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domingo, 5 de octubre de 2014

FERIA DE OTOÑO. Viernes.


¿Tenemos una especial predilección por la feria de otoño? Pues sí, oiga. ¿Fue decepcionante la tarde de toros? Pues no, oiga, fue exactamente cómo habíamos previsto, y no es por darnos pisto, y no lo pasamos mal, no. Fue como una de esas corridas antiguas, en las que se anuncia la lidia de ocho toros. Pues ayer diez. Era de esperar con el hierro anunciado –Nuñez del Cuvillo- y lo sentimos realmente por el ganadero, porque no somos mala gente de esa que se alegra de que se la pegue el prójimo. Los toros de esta ganadería fueron hasta hace poco los toros preferidos de las figuras del toreo. Y de tanto ir a las figuras acabó por romperse el cántaro, dejando escapar no sólo la bravura y la casta, que por supuesto, sino hasta la fuerza. Las figuras del toro son hoy como un Cronos o un Saturno que devora a sus hijos… Exigen ese todo llamado artista, el del ir y venir, que viene a ser, al final, la Nada. Pensar que Miura, por citar sólo un ejemplo, era la ganadería preferida de Manolete, o de Pepe Luis Vázquez que los mató una y otra vez, y que Antonio Bienvenida se negó a torear una tarde en Madrid porque venía para un encierro de Miura y a última hora la empresa lo había cambiado por otra ganadería. Los toros que salieron el viernes eran grandes bueyes un algo tristes, de justas fuerzas y apuntando mansedumbre. Sólo el último nos pareció de mejor lámina. El sobrero de El Torero, como tenía fuerza y embestía nos pareció como un hércules revivido, una fiera asombrosa a la que Fandiño dio unos pocos derechazos, pocos, que fueron lo mejor de la tarde. Lo mejor si no tenemos en cuenta la belleza del otoño en Madrid. De la empresa que organiza este festejo, para una plaza llena, hablaremos otro día. Es de una gran irresponsabilidad.

Remate en el 9.

Eperemos que la imagen no sea una premonición de lo que nos prepara la empresa para mayo.

 Hay sed.

 Otoño en Madrid.