martes, 20 de febrero de 2018

CINE ESPAÑOL Y GENERACIONES, esquema para una explicación.


Reproducios a continuación el artículo que Alcides Bergamota publicó el pasado sábado en el  Heraldo de Nava.

CINE ESPAÑOL Y GENERACIONES, esquema para una explicación.

Hace unos días oímos un programa sobre el productor de cine Elías Querejeta. Del talento de Querejeta no hay duda, ligado como estuvo a los mejores directores del cine español y a tan grandes películas. Sobre todo durante los años setenta, porque todo hay que decirlo, el filón parece que se agotó. Y esto es lo interesante. Las generaciones se solapan, aquello que es central en la generación actual, de alguna forma fue gestándose durante la generación anterior. O dicho de otra manera, la generación presente, lleva dentro, los elementos que irán germinando hasta cuajar en la siguiente. Y esos elementos podrán ser continuadores de los vigentes, o nuevos, en contradicción o no con lo anterior. Podrán consistir en enmiendas, matices, refutaciones, revisiones, lo que sea, de forma brusca y obvia o sutil y matizada. Todo esto es bastante evidente. También lo es que la generación presente normalmente se posiciona respecto de la anterior, a la que por un lado es natural que sustituya y por otro es inevitable que enjucie, asumiendo un legado o rechazándolo. Habrá de todo un poco, continuación y ruptura en distintas dosis según las épocas.

Es lógico por tanto que la generación que hizo cine durante los setenta (Querejeta como productor, Armiñan, Saura, Erice, Camus, Berlanga, etc.) contara el mundo desde su punto de vista y lo hiciera mirando a su alrededor, y asomándose al pasado reciente –la guerra civil y el franquismo-, con mayor o menor espíritu crítico. Y lo hizo con una mirada crítica y enorme talento y lirismo. Baste citar como ejemplo obras como La prima angélica, El espíritu de la colmena, el Sur, Cría cuervos, Mi querida señorita, Los pájaros de Baden Baden, etc.

Los directores a que nos referimos han nacido antes de la guerra civil. Han conocido por tanto, más o menos de cerca en función de la edad, la guerra. Y todos, claro, la postguerra. Crecen y se educan durante ese periodo. Imaginamos que reciben la educación de entonces, tal vez no muy original, pero si sólida y clásica. Desde luego se nota en su cine y se nota en los actores que los protagonizan (Paco Rabal, Fernando Fernán Gómez, Jose Luis López Vázquez, etc.). Los testimonios que conocemos sobre cómo funcionaban los colegios públicos mencionan un nivel educativo alto en un ambiente que, con las limitaciones que se quiera, todavía premiaba esfuerzo y excelencia. ¿Tal vez fuera una escuela sustentada todavía por la generación anterior a la guerra salida de la edad de plata? No tenemos ni idea y  habría que hacerse una idea.

Como decíamos, es natural que su cine se asome al tiempo que han vivido, lo cuente, lo critique, lo analice. Y lo más importante de todo es que todo ese cine se realiza con muchísimo talento.

Esa generación tiene ahora muchos años, envejece y tal vez sus temas se hayan agotado. La gran temática del tiempo reciente, de la guerra y de sociedad española de la postguerra, tan abundantemente tratada, no da para más.

Se produce un relevo generacional adecuado? Creemos que no. El tema mencionado se mantiene, pero ahora se trata de una manera poco creíble. En lugar del punto de vista personal, que no puede dar quien no ha vivido lo que aborda, se adaptan relatos posteriores o se escriben guiones maniqueos y acartonados. Frente a la obra personal del creador aparece la torpe película de tesis, se trabaja con un filtro político, con una intención política actual, al servicio de la cual –consciente o inconscientemente – se pone el cine. El efecto, desde el punto de vista artístico es devastador. Influye enormemente también, de forma decisiva, el sistema de financiación de la producción con dinero público. Dirigir dependerá menos del talento personal que de saber entrar en el circuito político económico, acatando las consignas. Todo rastro de una obra personal ha desaparecido.

Cuando el cine sale del pasado, para narrar el presente, surge la voz personal, obsesiva, excéntrica de Almodóvar, llena de talento y personalidad cuando narra lo que conoce (la noche o La Mancha, las mujeres o un cierto Madrid, etc.). Aunque creemos que en este caso la veta se encuentra también agotada. Porque las obsesiones del cineasta no dan para contar nada nuevo que tenga fuerza o interés y porque la adopción de las consignas, el recitar la doctrina de los camaradas, indudablemente es nocivo para la creatividad.

Hay entonces un gran silencio. ¿Quién se atreverá con un guion y una película sobre el primero Psoe, Marbella, el saqueo del Estado, los cambios sociales, las ministras posando para las revistas de moda, la nueva izquierda, el guerra civilismo, Zapatero, el 11-M,  Aznar y  Bush, la mediocridad de Rajoy, el esperpento de María Soraya, el trinque organizado, las Ongs corruptas, el funcionamiento de los partidos políticos, el sistema y su discurso, los nacionalismos, etc.? ¿Dónde está nuestro Valle-Inclán? ¿Dónde están los Azcona y Berlanga de hoy, para la sal gruesa; los Saura y  Erice mirando nuestro mundo? Silencio. El sistema de hoy no tiene ni quien se atreva a criticarlo. Sin embargo, el éxito de películas de tono menor (como la serie Ocho apellidos…) indica que hay  un público con ganas de que alguien le cuente historias de hoy, alguien que mire con talento y creatividad nuestro mundo. Pues eso.