrévase con un Lusitania de Partagás, comprado especialmente para la ocasión. Ya casi nadie los fuma. Así estamos. Se puede hacer un ejercicio parecido con Kim de la India, la novela de Kipling, también magníficamente adaptada al cine, con un Errol Flin en el papel de Mahbub Alí, el tratante de caballos afgano, protagonista del Gran Juego. Retrocediendo en el tiempo, se puede acudir a Baroja, por ejemplo, y a su trilogía del mar, que son en realidad cuatro libros. Shanti Andía y el capitán Chimista son magníficos compañeros. Y para quien quiera seguir el viaje, déjese llevar por las memorias de nuestro capitán Contreras que puede adquirir fácilmente si no las tiene ya en casa. Todo esto le habrá preparado para llegar a la cumbre, al gran libro de aventuras por antonomasia, a la Verdadera historia de la conquista de Nueva España, de Bernal Díaz del Castillo. La culminación del itinerario podrá celebrarse con una alegre comida en Medina del Campo, en el Continental, por ejemplo. No podrá faltar, a los postres, un nuevo y magnífico cigarro. Tal vez un gran Sancho Panza. El europeo contemporáneo, se sentirá, al final, un poco mejor.