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lunes, 15 de diciembre de 2025

León. De los dietarios de A. Bergamota.

Es natural que se escriba cuando no se puede más o al menos para sobrellevar miserias y rutinas. Ya sabemos por Aristóteles, vía el Tolstoi de Ana Karenina, que “Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera”. Seguramente esto pueda aplicarse a los individuos. Y con esto no quiero decir que uno se sienta retratado o identificado, pero oiga, algo hay, que la vida pesa y va cobrándose facturas. De ahí, volviendo al principio, que sea mucho más fácil crear obras de ficción en la que ocurran desgracias, aunque sea como mero desahogo de quien las escribe, recrea, elabora o inventa. Únicamente las personas excepcionales, los muy grandes artistas son capaces de plasmar, recrear y narrar, la alegría y la felicidad, de las personas, del mundo, del paisaje, de la Creación. Si, con mayúscula. Y sin duda Tolstoi, pese a su pesimismo y tantas negruras, es uno de ellos. Lo son también, así a vuelapluma, el Gabriel Miró de Nuestro padre San Daniel y El obispo Leproso; el Balzac de alguno de sus cuentos largos; el Iván Goncharov de Oblomov, por citar otro ruso; muchos momentos de nuestro Galdós y por supuesto muchos grandes poetas, músicos y pintores, en la medida en que belleza y felicidad pueden asociarse. Aquí queda estom que, por otra parte, no tiene mayor importancia.



Historias del poligó. De los dietarios de A. Bergamota Elgrande (época de hierro).

El polígono está bajo un casquete de nubes oscuras, sin sol, como con la luz apagada y la ventana abierta. Aire, frío, humedad. Al cruzar la calle una parcela vallada permite jugar con los efectos ópticos. Si se mira sólo por el espacio entre dos camiones aparcados, no se ve más que la parcela sin construir. En verano es un simple desmonte, de tierra batida compacta y dura como el granito, de las que cuando éramos pequeños destrozaba las rodillas al resbalar sobre la arenilla, jugando a la pelota o correteando al ir a sacar al perro. Pero ahora, en invierno y con la lluvia de estos días, es otra cosa. Está cubierta de vegetación, de matorrales bien crecidos que a punto de secarse hace unas semanas han reverdecido. En primer plano retoños de olmo siberiano ya muy crecidos. Han cubierto la acera de sus pequeñas hojas amarillas formando una auténtica y resbaladiza alfombra otoñal. El centro de la parcela, más elevado, seguramente por la tierra acumulada de alguna excavación, da un aire campestre al conjunto. Con el relieve cubierto de densos matorrales desaparece la sensación de superficie alisada con una máquina, acotada y vallada, de terreno artificial. Al fondo, una hilera de árboles con todos los colores del otoño pues varios conservan todavía sus hojas, ocres, verde, grises y, sobre ellos, las nubes en cerrado y malencarado batallón. 

Apuntes. De los dietarios de A. Bergamota.

De un viaje en tren de alta velocidad, volviendo de Barcelona:

(…) mimado anglófono han pasado a la pizza. ¿Se dice pizza, picsa o piza? Dan ganas de alejarse todo, a veces, huir como en marcha y saludar tocándose el ala del sombrero subido a una encina, ante las miradas alucinadas del paisaje. [¿Se entiende eso? Estoy pasando viejos apuntes y la letra no es muy buena.] El encinar verde, los rastrojos amarillos, con el cereal cosechado y las pacas esperando la recogida. Veo a lo lejos, marcada por los cipreses que la rodean aquella casa y surge espontánea la evocación de aquello ya tan lejano. 

Sobre un teso una iglesia, zumba el tren y se perciben las casas arracimadas alrededor, del color de la tierra. Pantallas digitales, rojo sobre espejo en el tren que se acerca a los trescientos kilómetros por hora. Alrededor y sobre mi teléfono móvil, redes de telecomunicaciones, un sinfín de transmisiones. También un niño que da el coñazo, el pobre, de padres descalzos. Y fuera, inmóvil, el tiempo. Y la historia. Como congelados y retenidos en la dehesa que atravesamos al superar el último apeadero antes de Madrid, en el que no paramos. Fugazmente los paisajes de esa otra dimensión: carretera de los pantanos, la fantasmal y pasmosa Valdeluz, como queriendo saltar hacia el tren, hacia el mundo digital, moderno, cotizado, pero retenida por la tierra, aplastada por la luz de un cielo inmenso, luz infinita, nubes bajas, blanco, cobre, azul. (…) Los papás del niño horroroso, especie de indios criadores de (…).

***



domingo, 14 de diciembre de 2025

La voz de por aquí. De los dietarios de A. Bergamota.

La voz que ameniza estos parajes de por aquí dice esta mañana: No te preocupes Gemita, es que son hombres, ellos son así. Se oyen cosas extraordinarias. Gemita, hombrecito, Santi que me dices, etc. Cosas extraordinarias.



jueves, 11 de diciembre de 2025

EME. De los dietarios de A. Bergamota.

Va M. estricto por la calle, anda cuesta abajo. Ya es de noche y hace frío, así que avanza dando buenas zancadas, tanto para entrar en calor como para llegar pronto a casa. Ella viene en dirección contraria, por la misma acera, pero hacia arriba. Sus pasos son cortos, carece de silueta, es una masa de ropa oscura coronada por una melena de pelo rizado bastante hirsuto y desordenado. Avanza pesadamente y recuerda a un paquidermo capaz de arrollarlo todo a su paso si se enfureciera, pero pesado y pacífico si no se le molesta. Lleva la cerviz agachada fisgando el inevitable móvil. M., que va deprisa, empieza a calcular. En pocos pasos se cruzarán, pero los pasos inciertos y pesados del paquidermo no contribuyen a dibujar claramente dos calles, una hacia abajo y otra hacia arriba, una para cada uno, por las que seguir cada uno a su ritmo y cruzarse con seguridad. No se sabe con seguridad si la mole va por la izquierda o por la derecha. Pese a lo plúmbeo, su trayectoria es incierta y M. empieza a temer la colisión. Como M. es estricto se aferra a una vieja norma: debe cederle a ella el interior, galantemente, y tomar él la parte exterior de la acera. Maniobra para colocarse adecuadamente justo en el momento preciso en que se cruzan y entonces es embestido con inocencia y brutalidad. M. ha cometido el error de creer que la vieja norma está viva también para el paquidermo y es un código que comparte y aplica. M. se equivoca por completo, su falta de psicología es absoluta. No solo la bola de ropa no ha tomado el interior de la calle, sino que, sin levantar la mirada ha seguido recto hacia afuera para salirse de la acera y cruzar la calzada, casi sin mirar, y por donde le ha dado la gana. Como seguía mirando el móvil, el choque ha sido inevitable, brutal, potentísimo. M. ha sido proyectado hacia la carretera, con la suerte de que el 645 acababa de pasar. Si no le plancha, lo estampa, lo deshace, lo liquida. Se levanta rápido, empapado porque ha caído en un charco, frío y negro. Salta sobre la acera y al orientarse ve que la mole que ha cruzado le mira y gruñendo agita hacia el su grueso puño cerrado. 

miércoles, 10 de diciembre de 2025

Diletante. De las divagaciones de A. Bergamota.

El diletante Luigi Mascarpone di Lambrusco arruga la manilla larga y firme al dirigirse a su auditorio de féminas culturetas. Mascarpone di Lambrusco seguramente preferiría, si pudiera optar, por un auditorio de féminas de otro tipo, pierna cruzada, coleta alta, generoso… Mascarpone ha dejado de divagar y se concentra en sus papeles. Luigi Mascarpone di Lambrusco, mundano. Esa es la palabra que adornaría la lápida de su católica tumba si se le hiciera implacable justicia. Preso del mundo, casi por completo, ni siquiera de la carne. Y poder, ninguno, g. a. D.  Mientras se dirige a su auditorio de féminas al diletante se le van los ojos, parece que se le salen de las órbitas. ¿Será por la exaltación o por el hambre?

domingo, 23 de noviembre de 2025

De los dietarios de A. Bergamota El Grande. Altas consideraciones literarias.

Arthur Schnitzler, se oye una voz comentar: Por favor, es insoportable, no más de estos, no lo podemos soportar.



¡Como llovía ayer, a cántaros! El agua caía constante, grave, gruesas gotas rebotando sobre el suelo. Resguardado en un soportal la miraba caer y caer, y por detrás de la gruesa cortina de agua, los álamos con las hojas de un verde encendido, y el horizonte despejándose a lo lejos. Por un momento, a no ser por los matices de la luz y que todavía era de día, parecía que habíamos vuelto al invierno. ¡El invierno! Con su silencio, su penumbra y la sensación de que no hay que hacer nada todavía, de que se descansa de todo, y de que por delante quedan horas y horas de chimenea y lectura. Pero la lluvia levantaba el olor de la primavera, un frescor que sólo es de este tiempo, un vigor que sólo esperaba la humedad para dispararse. 


domingo, 26 de octubre de 2025

De los dietarios de A. Bergamota. Época de hierro.


El ejecutivillo moderno ha renunciado a sus signos de identidad tradicionales, de honrada clase media: primero la corbata, luego el traje. Ahora viene a trabajar vestido de calle, pantalones de los llamados chinos, de colores, una camisa o lo que se llama un polo (cuando éramos pequeños un “niqui”, vaya usted a saber por qué). Para completar el atuendo se pone alrededor del cuello, como si de un collar ancestral se tratara, una cinta del color de la marca de la empresa, de la que cuelga, no un amuleto ni el hueso o colmillo de una fiera a la que hubiera dado caza, sino la tarjeta para la apertura electrónica de puertas, el santo y seña del templo laico al que ingresa todos los días de lunes a viernes. Pero el detalle más importante es lo que utiliza para llevar sus cosas. Pasó a mejor vida, tal vez con razón, el maletín. Durante un tiempo fue sustituido por la bolsa de ordenador esta a su vez desterrada ya para siempre por ¡la mochila! Así que con el pantalón de colores -un milagro que no sea corto todavía- la camisa de manga corta, las zapatillas de deporte y la mochila ya estamos en plena “vuelta al cole”.

miércoles, 15 de octubre de 2025

El mar.

Hay en el polígono un olor a gas, a berza, a alga podrida, un aire a puerto, una humedad como marítima, con el día nublado, el sol escondido. Pero es el polígono de siempre, sobre el páramo madrileño, con algunos rastrojos y desmontes alrededor, todavía, pero que tiene ya poco que ver con las parameras que describen Baroja o Galdós en sus libros madrileños.



lunes, 13 de octubre de 2025

Lectura. De los dietarios de A. Bergamota (otro que da la brasa con sus cosas).

Cercanos al mar, el papel se altera, se humedece, se comba, los libros se curvan, parecen abrirse solos. Un año en el sur es un libro de Antonio Colinas, que publico la editorial Trieste en el año 1985. Lleva por subtítulo “Para una educación estética”. Y no defrauda la gran belleza de su prosa, muy cercana al poema en prosa. Nuevamente una exploración a ese género tan atractivo que son los libros de iniciación a la vida, los primeros pasos de un adolescente en un momento que se abre y que va descubriendo: amor, paisaje, literatura, arte, sentimientos, racionalidad, sentido de las cosas, relación con los demás, vida religiosa, escritura. El protagonista, como tantos otros, encuentra en la curiosidad y el asombro canalizados y a su vez cultivados a través de los libros y la observación del mundo, una manera de dar sentido a la vida, de intentar ordenarla en alguna medida, de encauzarla y poder afrontarla.

(…) En lo secreto crecían los mejores frutos. En la soledad, lejos de las miradas falsamente atentas, el hombre podía desarrollar una vida digna, ejemplar. ¿Cómo serían los versos de aquél oscuro poeta de provincias? ¡Cuántos matices interesantes para la ávida adolescencia de Jano, para su vocación llena aún de dudas, se podían extraer de aquella vida ignorada!” Pág. 132.

El libro de Colinas a pesar de su belleza formal resulta algo frío y lo recorre desde el principio un halo de tristeza. Que bien le va el color de la portada de un tono verde apagado, como herrumbroso. Si fue a propósito, desde luego es todo un acierto. Viene la tristeza no sólo por el argumento, sino porque desde el principio, el adolescente protagonista es un dolor vivo, un chico que sufre casi permanentemente. Tal vez la adolescencia tenga esa parte dolorosa, seguramente si hacemos memoria la recordaremos, pero no únicamente, había muchas otras cosas que le daban alegría, risas, ilusión, pese a las enormes dificultades de esa travesía. El impacto del Sur, como idea de tierra cálida, luminosa, antigua, de vegetación espléndida y lujuriosa, no parece que se produzca, el adolescente no parece beneficiarse de ese mundo, pase a la fascinación que le produce la vieja ciudad romana y califal, pues cerca de Córdoba está el internado. Es más, se inclinará por la contemplación fascinada y morbosa de un cuadro terrible de Romero de Torres, anunciador de la tragedia. Tal vez resulte eso un tanto artificioso. Sin lugar a duda, faltan la religión, el catolicismo, la caridad, apenas tratados y descartados luego de manera excesivamente brusca, sin que las lecturas de poetas franceses románticos y simbolistas en las que se zambulle el protagonista sean contrapeso suficiente, como es obvio. Ahí se echa de menos que el autor pula el retrato de un adolescente, pero de un adolescente local, de aquí, encarnado verdaderamente. Etc. ¿¡Pero bueno!?

***

“Él está como vosotros: sin hacer todavía grandes progresos en su vida. Quemad los libros y labrad la tierra. Que la tierra os sea familiar. Ella entonces os reconocerá el día que os reciba. Cuidad la tierra y ella será para vosotros un alivio. ¿Os imagináis tendidos bajo la tierra negra, sintiendo la caricia de las raíces de los laureles? Quemad, quemad los libros…Y añadía una gran carcajada o un gesto de máxima educación a sus palabras.” Pág. 154.


Cornudos

Y entonces se lo entregó y mientras el quitaba el papel que lo envolvía, oía como le explicaban, ya verá, ya verá, creo que es un libro que le gustará, le pega todo, fue verlo y acordarme de usted, no lo dudé un momento. Ya sin papel pudo leer el título: Cornudos y cabrones en la literatura española.



jueves, 10 de julio de 2025

Lecturas. A Bergamota.

Leo una cosa que desde hace años parece evidente, pero bien expresada. A propósito de la censura, hace años de un álbum de Tintín en una biblioteca de los Estados Unidos que lo retira de la sala general y confina a un cuarto reservado para empleados de la biblioteca y lectores que expresamente lo soliciten. La frase es esta: “De modo general, tal vez la cuestión sea que vivimos en una cultura que ha perdido su religión, sí, pero conserva una moralidad hecha de prohibiciones que son como fósiles de las verdades de un antiguo credo.” La frase es de Luis Daniel, autor del estupendo blog Bienvenidos a la fiesta: https://bienvenidosalafiesta.com/.

miércoles, 9 de julio de 2025

¡Baja tú! De los dietarios de A. Bergamota El Grande, polígrafo.

Oiga, veo que tienen caviar beluga, muy bien, lo voy a tomar de primero. Aparece un camarero enorme, con manazas de arriero, con gruesos dedos peludos y, con violencia, le suelta un enorme melón apepinado sobre el plato, que se resquebraja. Con el melón, deja sobre la mesa una navaja de mango de cuerno. ¿Pero oiga esto que es? Pues esto es lo que ha pedido usted, caviar beluga, que para nosotros es esto que le hemos servido y no proteste o sírvase usted (¡baja tú!). Pues eso, nos sentamos para ver torear y nos sirven algo que cada vez se le parece menos.

Una anotación de los dietarios de A. Bergamota.

Tres o cuatro lemas o esquemas, no creo que se puedan llamar ideas, tópicos, lugares comunes, simplezas, con los que amorcillar al personal y mantenerlo con mentalidad de pelele fácilmente manejable:

- El voto útil.

- Cada pueblo tiene el gobierno que se merece.

- Lo importante es quitar a ... quien sea. 

- Lo importante es la economía.

- España es un país de izquierdas.

La sociedad española se encuentra en tal estado que con esos cuatro mantras se la pastorea tranquilamente desde hace cuarenta años, no hace falta más. 


domingo, 20 de abril de 2025

Apunte. De los dietarios de... etc. Ya se sabe.

A la vuelta de Salamanca, desde las alturas de la carretera de La Coruña, se ve Madrid. Se ve el largo perfil de la ciudad. Por obra de las transparencias creadas por la lluvia secada luego por el sol, parece flotar sobre una gran masa azul, un lago, una nube, una gran ola.

Más de carreteras, que parecen el hábitat natural de contacto con el exterior para el moderno urbanita: El anochecer sobre la carretera lo vuelve todo azul. Azul el asfalto, las líneas pintadas, las vallas, el horizonte.

Día de todos los Santos. Pasada la tormenta que ha destrozado todo el levante español, aquí sale un sol espléndido, que nos regala una luz delicada e intensa, como limpiada por el agua. Decía Chesterton que le gustaban los días de lluvia porque todo se reflejaba en el agua y parecía que el mundo se llenaba de espejos. Algo así, mejor expresado sin duda por el inglés.

Dos hombres asomados a la reja de un camposanto pueblerino miran hacia su interior. Parada en Cuéllar.

Recordar como gran fuente de información el discurso de recepción en la RAE de Manuel Halcón.

Dese hace años evito los desayunos en grandes hoteles, como los Paradores, porque las escenas que allí veo me producen un poco de desagrado, pero sobre todo mucha vergüenza ajena. Y la mirada que pongo sobre todo ello falta sin duda a la más elemental caridad con el prójimo.

Zampo y también me cansa infinitamente la sociedad del zampe.

martes, 8 de abril de 2025

MARZO. De los dietarios del gran polígrafo A. B.

Tabaco oscuro, casi negro, tabaco recio, para fumar a la intemperie, puro para una tarde de toros, de caballos sin peto, de cielo nublado, para escupir por el colmillo con los primeros goterones de lluvia. Para llevar el nombre de quien fue teniente general de la Armada tiene paradójicamente un aire bucanero, le faltan elegancia, distinción, marcialidad, le sobran negrura y oscuridad. Sólo su blanca ceniza lo rescata. 

Después de semanas bajo la lluvia, ayer tuvimos tregua y las temperaturas de este asombroso mes de marzo subieron algo. Esta mañana de nuevo el cielo encapotado y a medida que transcurre la mañana el día se va oscureciendo. 

Celebramos ayer el cumpleaños de G. cenando juntos en la Ancha. 


jueves, 27 de febrero de 2025

De los dietarios de A. Bergamota. Como siempre, cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

Es inevitable recordar al hilo de estas líneas la tentación de alabanza de aldea y menosprecio de corte de los clásicos. Porque la constatación práctica de la chifladura del mundo y de sus vanidades puede conducir lógicamente a la voluntad de retirarse, para dedicar el tiempo a cuestiones más hondas y mejores. 

Otra reacción puede traducirse en dos actitudes. La de quien, si la vida le impone seguir en el mundo, lo hará con paciencia y caridad, ayudando si puede a paliar chifladuras, extravagancias y necedades, riéndose un poco de ellas, pero sin maldad, sin cinismo, coleccionando impresiones, aumentando el conocimiento del género humano mientras se le echa una mano, guardando en ocasiones prudentes distancias. Y la de quien pondrá su conocimiento de la humanidad al servicio de objetivos particulares, quien utilizará su conocimiento de miserias, flaquezas y ruindades como palanca con la que mover y manejar el hormiguero bullente que formamos todos los humanos. Y podrá hacerlo con desvergüenza y cinismo, para logros de toda clase, algunos inconfesables, o bien para llegar a metas valiosas, buenas. De todas las actitudes basadas en el conocimiento de la dura naturaleza humana esta última es sin duda la más valiosa, la de mayor mérito, la de ciertos grandes hombres que obraron para el bien común. Es sin duda también la más difícil y la que más energía requiere. Esa energía que a casi todos nos falta. 

Para terminar este comentario, viene al caso recordar un capítulo de las novelas de Anthony Powell que leíamos ayer. Después de páginas y páginas en las que el autor nos refiere la vida y los enredos de varios personajes, con la descripción de su carácter, rarezas, celos, envidias, reacciones, enfados, contradicciones, aciertos, errores, etc. suenan las alarmas en Londres por un ataque de la aviación alemana. Una bomba cae sobre el lugar dónde varios de esos personajes se reunían para una fiesta. La bomba cae sobre la mesa alrededor de la cual acababan de sentarse. Otra bomba, solitaria, lanzada por un avión aislado, como despistado, cae sobre la parte trasera de la casa de otro de esos personajes. Ese personaje no fue a la fiesta, se marchó a casa, pero cayó bajo una bomba igualmente. Y es magistral esa manera radical de acabar de repente, de un plumazo, con miserias, rarezas, celos, envidias, reacciones, enfados, contradicciones, aciertos, errores. Nos damos cuenta de que todo aquello que parecía esencial, vital, importantísimo, no es nada. Y volvemos de nuevo a girarnos hacia aquello de la espuma de los días, la vanidad de vanidades y el cultivar su jardín. 
Al poco rato, una melodía hace que se nos vayan las piernas, entran ganas de echar un baile, dar una vuelta, tomar un chisme. Y vuelta a empezar. 


viernes, 21 de febrero de 2025

El mundo. Extracto de los famosos diarios de A. Bergamota (época de hierro, anterior a Nava). Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

Bendita rutina sin duda, pero ¿Cómo resistirla? Cuanta más perspectiva se tiene de la sociedad española, peor es la impresión. Supongo que sucederá lo mismo con la sociedad de otros países. Quiero decir que, con mayor perspectiva, lo único que se consigue es un mayor catálogo de miserias humanas. Sin duda hay gente estupenda aquí y allá, pero tener mayor conocimiento de la sociedad en la que vivimos, lejos de reconciliarnos con ella, aumenta nuestro espanto. En un círculo pequeño, formado por familia, algún amigo, ciertos conocidos, trabajo, la miseria parece acotada, reducida, explicable por el conocimiento que tenemos de las personas, de su carácter y circunstancias. Pensamos por tanto que es excepcional. Que se debe a esta o a aquella causa evidente. Que sin esa circunstancia concreta que la crea, desaparecería. Al ampliar el campo de conocimiento, si por cualquier razón la vida nos lo permite o nos lleva a ello, por participar en instituciones, tener mayor vida social, etc. la sorpresa es que lo que nos parecía excepcional es en realidad general y que el estado natural y primero del hombre se compone de desequilibrio y chifladura. Nos impacta especialmente cuando el acceso a ese campo de visión más amplio llega tarde, con muchos años vividos en un mundo más pequeño. Que el hombre está profundamente tocado por el pecado original es algo tan evidente, tan obvio, que no puede haber duda de que es un perfecto loco, un demente, quien pretenda lo contrario, al estilo de Juan Jacobo y de todos los revolucionarios que le han seguido, en la esfera pública o particular. Porque la revolución ha sucedido también en la esfera particular, en la que la creencia en la perfección y bondad intrínsecas del hombre han conducido a dejar de educar. 

Sólo la mejor educación, bondadosa, estricta y refinada, tan cara, es capaz de canalizar la condición alterada y desequilibrada del hombre. Esa educación incluye por supuesto la educación religiosa católica, el cultivo de la fe. Si no se accede a todo lo demás, que se acceda por lo menos a los diez mandamientos. Y aún así, las probabilidades de cierto éxito son ínfimas. 

viernes, 24 de enero de 2025

Annapurna. Puede herir sensibilidades delicadas. De los dietarios de A. Bergamota.

¿Pero por qué le echaron? Fue cuando los síntomas de que se le estaba yendo la olla se agudizaron. Sobre todo, con los indios. ¿Cómo con los indios, con qué indios? Me refiero a los consultores, a los indios de la India, a los hindúes si es correcto llamarles así. ¡Ah! Ya entiendo. Aparecieron hace un año más o menos, para aquel proyecto. Si, esos. Y a él se le hacía cada vez más difícil soportarlos. No lo entiendo, si no hacíamos apenas vida con ellos, salvo por las llamadas de teléfono. Eso es lo que empezó a trastornarle, es lo que no soportaba: La voz, el acento, la entonación, el ritmo de las frases al hablar inglés. Empezó a obsesionarle.


Descomponía frases y sonidos mentalmente, se le hacían enormes los golpes de lengua al terminar determinadas palabras, le parecía que hablaban dando monótonas, tristes y sonoras campanadas con un badajo de carne. Vamos que les cogió una manía terrible. Si, y no hubiera pasado nada de haberse quedado en algo interno. Pero lo exteriorizó. ¿Se puso violento, agresivo? No, mucho peor. 

De manera ostensible y fría, diría que casi flemática, empezó a darles a todos el mismo nombre, utilizándolo cuantas veces le resultaba posible. ¿Pero cómo? Annapurna. Empezó a llamarles a todos, Annapurna, imitando su acento. Mr. Annapurna, por aquí, good morning Annapurna por allá, Annapurna, Annapurna, Annapurna por todos lados. 

Cuando el jefe de los consultores habló con él para quejarse, le reconoció que no era capaz de llamarles por otro nombre que ese, terminando la frase con un sahib muy sonoro. Fue la gota que colmó el vaso. Con lo de Atahualpa, claro. ¿Cómo que con lo de Atahualpa? Pues sí, que empezó con lo mismo, pero con los empleados de la filial mejicana. Quieres decir que… Si, sí, que, a Carlos García, a Doroteo Cienfuegos, a Marta Eloisa Rivera y a todos los demás, a todos, comenzó a llamarles Atahualpa. Buenos días, Atahualpa, estimado Atahualpa, etc. ¿Ni siquiera Moctezuma? Ni Moctezuma, ni Montezuma, ni Huitchilobos, a todos Atahualpa. 

¿Y qué tal está ahora? Mejor, en el campo. Pues con sus suegros de jardinero en una casa inmensa no lejos de aquí, casi como un palacio en el campo, una casa histórica de esas. Para eso tiene unas manos privilegiadas, huerto y jardines son un vergel desde que se ocupa. Desde que lo tienen allí está en forma física y la familia feliz. Bueno, pues mejor. ¡Qué cosas!

jueves, 23 de enero de 2025

Sol naciente, sol decreciente. De los dietarios de Alcides Bergamota, polígrafo.

Dos chinas taponas y poligoneras, vestidas las dos con un chándal negro con ribetes verdes, muy feo. Al cruzarme veo su ancha nariz, sus blancos dientes, los ojos achinados y el pelo lacio color ala de cuervo, que se agita largo y denso, como una cortinilla movida por el aire. Oigo un retal de conversación y que dicen con acento oriental, de las antípodas, quejándose del funcionamiento del semáforo: - ¡es de coña! Que bien adaptadas. 

En la barra del bar dónde tomo un pincho a la hora de comer, nuevos retales de conversación que es imposible no oír, por lo cerca que están y lo alto que hablan. Parece que están los dos divorciados y tienen, los dos, hijas en edad adolescente o a punto. Da un poco de tristeza oírlos hablar de como se las arreglan para ver a las niñas, hacer de padres, lidiar con su crecimiento, trabajar a la vez, etc.