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miércoles, 1 de marzo de 2017

EL AUTOBÚS DEL ODIO

La reciente polémica en torno al autobús de Hazte Oir, pone de manifiesto un asunto de gran interés, un asunto incómodo que los bienpesantes evitan como la peste pero que a mi juicio es capital, me refiero a la imposición del pensamiento único que va unida a la eliminación científica y sistemática de cualquier célula de disensión.

Como ha sido demostrado y explicado en reiteradas ocasiones por autoridades de nivel indiscutible (por ejemplo el cardenal Sarah) la agenda mundial de la ideología de género tiene por objeto modificar radicalmente al hombre a través de la demolición de la visión cristiana del mundo y por tanto de la antropología cristiana fundada en el orden natural de lo creado.

En España, los operativos del movimiento (que cuenta con infinidad de ramificaciones en todos los ámbitos de la sociedad y la actividad humana) han conseguido numerosas victorias, siendo una de las más importantes la aprobación de un tipo penal "el delito de odio" incorporado al Código Penal mediante la reforma de 2015. 

No es éste el lugar para detenernos en un examen detallado de la norma, baste decir que la inclusión específica de la orientación sexual entre los supuestos de hecho, abre (potencialmente) una puerta a interpretaciones que igualen la opinión diferente con el odio.

La ideología de género es una opinión no una verdad indiscutible, si opinar en contra de la ideología de género puede interpretarse como un acto de fomento o incitación al odio y a la hostilidad contra los que piensan diferente (y abogan por la ideología del género y sus consecuencias) nos encontramos ante el riesgo de la condena ideológica (como no piensa como yo, me odia) y el serio riesgo de sufrir un castigo penal.

¿Manifestar una visión contraria a la ideología de género supone incitación al odio? 

¿Exponer esa opinión de manera clara en un lugar público supone una incitación al odio?

Ese es el quid de la cuestión del autobús y será muy interesante conocer el razonamiento del fiscal y e su caso del juez que revisen este asunto.

Espero, por el bien de la Justicia y del futuro de España que no se caiga en la persecución ideológica al amparo de un tipo penal cuyo valor es sumamente discutible. 

Opinar distinto no supone odiar, aunque el movimiento de la verdad única no hace prisioneros ni perdona disensos.

miércoles, 27 de julio de 2016

GAZMOÑERIAS PURPURADAS


Las reacciones de la jerarquía francesa y vaticana se han sucedido según lo previsto. Se nos pide a los católicos que no caigamos en el odio y no sucumbamos al deseo de venganza. Ambas recomendaciones me parecen acertadas pero no creo que, ni de lejos, sea esa la cuestión fundamental a debate.
 
Pedir a los cristianos que aguanten y sean caritativos, sin más, es quedarse un poco corto, el problema es que redondear el discurso supone entrar en terrenos que la corrección política de la jerarquía evita como la peste. 
 
Andar por el fino alambre de la equidistancia se ha convertido en uno de los ejercicios favoritos de muchos prelados y dignatarios de la Iglesia Católica.
 
 
Las declaraciones de monseñor Vingt-Trois al diario Le Figaro son un ejercicio de ballet para no pisar los huevos podridos que se esparcen por toda la superficie de occidente.
 
 
Nadie pide a nuestros amables pastores que imitando a sus predecesores del medievo y se armen y subidos al carro de combate engalanado con la Cruz de San Andrés o la de Lorena acaudillen la lucha de las huestes cristianas contra las tropas del yihadismo pero algunos si les pedimos que no traten al personal como si fuéramos idiotas y que no confundan a muchas buenas y cándida almas que permanecen atentas a sus indicaciones.
 
 
Señores de la jerarquía:
 
Apliquen su propia doctrina y eviten el relativismo. No todo es lo mismo y si, existen diferencias culturales. Si hay culturas superiores e inferiores. Si hay culturas de amor y paz y culturas de odio.
 
No todas las religiones ni todas las formas de vivir la religión son iguales.
 
El reconocer bien alto y claro lo anteriormente dicho no supone perseguir a nadie ni encarcelar a nadie ni guetificar a nadie. Todo lo contrario. Tratando al malo como lo que es se limpia el medio y se ayuda al bueno.
 
El gran problema de occidente ha sido precisamente ese buenismo que ha convivido con los bidonville y los banlieu guetificados.
 
Deben ustedes pedir a los guías musulmanes que den un paso adelante y combatan el mal que han cobijado en su seno y que emplea la fe islámica como arma arrojadiza contra el resto de la humanidad.
 
Deben ustedes pedir a los políticos y los poderosos del mundo que dejen de apoyar las redes y tramas que hacen posible la muerte casi diaria de inocentes.
 
Animen ustedes a los cristianos con todos los medios disponibles. Defenderse no es pecado. Defender la vida y la fe de uno es una obligación y un derecho inalienable reconocido por la mejor doctrina del Derecho Natural.
 
Que occidente se rearme moral, intelectual y físicamente no es incorrecto. Es necesario. No se dejen llevar por un falso buenismo que hace un daño terrible y confunde las conciencias de sus feligreses.
 
Gracias a Dios no toda la jerarquía se anda con paños calientes. De todas las reacciones me quedo (una vez más) con la del cardenal Robert Sarah. Este cardenal africano es una de las voces que habla más claro y mas alto. Este pastor si que se ocupa de sus ovejas sin tapujos y sin gazmoñerías. Bendito sea.