lunes, 25 de febrero de 2013

LA VERDADERA CRISIS

Mientras los políticos españoles se dedican a debatir sobre asuntos que sólo les preocupan y ocupan a ellos mismos en un ejercicio de egolatría pocas veces visto, los asuntos verdaderamente graves que afectan a la sociedad quedan arrumbados y sin solución.

El genocidio del aborto sigue sin resolver.¿Hasta cuando vamos a ser cómplices del asesinato masivo que se viene perpetrando en España con total impunidad? ¿Cómo se pretende tener una nación más rica y próspera cuando se está atacando el derecho a la vida, fundamento de toda sociedad civilizada?

La verdadera crisis de España, de Europa y de la cultura occidental que hace siglos era faro y guía del mundo es una crisis de valores. 

No nos cansaremos de repetir una y otra vez. Europa sin Cristo no tiene sentido. Sin la práctica y actualización de lo valores y principios de la Santa Madre Iglesia, Europa anda perdida cómo un cordero que no encuentra ni a su rebaño ni a su pastor.

Mientras Europa continúe regida por una mayoría de poder laicizante y masónica, los problemas fundamentales quedarán sin solución y los ciudadanos quedarán a merced de los embates de una vida vacía, sin horizonte.

Sanglier. 



viernes, 22 de febrero de 2013

FIESTA DE LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO. HOY, MÁS QUE NUNCA, TODOS CON EL SANTO PONTÍFICE.

              LA IGLESIA CELEBRA HOY 22 DE FEBRERO LA FESTIVIDAD 
                                       DE LA CÁTEDRA DE SAN PEDRO 
                               JMJ_profesores4  

jueves, 21 de febrero de 2013

PIPISMO

Reflexionaban Tato y Alcides sobre altas cuestiones, mientras Doroteo ponía al día su correspondencia, abriendo los elegantes sobres de la Sociedad Heráldica con una fina daga a modo de abrecartas.

- La cuestión de la pipa no es el habano, ni mucho menos. Así de sentencioso empezó Alcides, para continuar de esta manera:

- En la pipa priman sin duda la belleza del gesto y del objeto sobre el fumar. Belleza, estética, gesto, no es poca cosa. Pero fumar, fumar, el habano. Porque el habano tiene como supremo atributo, la lentitud, la languidez, el tiempo suspenso.

Tato, en lugar de replicar, le siguió el juego: 

- La pipa es más acida, requiere más atención, es más femenina y por tanto más nerviosa, apenas puede estar tranquila, requiere atención, exige cuidados, quiere protagonismo, se apaga caprichosamente. Es aromática, es ligera, ingrávida, tiene un punto de inconsistencia y romanticismo, la búsqueda del gesto, la pose antigua, la brevedad también. Fumar una pipa es, siempre, recordar a mi tío C., que la fumaba de brezo, sujetándola en un lado de la boca, mientras hablaba por el otro, con la pierna cruzada, el gesto pausado y airoso, la pierna cruzada, calzado de alpargata veraniega y pantalones claros, bigote, alta nariz. ¿Cómo transcribir aquí el recuerdo de su voz que todavía oigo?

Y es aquí cuando los dos echaron a andar para dar un paseo de esos, al caer la tarde.

MARIANO RAJOY: LA MENTIRA NO POR MUCHAS VECES REPETIDA SE CONVIERTE EN VERDAD.

Hace tiempo que decidí dejar de comentar los desafueros de la que he dado en llamar la Banda del Empastre; ese alegre grupo de irresponsables comandado por Mariano Rajoy que han tenido la "gracia" de obtener mediante engaños (como por otra parte es habitual en esta falsa democracia) el gobierno de la Nación.

Rompo esa disciplina autoimpuesta al escuchar casi de refilón la voz monocorde y engolada de Mariano en una de sus intervenciones del Debate que dicen, cursis ellos, del "Estado de la Nación".

Mariano no quiere bajarse del momio autonómico. Mariano hace loas y bate palmas ante los logros alcanzados. Mariano es un redomado caradura que no molestaría a nadie mínimamente avisado si no fuera por tres razones de peso; la primera que nos toma por idiotas y eso molesta, la segunda porque nos vacía los bolsillos y la tercera porque con sus gracietas y sus chistes, sus muletillas del "Mire usté..." y esa pose semihierática de canónigo sorprendido a medio eructo se está cargando lo poco que dejaron vivo los anteriores gobiernos de este periodo de la restauración borbónica de Juan Carlos I rey de España por gracia del "odiado Caudillo", que menuda ocurrencia tuvo el pobre.

Mariano Rajoy se aferra a la poltrona y se pone serio. Apela a su condición de electo con apoyo mayoritario para agotar la legislatura con promesas de que al final de la comida viene le bueno. No quiero ni pensar el postre que nos tendrá preparado semejante cocinero.

El problema de España no es único y anda la vieja Europa con achaques por doquier. Desde el fin de la II Guerra Mundial y una vez establecido el bipolarismo Comunismo/Anitcomunismo como eje central de la cuestión internacional, la Europa que dio su cultura a medio mundo ha ido entrando en una agonía lenta y de momento imparable.

Si Europa ya no es referente de nada bueno, en España la cosa adopta tintes trágicos ya que comenzamos a ser referentes de todo lo malo. Los lectores cepogordistas dirán que es ésta una vieja cantinela y que tienen los anaqueles llenos de soflamas y panfletos de toda época y color desde los tiempos de Iliberis hasta el 98  y después, anunciando de la crisis de España y lamentándose de gobiernos y gobernantes. 

Lo que a mi juicio supone una grave novedad es que en todo tiempo anterior hubo crisis y desastres, se perdieron años y vidas, se quebraron sueños y se torcieron voluntades, nuestros campos se tiñeron de sangre y nuestras esperanzas se tornaron vanas pero siempre se alzaron voces y hombres que iniciaron la senda de la recuperación y lucharon contra el poder propio o extraño para recuperar la esperanza del hombre al que Dios, nuestro creador, hizo libre, mientras que hoy, no parece que existan esos hombres ni se vislumbra una sombra siquiera de reacción.

Como explica el Profesor Dalmacio Negro Pavón en su excelente obra La Situación de las Sociedades Europeas, se corre el riesgo que de la crisis política alumbrada por los nefastos gobernantes sólo se pueda salir tras un periodo de dictadura. No es algo que los oídos del ciudadano medio quiera escuchar pero es una de las posibles consecuencias de un sistema basado en la mentira y mantenido por mentirosos.

Cuando el gobierno de una nación es incapaz de proveer a la sociedad de las condiciones básicas para las que existe, es decir paz, seguridad y justicia; cuando no hay Derecho sino Mentira, cuando hay exacción pero no Justicia, cuando la casta política se convierte en tiranía, o se rompe el yugo y se corrigen las causas o la Nación va directa a su disolución por la simple imposibilidad de la convivencia.

La responsabilidad de Mariano Rajoy es enorme. Mucho me temo que carece de las ideas y la voluntad para cambiar las cosas, si estoy en lo cierto debería irse y dejar que esta fruta podrida caiga al suelo para que de su humus surja una planta nueva. 

España precisa, una vez más en su Historia, de una regeneración mucho más profunda de la que preconizan las pocas voces que hablan de esa necesidad (UPyD). España necesita de un gobierno que venga de la sociedad civil, de los no contaminados ni comprados, de los no corrompidos por el sistema, de los hombres y mujeres que no tienen hipotecas políticas ni intereses partidistas y sobre esa base humana, por pequeña que ésta sea, edificar un futuro dónde primen los valores del Derecho Natural, donde haya un justo reparto de las cargas y los derechos, dónde la seguridad y la justicia sean las mayores preocupaciones, una Nación en fin, dónde puedan vivir los hombres y dónde no prosperen los gusanos.

Sanglier.  

miércoles, 20 de febrero de 2013

Una Iglesia Católica, Apostólica y Romana..

Ante la inesperada renuncia de Su Santidad Benedicto XVI surgen desde todos los rincones del orbe multitud de interpretaciones, algunas bienintencionadas y otras no tanto, más bien maliciosas o directamente malvadas.

La renuncia se venía mascando en círculos de gente enterada a raíz de las declaraciones más o menos veladas que gentes próximas al Pontífice y el mismo habían ido dejando caer en los últimos meses del pasado año tras el estallido del escándalo conocido como Vatileaks, de hecho los lectores de "Los Cuervos del Vaticano" de Eric Frattini publicado por Espasa en octubre del 2012 han tenido ocasión de leer estos testimonios.

No me propongo en estas breves líneas tratar de las causas reales de la renuncia que a buen seguro solo Dios conoce con suficiente exactitud, sino llamar la atención de nuestros lectores cepogordistas ante los indudables aires de renovación y cambio que se presienten en el entorno del Vaticano y de la Iglesia Católica.

En lo tocante al gobierno de la Iglesia, el papado de Benedicto XVI se ha caracterizado por dos notas importantes que nadie puede juzgar negativamente; uno es el tratamiento del doloroso y grave asunto de los abusos sexuales cometidos por sacerdotes y miembros de la iglesia ocultado de manera criminal y errónea por muchos obispos durante años y otro es el de haber tratado de afrontar el escándalo de las finanzas vaticanas, si bien en éste último caso su triunfo final aún está por llegar.

El problema de las finanzas del Vaticano es de los más graves que afronta la Iglesia; no tanto en cuanto a la necesidad de hacer una limpieza a fondo de personas, sistemas y costumbres, sino en cuanto es hijo de un proceso histórico que nace siglos atrás y por tanto atañe a la propia orientación de la administración . Lo que ahora sufrimos es el resultado de alineamientos y decisiones adoptadas hace años por otros pontífices y dignatarios de la Iglesia y que han ido configurando la economía del Estado Vaticano que hoy tenemos.

Para dar solución a los problemas presentes el nuevo pontífice tendrá que adoptar medidas que sin duda modificarán profundamente el Vaticano que hoy conocemos. La Iglesia continuará siendo Católica y Apostólica, queda la gran cuestión de si continuará siendo Romana o al menos Romana al estilo de los últimos tiempos, por el bien de todos los católicos espero que no sea así.

Sanglier.


martes, 19 de febrero de 2013

TERTULIAS DERROTISTAS

Rebusqueteando sobre Agustín de Foxá encuentra Doroteo esta frase suya (de Agustín, no de Alcides):

José Antonio mejoró mi espíritu. Lo maduró y me salvó del peligro de las tertulias derrotistas y sovietizantes", afirmó. Las tertulias derrotistas, esto es exactamente, con un formato u otro, a lo que se ha reducido el análisis de la realidad para la mayoría de la gente que nos rodea, que ha pasado sin transición ni reflexión del “España va bien” al “toesunasco” acompañado de los consabidos insultos a nuestra forma de ser, y a nuestra historia. Tropa que continúa ignorando sin el menor asomo de culpa esa historia, que es tan incapaz de razonar con serenidad, sin proyectar sentimientos, tan incapaz de hacer uso de espíritu crítico y de reflexionar como cuando las cosas eran de vino a cien euros botella. Desde luego personalidades en nuestra vida pública que sean capaces de cambiar esto y de sacarnos del derrotismo y de la socialdemocracia de pataleta y derechos no parece que haya demasiadas no.
TATO

sábado, 16 de febrero de 2013

Paseo: alguna vista.

El arbol.

La sierra.


La calzada romana



... y los amigos del cepogordista, en sus cosas.













PASEO

Cuando echa a andar monte arriba el cepogordista lleva en la retina las alturas nevadas del puerto de la Fuenfría, y en las piernas, que se acobardan un poco, el recuerdo de la ascensión. Luego se le ponen delante la inmensidad de los pinares ya por la tarde y las curvas cerradas de la diminuta senda nevada por la que descendieron como cabras hacia las Dehesas, ya de vuelta. Al hombre le había rozado una bota y lo pasó mal. El cepogordista lleva muchas cosas en la retina pero su caletre da para expresar pocas. Así es. En el recuerdo lleva también la belleza y la alegría española de los libros de andares de don Camilo. ¡Del olvidado don Camilo! Y se le vienen a la mente ahora, en esta mañana de sol, de primavera adelantada. El viaje a la Alcarria y el viaje por Castilla la Vieja. Lo habrá notado el lector si no es muy lerdo. Al recordarlos, siente un punto de envidia, pero no de envidia carpetovetónica, no le desea a don Camilo que se tuerza un tobillo o que le roce la bota, ni que le escuezan los muslos puestos en carne viva por un mal calzón. No. La envidia es sólo del silencio, de las soledades, de las distancias recorridas a pie, y del fumeque sentado al pie de algún árbol, o sobre una peña, un honrado Farias seco, apuntalado con papel de fumar. Le hubiera gustado al cepogordista acompañar a don Camilo, silencioso, al menos durante una jornada. Y se le vienen ahora a la mente las páginas, las vivas y hermosas páginas de esos libros de andares por España. Don Camilo, ya saben, aquél hombre grandón que escribió también La Colmena, Mazurca para dos muertos, el prodigioso charlador, el de Papeles de Son Armadans, el inventor de los más extraordinarios nombres. Parece a veces que la gente está a otra cosa.

Trepamos entre robles y fresnos, entre las rocas hasta la silla. Las piernas se esfuerzan y el corazón late y uno siente que la vida se renueva. Luego sigue el paseo regalando rincones y vistas, enmarcados por las moles de granito repartidas como a capricho. La mole de piedra a nuestra dercha siempre, y del otro lado el horizonte se extiende multiplicado por la altura, con la ciudad inmensa perdida entre los brillos del sol que sale tranquilo, como de charla con un resto de nubes que difuminan un panorama que hoy no tiene la nitidez de otros días. Pero que con este día de interludio primaveral se hace querer. Las cumbres nevadas presiden el camino. El paisaje, las vistas, el aire, son un regalo. En palabras del viejo cascarrabias que es Baroja: El Guadarrama resplandecía azul como una piedra preciosa.

Los compañeros del cepogordista, pues no ha venido solo, van a su aire, como es lógico. Otros no han venido. Al cepogordista le gustaría zaherirles un poco, fustigarles con la vara de avellano retórica, azuzarles. Sabe que no vendrán, y que no debe zaherirles. Así es la vida. Pasan delante del inmenso y solitario cedro, se detienen a escuchar los trinares de pájaros que no se muestran, huele de pronto a establo limpio, anunciando la proximidad de una vaquería, siguen hasta llegar al pueblo, donde toman un café. Digamos la verdad, el cepogordista y sus compinches se ven a sí mismos como altos exploradores, como a Valdivia en el Chaco y, aproximándonos en el tiempo, se mueven convencidos de hacerlo con el sigilo de Perro de la Pradera, el guerrero Crown o del trampero Sam Minard, calzado de silenciosos mocasines. Sin embargo sus andares son más bien los de Bisonte que se tropieza. Arrastran los pies, dan pisotones, y arman una escandalera con bastones de duro hierro y afiladas puntas, que repiquetean sobre el granito milenario, al que tratan de arañar rabiosos, gimiendo y vibrando, y a los que han quitado las conteras de coma, como el macarra le quita el silenciador a la moto, para decir aquí estoy yo. Así que los pájaros, no es extraño que no se dejen ver. A media distancia, los habituales mirlos de pico naranja, y un poco más allá, cornejas o urracas, triscando por el campo, con esos saltos de andar como sobre zancos de muelle.

Pero no seamos injustos. El cepogordista y sus compañeros distan mucho de ser eso que se conoce como domingueros. Son inofensivos, y hasta una bendición para la sierra. Han cuidado su atuendo y evitado licras y tejidos chillones; no llevan gorritas de beisbol con publicidad de una constructora, ni radio, ni cascos, ni juegan con el móvil que va en silencio. En su inocencia, llevan en el bolsillo derecho del abrigo unos buenos prismáticos. La senda es amable y no tiene peligro. El único riesgo proviene de unos como ciclistas. Son una gente rara, que zumba con la cabeza gacha, como sin mirar. Un carnero los mira pasar mientras trisca una hierbitas y surge la comparación obvia (y ofensiva para el carnero). Nos avisa de su acometida el ruido infernal, como a desguace, que monta el aparato negro sobre el que van cosidos. Negro el aparato y negros ellos. Un par de veces hemos tenido que dar un brinco a un lado. Son gente que ha mutado, el cuerpo enfundado en ropas prietas que se ajustan a las más variadas carnes que puedan imaginarse y que les han salido como una segunda piel. Llevan plástico, gafas de sol, cascos, decenas de cremalleras y unas como botitas de fierro enganchadas a los pedales. Para colmo, llevan el trasero reforzado, como forrado de un corcho sujeto por dentro de un horrible pantaloncito que seguramente llamarán culotte. Pasan bufando, y como un resto de su antigua condición, se les escapa un saludo, un “buenos días”. Lo sueltan al adelantarnos como ruidosas exhalaciones y esas dos palabras invitan pese a todo a un cierto optimismo. Al segundo les hemos perdido de vista, al momento nos hemos olvidado de ellos, los pájaros siguen cantando, el granito sigue quieto, ya pisamos las grandes losas fuertes y pulidas de la calzada romana, la hermosa e indiferente calzada que marca el camino desde hace dos mil años, y que recuerda al cepogordista las vanidades del momento presente, la fugaz hermosura del mundo. Por el cielo planean dos rapaces inmensas, la cola en forma de uve, el pico curvo, fuerte y corto, los extremos de las alas dentados en redondo, el plumaje del dorso es pardo y negro el resto. El caletre del cepogordista que no es el de don Camilo y no da para identificarlas, y tampoco da para inventarse el asunto. El cepogordista lleva días más bien centrado en el tejón, y se ha dejado el libro de aves. Porque el tejón es un mamífero con el que el cepogordista se identifica especialmente. Pero esto es otro cuento. La pareja de rapaces planea en lo alto por los caminos del aire, delante del Guadarrama que brilla azul y orlado de blanco como una piedra preciosa, como ingrávidas y de otro mundo, como si durante estos años hubieran estado allí siempre, acompañando a la calzada romana, para asombro de caminantes.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Diátriba (no lea usted que es alma sensible).

El pobre Mariano, o el memo de Mariano, según se quiera abordar la cuestión, no deja de ser un Zapatero, sin la pluma, pero un Zapatero al fin y a cabo, aunque sin el aire femenil y cretinoide. Al menos de puertas afuera y mientras tiene la boca cerrada, escondida tras la barba. Cuando la abre, vuelve Bambi, porque en rigor el discurso viene a ser el mismo, es decir nada. La nada. Sus palabras producen una succión de la materia que deja tras de sí el vacío, el desierto, el fin de occidente, la pura masa sin forma alguna. Cuesta creer que alguien pueda tener la cabeza tan hueca o tanta falta de vergüenza, tanto cinismo. La oquedad bajo la tapa del cráneo es tan inmensa que se oye retumbar el eco sin encontrar obstáculo: no hay una convicción, ni un principio, ni una idea, ni una creencia. Oiga usted, mire usted, a mí me parece, yo creo que he sido justo… Nada. Ausencia de discurso, todo es falso menos un poco, y las mismas falacias lógicas que utiliza el que me pone el café en el bar por la mañana, para defender a su equipo de fútbol: le han roto la pierna cuando iba a meter gol, pero eso no tiene nada que ver… He incumplido todas mis promesas pero he cumplido con mi deber... ¿? En fin. No merece la pena.

Retrocedamos unos años. 1547. Algunos progretones nos niegan, niegan a España, nada ha existido. La historia militar no tiene buena prensa por aquí, pero es interesante, porque al sumergirnos en un acontecimiento tan concreto como una batalla o una campaña militar nos facilita fotografías de ese instante, descripciones exactas de quienes estaban presentes cuando fue disparada la instantánea. Y así, en la campaña que llevo a cabo Carlos V contra la liga de Esmalcalda, y que acabó con su victoria en Mühlberg, resulta curioso comprobar, al examinar la fotografía, cuantos de sus protagonistas son españoles. Así puede verse al maestre de campo Álvaro de Sande, al mando del tercio formado por soldados reclutados en gran parte en Hungría, los cuales, poco amigos de los alemanes y por tanto del Imperio, entran en la batallada al grito de “¡España, España!”. En las escaramuzas que preceden a la gran batalla, Álvaro de Sande encabezaba una encamisada llevada a cabo por unos mil arcabuceros españoles que atacan el campamento enemigo sembrando el pánico. Luis de Ávila y Zúñiga dejó escrita una crónica de la campaña en la que participó activamente: de la guerra de Alemaña hecha de Carlo V Máximo Emperador Romano Rey de España. Está fechada en Venecia al año siguiente de Mühlberg, en 1548. El duque de Alba era el principal comandante del ejército imperial, directo asesor del emperador. El cruce del río Elba por el ejército de Carlos V fue posible gracias a la hazaña de once soldados españoles quienes, con las espadas en la boca, cruzaron a nado el rió para apoderarse de los pontones retirados por el ejército protestante que mandaba el grueso Juan Federico, príncipe elector de Sajonia. Se montaron un poco más lejos, río abajo, y permitieron cruzarlo. Una vez derrotados los protestantes y capturado el grueso elector, su custodia fue confiada a Alonso Vivas, maestre de campo del tercio de Nápoles, es decir, de un tercio de infantería española. El lugar dónde al terminar la batalla acampó el emperador, ya de madrugada, fue denominado por la población local Spennsberg, versión dialectal de Spanierberg o monte de los españoles. Más tarde, una de las condiciones de la capitulación de la ciudad de Wittemberg fue que en ella sólo entraran tropas alemanas del Emperador, pero no las españolas. En la campaña de Mühlberg participaron los tercios de Hungría, Nápoles y Lombardía, también conocidos, como era habitual en aquella época, por el nombre de sus comandantes, respectivamente los tres maestres de campo, Sande, Vivas y Arce. En fin, hasta aquí, un poco de color español, en su versión más limpia y positiva.

El que quiera saber un poco más del tema puede consultar Mühlberg, 1547, por Mario Díaz Gavier, publicado por editorial Almena en su estupenda serie Guerreros y Batallas. Sí señor.

ALCIDES Y SOLANA

Alcides repuesto, habían reanudado los paseos.
E incluso habían fumado juntos. Aquella tarde de invierno se sucedía el callejear por el casco antiguo de la ciudad, guiados distraídamente por don Dimas que tan bien la conocía: la Merced, las Agustinas, Santo Domingo, la Antigua, Platerías, San Clemente… Oyeron Misa en Santa Eulalia. Resonaba en la cabeza de Alcides la brutal y esperpéntica clerofobia del pintor, tan extraordinariamente vertida en sus escritos. ¡Cómo estaba escrito aquello, pero que desgarramiento, que encono! Hasta el punto de que Alcides no sabía si sería apropiado abordar el asunto con don Dimas, pese a la entrañable amistad, o tal vez por eso mismo. Pero pudo más la necesidad de desahogo, de compartir aquello, al menos para intentar una aproximación. Recordando sus lecturas de teoría militar –pocas pero sabrosas- se decidió, con ánimo de mitigar cualquier dificultad y de asegurar su posición para un posible repliegue, por una maniobra de flanqueo, vía la pintura. Fue don Dimas quien al primer trasteo desbarató él prudente movimiento.

-          Alcides hombre, si te interesa la pintura del Guti, como le llamo yo, deberías leer sus libros. Gutiérrez Solana es tan buen escritor como pintor, si no mejor…
-          Pero Dimas ¿tú has leído a Solana?
-         ¿Pero hombre Alcides, por quien me tomas? ¡A estas alturas!
-          Hombre, entiéndeme, es que a veces es tan…. Y tú que eres sacerdote…
-          A ver si vas a empezar con los remilgos y las tonterías con los sacerdotes, que te doy un capón. Lo dirás por la manía anticlerical supongo…
-          Si claro, no sabía si… A mí me parece un gran escritor y claro me parece tan duro, tan injusto y sesgado.
-          Tan ofensivo y tan brutal, puede decirse y, a veces, tan gracioso. A veces. Pero no le entres por ahí. Solana es por una parte un hombre de su tiempo, y por otra no es un reportero. Qué manía tiene la gente de confundir historia y literatura, y no lo digo por ti. No hay que leerlo de esa forma. Yo no creo que él tuviera ninguna pretensión de objetividad, son sus obsesiones y su escritura es puramente plástica, mezclada con un gran conocimiento de la vida y guiada por su obsesión de realismo, de no obviar nada, de considerar que hasta en lo peor hay humanidad. Además, tampoco neguemos que pudiera haber realmente mucho de lo que describe. La Iglesia tampoco escapa al tiempo en el que vive y aquella España, sin reducirla a lo que Solana quiere ver, era otra. Era otro el mundo. Si lees al normando Maupassant, ¡cuántas historias negras entre sus cuentos! Lo que es extraordinario en Solana es como escribe, como está dicho y narrado, su franqueza, y su voluntad de buscar realidad, carácter, personalidad, de remontarse hasta las entrañas de las cosas, de la vida, de no cerrar los ojos ante nada, pese a lo que ese proceso pueda suponer, pese a la negrura que aflora, porque él la ve y no la niega, porque estar, está ahí, aún hoy, ahora. Yo creo que no es descabellado decir que la inmensa humanidad de Solana viene a revelar, a su manera, un hombre religioso. No es un nihilista. No puede serlo el hombre que ayuda, que se abraza al viejo mendigo encontrado en plena calle, que llora, y al que ayuda. Ya sabes a qué escena me refiero.
-          Ya. Dimas la verdad es que me dejas pasmado.
-          Bueno, es un tema para empezar y no acabar. Y sí, es un libro terrible también, y una experiencia, y tal vez no para cualquier lector, al menos no de buenas a primeras.
-          Está claro. Vamos ya hacia casa que empieza a helar.

domingo, 10 de febrero de 2013

CEPOGORDADA

Cepogordada

Desde hace una temporada han notado Tato y Doroteo que Alcides ha desarrollado una obsesión nueva, y es que se siente observado - y cohibido un tanto- por la presencia de la condesa de la Croqueta.

-         Será de la Cocreta, dice Tato maligno.
-         No señor, de la Croqueta que es mucho más fino.
-         Será que tiene dos títulos, dice Doroteo terciando como siempre.

Tato prosigue a lo suyo:

-          El vino había que beberlo por tragos de a litro, en cubos.
-          ¡Oh! ¡Estoy desolado por tanta rudeza señora condesa!

Doroteo no quiere tampoco tener el pico cerrado:

-          Para una sobremesa decente sería necesario poder transformarse a voluntad en perro de caza, para poder echarse a dormir al lado del fuego, casi en el halo de la llama, tostándose un poco los bigotes y dando algún aullido en sueños.
-          Eso no puede compararse –dice Tato- con ser un gato recostado sobre un cojín bordado con la palabra Micifuz.
-          Pero que bobada, donde esté un perdiguero de Goya, vamos hombre, un gatejo…
-          Si, perdiguero. Yo te veo más bien adoptando forma de perro quiqui de pueblo, que es nuestra gran aportación a la zoología moderna: tamaño de un ladrillo, con patillas vivarachas, brincador y saltarín, celoso y malhumorado, feo como no hay dos, rey de las manchas y la asimetría, ladrido aflautado e incesante, y echado para adelante, verdadero capitán Matamoros de la perrunez, siendo más pulga que mastín…

Tato es interrumpido por Alcides:

-          Querida condesa, estoy desolado nuevamente, cuanta rusticidad, acepte en desagravio esta flor de camelia…
-          ¡¡Flor pocha!! ¡De las que se caen solas al suelo por tu falta de pericia con la planta, tío cursi!

Esto fue ya demasiado, excesivo, se oyó un portazo y la condesa de la Croqueta se marchó para siempre. Cuando salió del sanatorio repuesto de sus cansancios y vivificado por los aires de la sierra y los largos paseos, Alcides estaba como nuevo. El bueno de Dimas estaba con él. No dejó de estarlo un momento. Si, su cuñado, el sacerdote hermano de Charito la Estrecha, que pese a todo, seguía siendo su gran amigo y compañero de los interminables paseos por la ciudad levítica, por la espléndida e inabarcable ciudad por la que trepaban y descendían como cabras durante horas y horas, a buen paso de conversación.

Dimas sermoneó primero un poco a Tato y a Doroteo, para que extremaran en sus visitas al sanatorio la cortesía con el enfermo. Eso sabía hacerlo don Dimas con buenas formas y mucha eficacia. Unas visitas cortas durante las cuales Tato leía en voz alta, pero sin alzarla mucho, la biografía de Gertrudis Gómez de Avellaneda, salpicada de algún verso romántico suelto, dicho por Doroteo, pinzando una lira y con un pie en el aire: Yo como vos para admirar nacida, / yo como vos para el amor creada, / por admirar y amar diera mi vida, / para admirar y amar no encuentro nada. Conocían ambos la debilidad de Alcides por la poesía española del romanticismo. Aunque esta primera intervención de Doroteo con este primer verso estuvo a punto de ser contraproducente, pues no convenían los bruscos ataques de risa todavía. Visitas acotadas por el buen Dimas a veinte minutos.

Pasados quince días, don Dimas tuvo una segunda intervención decisiva, en la forma de una caja de habanos. Pero nada vulgar ni ostentoso. Una caja vieja, en la que cabían tranquilos y sin apreturas ni movimientos, veinticinco cigarros de distintas marcas y vitolas, seleccionados por el buen sacerdote, y sufragados por Doroteo. Aclaremos, para los hipocritones que se escandalicen, que don Dimas hacía tiempo que había renunciado al tabaco. Sólo consentía una excepción, que era la de fumar en compañía de Alcides, sentados al atardecer con una gran jarra de agua y dos vasos. Ordenados por orden cronológico, para fumarlos en secuencia a partir de los quince días de convalecencia, tan pronto como Alcides tuviera permiso para pasear de verdad, tres Romeo y Julieta Exhibición número 4 y dos Exhibición número 3. Cigarros medianos, de buen cepo, para que no exigieran demasiado y no hubiera resistencias en el tiro. Disminuían luego, con dos Montecristo del 4 y tres Rey del Mundo de parecida vitola, que más concentrados constituían una cierta prueba. No de fortaleza del cigarro, sino de paciencia y calma en el fumar. De ahí, tres Punch Punch, y dos H. Upmann medianos, Magnum. Luego proseguía la caja con tres Partagás 8-9-8 y tres Ramón Allones para completarse con las grandes vitolas para las grandes conversaciones, los grandes silencios y las largas lecturas, varias de los cuales se fumarían ya en casa, una vez dada el alta, tal vez con una gota de Oporto: Sancho Panza, un inmenso Vega Robaina, varios Churchill de Romeo y Julieta, dos gigantes de Hoyo de Monterrey y un par de Lusitanias. El peculio y la generosidad de Doroteo no tenían límite. Pronto reanudaron sus paseos por la hermosa ciudad y sus alrededores. Don Dimas y Alcides eran de la misma quinta y de misteriosas afinidades. Apenas tocaban el espinoso tema de la catástrofe en que había terminado el matrimonio de Alcides con Charo la Estrecha (para don Dimas simplemente Charito, claro). Pero tampoco se esquivaba, pues a menudo Alcides había recurrido a su amigo, como tal y como sacerdote. ¡Sacerdote! Y es que el milagro había obrado, pues don Dimas y Alcides no llegaron a alejarse del todo durante la que podría llamarse furiosa etapa del matrimonio civil de Alcides con Toñi la socialista. Alcides, como un péndulo, renunciando a sí mismo y a su entorno, por infantil oposición, contrajo el más feroz sarampión progre que imaginarse pueda. Pero ni por aquél entonces el vaso de la paciencia de don Dimas llegó a colmarse, y Alcides estuvo asido a esa presencia amiga, casi sin saberlo, como el náufrago en la tormenta abrazado a un tablón desgajado de la amurada del navío que zozobra. Pero en fin, eso es otra historia. Demasiado hemos picado de aquí y de allá. Ya mediado el cigarro, nos interesa traer aquí la opinión de don Dimas sobre la escritura del pintor Solana.

sábado, 2 de febrero de 2013

Una de politiquería (perdonen ustedes...)

Impostura

Hay, pues, en la España Isabelina y del sexenio una tradición constitucional escrita; una serie de documentos constitucionales que responden, en líneas generales, a un desarrollo homogéneo y a cuya proyección efectiva global sobre el conjunto de la visa política española, pese a lo que me dispongo a añadir inmediatamente, sería obvio referirse. Pero hay, por otra parte, una tradición de anomalía, o desviación o incumplimiento con respecto a la norma constitucional, que se manifiesta históricamente de diversas formas, según veremos en su momento, por más que afecte principalísimamente la adulteración de los procesos electorales. Esta contraposición viene a expresar el desajuste existente entre unas sociedades meridionales (revolución burguesa incompleta, sacada adelante a través de los onerosos “compromisos históricos” que quedaron aludidos) y unas formas jurídico-políticas pensadas inicialmente –en Francia, en Gran Bretaña, en Bélgica- en función de realidades sociales distintas.
José María Jover Zamora, La Civilización española a mediados del siglo XIX.

Impostura: Fingimiento o engaño con apariencia de verdad.


Quizá lo que más duela al Cepogordista es el nivel de los que se lo están llevando crudo, tan ramplón, tan grosero, y que sigan los trotapáramos, los salteadores, proponiendo UN GRAN PACTO de lo que sea… Como suele decirse en español, cornudo y apaleado, y hay otras expresiones.

Y no es que el cepogordista vaya a ser más indulgente con un ladrón de más altos vuelos, pero al menos habría algo que admirar: la expresión graciosa, el corte de la chaqueta, el garbo y la donosura, la belleza de la mansión, la elegancia, la calidad de la pintura adquirida con la sisa de los fondos públicos. Al menos algo. El intendente Fouquet nos dejó aquél castillo que hizo palidecer de envidia al Rey Sol; el malvado Talleyrand la elegancia de su cojera, su cinismo sin igual, el ingenio de sus flemáticas sentencias; todavía podemos pasear por la calles de la hermosa Lerma, profusamente dotada y hermoseada por don Francisco Sandoval y Rojas; y don Rodrigo Calderón supo pasar a la historia por su pasmosa dignidad en el morir.

¿Pero que nos dejarán estos injertos de chorizo y termita? Si vamos buscando la frase, la máxima, la sentencia, el ingenio, volveremos de vacío o con cosas como lo importante es la economía, ahora no toca, manda huevos o la mayor putrefacta organización (…) que nos endilgó hace un par de días el señor ministro de justicia. Si vamos a la estética, trajes mal cortados, corbatas peor anudadas, pantalones que se acumulan en los tobillos formando pliegues sin fin, zapatos plasticosos, caspa sobre los hombros, estilo entre chandalero y de falso arquitecto milanés; las casas son chaletes con gimnasio y camas redondas, incluso con bañeras de nombre oriental; las colecciones son de espantosos vehículos o de gruesos relojes. La tosquedad cultural, la brutalidad mental, la ostentación más torpe y chabacana. Casas vacías, que ha llenado de cachivaches muertos un espantoso decorador a golpe de talonario. Sobre la mesa camilla, o de centro, la ilustración contemporánea se reduce a una revista del corazón y a la colección de libros regalada con el periódico del domingo, todavía metidos en su piel de plástico. Fríen los güevos fritos con chistorra según receta leída con ojos bizcos en el Tablet manchado de aceite de oliva que chisporrotea con maligna intención. Y los güevos sin puntilla. Cagoen…

Ejemplos de la ramplonería, la vulgaridad, la mediocridad, el ínfimo nivel de los ladrones hay muchos y no nos cansaremos haciendo una lista. Valga como resumen ejemplificativo de todos ellos, como arquetipo, la delicadeza con la que el duque, el yerno de la Casa Real, deformaba, hacía mofa y se burlaba de su título. No repetiremos la grosería alrededor del Ducado de Palma. Es lo que pasa por casarse con un pajarraco de esa clase. Nada hacía presagiar que pudiera salir bien, que el deportista sin carrera de familia del PNV pudiera ser digno de la posición que le esperaba. Así ha sido. Este hombre no es el más ladrón, pero es el más simbólico y un campeón de la zafiedad. No faltaban en sus correos electrónicos ninguna de las espantosas formas de expresarse y ninguno de los giros de la jerga semi-profesional, simbolizados también todos ellos por el uso, al redactar en español, de la palabra please. ¡¡Ya está, sabemos inglés!! La mentalidad colonial se va instalando del todo, pero en nuestro caso, asumiendo el papel de colonizados,…of course.

Este entusiasmo por el inglés, cuando existe en España un problema de libertades en torno al uso del español, de una gravedad tan grande, es una cosa obscena. Español que muchos se empeñan en llamar castellano cuando no es tal. Lo mismo sucede con las nuevas tecnologías.

No discutimos ni la importancia de conocer idiomas ni la utilidad, o la evidente e ineludible existencia de esas nuevas tecnologías, pero si nos produce un poco de repugnancia y cierta náusea la mentalidad servil con que se abrazan ciegamente, sin el menor espíritu crítico, con el fanatismo del converso, con una actitud borrega, de rebaño. Y mientras esto sucede, mientras se aprende un idioma extranjero para poder trabajar para el rico que vendrá de fuera, en lugar de crear riqueza dentro, mientras se desmantela lo que pueda quedar de estructura económica y política, balan los entusiastas, esa masa lanar, que sigue disfrutando, mientras el agua le llegue sólo por la cintura. Y los que intentan ejercer la crítica lo hacen tascando el freno, rabiando y pateando, pero sin dar el salto a la arena. Unos por la acuciante falta de tiempo y medios, otros por un olfato demasiado sensible que les impide acercarse a las cloacas de la vida pública, aunque sólo sea para limpiarlas, armados de escobón y lejía. Como decía Ignacio Ruiz Quintano en una de sus columnas del ABC, gentes de café.

¿Y los que ahora gobiernan? Pues los que ahora gobiernan se ve que son parte del problema que tienen que resolver, lo que lógicamente dificulta la solución. En primer lugar son impostores y la falta de autenticidad es la primera dificultad para la acción, entre otras cosas porque falsea cualquier reflexión que se supone debería ser el fundamento previo de cualquier iniciativa. Se supone que el Partido Popular es la derecha española. Sin embargo, la ausencia de cualquier pensamiento teórico hace difícil confirmar eso a priori, y la práctica nos dice que no es cierto. Son cualquier cosa menos un partido de derechas, menos aquello que esperaban los pobres incautos que les dieron la mayoría absoluta para sacarnos del atolladero. Veamos brevemente, espigando noticias de aquí y de allá, algunos ejemplos que confirman lo dicho:

La subida de impuestos general, que ha hecho de España unos de los países de la UE con mayor presión fiscal: no es sólo el IRPF, es el IVA, el IBI, los impuestos especiales sobre alcohol y tabaco (más del 50% del precio en muchos casos), el impuesto sobre la gasolina (más del 50% del precio del litro), etc. Y además las cotizaciones sociales. Uno pensaba que el ahorro y la inversión eran la base de una economía sana. Se ve que no, para Mariano y Cristóbal lo importante es el gasto público desaforado y financiar como sea, sangrando a la peña, lo que se gasta el sector público que cada día es más. Ni ahorro, ni inversión.

Don Mariano tiene unos 578 asesores contratados, como suele decirse a dedo, a los que no se exige especial formación. 578, que se dice pronto.

Don Mariano le pide a doña Angela más gasto público, si más gasto público, según recoge un periódico digital de hace unos días. ¡Y nosotros que pensábamos que precisamente lo que había que hacer era recortar el gasto público galopante! Al parecer la iniciativa privada está ahogada en gran medida porque el crédito lo monopoliza el sector público. Pero además, decía un representante de una asociación de trabajadores autónomos el otro día, el primer responsable del cierre de empresas es la administración por su morosidad, por sus impagos que han llevado al cierre a cientos de empresarios. ¿Pero cómo aguantamos esto?

El mercado único tendrá que seguir esperando, puesto que no se han atrevido a ponerle el cascabel al gato lingüístico. Maricas. 

Todo lo dicho hasta aquí, en cuanto a la economía. Socialdemocracia pura. Para esto ya teníamos a Zapatero. Y el gigantesco sector público es fuente de corrupción y de pobreza si partimos de la base que la administración no crea riqueza sino que la administra, gestiona los recursos obtenidos mediante el cobro de tributos, pero como empresario es completamente ineficaz. Si no se permite al sector privado trabajar, pronto no generará riqueza que gravar con tributos de toda clase. Perdonaran ustedes estas explicaciones tan burdas.

Y si dejamos la política… ¿Qué ha sido de la reforma de la justicia? ¿De la reforma del sistema de elección del gobierno de los jueces que nos devolvería la separación de poderes y por fin un poco de autenticidad? Ni en pintura las quieren ver.

¿Y la ingeniería social socialdemócrata? El mal llamado matrimonio homosexual, sigue ahí, las tremendas estadísticas del aborto, en un país que ya ha perdido población por primera vez desde 1939, siguen ahí. Cuarenta y seis millones de habitantes, Italia más de sesenta, Francia más de sesenta y dos, Alemania ha superado los ochenta y dos.

¿Y los nacionalismos y su chantaje? ¿Y la reforma de la ley electoral? El chantaje sigue ahí, y de la reforma nada se sabe. Y lo peor de todo es la ausencia de ideas, la ausencia de debate, la total ausencia de pedagogía. El Sr. Rajoy sólo sale del letargo para atacar con saña a Rosa Díez, sin duda porque, con todos sus defectos, representa eso que el barbudo no puede soportar, la crítica al sistema, la voluntad de cambio, la denuncia de la terrible situación actual.

Al fin y al cabo, lo que le sucede a este partido (o partida) de profesionales de la política es normal, no se puede enseñar y menos realizar aquello en lo que no se cree, ni tampoco se pueden esperar reformas o una actuación de hombre de estado de quien carece de convicciones, creencias o de una mínima idea sobre su propio país. Así que estamos en plena impostura. Nos gobierna un partido que dice ser de derechas, cuando en realidad la derecha carece en España, en estos momentos, de representantes políticos. De la oposición se puede esperar poco, son lo mismo, pero más enemigos de la libertad todavía y su programa consiste básicamente en manejar una grúa de demolición, con una acémila a los mandos. 

La cuestión es ¿cómo salir de esta crisis que es puramente política? Si no se puede saltar a la arena, al menos retirar el voto a esta tropa.

Y una observación final, la de siempre: lo dicho no pone en cuestión ni condena a España como nación, ni a los españoles como personas, ni existen vicios nacionales, ni son ciertos los tontos tópicos que sustituyen al análisis racional de la historia y de la actualidad, por mucho que a veces ayuden a desahogarse. Hay un problema y hay que ver cómo lo resolvemos. Siempre es más fácil describir lo negativo que aportar soluciones.

El Comité Cepogordista para un arbitrismo contemporáneo.