El
cepogordismo desea empezar el nuevo curso escolar con una declaración solemne
que se compone de dos partes:
En
primer lugar el cepogordismo se ha propuesto ser más comedido y modesto, menos
beligerante y audaz, más moderno y trendy, también menos invasivo. El
cepogordismo quiere evitar invadir los buzones de correo de sus seguidores, el
cepogordismo se hace discreto, cumplidor, moderado, se pasa al “opt in” y deja
de imponerse.
En
segundo lugar el cepogordismo desea dejar claro que forma parte constitutiva
del ser cepogordista el entusiasmo por las cortezas de cerdo, aperitivo
hispánico por excelencia que defendemos a rajatabla contra viento y marea,
contra sexis y contra cursis.
Finalmente,
para ser transparentes, que es lo que se lleva ahora, dejamos constancia aquí de
que una parte de la redacción cepogordista
considera que puede existir una contradicción entre los dos párrafos anteriores,
que podrían resultar antitéticos, incoherentes, incasables, encontrados, no
siendo posible proclamar primero una cosa y luego la contraria. La otra parte
de la redacción no ve contradicción alguna sino un exceso de remilgos y de
aires del momento. La cosa ha quedado en tablas. El amigo Pulardo les manda a
todos un afectuoso saludo, a las señoras; y un viril abrazo hispánico, a los
señores (aunque para darlo tenga que ponerse, ¡ay!, de puntillas).