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jueves, 7 de marzo de 2019

Una película de Carl Dreyer: GERTRUD.


Gertrud, de Carl Dreyer.
¿Quién hace la crítica Tato o Enrico Silverstein Dubrokowsky? ¿Y qué diferencia hay? Hombre, pues está claro. Vamos a decir que Tato será más directo, más crudo, mientras que Enrico tirará más hacia un estilo Cahier du Cinema… No sé si me entiende. Para que se haga una idea, Tato dirá algo así:

 - No sabemos si Dreyer se ríe de nosotros, de su personaje, si es un misógino o si la película es simplemente un tostón. La tía es un petardo, una auténtica pesadilla para todos, para su primer novio – que es medio tonto pues no es capaz de darse cuenta de la suerte que ha tenido escapando del monstruo-, para su pobre marido al que reprocha no dedicar su vida a adorarla, y hasta para sí misma.


En cambio el estilo de Enrico será más del siguiente modo:

 - En la filmografía dreyerana la inescrutable Gertrud viene a representar la autoexploración freudiana de la neurosis de los sentimientos a través, paradójicamente, de un personaje femenino, sí, pero con una más que insinuada dosis de androginia, con el que Dreyer por medio de una identificación de contrarios, o en espejo, diseccionará implacablemente los resortes de la afectividad femenina.
¿Y a usted que le parece? Pues mire, yo el día que la vi tenía sueño y sin embargo me mantuve despierto y atento.




Creo que lo que me mantuvo en vilo fueron la forma de contar, la belleza del blanco y negro y una hermosa teatralidad. Los gestos son precisos, la composición cuidada y siempre vistosa, los decorados hermosos y sin un detalle equivocado, puede verse como han sido concebidos con toda intención para enmarcar y reforzar el desarrollo de la historia (el juego con los espejos sería todo un ejemplo).
Es verdad que el asunto de fondo –la búsqueda del amor absoluto y la posibilidad o no de encontrarlo- a mí me interesa más bien poco, por tan manido ya, y tan manoseado por la literatura, el cine y el teatro. Y mi vecina del cuarto que siempre da la matraca con lo mismo. ¡Fíjese!
Flota sobre la película una severidad protestante sin duda. Y a uno le asaltan visiones contrapuestas de alegría católica, un San Juan por los caminos, una Santa Teresa llamándole mi medio fraile, Fray Luis por la floresta o Santo Tomás contemplando la hermosura del mundo, la belleza de la realidad.
Volvamos a Dreyer y a Gertrud. La complejidad mental del personaje protagonista, Gertrud, que creyéndose de una alta exigencia y complejidad moral, es en realidad bastante simplón y egoísta, resulta lo suficientemente interesante como para querer indagar. No pueden disociarse ni su forma de ser, ni el retrato que de ella traza Dreyer, de su esterilidad. Esterilidad física pues no tiene hijos e incluso espiritual, pues no crea a su alrededor más que sequedad. Un personaje sin duda consentido y egoísta, pero hasta cierto punto valiente pues será consecuente e irá cortando amarras con situaciones que considera falsas por no responder al ideal que busca. Que al cortar la amarra rueden por los suelos los que están a su alrededor eso es a algo que le preocupa menos. Se ve que a ustede le molesta. No me distraiga por favor.
Durante toda la proyección uno se pregunta si Dreyer está explicando y desmontando el personaje en el sentido que nosotros apuntamos – habrá entonces una mezcla de muy sutil ironía con una ácida crítica- o si le concede la importancia de la que, según nosotros, carece… la pájara (que diría Tato).

Vean la carga simbólica de los personajes contemplando el tapiz dónde puede verse a su vez una mujer, desnuda, atacada por una jauría.