martes, 27 de noviembre de 2018

Jacobus miles Christi (del Heraldo de Nava).


(Entre paréntesis: yo estoy contra el moro; mis abuelos de todas las ramas van hartos de probar que no tenían ni gota de sangre de moro, para poder servir a la Católica Monarquía con la espada y el navío, en el Santo Oficio y en la Orden, con el rojo lagarto en el pecho. Eso que anda de moda de los lazos de sangre y de espíritu con el moro, a mí no me toca en nada. Más de la mitad de la contextura hispánica, social e intelectual, residió durante siglos en no tener nada que ver con el moro, en darle, aún muerto, gran lanzada, y en cogiéndole vivo, Fe católica, tocino y vino tinto. Aún lo dicen por tierras que fueron frontera, y en las Américas de nuestros galaicos linajes militares: “Te he de dar Fe católica y tocino”. Así, pues, revuélquese entre las patas del caballo jacobeo el moro enturbantado.)
Alvaro Cunqueiro,
Por el camino de las peregrinaciones.
Alba Editorial, 2004, primera edición.
Citado del artículo Peregrinos a la mesa (1957).
- Y con perdón, claro.
- ¡Desde luego para mí un bálsamo, oiga!
- ¡Que me dice!
- ¡Lo que oye!
- Y al que no le guste, se le aplica la susodicha receta. Pues eso.


lunes, 26 de noviembre de 2018

RENZO DE FELICE


El historiador italiano sobre la Historia:
“Cuando un estudio se encuentra frente a realidades tan complejas y dramáticas como el racismo y el antisemitismo  -esto es válido también para otras realidades, empezando por el fascismo y el antifascismo- debe tener el valor de escapar a la elección del bando y de la toma de posiciones emotivas: los rechazos morales carecen de sentido y eficacia. Rabia y resentimiento, indignación y condena, son sentimientos que, al igual que la militancia, deforman la correcta interpretación histórica, prohíben la reconstrucción de los hechos, impiden identificar las motivaciones que subyacen bajo hechos tan monstruosos que parecen inconcebibles.”

Renzo de Felice, Rojo y negro
Ariel Historia.1ª edición, septiembre de 1996.

viernes, 23 de noviembre de 2018

POÉTICA DE SINFOROSO GARCÍA POTE: X.



Nuevamente un detalle de la prodigiosa sensibilidad estética del mayor artista vivo sin obra conocida, Sinforoso García Pote, cuco, gárrulo y libador, según algunos, inmenso, un prodigio, ¡cumbre Sinforoso, cumbre! según otros.

miércoles, 21 de noviembre de 2018

Con don Pedro Mourlane. Nota.


Charlamos un rato con don Pedro Mourlane, para terminar su Discurso de las armas y las letras, que es una pequeña colección de textos dónde hay muchas y variadas cosas. Nos dice de unos, muy ricos y tan toscos como ricos, que han contraído en las sastrerías el decoro civil. Es decir, que al vestirse correctamente parece como que hacen olvidar su origen y su falta de refinamiento. Nos recuerda que para formar a un orador, decía Quintiliano, se necesitan tres cosas: la Naturaleza, la doctrina y el trabajo. Estos dos apuntes permiten hacerse una idea de la reacción de don Pedro Mourlane si asistiera a una sesión de nuestro Congreso. No vería allí ni decoro – ni civil ni de ninguna clase-, ni oradores, por ausencia de Naturaleza, de doctrina y de trabajo. No habría escándalo, tal vez media sonrisa, desencantada, y unos apuntes para otro libro, o para amenizar su tertulia.

domingo, 18 de noviembre de 2018

El peligro amarillo. De los cuadernos del gran polígrafo, A.B.E., cortesía de Calvino de Liposthey.



Por la gran avenida poligonera sopla el aire. Es una brisa ligera, que da un respiro a la tarde achicharrada por un sol de estío brillando inclemente a toro pasado, con el otoño ya en puertas. GP camina cansino por una bocacalle. Chinos airados vociferan alrededor de un tubo de escape desmontado. Pasa la vieja con la compra. Sinforoso García Pote medita. El ojo se va al movimiento ligero, ondulante, del ailanto. Tiene la esquina tomada, se yergue gigantesco e invasor, rodeado de su infinita corte de retoños. Ya tapa la esquina casi por completo, dando a la nave de cubiertas azules un aire de oriental pagoda.  




martes, 13 de noviembre de 2018

Philip Roth - Los sueltos del Heraldo de Nava. Texto de Genaro García Mingo Emperador.


Hace unos días me enseñaba un libro de la vieja biblioteca. Vieja, pero que por la curiosidad del lector iba rejuveneciendo por días, a medida que avanzaba su exploración. Se descubría un autor. Se encontraban los libros de otro, citado en un manual de historia de reciente publicación, se iba espigando en aquel inmenso tapiz que recubría toda una pared, verdadero mosaico de piezas móviles. En la portada o anteportada del libro figuraba con letra menuda y limpia un comentario del propietario anterior. Venía a ser una breve observación sobre la naturaleza poco edificante del personaje protagonista del libro. Un hombre de la transición entre los siglos XVIII y XIX. De alguna manera, el comportamiento del protagonista y de su entorno le había sobrecogido moralmente y dejaba breve nota de ello.
 
¿Qué hubiera dicho aquél lector de las dos novelillas que acabamos de soltar apresuradamente, como si contaminar pudiera su contacto físico? El autor es de sobra conocido y varias personas nos habían hablado de él. Un autor por otra parte siempre presente en prensa y noticias. Muy premiado en su país de origen, los Estados Unidos, traducido a múltiples idiomas, mundialmente conocido. Se trata de Philip Roth, que como tal vez sepan murió en el mes de mayo pasado. No habíamos leído nada de él y nos atrevimos con dos obras más bien breves. La humillación (The Humbling), que escribió en 2009 y El lamento de Portnoy (Portnoy's Complaint) publicado en 1969 y que le dio la fama. Tal vez sea ese el mérito del autor, lo temprano de una escritura de transgresión tantas veces repetida desde entonces y, tan asimilada por el cine y la literatura, que al leer teníamos una impresión de déja vue tan fuerte que se nos caía de las manos. Una nueva transgresión, un escalón más, hacia abajo por supuesto. Leída cuarenta años después de su publicación, Portnoy's Complaint es un texto que ha envejecido mal en su histérica suciedad. Incluso muy mal. Será un mojón en los manuales de historia de la literatura, o de la historia de su decadencia. Si hay rasgos de humor, de un humor que podríamos llamar judío, basado en resaltar los absurdos o las excentricidades de la propia condición, como cuando el niño pregunta a su madre: ¿Nosotros creemos en el invierno? refiriéndose claro a los judíos y a su posición excéntrica respecto al común norteamericano de la época. Algún rasgo de humor, y una completa ausencia de belleza. Hemos tenido la impresión de que era como intentar una escritura a la Céline, pero despojándola de todo lo grande y hermoso que tiene el Viaje al final de la noche, dejando la parte brutalmente descarnada y cruda. Dijo al parecer un rabino de los Estados Unidos que la escritura de Roth venía a ser una llamada o incluso una justificación del antisemitismo. ¿Nos atreveremos a decir que no le faltaba razón? En fin impresiones.
 
En cuanto a La humillación, el primer humillado es el lector que no se merece tan triste cúmulo de sordidez. Aquí ya ni siquiera ha llegado el humor yiddish, sustituido por furiosas lesbianas, y todas las crudezas que puedan ustedes imaginar. ¿Es un retrato acertado del mundo? ¿Es ese el fin de la literatura, retratar del mundo, si es que tiene que tener un fin, un propósito? O se trata simplemente de escribir lo que uno ve. Sin duda, escribió lo que veía. ¿Pero no es entonces una visión limitada, de una desoladora pobreza? La cuestión es entonces ¿por qué leerlo? ¿Por qué estos libros se han vendido a millones? Cualquier página de Gutierrez Solana con su recrearse en las miserias del mundo tiene algo que la salva, algo que no tiene todas las páginas de estos dos libros juntas. Son el retrato de un mundo sin Dios, completamente entregado a sí mismo, sin limitación alguna, retrato a estas alturas mil veces pintado. Tiene estructura, sólo faltaba, y hasta cita de Chejov para encajar un suicidio, que no podía faltar. Me dicen que a este Roth, que en paz descanse, hay que darle otra oportunidad, la tercera. Nos parecen muchas.