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lunes, 15 de enero de 2024

Belleza. De los cuadernos de A. Bergamota. Cortesía de Calvino de Liposthey, editor.

Hay chicas, mujeres realmente, que afeccionan el ancho pantalón de cuadros, como de comedia del arte, el zapato plano con hebilla, un calcetín corto, que remata una pernera de pantalón ancha, porque anchos son sus muslos, todo se da un aire de pirámide al revés. Andan sobre dos pirámides al revés, los cuadros del pantalón van a juego de una rebeca de ganchillo blanco, y llevan lazos en el pelo, a veces una coleta corta. Sonríen y son inteligentes, con un aire sereno y maternal. No hay duda de que la mejor compañía para ellas, y para otras muchas, para casi todas, seria media docena de hermosos hijos y un marido que fuera un apoyo firme como una vieja catedral medieval, un puente romano, una muralla de vieja ciudad castellana. Pero muchas de ellas están solas, con sus hojas de cálculo y su jerga profesional dicha en inglés, y con los pantalones de cuadros y el lazo en el pelo, alguno se atreve todavía, incluso, con unos pendientes de perlas. 

viernes, 3 de febrero de 2023

LECTURA DE INFANCIA - una nota de los dietarios de A. Bergamota.

S
i pienso en cuales fueron las lecturas de mi infancia pienso en primer lugar en Blanquito y Toro y en una versión muy infantil de El conejo Pedro y el señor Malas Pulgas. Corresponden a la primerísima infancia creo. El primero es de Robert Vavra con ilustraciones de John Fulton. Conservo los dos. Enseguida llegó Tintín y a la vez libros de historia adaptados a la edad, sobre todo franceses, regalo de mis padres, de uno de mis tíos periodista o de mi abuela. Están todos por casa y son una estupenda divulgación hexagonal. Por la misma época pasaba las páginas de la enorme edición de Salvat de la historia de España del marqués de Lozoya, para ver sus ilustraciones leyendo los comentarios que las acompañaban.

Recuerdo luego libros que en realidad he leído o vuelto a leer con los niños, cuando eran pequeños, como si para mi de una segunda infancia se tratara: El viento en los sauces, Peter Pan, Winnie de Puh, Jardin de versos para niños de Stevenson, David Balfour y la Isla del Tesoro, también de Stevenson, Un capitán de quince años de Verne, varias antologías de cuentos, tanto tradicionales españoles y de otros países como los clásicos de Grimm, la antología de Nathaniel Thorthon, Los cuentos de la selva de Horacio Quiroga, etc.

Volviendo a mi propia infancia recuerdo también, por supuesto, la colección de Joyas Literarias, en versión comic o en versión comic y texto, de Bruguera; El capitán Trueno; el Jabato; Mortadelo y Filemón, el comic franco belga, Black & Mortimer, Asterix, Lucky Luck, etc. También fue importante una colección francesa de cuentos y leyendas que andaba por casa de mi abuela y que recuerdo haber leído con entusiasmo, sobre todo Cuentos y leyendas de Roma y unas primeras versiones de la Iliada y la Odisea. Las leyendas de Bécquer llegaron un poco después, durante los veranos en el campo. Contando con extraordinario arte El monte de las ánimas, una prima mayor nos hacía pasar verdadero miedo. 

Con menos edad, con muy pocos años seguramente, recuerdo haber leído o haber sido el atento oidor de dos grandes antologías de cuentos escritos en francés y extraordinariamente ilustrados, narrados por mi madre en francés con gran paciencia y mucho talento. La primera de cuentos rusos, con la bruja Baba Yaga, el Zar Saltán, el caballo de fuego y un sinfín de personajes. La segunda y tal vez la de mayor peso en los recuerdos, era de cuentos de hadas. No se donde andará el libro. Lo identifico por el nombre de un personaje no olvidado desde entonces, como grabado a fuego en la memoria, Gourmandinet. No recuerdo haber sido especialmente goloso, pero debió de impresionarme aquel personaje hartándose de pasteles pese a los severos castigos que se le administraban. He investigado hace poco y resulta que Gourmandinet es un personaje de la condesa de Ségur, que aparece en el cuento Histoire de Blondine, de Bonne-Biche et de Beau-Minon.

Creo que no existe una traducción exacta al español de la gula reservada al dulce, que es lo que en su sentido negativo significa “gourmandise”. Existe goloso y también glotonería, pero no golosinería, aunque fácilmente se entenderá la traducción de Gourmandinet como Golosino o similar. Existe el verbo golosinear, que es “andar comiendo o buscando golosinas”. Se pintaba a Gourmandinet como a persona de mérito, pero estropeada por su afán de zampar dulces, por su hábito de golosinear a todas horas. Tampoco existe en francés una traducción adecuada para gula, que se traduce por gourmandise precisamente, pudiendo sonar a goloso, sin más, sin la connotación pecaminosa que supondría comer con desmesura, exceso, ansiedad, descontrol zampante.

¿Como traducir el pasaje siguiente?:

« Je t’aime bien, Gourmandinet, mais je n’aime pas à te voir si gourmand. Je t’en prie, corrige-toi de ce vilain défaut, qui fait horreur à tout le monde. »

Gourmandinet lui baisait la main et lui promettait de se corriger ; mais il continuait à voler des gâteaux à la cuisine, des bonbons à l’office, et souvent il était fouetté pour sa désobéissance et sa gourmandise.

Proponemos la traducción siguiente :

Te aprecio, Gourmandinet, pero no me gusta verte tan goloso [la palabra goloso parece natural aquí, más que glotón o codicioso]. Te ruego corrijas tan feo defecto, que a todos horroriza.

Gourmandinet le besó la mano y prometió enmendarse; pero siguió robando pasteles en la cocina y dulces en la despensa, y a menudo fue azotado por su desobediencia y glotonería [mejor que gula y que avaricia o codicia.]

Y traducir parece fácil.




martes, 31 de enero de 2023

Las cosas del cuerpo III. ¡Hija mamá! La vida es una.

Un gordo con voz de pito visita a su madre ingresada. No para de hablar por teléfono y se ve que la madre pregunta varias veces o le llama interrumpiendo. Se oye bastante alto.

- ¡Hija mamá, que estoy hablando con mi amiga Paloma!

Desde dónde estoy no puedo verle. La voz me suena a marica de buena familia. Voz aflautada de gordo amanerado, pero sin más. Picado por la curiosidad me levanto a por agua y de paso a verle. 

Lo que veo es a un tío bestia en pantalón corto y camiseta, todo en colores negros. Pero el hombre hace la visita, se preocupa, parece cariñoso con la anciana madre.


Mi vecino trabaja por teléfono. Estamos separados por una cortina, pero se le oye dar toda clase de explicaciones. Hay un punto de angustia por el contratiempo profesional que supone estar ingresado en urgencias. Y sin embargo la vida no admite esas divisiones, la vida es una. Enfrente, el paciente dolorido resulta que es médico. Al descubrirlo, el tono es otro. Dos enfermeros se enguantan con cara de pocos amigos, largos guantes de color morado que dan miedo. 

A la hora de comer se oye una voz que, bastante alto y con un deje casi de desesperación, reclama un poco de sal. Espontáneamente, los que podemos hacerlo nos reímos, sin maldad, conmovidos por una petición tan inocente. Ahora mi vecino duerme profundamente, abrazado a su almohada, como con pasión. Han quedado aparcadas las urgencias profesionales.

Un poco de agua, pide un enfermo a una señora oronda y sonriente que recoge las bandejas de la comida.

Tiene que pedirlo a las enfermeras – contesta ella- si no, yo con mucho gusto se lo daría.

Lo dice con un acento que parece cubano, con un español tan limpio, y con una dulzura amable que son en sí un bálsamo.



miércoles, 20 de abril de 2022

Un 26 de septiembre.

Una señora con una pequeña maceta en la mano cruza la calle de Alcalá, ya completamente taurina al acercarnos a la plaza. 

Una señora cargando con una gigantesca maceta cruza la calle. La maceta además de enorme va llena de tierra negra en la que crece lo que parece un madroño. Para quedarse mirando desde luego. Alcalá es ya completamente taurina al acercarnos a la plaza y hay un ambiente festivo, sosegado por el aire otoñal. Se oyen un par de olés dirigidos a la señora, admirativos de su fuerza hercúlea. Acelera el paso.

Solazo, pero otoñal. 

Se oye comentar: vaya carteles que nos ha metido el puto gabacho. 

El picador abusa y se oye: ¡es que no distingue entre vale y dale! 

¿¡Dónde iba!? ¡A por el bajonazo, hay tunante, se te han visto las ideas!

Israel de Pedro torea a caballo estupendamente -eso que es tan raro que ocurra- y se lleva una ovación. Hay que ver como acaricia al caballo luego. 

Colombo se lleva un olé, en plan chufla, al girar sobre si mismo para banderillear. Las pone todas a toro pasado el tío.



viernes, 5 de febrero de 2021

El HUEVO. Historias de J. Nippon. Colecionadas por Genaro Garcia Mingo.

Un vecino de J. Nippon es un maniático del ruido según me cuenta. Protestó un día por música alta a las diez de la mañana, llamó a la policía el tío. Desde entonces, me dice J., le pongo la música a toda, para que se j… Y no música clásica no, technohouse, de esa, de la ruidosa. Así son las cosas. Luego vienen más historias de vecinos: los de arriba que tiran migas de pan que caen sobre la ropa tendida. En venganza yo les tiré una jarra de agua que cayó en la residencia. No me queda claro que es la residencia, al parecer es propiedad de los de arriba, de los de las migas. A la próxima les tiro vino, yo no hago prisioneros, acción reacción. Y si hay que ir a juicio se va. Y esto ocurre, no con el vecino del ruido, sino con los de arriba, un matrimonio. Tienen una residencia y se quieren apropiar de todos los pisos de la casa. Así son las cosas. Mire, la próxima vez que me tire migas, yo le tiro un huevo. Pero duro, de los que duelen.




viernes, 22 de enero de 2021

Sentencia. Un comentario de Genaro García Mingo.

Nos traen las noticias una que parece especialmente importante y es la siguiente:

La residencia en la que vive una anciana de 86 años quiere vacunarla contra el Covid-19. Como ella ha perdido la cabeza, los responsables de la residencia piden el consentimiento a su hijo y este se niega a firmarlo. La residencia entonces emprende acciones legales y es la fiscalía la que solicita a un juzgado de Sevilla que autorice a vacunar. Es decir, que obligue a la anciana a vacunarse, contra el criterio de su familia.

Como es sabido, no existe en España una obligación legal de vacunación, cosa que el propio juez que dicta la sentencia reconoce.

De acuerdo con la noticia que recoge lo indicado en la sentencia, el hijo de la anciana alegó que “prefería esperar antes de ser vacunada su madre, entendiendo que la vacuna no es del todo segura, y dada la rapidez con que se ha iniciado la vacunación, de forma que no se ha podido determinar la existencia de efectos adversos”. No son los argumentos de un feroz opositor dogmático a la vacunación, sino más bien los de una persona sensata con ciertas dudas sobre las consecuencias de esta vacuna en particular, dudas que al parecer comparte una parte significativa de la población española. Los servicios sanitarios le habían informado de “que los efectos secundarios que puede conllevar se asimilan a cualquier tipo de vacuna que se encuentre dentro del calendario de vacunación oficial anual”. Es una información más cuestionable a la vista precisamente de que se trata de cualquier cosa menos de una vacuna de las habituales.

Pese a todo, el juez indicad que “no consta contraindicación médica para la vacunación” y entiende que los argumentos del hijo “deben decaer frente al carácter seguro de la vacuna Covid-19, que cuenta con la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento, siendo en todo caso mayor y más grave el riesgo de contraer la infección por coronavirus que la de padecer algún efecto secundario grave”.

Y así acaba el asunto al parecer y se habrá vacunado a la anciana. Esto es lo que hace el Estado con nuestros teóricos derechos y libertades, que a la vista está que no son tales sino una entelequia al albur de lo que decidan el rebaño de cretinos que puebla el congreso de los diputados o los personajes que habitan, sin control alguno, en las instituciones supranacionales.

jueves, 5 de noviembre de 2020

Inclinaciones, por Calvino de Liposthey, cronista.

-    Que el mundo sigue siendo hermoso, como obra de Dios que es, que se puede respirar aire puro y quedar uno absorto o deslumbrado, según cada cual, ante este otoño espléndido, no hay duda. Pero tampoco parece haberla sobre el hecho de que nuestro mundo -no el mundo como tal sino el nuestro, ¿entiendo usted? - parece colocado desde hace tiempo sobre un plano inclinado. Y puesto sobre ese plano inclinado, se va deslizando hacia un abismo en el que desaparecerá. La inclinación del plano parecía leve y de alguna manera fácil de corregir. Pero hoy, por el contrario, la inclinación parece cada vez mayor y la velocidad del deslizamiento aumenta por momentos. El edificio se va desmoronando.

-      Oiga, no se ponga siniestro.

- Me pongo como me parece. Pues sólo faltaba. ¡Vamos hombre!

- Y yo me cisco en usted, en los profundos, en los analíticos y en los literatos.

- Es usted incorregible, su zafiedad no tiene límites.

-  Pues va a pagar usted la cuenta, además.

La conversación anterior pudo oírse no hace mucho en el Café Libertad de Nava de Goliardos. Se tomó la molestia de transcribirla Calvino de Liposthey, fiel a su labor de cronista, amanuense, testigo, memorialista y también, porque no decirlo, fiel a su condición de viejo cotilla. Estaba sentado bastante cerca de los que esas cosas se decían sorbiendo un dedal de anís y, como el mismo dice, se le fue la oreja por los planos inclinados...

martes, 4 de agosto de 2020

La oportunidad.


-    Comprendo perfectamente todas las razones de supervivencia que usted alega y todo lo relacionado con su numerosa familia y su infinita prole, sin embargo, me complace enormemente poder confirmarle que está usted profundamente despedido.

-      ¿Profundamente despedido? ¿Pero qué dice?

-            ¡Lo que oye!

- ¿Pero cómo puedo estar profundamente despedido?

-            Porque lo digo yo.

-            Miserable.

-  No siga cavando, que se cierra puertas. Además, ya sabe cuál es el mantra de la nueva gestión: Este despido que le deja en la calle, más pobre que una rata, es para usted, una oportunidad. Que la disfrute.

-            Se va a enterar, pedazo de …

-            ¡Seguridad, seguridad!




lunes, 3 de agosto de 2020

El discurso del Rey y don Pariolo.

Cuando se estrenó la película inglesa El discurso del Rey, fueron muchos los cursis que mirando desde lo más alto con condescendencia a los demás,  explicaron que el titulo original en inglés, The speach of the King, bien podría haberse traducido por el habla del Rey y que en la traducción española se perdía el sutil juego de palabras discretamente alusivo a la tartamudez del monarca británico. Don Pariolo de España fue uno de los que –una vez enterado de la explicación leída en un periódico- se puso a mirar enseguida por encima del hombro a los demás, convencido de que su inglés era inmejorable y de que había sido él, en el fondo, uno de los que había contribuido a ilustrar a sus mentecatos compatriotas. Y es que en España hoy sabemos mucho inglés. Don Pariolo de España fue noventayochista finisecular tras haber leído poco y mal, entendiendo menos, un algo de Baroja, el Idearium de Ganivet, otro poco de Azorín, un pellizco de Unamuno. De ahí pasó naturalmente a la cosa progre pop y un tanto melenuda, con la escoba de barrer y nuevos ánimos de renovación. A todas horas repetía, henchido y pomposo, engallado y ufano, la expresión en este país, aplicada a troche y moche, a todas las cosas. A fuerza de usar la muletilla adornada con todos los complementos posibles (en este país no se piensa, no hay cultura, no cabe un tonto más, es imposible, etc.), completo desconocedor de que su manía había sido ya explicada y ridiculizada por Larra hace cien años, las facultades mentales de don Pariolo de España, sin llegar a perderse, fueron quedando anquilosadas, tiesas para todo lo que fuera la reflexión histórica, política, social, análisis de la actualidad, puesto que todo se debía al fatal determinismo recogido en el veredicto inapelable en que consistían esas pocas palabras: en este país.


viernes, 13 de diciembre de 2019

La presidenta. En alemán Der Präsident.

Preliminar cigarrero y desenfadado. Monólogo interior del protagonista. Verdaderamente la pipita cerda es para enredar, para tener contacto con una madera noble y trabajada, con la calidez del brezo que va cambiado de temperatura al absorber el calor del fumeque. Incluso cuando tira magníficamente, cuando espera los gestos del dueño sin apagarse, y el tabaco arde constante y con parsimonia, sin sustos ni ajetreos, aun así el gran fumeque, el humo supremo, es el habano.

Esta mañana, cuando lo estaba limpiando y sacudía las cenizas por la ventana se me ha escapado de las manos. Sí, un descuido, un gesto torpe, y ha salido detrás de las ligeras cenizas que casi remontaban el aire, el enorme y pesado cenicero que las contenía hace un momento. Como decía, no un cenicero cualquiera. Un cenicero grueso, macizo, de los que ya apenas se ven con esto de que se fuma menos y en las casas de los maridos apocados mandan implacables sus gordas esposas. No necesariamente gordas físicamente, gordas y gruesas –como el cenicero- de mentalidad.



 

¡Hay que ver con que fuerza, con qué velocidad caía desde el tercer piso, con que aplastante seguridad descendía macizo haciendo trizas el aire! Y de repente, ahí abajo, como un nomo de cuento surgiendo de las profundidades, como un topo cegato saliendo de su cueva, ¡la presidenta de la comunidad! Se me había olvidado que todos los días a la misma hora pasa rodando en sistemático paseo. No tenía que haber limpiado el cenicero a la hora en que pasa la gorda, quiero decir en realidad que no tenía que haber limpiado coincidiendo con el paseo de la señora presidenta, Der Präsident. Yo en el tercero, ella abajo, con sus pasitos cortos, yo viendo las cenizas volar y luego ¡esas manos torpes que nada sujetan con firmeza salvo el buen habano! ¡Pero qué mal me cae la tía! ¡Qué voces le pega al pobre Raimundo que aunque pequeñajo y poca cosa no es mala gente! ¡El cenicero iba a dar en el blanco! ¡Caía centrado, atómico! Una maza del neolítico hubiera hecho menos daño, ¡cómo se iba a poner todo!

 

El impacto fue terrible, como una explosión. Lo extraño fue el silencio que siguió. Yo había cerrado los ojos implorando a los Cielos, en un arranque de sensatez, que nos ahorraran la visión de la presidenta despanzurrada, descalabrada. El impacto y luego, el silencio. Y en seguida los gritos, cuando ya iba encajando las piezas. Hay silencio porque esta tiesa y no puede dar alaridos. Pero no. ¡Gritos! No entendía nada. ¡Me han querido matar! ¡Es un atentado criminal! ¡Salvajes! Era ella, los bramidos eran inconfundibles. Ya me había separado de la venta con un rápido paso atrás. Silencioso, inmóvil, casi sin respirar, oía a la gorda gritar. Tan cercanas parecían las voces como si súbitamente convertida en globo o dirigible se hubiera elevado hasta el tercero para chillarme en la oreja. Mi furor contra ella redoblaba: ¿No caería ahora fulminada por un soponcio demoledor, sin manchas ni despojos?
El cenicero que era de cristal macizo se había hecho añicos y nunca pudo saberse quien había sido el criminal lanzador.

viernes, 6 de septiembre de 2019

Las plumas del ave.


Chesterton relaciona divorcio y esclavitud.
“Sólo toleran una forma de libertad, y es la clase de libertad sexual que cubre la ficción legal del divorcio. Si preguntamos por qué solo queda esta libertad, cuando tantas libertades se han perdido, encontraremos la respuesta en el resumen de este capítulo. Intentan quebrantar el voto del caballero como quebrantaron el voto del monje. Reconocen en el voto la antítesis vital del estado servil, la alternativa, luego el antagonista. El matrimonio hace un pequeño estado dentro del estado, que resiste a toda regimentación. Ese lazo rompe los demás lazos. Desean que la democracia sea sexualmente fluida porque el nacimiento de pequeños núcleos es como el nacimiento de pequeñas naciones. Como las pequeñas naciones, son una molestia para las mentes de alcance imperial. En resumen, lo que temen es, en el sentido más literal, el autogobierno.”

miércoles, 31 de julio de 2019

Chinos que son japos. De los diarios de Alcides Bergamota el Grande (época de Hierro). Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.


Uno se pasa la vida en proyectos y muchos no pasan nunca de la idea vaga. Y también tomando notas y apuntes y pegando recuerdos –entradas, papelitos, dibujos, postales- en diversos cuadernitos, desordenados y confusos que poco valdrán y nadie querrá en unos años. Pero así somos. Tal vez pensamos que al pegar, rellenar, pintar y apuntar, lo que hacemos es atrapar.
¡Cuentos chinos! nos dice Tato. Cuentos chinos es lo que le cuentan a la gente para formatearla… en sesiones de formación claro. No ya de espíritu nacional, doctrina católica, o clase de historia. Son sesiones para la digestión de cursis palabras inglesas: cuchin (en inglés “couching”); embrasin dibersiti (embracing diversity); mainfulnes (mindfuldness), inspairin líder (inspiring leader); jodin the marraning (to… ¡Esa no existe oiga!).
Se han dado cuenta –los que piensan tanto- de que el trabajador occidental por cuenta ajena, una vez liquidado el cristianismo, inexistente la comunidad y vaciado el individuo de cualquier anhelo y sentido vital, puede resultar pesado de tratar. Y puede no rendir adecuadamente. Para que no pase de la furia a la depresión, para que no pase de machacar al prójimo a salir corriendo, para volver a darle equilibrio y un lugar antes las cosas y el mundo, hay que volver a darle un poco de estructura, pero sin pasarse. Sobre todo darle mucho YO.

Rendirá más si tiene algo de vida personal, si da los buenos días por la mañana, si aprende a organizarse, a ser respetuoso para trabajar en grupo (¿Mirando a Cuenca? ¡Cállese hombre!), si es capaz de apreciar al prójimo, tal vez no como a sí mismo, pero si lo suficiente para evitar el inmediato punta pie. Pero sobre todo ganará eficacia si cree profundamente en si mismo y se convence de que rebuscando en su interior encontrará respuestas y recursos para todo lo que se proponga. La pluma de Dumbo, entiende usted. Trascendencia no gracias. Así que se le enseñan técnicas de relajación, para que aprenda a escuchar, para que mejore percepción y concentración, para que aprenda a comer despacio, a escucharse y a escuchar. Pero para que tampoco nos pasemos con el religar se le anima a competir, a rendir, a ser el mejor, a triunfar (¡triunfe leñe!) con la expresión inglesa tu plei in lig guan (to play in league one).


A este individuo que está un poco más que hueco, se le rellena ahora con técnicas para mejorar el rendimiento profesional en entornos dónde debe colaborar con otras personas. Se le recuerda que las personas merecen respeto, que hay que interactuar unos con otros, que se puede preguntar. Pero no vemos imposible que se le pueda rellenar más adelante, en la siguiente generación, cuanto mayor vaya siendo la distancia con la extinta Europa cristiana, con técnicas de combate y aniquilamiento del prójimo o de si mismo, con técnicas de aceptación y adaptación a todos los horrores contemporáneos, a todo aquello que se le ocurra a la jerarquía económica, política y mediática que suministra regularmente los argumentos para estos cuentos chinos.



martes, 7 de mayo de 2019

Confesiones a mediodía.


Volvía Doroteo con los pelos de punta. Se habían despedido hasta la hora de comer. Mira Doroteo, cuanto más escarbas, es decir, cuanto más intentas recuperar el tiempo perdido con un poco de formación, mayores son los descubrimientos que vas haciendo a tu alrededor, desoladores los más. Lo que creías que era sólido, al menos formando escuadra contigo, se cae de repente como las bambalinas viejas y apolilladas de un teatro cerrado. Y te deja estornudando, cubierto de polvo. Cae un bastión que creías sólidamente defendido, luego otro, luego los soldados uno a uno. No eran infantes sino máscaras de carnaval, escondiendo la sonrisa de la calva parca. A medida que los propios ojos se van abriendo algo más, a medida que van cayendo las telarañas que los cegaban, el mundo se va desmoronando y constatamos hasta qué punto la descristianización es cuasi completa. Como en una ciudad bombardeada queda una fachada carcomida, maltratada, pero detrás no hay nada. El edificio se ha hundido y la gran nube de polvo levantada por el derrumbe, que nos impedía verlo, se está deshaciendo, cayendo al suelo como un velo viejo. ¿Cuánto tardará en desplomarse la fachada? 
Mira Doroteo, no es que estemos al borde del abismo, es que hace tiempo que hemos caído dentro. Pero la mayoría no se ha enterado de ello y sigue como si tal cosa, jugando con las cartas del nuevo juego que le han ido repartiendo, convencida de que sigue jugando al antiguo. Van los domingos a jugar con las formas del culto viejo que para el resto de la semana no significa nada, no determina nada. El resto de la semana se juega con eso que llaman los valores que nos hemos dado, eso que se dice que todos compartimos y que no se sabe que es. Todos es autorreferencial y onanista. Otros tienen las manos extendidas como para que alguien tire de ellos y les saque del pozo, pero resulta que estamos todos dentro. Hay que volver a empezarlo todo, desde cero, a brazo partido. Que fastidio, oyes, me decía el otro día, sarcástica, una del público. Una tiorra deslenguada, tapona y agresiva, que dice que soy un cenizo. La tuve que mandar a paseo diciéndole que la buscaban en el pinar para encontrar trufas… ¡Se cogió un rebote de tres pares de narices! Cuando quiso sacudirme yo ya me había esfumado.


La humorada final suavizaba el recuerdo de la conversación que Doroteo rumiaba meditabundo y le impedía decidirse. ¿Fumada larga o corta? Si Bergamota va a ponerse transcendente tal vez sea mejor abreviar. Pero si nos da por la risa sería una pena quedarse corto. Vamos a por un 8-9-8 que puede dar de sí en ambas situaciones.
***









sábado, 4 de mayo de 2019

LAPSUS


Como ya explicamos en su día, Cepogordo no hace ya crónica política por razones evidentes y sobre las que no hace falta insistir.

Esto no impide seguir observando lo que ocurre a nuestro alrededor y a veces, como ahora, anotarlo. Nos ha hecho gracia, por decirlo de alguna manera, la coincidencia de dos lapsus significativos en una misma semana.
Según el Diccionario de la lengua española de la RAE, un lapsus es una falta o equivocación cometida por descuido.
No hace volver a contar el lapsus de la periodista María Rey asociando el dos de mayo  con una revuelta contra las tropas de Franco… Lo revelador del asunto es que el error consista en asociar el evento conmemorado precisamente con Franco. No podía haberse cometido la equivocación asociando el dos de mayo con otro personaje histórico más cercano en el tiempo. Qué se yo, Wellington, Carlos III, Esquilache… A menudo un lapsus no es más que eso, un error, producto del cansancio o de los nervios. Pero en este caso, es toda una explicación, toda una metáfora del estado de intoxicación colectiva en que vivimos.
¿Y la reacción de la prensa disculpando rápidamente a la periodista? Cierre de filas corporativo, ideológico, de amiguetes. Hasta el escritor este tan valentón, auténtico capitán Matamoros, verdadero matón de las redes, que tan recio arrea cuando el enemigo tiene pocos medios de defensa, que quería pegar físicamente a aquél escritor mayor y hoy olvidado, con su bufanda, que en paz descanse; incluso este trabucaire, mezcla de periodista y plagiador de folletines decimonónicos, se calla, se achanta, cierra filas.

Y el segundo lapsus es el siguiente, temo que también revelador y no simple producto del cansancio.
El que tenga ánimo y estómago podrá encontrar en la tercera del ABC del tres de mayo un artículo firmado por el rector de una universidad católica. Un espantoso revoltijo de lugares comunes que provocarán nauseas en el lector más sensible, y que son motivo suficiente para retirar de inmediato a los estudiantes matriculados en esa universidad si realmente el espíritu de la tercera ha llegado a permear hasta las clases.

La ensalada mixta es espectacular, tiene de todo. Referencias a la actualidad más intrascendente -como empezar el artículo citando a esa horrible niña sueca convertida en espectáculo mundial- o dudosa – ¡la ONU y su agenda de desarrollo sostenible!-; el uso de un lenguaje mitad académico mitad clerical, que si son ambos incomprensibles por separado, mezclados ya ni les cuento; una predicación entre religiosa y ecológica hueca, vacía, tan inane que provoca vergüenza ajena. Sirva de ejemplo esta frase: “(…) encuentran en ella el marco adecuado para alinear creativamente sus esfuerzos por la justicia social mirando de frente a las condiciones socioeconómicas y medioambientales, con el signo de los tiempos de la diversidad cultural y religiosa.” Y no es la peor. Y entre toda la hojarasca, aparece lo que desde luego tiene que ser un lapsus: “Ahondar en el pozo de la tradición cristiana se convierte en modelo e invitación para que otras tradiciones (…)”. A Lo mejor nos pasamos de puntillosos o somos un poco retorcidos, pero pensábamos que la tradición cristiana es más una fuente que un pozo, que no son exactamente lo mismo.

La fonte que mana y corre aunque es noche...

Debe ser que lo de fuente no va ya con el signo de los tiempos o que es poco diverso. En fin.

Para LA VOZ DE NAVA, Genaro García Mingo.