Terminamos
el último librito publicado por don Andrea Camilleri, cuyo título no merece la
pena traer aquí. Una auténtica porquería. Nos ha recordado a otra porquería
parecida, a la que por error nos asomamos hace tiempo: el no sé cuantos de los número
primos. Hay muchas coincidencias deprimentes y siniestras entre ambas obras,
retrato de una Italia que da escalofríos. Don Andrea, el viejo gordo cabreado,
tan admirado por sus brutales novelas de Vigatá y por las aventuras de su
comisario Montalbano o ha perdido facultades o le han prohibido los pitillos.
Esperamos que se recupere pronto.
Pero para no dejar con mal sabor de boca al
lector, y a la vista de que estamos ya en verano, y que la época se presta a las
largas lecturas, si el sufrido veraneante no tiene vigor para ahondarse en las
dificultades del Tractatus, al menos durante la primera semana de huida de la
capital, le recomendamos dos títulos españoles que podrán acompañarle y servir
de transición hacia lecturas de mayor enjundia. Dos títulos que contrariamente
a los bodrios italianos citados son literatura y muy buena. Se trata de La canción del pirata, de Fernando
Quiñones y de La fuente de la edad,
de Luis Mateo Díez. Los dos son contemporáneos, aunque don Fernando pasó ya a
mejor vida hace unos años. En fin, la patria está mal, pero la piel de toro
parece que todavía aguanta mientras que la bota necesita con urgencia un
zapatero remendón.
Alcides Bergamota (El Grande)