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sábado, 20 de marzo de 2021

Fragmentos de un cuaderno. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

Larga lectura ayer con un inmenso habano sabrosísimo que cumplió a la perfección su papel de silencioso compañero de lecturas.

Madrid en invierno con el aire purificado, limpio, con las transparencias de la luz llevadas a su máxima expresión por unos días de lluvia previa, es hoy la ciudad de las mil perspectivas. Cruzando Fuencarral para llegar a Alonso Martinez vemos la calle moverse infinita, como una inmensa pasarela aérea, como si fuera una brillante y límpida cinta de tela de raso. Baja primero, sube luego hasta las nubes. La perspectiva y las distancias modificas son el efecto de las torres y de las cúpulas de las iglesias. A lo lejos, bajo un cielo espléndido, los perfiles de la Gran Vía.

Los ojos del archiduque Alberto, un poco globulosos, nos miraron melancólicos. Mucho más firme en la expresión el rostro de su mujer, la infanta Isabel Clara, hija del Rey prudente.

Tereso Infante, que tomó café con nosotros ayer, asegura que todos los seguidores de las series ofrecidas por las plataformas digitales son unos perfectos tarados. Hombre, no diga eso, le dice Luis Mogroviejo que había traído unas pastas. Sospechamos que Luis Mogroviejo no está enganchado a una serie sino a varias de forma simultánea y, por lo tanto, no hace otra cosa. Tereso Infante no le hace caso y remata: Quieren ser masa, sentirse unidos al prójimo de alguna manera, incluso por lo más bajo, ahora que la religión ya no cumple para ellos ningún papel. Cambiamos el tema con una larga cambiada, imperceptible de tan ligera.

En Añe, breve charla con Teófilo G. A. Nos dice que en el pueblo hay treinta personas. Todos jubilados menos uno que es agricultor. Cuando era joven salían a trabajar al campo con mulas, machos y bueyes sesenta o setenta personas. Ninguno de sus cuatro hijos vive en el pueblo.

La espléndida iglesia de Zamarramala, día de inmensas perspectivas, siempre con la montaña nevada al fondo, como si se desplazara con los caminantes. Siempre para admirar el espléndido paisaje nos volvemos y volvemos mientras avanzamos. Silencio, luz, brisa, alturas. En los cielos se desenvuelve en silencio la vida alada de buitres, milanos, águilas, cigüeñas, que planean en lo alto sin emitir sonidos que podamos oír.