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viernes, 3 de enero de 2020

Un poco de humor al hilo de las reuniones familiares con motivo de la Navidad: ¡ya sólo queda el día de Reyes!

Procure mantener el tipo y la calma, y no hablar ese día de política si no quiere acabar como la familia que, en el XIX francés, aseguró al sentarse que no hablaría del Asunto Dreyfus…


Bajo la primera viñeta se lee: ¡Sobre todo no hablemos del asunto Dreyfus!
Bajo la segunda viñeta se lee: ¡Han hablado de ello!



Caricatura de Caran d'Hache, famoso dibujante francés de origen ruso.
Nació en Moscú. Su abuelo, soldado de Napoleón se quedó allí en 1812, no siguiendo al ejército del Ogro en la famosa retirada hacia el río Beresina.

sábado, 29 de diciembre de 2012

NAVIDAD BARROCA


Esta mañana, nos escapamos al centro de Madrid. Madrid es una ciudad espléndida en Navidad. Amanece el día envuelto en la más espesa niebla y de golpe la temperatura por los suelos. Sensación absoluta de frío, pleno invierno, día helado, entre gris y blanco, Navidad. Los Cepogordistas acudimos a la plaza de Oriente para ver el extraordinario belén napolitano del Palacio Real. Es una página viva del barroco europeo, en la que se encuentran arte e historia, al servicio de algo de una fuerza mucho mayor como es la Navidad y lo que ésta significa.

¿Qué decir del sinfín de tipos retratados en las numerosas figuras que componen el Belén? Por su cercanía a la vida, por su realismo, son toda una forma de ver el mundo, de enorme agudeza, una sabiduría antigua, mediterránea si se quiere, que sabe lo que el Mundo (con mayúscula) es y lo acepta en lugar de negarlo. No es extraño que estas figuras napolitanas fueran acogidas con entusiasmo en España. El grueso tabernero de cara encendida, fascinante con su punto malvado y excesivo (¿de qué rellenará empanadas y pasteles?), el calvo de inmensas orejas, el contador de historias subido sobre la mesa, a punto de largar su discurso, el bestial jorobado, pobre hombre de inmensa geta múltiples papadas y contrahecha figura, y luego campesinos, artesanos, un panadero, un librero, elegantes caballeros vistiendo casacas bordadas, en la mano bastón de marfileño pomo, un hombre dormido sobre la leña que acarrea, señoras peripuestas, una de ellas pechugona, como solía decirse, con un escote que mal contiene las exuberancias, y varios moros y como turcos, de faja, turbantes, bigotón y hasta coraza. A través de la ventana de una de las casas podemos ver, colgado de la pared, un cuadro barroco, alegórico de las vanidades del mundo, al estilo de un Valdés Leal, tema tan de la época y tan español. Y así vamos rodeando el Belén, pasando por delante de todo ese mundo, de toda esa extraordinaria galería de retratos. Hasta llegar al Misterio, con el que culmina la representación. Se encuentra colocado en lo alto, tal vez un poco alejado. Algunos espectadores, no sólo los niños sino también Tato que mide dos palmos y ha tenido que apagar el cigarro para entrar en el palacio y lo lleva en el bolsillo del abrigo para encenderlo a la salida, se quejan un poco de ello, les resulta inaccesible, un poco pequeño en comparación con el resto de figuras, si lo comparamos por ejemplo con los propios Reyes Magos y su sequito de negros armados de instrumentos musicales, que han llegado al pie del monte y parecen descansar, preparando los regalos, para iniciar la ascensión, el tramo final del viaje antes de la adoración. Uno se pregunta si es a propósito esa distancia entre el lugar dónde se encuentra el Misterio, en lo alto, y el paisaje por dónde evolucionan el resto de personajes, incluidos los Magos, la parte baja, el llano. Y es probable que así sea, pues nada parece dejado al azar por el artista o los artistas extraordinarios que realizaron el trabajo. Parece ser que hay figuras de distintas épocas y que contribuyeron a la escenografía distintos personajes, incluido algún pintor de corte. En efecto, la Sagrada Familia está colocada en la parte alta de un monte (lo escribo de memoria), al amparo de unas ruinas clásicas, como suele ser habitual en los belenes napolitanos. Debajo, en las entrañas del monte, puede verse entre rojos destellos al diablo, a satanás mirando hacia arriba, como rabiando por la escena que se desarrolla por encima suyo, lejos de las tinieblas que él habita, tan sólo sombríamente iluminadas por el siniestro resplandor que arrojan las llamas del infierno. En el campo, al aire libre, en la pureza de las alturas, y bajo un cielo sereno cuajado de estrellas, podemos contemplar el Misterio, la Sagrada Familia, representados por unas figuras de gran delicadeza, la pureza alba de las ropas del Niño, los espléndidos mantos de San José y la Virgen, con unos vuelos que no son de este mundo. Parece como si el artista hubiera trasladado a la escena del portal, de gran humildad (… y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón), la gloria que está presente en la anunciación del nacimiento a los pastores (… Se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvió con su luz (…) Al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombre de buena voluntad). El contraste con el personaje de la caverna, el rojo y negro frente al blanco, azul y plata de la Sagrada Familia; oscuridad y encierro, pesadez, opresión, frente a ligereza, hermosura y vuelo. Todo en las figuras contribuye a crear el inmenso contraste, al que asistimos un poco asombrados. Tal vez conscientes de que satanás se encuentra en realidad, aunque dentro de su cueva, a nivel del resto de figuras, mientras que la escena central del Belén queda por encima y nos preguntamos si, tal vez, un poco inaccesible para los pobres espectadores de la escena, que se sienten poco merecedores de la Venida y que son además de corta memoria y débil voluntad, necesitando les sea recordado permanentemente aquél suceso. Es posible que no se trate de un contraste únicamente barroco, sino de gran actualidad. En fin. Ya en la calle, Tato ha sacado del bolsillo medio cigarro y lo ha encendido escondido en una de las garitas de guardia del patio del palacio. El viendo helado arrecia, como con ganas de burlarse un poco de Tato y de fumarse su cigarro de dos soplidos.

martes, 27 de diciembre de 2011

FELICES PASCUAS

Deseamos a los cuatro pillos que se asomen a este panfletillo, que ya ni papel tiene, UNAS MUY FELICES PASCUAS DE NAVIDAD. 
Así de escandaloso, como suena, en español, sin palabrejas extranjeras, sin mericrismas ni otras cosas horribles.


FELICES PASCUAS DE NAVIDAD


jueves, 22 de diciembre de 2011

NAVIDAD


No hemos asumido todavía que la Navidad está al llegar. Tuvimos un destello muy intenso y profundo el domingo pasado, en Misa, cuando el sacerdote inspirado habló, con palabras sencillas, en aquella iglesia recogida, de la llegada del Misterio del nacimiento de Cristo.