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miércoles, 3 de febrero de 2021

Don Epitafio. Narraciones de Nava, cortesía de Calvino de Liposthey.

La vieja criada, que lleva centurias habitando el palacio de Doroteo en Nava de Goliardos anuncia visita. Es pálida, casi translucida, pelo cano y sus andares no dejan huella ni ruido, sólo mueven el aire.

-       Señorito, que ha venido don Epitafio… ¿Le digo que pase?

-       ¡Aaaaggghh! ¡La morte, la morte vine aquí! -grita el amigo Pulardo en italiano con voz aterrada- ¡Huyamos, huyamos antes de que la parca nos agarre por dónde más duele!


Interviene Doroteo pidiendo calma sosiego, que todavía no se ha servido el café:


-       Pero amigo Pulardo, un poco de calma, ¿Qué ha sido de sus facultades intelectuales? Es Epifanio, el panadero del pueblo que los sábados tiene a bien acercarnos el pan y unos bollitos rellenos de crema que hornea para el desayuno, un poco de calma, tómese el café que ya viene Wilfreda a servirlo.

 

La silenciosa aparición de Wilfreda, la centenaria y alba criada cuyos pasos no se oyen ni se sienten, no acaba de tranquilizar al amigo Pulardo, que visita por primera vez Nava (o Puebla) de Goliardos, y se mueve con torpeza lejos de la plaza de toros y su gentío y sus murmullos. Se encuentra torpe por las calles empedradas, no teniendo que dar brincos por los tendidos, almohadilla en mano.




lunes, 14 de septiembre de 2020

Aproximación.

No es un secreto para nadie que Tato y Doroteo eran amigos de la crítica social y de cierto cuchicheo contenido, limitado a ciertos extremos que se justificaban por la necesidad de conocer el mundo en que vivimos. Sólo la benéfica influencia del gran polígrafo lograba moderar esa inclinación, consiguiendo que emplearan sus fuerzas y notoria capacidad en actividades de mayor fuste, para las que por otra parte sentían natural inclinación, como la especulación intelectual o el arte cisoria, el paseo por las soledades que rodean Nava, las largas horas de solitaria lectura o el apaleamiento de enemigos políticos.






jueves, 21 de mayo de 2020

Jersey de pico (absténganse los profundos).


Doroteo consideraba que no se puede pasar el invierno sin calcetines de lana de oveja merina. Le decía Alcides que esas son consideraciones frívolas cuando hay tanta necesidad. Tato le recordaba que las merinas se las comieron los franceses cuando la guerra de independencia. Los franceses y los demás. Doroteo contestaba que nones, que su rebisabuela Nicanora escondió un rebaño, si, un rebaño entero, en las cuevas de la Cazadora. Un rebaño que ahora habría que sacrificar, si resultaba que los calcetines de lana merina eran una frivolidad. Se defendía bien Doroteo, palo aquí, palo allá.


Consideraba Doroteo muy adecuado combinar chaqueta y corbata con jersey de los llamados de pico. Le contestaba el gran Bergamota, con ánimo provocador, que sin duda, si uno quería pasar por abanderado de la máxima carcumbre, por fósil victoriano. ¿Y por qué no una levita?



Cuando se despedían, Bergamota pidió en portería que le trajeran su güito de negro fieltro y su capa española, con forro de terciopelo verde agua. Hacía frío todavía en Nava de Goliardos, pese a que el verano estaba a las puertas.

martes, 24 de septiembre de 2019

Radio (no hablaremos de exhumaciones)


Escuchando en el coche una entrevista a un historiador especialista en historia militar, me llama la atención su forma de hablar un poco torpe. La voz es joven. Sabe y conoce muchas cosas, pero no las expone del todo bien y la forma de expresarse es más bien tosca, incluso gramaticalmente. Es como si le faltaran elementos para hacerlo correctamente. Tal vez falta de lecturas fuera del ámbito especializado. Literatura, por ejemplo. Como si de la época que estudia conociera la parte militar, pero no dominara nada más o sólo de manera elemental, como para un tertulia, pero no para dar una clase. Transmite en general la sensación de que le falta un hervor, que no tiene bagaje cultural suficiente, si es que se puede decir así. Estudios no le faltan, lo que da que pensar. Con esto no quiero decir que su trabajo no pueda ser valioso, pero inevitablemente, en cuanto trate de salirse de la pura especialización dará con muchas dificultades. Decir imperio español en lugar de Monarquía española o monarquía Hispánica, trabucarse y decir maestro de campo en lugar de maestre de campo, expresarse de manera confusa en general, fallar al no situar las cosas en su contexto debidamente, en fin. Puede ser simplemente fruto de los nervios porque a medida que el programa avanza va mejorando. Salvemos al prójimo nos dice siempre Doroteo.



lunes, 8 de julio de 2019

Toc, toc, toc.


Sonaron los tres golpecitos secos de siempre y quedó fijada la escarpia. No necesitaba más Doroteo que había colgado personalmente toda la galería de retratos que adornaba el rincón literario del Café de Nava de Goliardos.
  - Ya era hora de tener aquí a Pepe Conrad, dijo satisfecho Doroteo, dando un paso atrás para asegurarse de que el pequeño retrato no colgaba torcido.
  - Desde luego –le contestó Tato- pero lo de llamarle Pepe no sé si me parece excesivo, tanta familiaridad con un señor tan serio…
  - Quite, quite, ya sabe que así tratamos a todos los que acceden a este rincón de ilustrísimos, además, haberle leído entero, de proa a popa, como quien dice, le permite a uno concederse ciertas licencias.
- La verdad es que sólo por El duelo, ese extraordinario relato, se habría ganado el lugar más alto en el podio del bien contar.
- Sin duda, con ese retrato extraordinario, en cuatro pinceladas sueltas, del viejo emigrado vuelto a la Francia de la restauración, el caballero de Valmassigue.
Por casualidades de la disposición del lugar, a Pepe Conrad le cupo en suerte colgar cerca de una fotografía de don Luis Fernández Salcedo.
Oiga, pero es que no tienen nada que ver. Ya lo sabemos hombre, no diga obviedades. Lo que ocurre es que los dos, cada uno en lo suyo, son maestros.

martes, 7 de mayo de 2019

Confesiones a mediodía.


Volvía Doroteo con los pelos de punta. Se habían despedido hasta la hora de comer. Mira Doroteo, cuanto más escarbas, es decir, cuanto más intentas recuperar el tiempo perdido con un poco de formación, mayores son los descubrimientos que vas haciendo a tu alrededor, desoladores los más. Lo que creías que era sólido, al menos formando escuadra contigo, se cae de repente como las bambalinas viejas y apolilladas de un teatro cerrado. Y te deja estornudando, cubierto de polvo. Cae un bastión que creías sólidamente defendido, luego otro, luego los soldados uno a uno. No eran infantes sino máscaras de carnaval, escondiendo la sonrisa de la calva parca. A medida que los propios ojos se van abriendo algo más, a medida que van cayendo las telarañas que los cegaban, el mundo se va desmoronando y constatamos hasta qué punto la descristianización es cuasi completa. Como en una ciudad bombardeada queda una fachada carcomida, maltratada, pero detrás no hay nada. El edificio se ha hundido y la gran nube de polvo levantada por el derrumbe, que nos impedía verlo, se está deshaciendo, cayendo al suelo como un velo viejo. ¿Cuánto tardará en desplomarse la fachada? 
Mira Doroteo, no es que estemos al borde del abismo, es que hace tiempo que hemos caído dentro. Pero la mayoría no se ha enterado de ello y sigue como si tal cosa, jugando con las cartas del nuevo juego que le han ido repartiendo, convencida de que sigue jugando al antiguo. Van los domingos a jugar con las formas del culto viejo que para el resto de la semana no significa nada, no determina nada. El resto de la semana se juega con eso que llaman los valores que nos hemos dado, eso que se dice que todos compartimos y que no se sabe que es. Todos es autorreferencial y onanista. Otros tienen las manos extendidas como para que alguien tire de ellos y les saque del pozo, pero resulta que estamos todos dentro. Hay que volver a empezarlo todo, desde cero, a brazo partido. Que fastidio, oyes, me decía el otro día, sarcástica, una del público. Una tiorra deslenguada, tapona y agresiva, que dice que soy un cenizo. La tuve que mandar a paseo diciéndole que la buscaban en el pinar para encontrar trufas… ¡Se cogió un rebote de tres pares de narices! Cuando quiso sacudirme yo ya me había esfumado.


La humorada final suavizaba el recuerdo de la conversación que Doroteo rumiaba meditabundo y le impedía decidirse. ¿Fumada larga o corta? Si Bergamota va a ponerse transcendente tal vez sea mejor abreviar. Pero si nos da por la risa sería una pena quedarse corto. Vamos a por un 8-9-8 que puede dar de sí en ambas situaciones.
***









lunes, 12 de junio de 2017

Sobre el calor, con el pretexto de Miura, se dicen varias inconveniencias.

Con la corrida de Miura de ayer acabó para nosotros la feria de San Isidro. Justo a tiempo. Con Madrid asfixiado por un calor indescriptible, denso y aplastante. Más que nunca municipal y espeso hasta el extremo. La plaza hirviendo, los alrededores nefando, con la gente transformada en masa acalorada, en gentuza despechugada y corretona; el musleo derretido, desbordado e incontenible, el ruido ensordecedor, una olla a presión a punto de estallar. Pero todo llega a su fin, afortunadamente. Ha llegado el momento, justo el momento, de abandonar la gran ciudad recalentada, para irse cada uno, según le corresponda, a la quinta de recreo,  a la villa cercana a la costa -desde la que tal vez se vislumbre el mar-, al hotelito provinciano de umbrío y silencioso jardín. Volveremos en septiembre, a mediados, no es cuestión de tener prisa. En todas esas casas nos esperan la biblioteca con sus sillones de lectura, el salón de fumar, el jardín cuajado de rosales que se abren al caer la fresca, los veladores blancos, los paseos al amparo de blancas sombrillas y amplios sombreros de dorada paja, las tertulias de sosegada conversación y lánguido fumar, las horas de atenta y deleitosa lectura, las campanas de la Iglesia que se harán cargo del ritmo de las cosas. De buena, de excelente factura, dentro de la casa casi hace frío mientras los madrileños se achicharran como torreznos en la sartén. Así que los señores visten chaqueta y pantalón largo. Y un zapato cerrado, que puede ser una alpargata. El monte, la sierra, el campo, el mar…

¡¡Ahhh!! ¿Que usted se queda en Madrid? ¿Qué sólo sale quince días, a la carrera, pernocta en catorce lugares distintos, le cuesta una fortuna y vuelve peor de lo que se fue después de cien discusiones con centenares de hirsutos parientes? ¡Pero bueno! ¿Y usted quien es, quien le ha dejado pasar? A ver, Julián traiga dos mozos y echen a este señor a la calle, sin contemplaciones, con rudeza, que ruede, que muerda el polvo. Y si dice algo, le dan además unos bastonazos, tres o cuatro, no es cuestión de ensañarse. Con el que usted quiera, con el vergajo si prefiere. Pero acuérdese de moderar el golpe si usa el de cerezo ¡con lo que pesa! ¿Pero cómo se nos habrá colado en el jardín semejante pelagatos?

Hoy cenamos en casa de Doroteo, en el jardín de la parte de atrás, bajo la pérgola cubierta de jazmín de olor. Tato ha prometido una tabaco magnifico para la sobremesa. La condesa recibe también esta semana, en el frescor de su casona blasonada, cenaremos seguramente en el comedor de las panoplias. Sin que fuera necesario ponerse de acuerdo, Calvino de Liposthey dará señales de vida más adelante, para dejar días de soledad y retiro, de largos paseos, de largas lecturas. Entonces iremos a conocer la casa molinera que se ha arreglado, también en Nava. El gran corral ha sido ajardinado siguiendo un dibujo preparado con ayuda del Gran Polígrafo, inspirado al parecer en los jardines de la casa de Vicencio de Lastanosa, el amigo de Gracián. La cena de la fundación Tato será a partir de la Virgen de Agosto, cuando haya refrescado del todo si el tiempo no ha enloquecido completamente para entonces, como estos pobres madrileños que no teniendo a dónde ir tratarán de viajar sin un duro y medio en cueros, como un rebaño, sin hacer por tanto caso de las recomendaciones de Edgar Neville.

Así son las cosas oiga usted. Mire el otro días visitábamos un palacio madrileño. Y el guía, una señora trabajadora, soltaba su historieta. Al señalar una como terraza que da sobre el jardín explicaba que en ese lugar se estaban los marqueses en verano porque era más fresco. Le faltó decir que se iban allí los dos para estar más frejjquitos y describir a la marquesa en chancletas enseñando los dedillos, y al marqués en chores negros, con la canilla al aire y una riñonera llena de barritas energéticas y clinessss. Aguantándose las ganas de armarla Doroteo, que estaba entre los visitantes, explicó que era muy dudoso que los marqueses disfrutaran de la terraza en verano, simplemente porque los marqueses, en verano, no estaban en Madrid. Y no quiso decir más, ni a dónde iban ni por cuanto tiempo. Pues eso. 

domingo, 27 de noviembre de 2016

Lluvia


- Es un poco un tópico decir que los días de lluvia y frío, en los que apetece quedarse al arrimo de la chimenea, invitan a la lectura.
- Lo cierto es que sólo leerá, si le dejan, el que haría lo mismo un día de sol.
-El que es un bato, lo es con lluvia o con sol, dará la matraca, molerá en todas las estaciones, bajo todos los climas, majando sin piedad al prójimo.

En estas consideraciones andaban Doroteo y Tato, mientras se acercaban a casa de la Condesa de la Croqueta que les había convidado a cenar. Oiga, eso de convidar es un poco antiguo… Ya estamos. No moleste. Andaban bajo la lluvia sin apresurarse, cobijados bajo un paraguas. Iba Tato envuelto en una zamarra de piel de oveja, con los botones de cuero y el cuello levantado. Doroteo en su abrigo forrado de color gris llevaba además una bufanda al cuello, de las de dos vueltas. No se crea que consistía su conversación en criticar al personal. Los días de lluvia se trataba de elegir la mejor compañía para la lectura.

- Yo creo que para un día como hoy, si la condesa no nos regatea el oporto, el doctor Johnson es una opción excelente.
- Desde luego. Con esta lluvia, con este verdor, con esta humedad, no descartemos tampoco a Cunqueiro con sus historias gallegas o de la materia de Bretaña.
- El Unamuno de Paz en la guerra…
- El García Pavón de Una semana de lluvia…
En el pueblo a oscuras ya se veían las luces de casa de la condesa, y llegada el olor tenue pero persistente, por encima de la humedad, de la chimenea encendida con leña de encina.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

ACHO. Parte II


La conversación antes reseñada, que algunos han calificado de brutalmente reaccionaria e insultante para los medios (hay gustos para todo), transcurría en el Café de los Goliardos, el gran café de Nava, con su aire decimonónico: columnas de hierro, grandes espejos, mesas de mármol, tapicerías de terciopelo grana. Nada extraordinario. Nada que no se hubiera visto o descrito ya en un sinfín de lugares reales o imaginarios: la glorieta de Bilbao madrileña; La colmena de don Camilo; el paseo de Recoletos; Bohemia del gran Cansinos y cuantos más. Pero se mantenía tal cual, contra viento y marea. Otros lugares había en Nava. ¡Tan modernos, tan a la última, con sus tías buenas tan apretadas! Todos eran propiedad de Fidelio Lentini Spotti, la pústula de los Abruzos, quien sin embargo no conseguía hacerse con el viejo Café. Respecto de aquellos antros modernos, el Café de los Goliardos ejercía de distante decano, por su mayor antigüedad, por su ambiente de tranquila educación, por su excelente servicio. Y tal vez también por su público, de edad ya terciada, más reposado, más gustador de la tertulia organizada, menos necesitado de enredar con las mozas de Nava, tan jacas, tan recios, tan firmes, con esos ojazos negros y esa flor en el pelo. ¡Oiga usted!
- Que bruta es la gente, incapaz de distinguir lo que ha sido la actitud de España con  la América hispana, con todos sus defectos, y con tantas virtudes, si se compara con la actitud de los puritanos en América del Norte o de los franceses en las Antillas o con el colonialismo europeo en África.
- Fue la primera vez que hablé con alguien que hubiera estado allí, quiero decir de verdad, en persona, sin hablar de oídas.
- Dices en Acho, en la plaza, no en Lima.
- Sí señor, en la plaza, y además toreando. Toreando a caballo, picador, con el castoreño de borla arzobispal. Y de los que lo lucen, dejan alto el pabellón, y hasta se lo tienen que quitar a veces para saludar al respetable, que ya es raro.
- ¿Y qué te decía?
- ¡Que es un gusto, las tardes en que las cosas salen torcidas, que la gente ya no tire botijos.
- No hombre, digo de la plaza, del Perú…


Relato de Tato (gentileza como siempre de Calvino de Liposthey, de los papeles dispersos de Alcides Bergamota El Grande, sección varios, apéndice I).

Evocando Acho se quedaba como soñador. Estaba sentado en el pollo de piedra de la puerta de carros, yo a su lado sobre un banco hecho con una traviesa vieja de ferrocarril, con la espalda apoyada en la pared encalada. Uno de esos días claros, de frío y luz, los árboles quietos, algún pájaro grande en lo alto, nubes de un blanco refulgente, estáticas. Decía que habían ido acompañados, claro, por el barrio un poco alejado y por perderse entre aquella multitud. Aquella plaza llena, con las montañas al fondo, y ese gentío abigarrado, inclasificable, criollos, mestizos, mulatos, zambos, castizos, cholos, chinos… Aquello es América, me decía. Es único. Y luego estás ahí en la plaza, toreando, yo en lo mío, a caballo vamos, y es lo mismo que aquí. Quiero decir que es distinto pero es igual. Aquella impresión recordaba lo que decía Maria Zambrano sobre Méjico.

Acho, plaza de toros, te vi llena,

en ti gocé sabor y fantasía,

tú, decana de América; tú, Ronda

de indias, tan limeña y peruana.

Te vi colmada; muchedumbre insigne,

conocedora de los lances hondos,

sensible a la majeza, en ti vibraba.

Jugando a la tapada, luz de Lima

medio sol se descubría, tamiz fino

de oro suspenso, palma de leyendas.

(…)


A los pocos días fue lo del Señor de los Milagro en aquella parroquia madrileña. Misa de una y media. ¡Y que gentío a las puertas, que algarabía! Nos sorprendía un poco el bullicio en esta parroquia moderna, poco antes de la última Misa de la mañana de un domingo cualquiera. Y enseguida nos fijamos, al entrar, en la imagen del Cristo, colocada a la derecha del templo, para la ocasión, y en los músicos y en los cofrades y en los aires del personal, como de aquí pero sin serlo, distintos pero iguales. La Hermandad del Señor de los Milagros participaba en la celebración de una Misa en honor del santo patrón del Perú. Así lo explicaba uno de los hermanos antes de empezar la Misa, lo tengo apuntado:

 

Sería el año de 1651, bajo el Papado de Inocencio X, siendo Virrey del Perú García Sarmiento de Sotomayor y Arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, los negros angolas se agremiaron y levantaron el local de su cofradía en la zona de Pachacamilla, en las afueras de Lima la Ciudad de los Reyes, tembló la tierra y sólo permaneció de pie el lienzo de pared sobre el que el negro angola llamado Benito o Pedro Dalcón había pintado el Cristo, etc.

 

Todo ello con esas palabras, sin perdones ni complejos, con la naturalidad de quien se refiere a su mundo, a su casa, a aquello que ha conformado su ser, a sus ascendientes.

 

Sólo el erial contemporáneo que nos asola es capaz de crear a esos seres crecidos en el auto-odio del “nada que celebrar” respecto de América, atreviéndose a dar lecciones sobre todo aquello que ignoran. ¿Interrumpirían la Misa para apalear a la Hermandad pidiendo su disolución, denunciando un genocidio? Los hermanos del Señor de los Milagros que contribuían a llenar la Iglesia y a celebrar lo que resultó ser una Misa criolla eran una buena representación de lo que es la América española. Colores y razas, juntos, separados, combinados, entremezclados, unidos por el español, hablado con un acento seseante, y por el catolicismo. Ellas con mantilla blanca sin peineta, ellos con un hábito con el color nazareno de la Hermandad. Asistíamos a una lección práctica de historia, gracias a la paciencia y bondad de don José en cuya parroquia sonaban atronadores el Agnus Dei, el Gloria, el Sanctus cantados en español con acompañamiento de guitarras, charangos, flautas de pan y tambores. Señor de los Milagros, Cristo de Pachacamilla, Cristo Morado, Cristo de las Maravillas, Cristo Moreno o Señor de los Temblores, un domingo cualquiera, en una parroquia de un rincón de Madrid.

 

Siempre me gusta recordar a la tropa que los pueblos precolombinos, el incario, no conocían la escala musical.

 

¿Qué moralina, que prédica había que soltar a esta Hermandad del Señor de los Milagros? ¿Debían arrepentirse y pedir perdón? ¿Debían avergonzarse, volver al Incario unos, volver a Castilla otros, disolverse en el aire los más, hijos del choque entre esos dos mundos? Don José tuvo el gesto, al final, de alabar la alegría con que se había celebrado la Misa, la elegancia con que las hermanas llevaban la mantilla, la fe y la devoción con que se alababa al Señor de los Milagros en este rincón de España.

 

“(…) en la famosísima de Acho. Allí dicen: “He ido a Acho”. No ponen delante el artículo. (…) Y la vi en día memorable por todos conceptos. La corrida fue muy lucida y sobre todo la plaza y su gentío, dese el aristócrata al cholo, al indio peruano, ofrecía un color inolvidable. (…) Acho es, en efecto, no sólo uno de los lugares “sagrados” de la historia del toreo con su abolengo de dos siglos y su antigüedad máxima en el continente y apenas superada por dos plazas españolas. Es además una obra de inspirada y de tan peruana como española arquitectura”.

 

Con el Señor de los Milagros volví a dar, fisgando un artículo sobre la temporada taurina en América. La feria se celebra en la plaza de Acho en el mes de noviembre, cada domingo. Y la lección de historia práctica, viva, no quiso quedarse ahí. Rebuscando en la biblioteca de Doroteo en Nava dimos con una nueva sorpresa. Las Poesías y prosas taurinas del poeta Gerardo Diego, publicadas por Pre-Textos. Le hemos citado varias veces en este breve relato alrededor de cuestiones Peruanas. En las fotografías que contiene el libro, Gerardo Diego aparece retratado en el ruedo de la plaza de…Acho.

martes, 7 de junio de 2016

LA ACTUALIDAD (de los diarios de Alcides Bergamota El Grande)


Como todo el mundo sabe, el bar de Juanqui es un lugar de ficción. Lo mismo pasa con Juanqui, cuando nos da la mano y estruja la nuestra, menuda, con la suya, gruesa y húmeda por el trapo de fregar, en realidad, no está ocurriendo. Esto es lo que uno se dice a si mismo cuando ve a Juanqui tocar con el dedillo, sólo un poco, lo justo, el pincho de tortilla que nos acaba de servir. No puede ser. Sólo para ver si está caliente, hombre. Agradecemos todos estos detalles que no son otra cosa que el intento bienintencionado de evitar que nuestro sistema inmunológico se atrofie, se anquilose por falta de actividad. Antes de que Juanqui nos sirviera el café, Doroteo, inconscientemente, se limpiaba la mano recién apretaba, con una servilleta de papel, silbando luego al ver el ojillo de Juanqui fisgarle el gesto. Por sesenta pavos, así lo dice, asumimos que al mes, Juanqui nos pone una planchadora. La verdad, nos dice, yo lo primero que veo al fijarme en una persona es si lleva la camisa planchada. ¡Y vosotros…! ¡Miraros en el espejo! Doroteo se agita un poco y se mira la camisa por debajo de la papada y luego pone cara de que el problema no es la plancha. Juanqui entiende y a manera de asentimiento hincha carrillos y abre los brazos: vamos que la camisa se abre porque te has puesto fuerte, como dicen en mi pueblo. Tato cambia el tercio: los que planchan bien son los chinos, pero los chinos con coleta trenzada hasta la cintura, y gorrillo negro. Este chorizo es de Burgos, veréis que sabor deja en la boca. Es obsequio, ¡por raciones no lo vendo! De Villarcayo de no sé dónde, Burgos y del PP. Tato ataja: católico y de derechas, así que del PP nada tú. ¿Así que de Burgos? Bueno no, de Valladolid, pero hemos cortado la etiqueta con el primer tajo. Para que el café no estropee el sabor que deja el chorizo, nos prepara Juanqui, que es un personaje de ficción, otra muestra, para después. ¡Tomaros un bollo que invito yo! Apuramos el café y la verdad es que el chorizo es de primera.
Y la actualidad, ¿no la comenta? ¡Hombre pero que más quiere!

sábado, 31 de enero de 2015

TERTULIA

Doroteo y la Condesa tiene cada cierto tiempo una tertulia decimonónica. No porque se trate de una tertulia de maneras antiguas, sino porque versa sobre aquel siglo. Se comentan las novelas de entonces. Doroteo y la Condesa consideran, sin ánimo de despreciar a nadie, que sus impresiones sobre aquella literatura y aquél mundo al que vuelven a través de la obra de los autores de aquél tiempo, no pueden ser ni compartidas ni entendidas por quien no pertenezca a una estirpe de cierta prosapia antigua. Para departir con ellos es necesario tener memorias que por los menos se remonten a entonces. Claro que no serán personales, sino familiares. Para estas tertulias, suelen espontáneamente cambiar el tratamiento, y sin darse cuenta se hablan de usted, para pasmo de quien lo oye sin estar iniciado en estas ceremonias.
-            Si querida, es un libro desolador y hermoso a la vez. Gran escritura, gran pintura de aquella sociedad, terrible historia.
-            Que retrato de la condición femenina, Doroteo, ¡Que vida!
-            Un mundo ciertamente implacable para ellas, para la que se atreviera a vivir fuera de la norma.
-            Y que agudísimo análisis de la psicología femenina, del alma de la mujer.
-            Cuanto de lo que pinta sigue siendo actual, ¿verdad?
-            Sin ninguna duda, en la medida en que los sentimientos, por mucho que pueda modelarlos la sociedad tienen una parte eterna, intemporal, que está ahí, más o menos soterrada, pero que vuelve. Esa permanente inquietud, esas ilusiones, ese soñar despiertos...
-            Y si me lo permite, que afán incesante por copular, que desenfreno sexual bajo esas levitas, chisteras, miriñaques, vestidos, faldones, lazos, abanicos y encajes.
-            Desde luego, se queda una pasmada. Pero más asombroso es aún ver a los personajes masculinos llorar, lo que se produce en más de una ocasión a lo largo de la novela. Hay brutalidad bajo esas maneras exquisitas y dolor y una aguda sensibilidad bajo esa brutalidad.
-            Una sociedad compleja, cargada de códigos que la sujetan pero bajo los cuales la vida fluye, como el agua filtrándose por un muro que no puede apenas contenerla. Una superposición de matices, una capa sobre otra, dónde nada es enteramente lo que parece…
-            ¡Como la lasaña! si me permiten ustedes la comparación – dice Tato que ha tomado asiento y emplea el usted de rigor.
-            Pero Tato por favor…
-            No hay duda, querida Condesa, de que este Federico de Roberto es un gran escritor y merece entrar en la Gran Lista con esta obra, La Ilusión.
-            Si Doroteo, pero no es para cualquier paladar, porque el hermoso ritmo de la escritura, la profusión del retrato, los matices, son los propios de aquél tiempo, de un fluir más sereno y lento.
-            Sin duda, sin duda, comenta Doroteo.

Tato, encendiendo un cigarro añade:

-            Pues lean Los Virreyes, ya verán.
-            Tato, es usted una caja de sorpresas.

sábado, 14 de junio de 2014

NICANORA

Atardecer de tormenta, un aire cálido juguetea por el jardín sobre el que se cierne la penumbra del anochecer.

- Si, hazme tuya, ya noto tu fuego.
- Allá voy, como en las novelas.
- Como las princesas raptadas, llámame princesa…
- ¡Princesa!
- Tiemblo…
- ¡Si, si, princesa Nicanora!
¿?
- Nicanora no puedo más, no voy a dejar ni el carné de identidad, te vas a enterar…
- ¿Pero cómo que Nicanora? 
Calla sultana…
¿Sultana? ¿Nicanora? – mete el codo- pero yo esperaba algo.., no sé más romántico, más, otra cosa, …
- No me frenes Nicanora que me pierdo... 
Pero bueno, quita, con lo que me gustaba lo de princesa, princesa Jocelyne… que se yo, Sigrid, Rosebud… 
¡¡Pero Nicanora que me cortas las alas con tanto recelo!!
Calla quita –ahora hinca el codo con mala idea- ¡Nicanora! Y esos giros de arriero…
- A lo mejor preferías Teofrasia… 
Miserable, con lo lanzada que estaba, el fuego, la pasión, me sentía ligera... ¡Largo! - jugando con el codo le derriba cayendo encima-. 
¡Pero que ligera! Si pesas 100 arrobas, un quintal. ¡Claro que me voy! Quita de encima, ¡¡Mafixio!!


La condesa se despertó tocando con las yemas de los dedos la fresca marquetería de su mesilla de noche Decó, única concesión a la modernidad en su magnífica casa Carlos IV, la Bombonera.

miércoles, 11 de junio de 2014

EL AMIGO PULARDO: Pulardo en los toros.

Pulardo, ¡Amigo Pulardo! El amigo Pulardo zumba como un moscardón alrededor de la plaza de toros. Hay corrida ahora, en un rato. Vuela sobre sobre sus lustrosos botines, crujientes y diminutos, trota saludando. Saluda de cerca, con una palmada en el hombro, un leve apretón en el antebrazo, incluso con un rápido y sonoro abrazo. Y también saluda de lejos, con la mano en alto, con grandes aspavientos en medio del gentío que rodea la plaza. El gentío que hinchando los papos levanta el runrún de un millón de pájaros, como si la plaza fuera el palomar de un gigante y los miles de espectadores fueran a levantar el vuelo de un  momento a otro. También saluda, más lejos aún, a los conocidos que bajan en tropa desde los cafetines de la Avenida de los Toreros, a los que identifica con una vista que es de águila para estos menesteres. Les ve bajar cautelosos las escaleras que les acercan a la puerta de arrastre ante la  que se forman los corrillos postineros. El amigo Pulardo les echa el ojo y desde Fleming agita ventrudo y zumbón su sombrero de jipijapa, acompañado por los amplios vuelos de su chaqueta de lino blanco o de su blazer azul marino de dorados botones, según el día. ¿Cómo resistirse a quedar en Fleming? ¡Quedamos en Fleming! No hace falta decir más. A veces surge el escándalo. Un joven con aspecto distraído le pregunta el otro día señalando al doctor si es ese Bienvenida –ha quedado en esa estatua- y al amigo Pulardo casi le da un telele. Es Pulardo propenso a teleles y soponcios. El amigo Pulardo está rebrincado, no cabe en sí de gozo, no se tiene en el sitio, ventea el ambiente como un perdiguero viejo, se barrunta el lleno de no hay billetes. Ya trota el amigo Pulardo hacia la puerta, le gustaría llevar la entrada en la boca, como el perdiguero viejo en el que sueña a veces que se ha convertido, en alguna noche de esas de calor y mal dormir, bajo las sábanas levantadas en oronda pirámide por su prominente panzamen. ¡Pero Pulardo repórtese! La entrada en la mano y al tendido. Dentro de la plaza, ¡qué placer, que deliciosa ansiedad al recorrer de una punta a otra el pasillo del tendido bajo! Unas veces a favor de corriente y otras, que también es gustoso, a la contra, como un cachalote deshaciendo un bando de peces pequeños, y siempre mirando de reojo la aguja de su fino reloj de caballero. Vamos hasta el estanco a por un cigarrón, y luego hasta la otra punta, a asomarse a las fotografías. Se le van los ojos: Belmonte con Vázquez Díaz, Joselito doblándose con un toro inmenso, Manolete de paisano con unas gafas de sol inmensas, los tendidos llenos hasta la bandera con esa afición de entonces. ¡Quién hubiera podido sentarse en las gradas junto con El Gallo, Belmonte y don Álvaro, y con un cigarro en la mano también! Pero no, no nos ha tocado. Sigue Pulardo trotando: fisgar la exposición, asomarse a la Puerta Grande tarareando Er Mundo. De nuevo saludando, apretando, aculando a conocidos que son desplazados sin contemplaciones por los volúmenes que menea Pulardo sobre sus diminutos zapatos abotinados de crujiente cuero cortado a medida. Mingitorio para que no aprieten luego las ganas a destiempo, brinquito para colocar la cremallera en su sitio, terminado con un taconeo airoso. Y las carnes se encajan, bien ceñidas por el corte impecable de la chaqueta. En los grandes días, en los días de los grandes carteles, antes de salir del común, el amigo Pulardo gira airoso sobre sí mismo, a la manera de una gran peonza, y de reojo mira en el espejo eso, el corte de la chaqueta, la ligereza de la franela ceniza de sus pantalones de altas vueltas. ¡Tarde de Toros amigo Pulardo! ¡Y que animales han traído, que trapío, que presentación y hay dos castaños y un cornipaso, que velas! El amigo Pulardo saluda, pero no merienda en la plaza. Oiga mire, todavía no es todo lo mismo. Y además es aficionado, que se habían pensado. Así que esta mañana ha subido ligero su corpulencia por la escalera de los chiqueros para ver el apartado de la corrida de por la tarde. Se le salían los ojos al amigo Pulardo. ¡Viva el ganadero! ¡Viva la gente honrada que todavía queda! Lo comentaba luego con Tato y con Doroteo mojando una gran porra en el café con leche de media mañana. Hace calor y Pulardo viejo amigo, se enjuga un ligero sudor de la frente con el pañuelo de algodón blanco. El amigo Pulardo vive feliz en España porque en España - si señora España esa maravilla – en España por la mañana se pueden mojar las porras en el café con leche y por la tarde se puede fumar un habano después de comer y luego irse a los toros, saludando y dando brinquitos, y en el tendido encender otro, una trompeta de la Habana que dure seis toros, y decir ole, OLE y OLE, ahora que la plaza se ha llenado de maricones que dicen bieeeeen. ¡Ay amigo Pulardo, amigo Pulardo que cosas dice usted! Pulardo las dice porque sabe que en la plaza esas cosas todavía se pueden decir sin que se revuelva ningún gilí. Pulardo sube las escaleras que llevan al tendido bajo, como quien asciende a la luz, al cielo, consciente en su pulcritud de cometer una irreverencia, menor si se quiere, al dejarse embargar por esa como elevación. ¡Es así el amigo Pulardo! Otra gente no es así y al subir por las mismas escaleras parece que gatea, mientras el amigo Pulardo se yergue, mete riñones, saca el cuello de entre las papadas, todo lo que da de sí, y por un momento, al salir al sol y al aire de la tarde, se descubre llevándose al pecho con la mano izquierda, el sombrero de jipijapa.

jueves, 5 de junio de 2014

SULTANATO Y EXÉGESIS TEXTUAL

Ante los últimos acontecimientos y ante la publicación de los feroces libelos que atribuyen a las gentes de Puebla (o Nava, según) de Goliardos científica erudición sobre cuestiones de sultanatos y reinas moras, es necesario poner algunos puntos sobre las ies y desbrozar un poco el terreno. El lector que esté siguiendo la cuestión Bergamotiana (o Bergamótica, según), deberá aguzar el entendimiento y tirar de olfato para discernir y darse cuenta de que hay en el camino pisadas confusas, dos pistas, sendas que se entrecruzan pero que no son idénticas, algún charco y no poco lodo. Un breve estudio de la cuestión, sin acudir a grandes tratados ni necesitar lupa, nos indicará que de los personajes de Nava de Goliardos aparece una crónica que llamaremos canónica, y otra, a la que calificaremos de apócrifa, también conocida como la senda Pomarada. Y se da la circunstancia, como suele pasar en estos casos, de que a menudo la versión apócrifa supera a su hermana. Miren ustedes, Pomarada ha sido siempre muy zorro, pero Villafranca de Pomar, es eso, Villafranca. Y Nava de Goliardos es Nava de Goliardos, y aunque a menudo cruzan embajadas, existen entre los dos mundos, que mutuamente se enriquecen, sutiles diferencias. Procuraremos no perder en exceso al lector, evitar que de grandes vueltas para volver, sin darse cuenta, sobre sus propios pasos. Debemos dejar por tanto muy claro que Efrén Maleto, el poeta cholo, es súbdito de Pomarada, como suya es la Bodega del Santo niño de la Roca y suyo es el primo José María, que liba como una abeja, y otro sin fin de individuos que por Villafranca pululan. Pero sobre todo, debemos dejar claro que el vicio catalogador, las aficiones exóticas en cuanto al bello sexo se refiere, y la chusca convocatoria para reunir un catálogo completo de majas de pueblo a las que pasear apretadas por España –que casi se lleva por delante al octogenario Eufrasio- es cuestión puramente pomaradesca, que el zorro Pomarada ha querido endosar a las inocentes comadrejas de Nava de Goliardos. Queda avisado el lector, y sobre todo Efrén el glosador, el poeta cholo. ¡¡Que son muy vivos los de la madre patria!! El biógrafo de Alcides Bergamota el Grande, que esto suscribe, cree que la posteridad agradecerá esta pequeña orientación sobre la personalidad de los aludidos por el texto de Pomarada y por las actas que transcribe, a todas luces fabricadas bajo los efectos de los caldos de su opulenta bodega. Aclaración que viene a salvar a nuestros amigos de Puebla, de Nava - el erudito conferenciante, el hidalgo Doroteo y el rustico Tato-, de la atribución de innobles aficiones. Otro gallo cantaría si de lagarteras, huertanas, pasiegas, vaqueras, estrictas institutrices, tiorras modernas, modernillas y troncas dabuten se hubiera tratado. Eso ya sería otro cantar.

En Madrid, Calvino de Liposthey, biógrafo autorizado.

DE REINAS MORAS Y SULTANAS

Nos llegan ecos de una comida celebrada el sábado pasado en el Casino de Villafranca de Pomar. 

Nos cuentan que se reunieron Alcides Bergamota, Doroteo,Tato y Pomarada y un primo suyo de Gerona que es varón de vieja estirpe y suelta venablos por la boca al comentar las novedades de su querida y arrasada patria chica.

Nos dicen que estaba invitado Lentini y algún otro más pero que al final se excusaron por aquello de quedarse en Madrid a presenciar la ración de cabras que les iba a dispensar la corrida programada.

El caso es que al parecer ha llegado hasta Nava de Goliardos un mensaje de un tal Efrén Maleto, poeta colombiano, que pregunta por el significado de dos apelativos hispanos con los que se ha tropezado leyendo unos tometes que le ha dejado en herencia un tío lejano, vasco, marino y que vivió un siglo atrás entre Cádiz y la Habana.

A vueltas con la carta, A.Bergamota y Doroteo decidieron reunir al "sanedrín" y así quedó concertada la comida ofrecida por el siempre dispuesto Pomarada en el Casino de su villa y corte.

La discusión se centra en la cuestión puesta sobre el mantel por el bueno de Efrén Maleto, la distinción entre "Reina Mora" y "Sultana".

Acalorado debate. Ronda de cervezas frías con calamares a la D'Annunzio (invento de Pomarada consistente en calamares a la romana con romesco y ali-oli, nada romano, pero lo de D'Annunzio se lo puso porque le dio la gana). Se encargan los menuses y llega el ojo de perdiz fresquito obsequio de la Bodega del Santo Niño de la Roca. Se sirven los entremeses. La conversación avanza y siguen sin ponerse de acuerdo con respecto al grado de belleza y prestancia requerido para ser calificada como Reina Mora.

Nos han llegado unos apuntes tomados por Pomarada que es muy suyo en esto de registrar las cosas por escrito, muy "actista".

"A.Bergamota sostiene que la mujer que puede y debe ser calificada como Reina Mora debe poseer un encanto sutil, una belleza languida y delicada, ser más bien delgada y cimbreante más que rotunda. Doroteo, en cambio, cree que cualquier mujer con independencia de su estructura puede ser calificada como tal siempre y cuando cuente con capacidad de seducción y mirada de las que pierden a uno..
Tato suelta un taco grueso y el primo José María, que va por su segunda frasca de clarete, se pone lírico y nos recita unos versos de Arnaut Daniel haciendo gala de buen gusto, mejor memoria y excelente aprovechamiento de las lecciones del Maestro Martin de Riquer."

Se sirve el cordero en chilindrón y las patatas fritas en tacos con romero y picadillo (otra idea de Pomarada). Tras el silencio que acompaña el tenedoreo inicial y las muestras de aprobación y deleite re reanuda el debate.

En cuanto a las sultanas el acuerdo es más fácil. 

Sultana, lo que se dice Sultana, no puede ses sino una mujer rotunda, espléndida, superior, una mujer que pise fuerte, mire fijo, pare, mande y domine. Sultanas hay muchas menos que reinas moras pero cuando aparecen nadie duda de que lo son.

Volvemos a las notas de Pomarada que nos parecen sumamente ilustrativas.

"Al pasar al tema de las Sultanas, A.Bergamota casi pierde la compostura. ¡Que estudiado y pensado tiene el tema! El bueno de Alcides se expande como un grano de maíz al calor de la brasa y pone los ojos en blanco al rememorar efigies de sultanas contempladas, conocidas y recordadas. La Sultana es tema muy serio, nos dice. La Sultana debe ser declarada Patrimonio Nacional. Cualquier hombre hispano que contraiga con una Sultana debería de recibir rentas y propiedades ya que la mera convivencia con semejantes portentos de la raza humana debe ser apoyada con los medios que permitan el adecuado mantenimiento y desarrollo de la sultanez. Tato se suelta cuando nos dice: la sultana es la antítesis de la mujer electrónica. ¿y que es eso de la mujer electrónica? pregunto yo que al vivir retirado en Vardulia no me entero de la misa la media. Pues muy sencillo dice Tato después de apurar de un trago la copa de vino que le acaba de servir Eufrasio, octogenario camarero del casino, la mujer electrónica es la mujer de hoy, flaca, con mama prominente de natural o artificial imposición, ceñida y pantalonera, llena de cachivaches electrónicos que manipulan obsesivamente y poco dada a resaltar los atractivos femeninos y la delicadeza, siendo más bien bruscas, mandonas, de poca sonrisa y mucho mohín y decididamente partidarias de imitar al hombre en todo lo malo de éste. ¡Tócate las narices! pienso yo. ¡Vaya con Tato!...se ha quedado a gusto el tío. El primo José María que escucha todo con mucho detenimiento y que como buen catalán viejo es tipo paciente y cachazudo nos da su parecer con tono calmado no exento de regodeo. Mirad, debo dar la razón al amigo Alcides. La Sultana se detecta fácil y es indiscutiblemente Sultana o no es. Cuando se dice que fulanita de tal es una reina mora puede darse el caso de que sea una niña mona, simpática, alegre, bien proporcionada etcétera..pero cuando se dice Lola es una Sultana ¡collons! eso es otra cosa...porque entonces todos comprendemos que Lola es una mujer monumental. Os pondré un ejemplo cinematográfico recurriendo al extranjero que así no ofendo vuestros gustos patrios particulares; Sophie Marceau es una reina mora mientras que Sophia Loren o Monica Belluci son un par de sultanas..¡De acuerdo! ¡Muy de acuerdo! salta Doroteo mientras alza la copa"

Llegan los postres y se comienza a discutir cómo y quien va a responder a la carta de Efrén Maleto. Lo suyo es que lo haga Doroteo que es el consultado, pero Alcides teme que Doroteo se vaya por las nubes y Tato sospecha que incluso puede querer enviar algunos recortes fotográficos con ejemplos que apoyen sus explicaciones. ¡Intolerable! Al calor del debate, a Bergamota se le ocurre una idea. Duda antes de lanzarse, no puede evitar una sonrisa, los ojos se le ponen cantarines. Recurrimos de nuevo a las notas de Pomarada.

"A.Bergamota se pone en pie copa en mano. Intuimos un brindis, nos equivocamos. Nos anuncia que ha tenido una idea. Tato hace un chiste, Doroteo rie por lo bajini asomando los dientecillos, sonrisa de ratón de campo. Bergamota se pone serio -o lo intenta, al menos- Nos dice que para dar cumplida respuesta al bueno de Efrén Maleto no queda otra que convocar un concurso de Reinas Moras y Sultanas. Así, como suena. Se hace el silencio. Eufrasio llega con el agua de Vichy, las frascas de licor y los cigarros. Nos miramos unos a otros. Se cortan perillas, se rasgan vitolas, se encienden los cigarros. Doroteo manifiesta que la idea le parece buena pero difícil de concretar. Tato, por una vez, está de acuerdo. Yo me callo porque eso de los concursos...Habla José María. Dicen tener experiencia en concursos y torneos, alude a juegos florales y su experiencia como criador de Lemosines que ha concursado mucho. Lo mandamos al guano con los lemosines. Enciende el cigarro y nos hace una peineta. Alcides, Doroteo y Tato cuchichean. Traman algo. Doroteo se dirige a mi en un tono que conozco ¡me van a embarcar en alguna historia!.."

Hasta aquí llegaban las noticias cuando ésta mañana, a punto de enviar nuestra nota a Cepo nos llega un sobre con matasellos de Villafranca de Pomar. Lo abrimos y cual es nuestra sopresa cuando nos encontramos con un cartelón doblado por la mitad que al desplegarse reza:

LA JUNTA DIRECTIVA DEL MUY NOBLE Y ANTIGUO CASINO DE VILLAFRANCA DE POMAR SE COMPLACE EN CONVOCAR EL:

PRIMER CONCURSO INTERNACIONAL 
DE "REINAS MORAS" Y "SULTANAS"

ABIERTO 
A TODAS LAS SEÑORITAS Y SEÑORAS DE ENTRE 18 Y 50 AÑOS CON INDEPENDENCIA DE SU  ESTADO CIVIL Y NACIONALIDAD

LAS BASES DEL CONCURSO ESTÁN DISPONIBLES EN LAS NOTARÍAS DE 
D. ALIPIO TORNADO DE VILLAFRANCA DE POMAR Y LA DEL ILMO. SR. VACA DE PARLADÉ EN MADRID.

EN MUY BREVE PODRÁN ASIMISMO CONSULTARSE EN LA PÁGINA GÜEB DE ESTE MUY NOBLE Y ANTIGUO CASINO.

LAS VENCEDORAS DE CADA CATEGORÍA RECIBIRÁN UN DIPLOMA ACREDITATIVO Y UN SUSTANCIOSO PREMIO EN METÁLICO ASÍ COMO UN VIAJE A CÓRDOBA DÓNDE PODRÁN ASISTIR A UNA CORRIDA DE TOROS (DE ESCOGIDO CARTEL) EN LA CÉLEBRE PLAZA DE LOS CALIFAS EN COMPAÑÍA DE LOS MIEMBROS DEL JURADO.

EL PLAZO DE PRESENTACIÓN DE CANDIDATURAS EXPIRA EL 14 DE AGOSTO DEL PRESENTE AÑO.

¡Ahí queda eso!