Los
cuervos pertenecen a la familia de los córvidos. Los pájaros que pertenecen a
esta familia se caracterizan generalmente por ser sociables y vivir en
bandadas. Así son por ejemplo la urraca, la chova, la piquirroja y la grajilla,
con fama de ladrones de comida y objetos brillantes. Pero como en todo en la
vida hay excepciones. Así, la corneja negra, solitaria y negra, su prima la
corneja cenicienta (corvus cornix) es algo gris, claro. En cambio, la graja
tiene un negro de tono rojizo, pico largo y puntiagudo de base blanca y es muy
gregaria (le gustan las pandillas como a los quinquis) por lo que vive en
grandes bandadas. Como puede verse, esto de los pájaros es lioso, lo que lo hace
muy entretenido. Todos los córvidos crían en pareja (cada oveja con su pareja).
El macho acarrea el material de construcción y la hembra que es muy hacendosa
prepara el nido. El cuervo común que es el más grande de todos los cuervos,
pues mide unos sesenta centímetros, permanece junto a su pareja para criar
durante todo el año, y se piensa que a veces para siempre. Tienen sin duda gran
paciencia. El cuervo es oportunista, inteligente –como pájaro-, versátil, y
capaz de aprender.
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lunes, 27 de abril de 2020
sábado, 18 de mayo de 2013
PAJARERÍA II
Los pájaros.
Los cuervos pueden llegar a centenarios, son capaces de aprender y van acumulando experiencias (al contrario que muchas personas). Su único enemigo, dejando a un lado las supersticiones del hombre, es el búho real. Horace Smith, Daniel Wesson, Samuel Colt, Abel “Shangai” Pierce y John Chisum tenían todos algo del cuervo. De la misma forma que Secundino Prieto, Neira de Pardomonte, Felipe de Lomba, Louro de Salceda y Licho de Vilamor.
Otros animales.
El tejón es nocturno, su hocico es especialmente adecuado para olfatear y hozar, móvil y musculoso. Utiliza a menudo la misma madriguera durante generaciones. Son auténticos laberintos subterráneos que pueden compartir con zorros, martas y garduñas. En invierno, como algunos amigos, reduce su actividad y duerme mucho. El tejón, el fiero, valiente e indolente tejón es nuestro animal favorito. Caprichoso y desconfiado camina por el bosque con aire lento y desganado. Pero puede de repente convertirse en uno de los más fieros luchadores que ha dado la naturaleza, no especialmente parca en materia de fieras. Perdiendo por completo el sentido de las proporciones, cegado por la voluntad de defender a toda costa su madriguera, el tejón enfurecido es capaz de enfrentarse incluso al oso grizzly, cuya fuerza y agresividad hacen de él uno de los mamíferos más temibles. Fue testigo de la pelea el trampero Sam Minard: “De repente el hombre del caballo sintió una sacudida de asombro. Lo que la bestia estaba invadiendo no era la madriguera de un perrillo, sino la guarida de un tejón, y el hombre no conocía a un luchador más letal. Creyó saber lo que había ocurrido; el tejón al que le brillaban los negros ojos de ira e indignación se había retirado al fondo de su madriguera subterránea y allí, gruñendo en la oscuridad había esperado. Al fin, hirviéndole la sangre de furia, se había abalanzado por el túnel y con unos dientes tan puntiagudos como agujas había mordido el hocico del oso.”[1]
Ya hemos dicho que el tejón es amante de las comodidades domésticas y, pese a su carácter individualista y solitario gusta de vivir en viviendas comunitarias compartidas con otros tejones y mantenerlas durante generaciones. Es capaz por tanto de compartir la propiedad y de mantener proindivisos durante generaciones y generaciones, lo cual es asombroso y muy elogiable sin duda. Debe por tanto ser animal dotado a la vez de genio y paciencia.
[1] Vardis Fisher, El trampero. Editorial Valdemar. Colección Frontera. 2012.
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