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jueves, 2 de enero de 2020

Byung-Chul Han (altas cuestiones).


Leemos esto en el libro de Byung-Chul Han, La salvación de lo bello, y lo relaciono con la Misa:

«La actual sociedad íntima elimina cada vez más modalidades y márgenes objetivos en los que uno pueda escabullirse de sí mismo, de su psicología. La intimidad se contrapone a la distancia lúdica, a lo teatral. Lo decisivo para el juego son las formas objetivas y no los estados psicológicos y subjetivos. El juego riguroso o el ritual exoneran el alma, no concediendo ningún margen a la pornografía anímica: “En ella no se produce excentricidad, egolatría ni exaltación. El encanto y el juego riguroso excluyen el arbitrio emocional, el nudismo anímico y lo psicopático”. La actriz, es más, la jugadora pasional, es des-psicologizada, desubjetivizada y desinteriorizada hasta convertirse en nadie: “Tú no eres nadie pues de otro modo no serías una gran actriz”. El nadie (del latín nemo) no tiene ningún alma que se pudiera desnudar (…)».
Al asistir a Misa no actuamos, tampoco hay actriz. Pero en la forma ordinaria el elemento psicológico subjetivo está, excesivamente a menudo, omnipresente. Esto no sucede con la forma extraordinaria, dónde el sacerdote no es nadie, (tan sólo Cristo si puede expresarse así), dónde el fiel no es nadie. Sólo adoramos al Señor, prosternados, admirados, a menudo en silencio. No hay exhibición de nuestros sentimientos. Nos arrodillamos. No eres nadie, ¡por fin!