viernes, 26 de noviembre de 2021

De una conferencia de Alcides Bergamota. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

Alcides Bergamota se yergue y apoyando los puños sobre la mesa de conferenciantes proclama:

Voy sobre la marcha a hacer un apunte sobre la procacidad sexual en verano. Murmullos en la sala. Tranquilos, será breve e instructivo. Debemos clasificarla en dos categorías distintas: la que consiste en un diálogo entre hombres y aquella que consiste en que ese diálogo –las mismas cochinadas- tenga lugar en presencia, además, de mujeres. Ya saben, lo que antes se conocía como el bello sexo o el sexo débil, utilizando expresiones que son hoy antiguallas, cacharrería vieja que no quieren ya ni los chamarileros. La segunda categoría es la delicada, la que puede complicarles o alegrarles el verano, según se mire, que hoy los temas de la honrilla son muy distintos también y hay mucho cornudo consentidor, que acepta corona de hueso con tal de que le dejen echar la siesta sin follones. Así está la raza señores, así. Digo que puede complicar el verano porque la chanza verdulenta, la procacidad sexual con el calor y el alcohol se convierten rápidamente, con toda su ordinaria crudeza, con toda su jerga de arriero, en la primera y más básica forma de cortejo contemporáneo. Él dice basteces, ella le ríe las groserías, y de ahí a hacer la croqueta sobre la arena, un paso. Quedan advertidos los oyentes. Claro que aquí en Nava, más que arena de la playa tendrá que ser la alfalfa de un pajar, y claro con las alergias y los picores el riesgo disminuye mucho. Insisto, para quien considere el asunto de la libre cópula veraniega como un riesgo. Y si nos piden que nos pronunciemos, nosotros somos partidarios de morder con fuerza en el bollo, que quieren que les diga.



miércoles, 24 de noviembre de 2021

El corazón es un cazador solitario. Por A. Bergamota Elgrande.

Carson McCullers pertenece a la nómina de excelentes escritores que ha dado el Sur de los Estados Unidos. Por supuesto, el primero de todos ellos es casi con seguridad Faulkner. Pueden citarse además Flanery O’Connor, Truman Capote, Harper Lee con su único libro, Thomas Wolfe, Irving Cobb y su personaje, el juez Priest, llevado al cine por John Ford. Podríamos remontarnos hasta Mark Twain pasando incluso por Margaret Mitchell, aunque medie una larga distancia entre Lo que el viento se llevó y El ruido y la furia.

Su libro, como tantos otros, es una reflexión sobre la condición humana, vista desde un lugar y una época precisos: una ciudad del sur durante los años treinta, a punto de estallar la segunda guerra mundial. Y vista, por supuesto, desde su personalísima perspectiva. Están ahí la mirada hipersensible. La atormentada complejidad de otras obras de la autora parece aquí más atenuada, más contenida, pese a la crudeza de varios episodios del relato.

Es posible que no sea una lectura fácil, puede que no se deje abordar fácilmente por cualquier lector, muchos dirán que en el libro no pasa nada. Hay en cada página mucha delicadeza y sensibilidad bajo esa forma de narrar realista, austera, de frases cortas, carente de florituras. Sólo se deja ir un poco cuando pinta los paisajes. Porque tiene algo de una colección de pinturas, de pinturas de Hopper por supuesto. El sur de los Estados Unidos, los años treinta, un barrio humilde, casi marginal, la inmensa soledad de los personajes, la sensación de que viven en un mundo en el que no hay estructura, en el que no hay nada apenas a lo que agarrarse, por lo que dejarse guiar. Y la condición de la comunidad negra omnipresente. El sur con su calor, sus tormentas, sus casas desvencijadas, su pringue, los blancos desastrados, los negros marginados. Varios personajes llegaran a entrelazar sus vidas, sólo momentáneamente, porque nada dura, al conocer a un sordomudo al que todos acuden separadamente, para hablar, para contarle sus cosas. La función del mudo recordará, a ratos, a la del sacerdote católico, confesando a toda esa extraña comunidad momentáneamente formada a su alrededor, a la que ayuda a salir adelante. Tampoco es difícil entender que, en realidad, la condición de mudo permite hablar con él sin apenas réplicas, y como explica uno de los personajes principales, se le puede atribuir un poco lo que se quiera. Desaparecido el vínculo se deshará la comunidad, caerán los lazos que la presencia de Singer el mudo había establecido, mal que bien, sin proponérselo, entre los que le visitaban. Unos marcharán, otros terminarán de crecer, uno de ellos comprenderá. Nada se esconde al lector bajo la aparente sencillez. Hay una minuciosa descripción de la realidad, y conoceremos a todos los personajes casi íntimamente. Nada se le ahorra tampoco, ni dolor, ni miserias, ni la sensación de que la vida, con una pesada inercia imposible de detener, maciza, plúmbea, todo lo arrolla. El rodillo pasa sobre la sociedad en su conjunto, pero también, individualmente, sobre los protagonistas, uno a uno. Hay ahí una tristeza, una melancolía si se quiere, una gran sensibilidad ante lo que se ve, ante la condición humana descrita resignadamente, sin claves ni respuestas. Aunque tal vez las vislumbre por un momento uno de los personajes, sólo al final. Una condición humana que se impone sobre el individuo, que no es posible cambiar, ni detener ni alterar. No te quedes sólo, dice el doctor Copland a Jake, no te quedes solo. Tal vez en ese país de exacerbada soledad, sea esa la clave de lo que hemos leído, tan delicadamente narrado, con tanta finura y tanta fuerza. No es tampoco descabellado ver la vida como la ve la autora, con esa lucidez sin rebajas, con esa claridad dolorida, con una mirada como herida de pura sensibilidad, que hace un esfuerzo por contenerse. ¿No es un poco nuestro punto de vista también cuando por ejemplo rezamos la Salve católica? Nos referimos a nuestro destierro en este valle de lágrimas. Si es cierto que, el destierro, cuando se espera la Resurrección tal vez sea más llevadero que cuando, simplemente, a nuestro alrededor, no hay nada.

lunes, 22 de noviembre de 2021

Balzac.

Al principio de una de las novelas de su Comedia Humana, Balzac explica por qué a los ingleses les gusta viajar y a los franceses no. Citamos de la primera página de Honorine, en la edición de La Pléiade de 1951, segundo tomo de la Comedia Humana.

« Si les Français ont autant de répugnance que les Anglais ont de propension pour les voyages, peut-être les Français et les Anglais ont-ils raison de part et d’autre. On trouve partout quelque chose de meilleur que l’Angleterre, tandis qu’il est excessivemente difficile de retrouver loin de la France les charmes de la France »

La traducción al español del párrafo anterior vendría a ser la siguiente:

“Si los franceses son tan reacios a viajar como propensos los ingleses a ello, puede que los franceses y los ingleses tengan razón, por una parte y por la otra. En cualquier lugar se encuentra algo mejor que Inglaterra, mientras que es sumamente difícil encontrar lejos de Francia los encantos de Francia.”

viernes, 12 de noviembre de 2021

Tabacología.

En una de las novelas que protagoniza  Maigret, Simenon describe a un personaje que fuma unos cigarros de color negro conocidos como “clou de cercueil”, es decir, clavos de ataúd. Ahí es nada.

Otro asunto peliagudo es el del mascar tabaco, costumbre prácticamente desparecida. Encontramos la siguiente descripción:

"Para mascar el tabaco (verbo impropio si los hubo pues no se masca sino se exprime por presión), se corta de la cuerda un trozo como de media pulgada, se enrosca, se introduce en la boca y con el índice se hunde en el lado izquierdo de ella entre las llamadas muelas del juicio. Un movimiento dulce e insensible de las mandíbulas tritura poco a poco el tabaco; de vez en cuando se da una vuelta a la mascadura con la lengua; cuando el tabaco no sabe a nada y parece paja se trae la pelota adelante, se aprieta entre la lengua y los dientes y se arroja."

El arte de fumar. Tabacología universal, por Leopoldo Garcia Ramón, Paris 1881, edición facsímil de editorial Maxtor.

miércoles, 10 de noviembre de 2021

Apuntes en la bahía, un verano.

El mejor banco del paseo lo tienen unos viellos, a la sombra, pero con las vistas. O, dicho de otra manera, las mejores vistas y además a la sombra. Son muy cucos y les admiramos. Unos novios se dan el pico, llevan un perro de la correa. Por favor, ese lenguaje. Familia de tres generaciones, hablan nuera y suegra, no hay duda, se nota. El abuelo en cochecito, como el nieto. Un pescador, gente que para a mirar la vista sobre la bahía, recreándose. Dos amigos y dos que todavía no son novios, pero casi. Tres niñas redondas. Macarras haciéndose un selfi. Abuela en silla de ruedas, le da el aire. Sol, brisa. Matrimonio primitivo, los dos con el móvil y el con una panza de aquí a Roma.

La gorda poética que contemplaba la tarde luminosa se ha marchado y la pipa se acaba. Los barcos entran en la bahía a motor. El pescador a lo suyo, cruza el cielo una gaviota. Una chica posa, cruzada la pierna. Madre con niños se sientan en el banco de al lado. Madre con niños se sienta en el parapeto. Una paloma zurea y el que esto escriba, con la pipa, posa también.



martes, 9 de noviembre de 2021

Suplementos culturales. Un apunte sobre lecturas, por A. Bergamota.

Lecturas, exceso tal vez de libros. ¿Pero por qué no si se leen e incluso releen? Uno decepcionante, de José Enrique Ruiz-Domenech, sobre pestes y pandemias, que no merece la pena ni reseñar, verdadera ensalada de tópicos, un cacao de lugares comunes, doctrinas confusas con una vaga apelación a la educación como tabla de salvación. Sólo acierta, un poco por casualidad cuando, lamentándose, describe la situación de nuestra clase política, los medios de comunicación, el embrutecimiento social, la ciencia desbocada sin límites de ninguna clase. Pero no acierta con una sola de las causas. Y por supuesto, la poca vida religiosa y la ausencia de Dios, que tanto explican, se encuentran completamente ausentes de su análisis, como no sea para recordar que la religión viene a ser una antigua y oscura superstición. Un libro que salvo por cuatro datos históricos no vale gran cosa. Eso por fiarse de los suplementos culturales, supuestamente, de la prensa de papel, en lugar de mantenerse en la senda de lecturas donde con naturalidad pasamos de una a otra.



miércoles, 27 de octubre de 2021

GORDAL

Hay una clase de gorda muy en tipo, muy definida, con características muy concretas. Se trata de la gorda de cabeza pequeña, ojo pequeño, normalmente con el pelo recogido con una coleta. Imaginemos una aceituna gordal, en horizontal, y sobre la aceituna un guisante. Ahí tenemos a esta gorda característica. Normalmente pasea con una bolsa de algo en la mano -patatas, pipas, panchitos, cacahuetes, rara vez almendras- que se va zampando con mirada infiferente. Pero no nos dejemos engañar, bajo esa indiferencia disimula un carácter violento, una mala idea de primera categoría. Porque no se trata de una gorda que pueda resultar atractiva, con la que se pueda pasar un rato agradable, amiga del buen comer, o de la charla, con la que se pueda ir a los toros y luego a tomar algo. No. Esta gorda gordal suele estar de mal café, cabreada y puede ser muy agresiva. Es de las que suelta una coz, una patada, sin avisar y con funesta punteria. Al hacerlo, su rabia fría puede hacer que bizquee un poco y que esos ojos diminutos se junten un poco más aún. Una vez desfogada, seguirá su paseo, metiendo la manilla en la bolsa de panchitos, poniéndose las botas. Vimos venir a una de estas el otro día y nos cruzamos de acera, por si las moscas. Avisado queda.

sábado, 2 de octubre de 2021

Tarde de toros. Feria de otoño 2021.

De nuevo allí. Hoy también, esta tarde, con la plaza llena. Y hemos visto torear a Juan Ortega. Nosotros que todavía elegimos los carteles por los toros -no sé cuánto tiempo podremos seguir con esa maña- le hacíamos ascos al cartel de esta tarde. Pero nos han podido las ganas de volver a la plaza, de volver a Las Ventas. Y una vez sentados, fuera prejuicios, fuera faenas preconcebidas, fuera pañuelos preparados. Mirar, mirar y mirar. Y no hemos visto más que a Juan Ortega, con la muleta, toreando al segundo de su lote, sexto de la tarde. De repente se paran las cosas, de repente se escenifica aquello de la línea horizontal, el toro, y la línea vertical, el torero. De repente se anda menos, se pierden apenas pasos, se rectifica apenas; de repente las series son cortas, medidas, pensadas, con remates airosos, vemos torear al natural, por las dos manos, y vemos toreo cambiado, vemos empezar la faena por bajo, continuarla con ayudados por alto, vemos torear, vemos al toro que se va quedando encelado, dominado. Y la verticalidad, la compostura, la naturalidad, la mesura, el inexplicable aire suave de pausados giros del poeta. Unos muletazos que nos encienden, que encierran una belleza que de repente se derrama ante nuestros ojos, después de tantas tardes desaparecida.

Se podrán discutir cosas por su puesto, no es esa la cuestión. ¿Por qué llevarlo hacia los chiqueros? ¿Por qué no acabar la faena en los terrenos dónde empezó? ¿Faltó un poco de hondura, de poder? Qué pena la estocada que desde dónde estábamos parecía contraria. Por supuesto. Pero hemos visto torear, hemos visto lo que da sentido a todo esto, a sentarse en la plaza a ver a esos hombres jugarse la vida. Oiga, no se ponga profundo que me voy. Descuide que ha sido sólo un momento.

De los otros dos matadores apenas hay algo que decir, sino que Emilio de Justo cortó dos orejas, de las de toreo automático y el Juli, lo mismo, un sola, pero del mismo estilo, de esas en que el torero parece un compás abierto dando vueltas como una peonza con el toro prendido de la punta exterior. Tampoco hay que cebarse, cada uno hace lo que puede, como nosotros, con tantas limitaciones. En fin. Que esta tarde estábamos allí de nuevo y que hemos visto Torear, con mayúscula, a Juan Ortega.

Para el Heraldo de Nava, Genaro García Mingo Emperador.

Por cierto, al recoger el coche se veía claramente que los señores que pagaban el aparcamiento delante de nosotros también venían de los toros. Les abordo con descaro. ¿Vienen ustedes de los toros? Se giran sorprendidos, si señor dicen mirándome de arribe abajo. Me apresuro a confirmar que yo también. Sonrisa. Voy al grano: ¿Qué les ha parecido Juan Ortega? Cuanto me alegra que sea esa su pregunta, porque esos muletazos, esos muletazos, lo otro, pues no, es otra cosa. Hay que venir veinte tardes para ver una cosa así. Nos despedimos coincidiendo completamente. Oiga, ¿y es imaginación mía o al señor ese, de buena pinta, por cierto, se le caía una lagrimilla mientras evocaba esos muletazos, esos muletazos…? Hombre, y yo que se, que cosas tiene, serán cuestiones del lagrimal descontrolado.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Varios. De los cuadernos del gran polígrafo A. Bergamota. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

El monstruoso café servido en el bar Casa Papo del casino local, por el sádico camarero. Mira impasible mientras las víctimas beben el mejunje y, día a día, lo empeora gradualmente.


Con la edad la necesidad de hablar es cada vez menor y lo que más nos atrae es el simple y sencillo afecto. Es posible que al darse cuenta de la superficialidad que en todo reina y de la ignorancia que triunfa, uno tenga el pudor de callar y quiera al menos reducir la propia. Lo que parece un brote de sabiduría es en realidad algo doble pues viene a ser justificación de  (…). ¡Oiga no termina las cosas!

Reunión. Una cabeza de romano, pelo blanco, peinado hacia delante, frente despejada, nariz recta. Dos cabezas levíticas. Una de apóstol, de retrato de Ribera, tonsura, negrura, tamaño, ángulos acusados. La otra de prestamista bien comido, nariz tirando hacia abajo, aguda, al encuentro de la barbilla tirando hacia arriba.

Circo, uno recuerda que le gustaba a Ramón... Se debate entre optar por la expresión el horrible mundo de las familias y el entrañable -tal vez el meritorio- mundo de las familias. Si pensamos que la familia es la que se encarga de educar, sujetar y encauzar a la bestia parda que es el Hombre, habrá que optar por la segunda expresión y reconocer que la familia, enloquecedora y gritona es también entrañable y meritoria, en cualquier caso, imprescindible, la única manera.

Desaparecidos el concepto y la mera idea de chica decente, la civilización se hunde.

lunes, 27 de septiembre de 2021

Variaciones

HDSP: Hierónimo Danza Sileno y Pérez.

RBT: Roberto Baring Tribulación. 

WHB: Werner Homero Bernaldo. 

No viajamos, ya sabe. Alcides, detrás de su fachada de amarilla barda, está en realidad estudiando a Elgar. Que ya se sabe de qué forma encaja, tristemente, con su inquietud por la primera guerra mundial. Así que nos pasamos el día envueltos en las variaciones Enigma, descifrando y descifrando, como oscuros agentes de un servicio secreto enclaustrados en la sala de cifras. El concierto para violoncello, que quiere usted que le diga. Lo compuso Elgar en 1918. Deja entrever algo de la nobleza y la pompa de la Inglaterra más altiva, pero todo queda envuelto ya en un aire de tristeza que parece superponerse al ritmo de marcha del segundo movimiento. Elgar escribió en 1917 que todo lo bueno, agradable, limpio y fresco y dulce, está lejos y, en 1919 dejó de componer. Así, hasta su muerte. Oiga, eso no es exactamente así, aunque quede muy bien, muy romántico. Lo que fue un duro golpe para él fue la muerte en 1920 de su mujer Alice, que había sido su gran valedora y apoyo. Y es cierto que supuso un parón en su actividad musical, pero la retomo más adelante. Los dos están enterrados juntos, en un cementerio católico. ¡Pero para que vea usted con que cosas estamos! Está insoportable, pero mañana le dejaremos con su murga y saldremos a dar una vuelta, un paseo revigorizante, un paseo saludable e higiénico. 


domingo, 12 de septiembre de 2021

Excursión. De los cuadernos del gran polígrafo A.B.

Breve excursión por la tarde a Santa Marta del Ródano, ciudad de la que es originaria la familia de Calvino de Liposthey, aunque no lo parezca. Tremendo calor, difícil circulación, los niños se duermen a la vuelta. La ciudad sobre el Ródano, como la de los Papas, su vecina, es blanca y hermosa, colocada sobre una altura, cargada de flores, silenciosa y solitaria y, como todas ellas, tal vez en exceso quieta. Un paisaje fosilizado habitado por gente que no parece corresponderle, que no casa con aquella piedra, con las portadas de los inmuebles, las ventanas historiadas, las almenas, las iglesias, las torres. ¿Qué sería de toda aquella gente? De saber hacerlo, de tener talento para semejante evocación, vendría aquí muy a la mano la elegía del tiempo pasado que no volverá, cantando las hermosas ciudades muertas; quietas y blancas momias dónde ya no resuenan ni el canto del trovador, ni el idioma de Mistral, ni los pasos de las caballerías. Blancas y sonrientes momias destinadas, inertes, a ser contempladas por ese ser extraño que es el turista. Y tal vez la palabra contemplación sea excesiva. No son más que el marco por el que deambula el turista, al azar, aquí como podría hacerlo en cualquier otro lugar o por el decorado bien pergeñado de cualquier rincón, real o imaginario.

sábado, 11 de septiembre de 2021

Historia de España. Sin cosillas como esta no se puede entender nuestro siglo XIX, dice Alcides Bergamota.

“Yo nunca había visto desolación semejante. Los enemigos en retirada quemaban, talaban, arrancando los tiernos árboles de las huertas, haciendo luminarias con la paja de las eras. Cada paso suyo aplastaba una cabaña, talaba una mies, y su rencoroso aliento de muerte destruía como la cólera de Dios. El rayo, el pedrisco, el simoun, la lluvia y el terremoto obrando de consuno no habrían hecho tantos estragos en poco tiempo. Pero el rayo y el simoun, todas las iras del cielo juntas, ¿qué significan comparadas con el despecho de un ejército que se retira? Fiero animal herido, no tolera que nada viva detrás de sí.”

Benito Pérez Galdós, La batalla de los Arapiles, Episodios nacionales, primera serie.

lunes, 6 de septiembre de 2021

¿Dónde exiliarse? Comentario a un artículo antiguo, por Genaro García Mingo Emperador.

¿Dónde exiliarse?¿A Syldavia o a Los Dópicos, capital de la república de San Theodoros? Lo que más me gusta de Syldavia es su rey, trasunto posible de nuestro Alfonso XIII de finos bigotes y vistosos uniformes. Está muy bien desahogarse, es muy necesario, coincido plenamente con usted en que sin duda es mejor hacerlo escribiendo que pagando una consulta. Ruego por esa misma razón, el desahogo, su indulgencia para lo que sigue.

Con el paso del tiempo y de las lecturas cada vez creo menos en eso de la tercera España que me parece una ocurrencia simpática, pero que no pasa de ahí. La sensación que yo tengo es simplemente que en España la historia se repite, esta vez en un contexto internacional de hundimiento general de la vieja civilización europea. Los efectos de la descristianización general empiezan a percibirse por todos lados.

Y en cuanto a España, pues el sistema del 78, con muchos defectos, iba funcionando, pero estaba muy claro que necesitaba muchas correcciones para enderezar un rumbo desde hace años orientado hacia el abismo: Partidocracia corrupta, falta de representatividad política, reinos de taifas autonómicos, ley electoral nefasta, predominio de minorías separatistas, importancia determinante del terrorismo en la vida política nunca resuelta, anomia galopante, persecución del español, empobrecimiento de la clase media, peso excesivo del sector público con deuda y déficit galopantes a la manera argentina, falta de pluralidad de los medios de comunicación, envejecimiento de la población, progresivo deterioro del tejido social, destrucción de familias, aborto, paro estructural, eutanasia a la vista, etc.

El régimen del 78 sin duda vino acompañado de prosperidad, pero llevaba dentro muchos males y el balance es preocupante. Porque no hemos llegado a la situación de hoy por casualidad, ni de repente. Esto lleva gestándose años, mientras todo el mundo ponía parches calientes a las barbaridades que íbamos viendo (desde los crímenes de la ETA a la persecución del español en España).

En lugar de la reforma que nunca se atrevió a llevar a cabo el PP, con dos inmensas mayorías absolutas que para eso se le dieron, el 11-M nos trajo a Zapatero y Zapatero trajo consigo la izquierda de 1934. Es así de triste, la misma. Y no cabe la excusa de que la trajo para responder a una persecución fascista o a la opresión de la derechona. No había tal. Fue como durante la II República. Para la izquierda, la II República debía ser de izquierdas o no ser. Ganó la derecha en el 33. Contra ese triunfo se organizó el golpe del 34 en toda España, aunque fuera más virulento en Asturias. Y ahora, nuevamente estamos en lo mismo, con los mismos actores: izquierda radicalizada, socialistas, comunistas y separatismos totalitarios de todo pelo con el brazo político de ETA a la cabeza, todos ellos a la caza de España y de nuestra convivencia. Es así de triste.

Uno de los fallos más graves del sistema del 78 fue sin duda inspirarse en la II República y propiciar la ausencia de una verdadera derecha. El PP no lo ha sido nunca, sólo ha sido el partido turnista de un reparto oligárquico del poder, a la manera del siglo XIX. Cargado de complejos fue además cediendo todo el terreno cultural a nuestra paupérrima izquierda, hasta el punto de que verdades obvias (como por ejemplo la carga de asesinato en masas del comunismo) no se pueden decir hoy en voz alta sin verse abrumado por el oprobio oficial. El famoso páramo cultural empieza a parecer más propio de esta etapa que de aquellos cuarenta años tan vilipendiados.

Lo de acudir al liberalismo -palabra polisémica donde las haya- yo lo entiendo por su parte como un reflejo para buscar refugio ante el panorama que tenemos encima, ¡bajo algún techo habrá que cobijarse! Sin embargo, liberalismo y libertad no son exactamente lo mismo. El liberalismo no deja de ser una ideología, con todo lo que ello implica de interpretación sesgada y limitada de la realidad, con un concepto del hombre basado en la libertad negativa que hace de nosotros mismos el centro y medida de todas las cosas. Mientras hubo una sociedad tradicional, heredera del cristianismo, que logró mantenerse en pie, el liberalismo pudo implantarse, sujeto y acotado por creencias que no habían desaparecido del todo, y que daban lugar a sociedades que no habían perdido ni estructuras, ni sentido común. Se da la paradoja de que el liberalismo ha podido implantarse en Europa al amparo de un mundo tradicional al que ha ido lentamente destruyendo.

Hemos llegado al punto en que, al nacer, el españolito de hoy pronto pasará unos años mirándose el ombligo para dilucidar si es hombre o mujer, porque ni eso tendrá ya claro. No vayamos entonces a pedirle que luche por un premio Nobel o por su patria.

lunes, 30 de agosto de 2021

Sobre la España Imaginaria de Aquilino Duque. Apunte.

Terminamos ayer La España imaginaria, de Aquilino Duque, magnífica colección de artículos que resulta fascinante leída hoy, pues los primeros son de finales de los sesenta y el último de 1983. No he conseguido encontrar en ellos la expresión materialismo orgánico utilizada para definir al franquismo, aunque pensaba que la había leído en alguno de ellos. 

En 1967 escribe, por ejemplo, lo siguiente:

“Por todo lo dicho, yo pienso que con lo único que cabrá equipar a la Sevilla del futuro será con el cementerio de Génova, derroche de mal gusto de las masas burguesas, o con la Exposición de realizaciones de Moscú, derroche de mal gusto de las masas burocráticas. Sin embargo, no es cosa de extremar nuestro rigor con los pobres nuevo ricos, con los humildes grupos de presión y otras criaturas del materialismo ambiente, más o menos dialéctico, cuando lo cierto es que si casi campan por sus respetos e imponen sus gustos es gracias a una tecnocracia para la que el humanismo y la cultura, amén de poco lucrativos, son gérmenes de inquietud política; una tecnocracia que entiende el progreso y el urbanismo como esos curas que entienden el aggiornamento y el Concilio haciendo polvo la liturgia. No nos maraville, pues, si un día se juntan los que Dios crió y vemos el Palacio Arzobispal convertido en complejo hotelero.”


viernes, 7 de mayo de 2021

Comer solo, segunda parte. Un apunte de los cuadernos de A. Bergamota (época de hierro).

¡Como hemos comido! Pero ¿porqué habla en plural si ha comido sólo? En primer lugar, porque gusto mucho de estos plurales tan finos, en segundo lugar, porque no es cierto del todo que hay comido sólo, me acompañaban Marino Gómez Santos, Eugenio Montes, Unamuno y Azorín, Rafael Sánchez Mazas, y no sigo. Lo que ocurre es que usted estas cosas no las entiende porque es un zoquete, en varias de las acepciones de la palabra. Tanto en el sentido de persona fea y de mala traza, especialmente si es rechoncha (cuarta acepción), que usted rechoncho es y feo no digamos; como en el de persona tarda en comprender (quinta acepción). Considerarle incluido en la sexta (pedazo grande de carne vacuna) me parece que sería de una crueldad excesiva, aunque argumentos para ello no falten.

lunes, 26 de abril de 2021

Comer sólo. Un apunte de los cuadernos de A. Bergamota (época de hierro).

Antes no pensaba que un día llegaría a comer sólo. Uno se veía más bien formando parte de una eterna tertulia, ejerciendo una mezcla de estoico silencio y verborrea hispánica. Pero el rodillo se impone y las cosas salen más como quieren que como pensábamos. Allí estamos, en la mesita dónde nos deposita un camarero que ya no se extraña de estas cosas. Sacamos el libro que nos hace compañía y lo cierto es que, puesto que vivimos en un ajetreo constante, este rato de soledad acaba por no parecernos mal. Y luego está el truco de las gafas. El sencillo gesto de quitárselas, dejando libre la nariz de su peso, es suficiente para que la miopía se adueñe de la situación rodeándonos con una vaga nebulosa, una proximidad borrosa, difusa, que nos aísla felizmente de un espectáculo que a menudo no es edificante. Lo del espectáculo depende un poco de dónde se coma y de la suerte que se tenga. La nube miope es menos importante en el polígono que, por ejemplo, en la cafetería de un centro comercial situado en una zona residencial de alto nivel de vida, dónde resulta no sólo necesaria sino imprescindible.

martes, 20 de abril de 2021

Historias de J. Nipón (o Nippon). Coleccionadas por Genaro García Mingo. II.

J. Nipón, tan aficionado al fútbol, nos recuerda en estos días de mundial que a los marroquíes les llaman los leones del Atlas, mientras que, a los tunecinos, las águilas de Cartago, y con estas hermosas palabras tan cargadas de sentido y épica nos quedamos pasmados y parece que la mañana pierde algo de su cansina rutina.

Me dice J. Nipón hablando de las coderas que necesita mi jersey:

-             Quedaría moderno dentro de tu antigüedad, quiero decir, de tu clasicidad.

El gran Nipón me anuncia que van a publicarle su segundo libro de poemas. Duda entre varios títulos: Versos confinados, Versos a la Sal, Ruperta la poesía despierta, Versos confitados, Barbacoa o macedonia de versos, Ensalada de versos variados, Bocata de versos, Versos con tocino, etc.

Me dice J. Nipón, fisgando un libro que me acaba de llegar: es bastante grueso, pero como tú eres una ardilla de biblioteca… Y nunca mejor dicho. No acabamos de entender por qué lo de nunca mejor dicho. Me quedo con que mejor ardilla que ratón, o que rata, desde luego. Al mencionar a un niño en la llamada edad del pavo, Nipón apostilla, ¡más bien del faisán!

jueves, 15 de abril de 2021

1917. El Estado catalán y el soviet español.

El historiador de origen granadino Roberto Villa García acaba de publicar en la editorial Espasa el libro titulado “1917. El Estado catalán y el soviet español”.

De la entrevista con el autor que publica el medio digital Todo Literatura (https://www.todoliteratura.es/) destacamos lo siguiente:

Realmente lo que se ha publicado sobre la revolución española de 1917 era desenfocado, incompleto y fragmentario. Cuando te acercas a aquellos acontecimientos, te das cuenta de que no se conocen con el detalle con el que conocemos, por ejemplo, lo sucedido de 1931 en adelante. Sólo sabemos generalidades y no pocos hechos han sido sometidos a tergiversaciones partidistas”, sostiene Roberto Villa García. En su opinión “la encrucijada actual que se nos plantea a los historiadores es si volvemos a las fuentes para establecer con precisión hechos y procesos, con la aspiración de conocer qué sucedió en realidad, o si vamos a conformarnos con los relatos y las narrativas, esto es, si vamos a permitir que la historia de nuestro siglo XX sirva sólo para fabricar una Memoria oficial y, a través de ella, una coartada para legitimar determinadas causas políticas del presente.

Realmente, el historiador en su contestación nos da la clave de como enfocar las cosas, tanto para quien quiera dedicarse a la historia profesional o simplemente acercarse a ella como lector.

El autor de la entrevista es Javier Velasco Oliaga. Puede leerse completa en https://www.todoliteratura.es/noticia/54541/entrevistas/entrevista-a-roberto-villa-garcia:-hasta-la-publicacion-de-este-libro-no-se-conocia-lo-que-sucedio-en-nuestra-revolucion-de-1917.html.  

Un ejemplo extremo para ilustrar lo anterior sería el de las famosas fotos de Stalin. Como es sabido, Stalin ordenaba que se retocaran las fotografías en las que aparecía para eliminar de ellas a los colaboradores que habían caído en desgracia o a los que había mandado asesinar. El ministerio de la verdad de 1984 de Orwell actuaría de la misma forma. Pues bien, el álbum de fotografías retocadas de Stalin en su conjunto constituye un relato. Sin embargo, la realidad, los hechos, estarían en las fotos sin retocar, tal y como las tomó el fotógrafo.

En las conversaciones sobre historia entre aficionados y en muchos de los libros escritos por divulgadores o por sesudos historiadores resulta asombroso ver como predomina el relato. Se prescinde de los hechos que sean necesarios para encajar el relato en el propósito buscado, desaparecen perspectiva, matices, hechos. La historia comparada es por supuesto inexistente. Esto sucede a veces por pura ignorancia. Por ejemplo, cuando se dice que España es un mosaico de naciones y esto se afirma apoyándose en la existencia de algunas lenguas regionales, como si estas lenguas no existieran en el resto de Europa. El que esto afirma simplemente no sabe, no es consciente o no recuerda que, en Italia, Alemania, Reino Unido e incluso Francia con otros matices, las lenguas regionales son más numerosas que en España, tienen más vigor y hasta hace poco faltaba un idioma común como el español, papel asumido por el alto alemán o el toscano cuyo uso se generaliza y estandariza sobre todo a partir del siglo XIX. En otros casos, no se trata de ignorancia sino de mala fe, sectarismo o servicio a una causa ideológica (no la llamemos política) o monetaria. Ambas suelen ir de la mano.

domingo, 21 de marzo de 2021

Recuerdo de una tarde de toros. De los cuadernos de A. Bergamota, cortesía, como siempre, de Calvino de Liposthey, biógrafo.

Se nos ha quedado la retina cárdena y como afilada, con la impresión de los toros de Saltillo Albaserrada, de José Escolar. Calor abrasador, pero, esta vez, excepcionales entradas de sombra, que no son del todo aprovechadas por aquello de que, a los toros, mejor sólo que mal acompañado, oiga usted. A medida que avanza la tarde se mueve el sol por la plaza y cambia la luz, de cegadora a más ligera y etérea.

Dominan los toros la escena: de salida son impresionantes, con un trapío que impone un respeto repentino, lindante con un amago de pavor. Su presencia llena la plaza, son el centro absoluto, no hay nada más que ese centro móvil que se desplaza a sus anchas, sobrado de poder, por el redondel. Salvo uno que dobla una vez, no se caen. Tienen fuerza, pies, codicia… y sentido. Aunque todos humillan y se les adivina la posible faena, las pocas veces que los diestros les bajan la muleta y se la dejan en la cara, tirando con temple y sin brusquedad, la faena no cuaja. ¡Porque qué difícil es eso, que sitio y que técnica hay que tener! Y junto con la vista, el sitio y la técnica, es necesario además, el valor para batirse con el mirar y las arboladuras extremas de los cárdenos de José Escolar.
 
El agua de una tubería rota corre por la acera de una calle del barrio de las Ventas, ladrillo rojo, cerramientos abigarrados, persianas verdes y antenas por todos lados, como excrecencias metálicas del ladrillo, en este barrio tan de Madrid en su pobretería, o en su modernez pueblerina. El agua corre por la acera y llena el alcorque de una catalpa en flor. En este rincón de Ventas, al caer la noche, las acacias han cedido el lugar a las copas verdes, de hojas anchas y gruesas, de la catalpa.

sábado, 20 de marzo de 2021

Fragmentos de un cuaderno. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

Larga lectura ayer con un inmenso habano sabrosísimo que cumplió a la perfección su papel de silencioso compañero de lecturas.

Madrid en invierno con el aire purificado, limpio, con las transparencias de la luz llevadas a su máxima expresión por unos días de lluvia previa, es hoy la ciudad de las mil perspectivas. Cruzando Fuencarral para llegar a Alonso Martinez vemos la calle moverse infinita, como una inmensa pasarela aérea, como si fuera una brillante y límpida cinta de tela de raso. Baja primero, sube luego hasta las nubes. La perspectiva y las distancias modificas son el efecto de las torres y de las cúpulas de las iglesias. A lo lejos, bajo un cielo espléndido, los perfiles de la Gran Vía.

Los ojos del archiduque Alberto, un poco globulosos, nos miraron melancólicos. Mucho más firme en la expresión el rostro de su mujer, la infanta Isabel Clara, hija del Rey prudente.

Tereso Infante, que tomó café con nosotros ayer, asegura que todos los seguidores de las series ofrecidas por las plataformas digitales son unos perfectos tarados. Hombre, no diga eso, le dice Luis Mogroviejo que había traído unas pastas. Sospechamos que Luis Mogroviejo no está enganchado a una serie sino a varias de forma simultánea y, por lo tanto, no hace otra cosa. Tereso Infante no le hace caso y remata: Quieren ser masa, sentirse unidos al prójimo de alguna manera, incluso por lo más bajo, ahora que la religión ya no cumple para ellos ningún papel. Cambiamos el tema con una larga cambiada, imperceptible de tan ligera.

En Añe, breve charla con Teófilo G. A. Nos dice que en el pueblo hay treinta personas. Todos jubilados menos uno que es agricultor. Cuando era joven salían a trabajar al campo con mulas, machos y bueyes sesenta o setenta personas. Ninguno de sus cuatro hijos vive en el pueblo.

La espléndida iglesia de Zamarramala, día de inmensas perspectivas, siempre con la montaña nevada al fondo, como si se desplazara con los caminantes. Siempre para admirar el espléndido paisaje nos volvemos y volvemos mientras avanzamos. Silencio, luz, brisa, alturas. En los cielos se desenvuelve en silencio la vida alada de buitres, milanos, águilas, cigüeñas, que planean en lo alto sin emitir sonidos que podamos oír.




Sueños del Amigo Pulardo.

Muerte y juicio, infierno y gloria, ten cristiano en tu memoria.

El amigo Pulardo ha soñado que le decía su mujer que bebía demasiado. Se ha despertado con un sobresalto, recordando de repente que es soltero. Se ha vuelto a dormir y ha vuelto a soñar. Ha soñado que era norteamericano, que se llamaba Johnny Poulard, que era ecofriendly, foodie y lefti. Y también activista en pro de varias causas nobles, defensor de las gallinas, patrocinador generoso de un canal en abierto para cluecas y presidente de un club de ayuda para gallos capados.  Se ha asustado un poco, ya semiconsciente y, alargando la manina ha palpado en la penumbra del cuarto, sobre la mesilla de noche, las entradas de tendido alto para el no hay billetes de mañana a las siete. No ha soñado más.



domingo, 14 de marzo de 2021

Cosas crudas (absténgase por favor) y un apunte de J. Nippon.

Dice Tato que está la meada cafetera y la meada esparraguera y que vuelve el botinismo y que a partir de ahora el hablará en castilla.




Gregorio Mayans y Siscar, que escribía, en 1737, en su libro Orígenes de la lengua española lo siguiente: Por «lengua española» entiendo aquella lengua que solemos hablar todos los españoles cuando queremos ser entendidos perfectamente unos de otros.


J. Nippon, nuestro down, hablando de un compañero de clase ladrón: es como Fefé pero en down, yo le llamo Fefédown.

viernes, 12 de marzo de 2021

Ensoñación

Visto con la perspectiva de hoy mismo, lo que viene a continuación parece sacado de un sueño, de otro mundo, de otra época. Prepárense, ahí va:

Fin de semana en Segovia, recorriendo una etapa del Camino de Santiago. Volvíamos ayer a casa, a Madrid, como si hubiéramos estado fuera un mes, con la sensación de volver de un viaje largo y extraordinario. Zamarramala, Añe, Santa Maria la Real de Nieva, Nava de la Asunción. Largas etapas, veintitrés kilómetros el primer día y veintiséis el segundo. Durante dos días vivimos en un paisaje, plenamente inmersos en él, descubriendo sus matices, sus cambios, al ritmo lento de nuestros pasos. Han quedado atrás todas las rutinas, el cálculo de alternativas, la evaluación de posibilidades, etc.






domingo, 28 de febrero de 2021

Bernanos. De los cuadernos de A. Bergamota, cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

Toda la tarde con Doroteo repasando el jardín y esa inmensa huerta, tomando nota de los desperfectos de Filomena. Hay unos cuantos. No ha sido un nublado, no. Y Tato a la hora de comer nos ha dado un poco la brasa con que, si la tía esa está buenísima, que algo hay que hacer. Le miramos Doroteo un poco sobresaltados. Le dimos un giro a la conversación pensando los dos que tal vez tuviera que internarle unos días en su propio sanatorio. Está cansado no hay duda. He terminado hace un rato el libro Journal d’un curé de campagne, de George Bernanos. Hace días que quería apuntar algunas impresiones. La primera de ellas es que estoy seguro de haberlo leído una primera vez. Esta sería por tanto la segunda lectura. Pero esto me parece inexplicable. ¿Qué pude entender de la primera lectura? No debí probablemente entender nada. Pero quien sabe. Es todo menos un libro fácil. Todavía estoy bajo la impresión. Justo en estos días en que la muerte de P. está omnipresente. Recordaba la parte de la condesa, las visitas del sacerdote a la gran casa de campo (el chateau francés) y el desenlace inesperado, que es uno de los momentos importantes del libro, si es que alguna de las páginas puede colocarse por encima de las demás, lo que bien mirado no parece posible. El libro es un bloque, de una altura y densidad que apabullan un poco.  Es un libro sobrecogedor, denso, ya lo he dicho, espeso, a veces pringoso, como ese suelo de arcilla que sólo seca en verano y esa lluvia de gotas gruesas, casi aceitosas que tan bien se describen. Parece que la humedad rezuma de sus páginas, que vamos a tener que secarnos las manos que sujetan el libro. Otras veces son la miseria, el desamparo las que se hacen presentes de una manera desconcertante. Un libro desasosegante, leído desde nuestra pequeña y cómoda poltrona. Pero también leído teniendo presente nuestra propia vida en perspectiva y nuestra muerte por delante, tal vez ahí mismo. Si. Y no hay en ello – en la muerte, en la vida que concluye cuando lo hace- ninguna injusticia, nada que reclamar. Lo expliqua bien el pobre sacerdote cuyo diario leemos, al sentirse enfermo, casi moribundo : « Même sur la Croix, accomplissant dans l’angoisse la perfection de sa Sainte Humanité, Notre-Seigneur ne s’affirme pas victime de l’injustice : Non sciunt quod facient ». Es un texto largo, doloroso y de una gran belleza. Nos hace pasar por tanto dolor, tantos personajes rendidos, castigados por una vida implacable con ellos, sumisos y cargados de una bondad que parece casi la de un animal inocente. Y están también, en grado feroz, la maldad, el orgullo, el egoísmo, la obstinación y la perseverancia en el mal de que somo capaces, que habitan en lo cotidiano como una mancha casi indeleble. Y este sacerdote, párroco pueblerino, de un ínfimo origen social, de pobre salud, fruto de una estirpe en la que se han transmitido de padre a hijo los frutos de la miseria encarnados hasta en una genética adulterada por generaciones de mala alimentación, de alcoholismo, este pobre sacerdote, que tanto duda de sí mismo, está sin embargo en gracia de Dios y lee en los demás, en las almas de los demás. Casi sin darse cuenta, a veces a su pesar, de una forma que puede hasta desconcertarle pues, por su torpeza, timidez y pobre aliño se cree incapaz de dirigirse al prójimo de manera conveniente, cuanto menos como sacerdote y director espiritual. Y sin embargo… Se dicen ante él, cosas que se han callado durante años, cosas que no se han dicho ni a uno mismo.  Junto a él, un desfile de personajes entre los que destaca por su fortaleza, su prudencia, su bondad, el cura de Torcy que se hará de alguna manera cargo, en la medida de lo posible, al menos como una presencia amiga, de su compañero más joven. Y creo que hasta aquí estas apuntaciones sueltas. Il est plus facile que l’on croit de se haïr. La grâce est de s’oublier. Mais si tour orgueil était mort en nous, la grâce des grâces serait de s’aimer humblement soi-même, comme n’importe lequel des membres souffrants de Jésus-Christ.