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domingo, 23 de enero de 2022

Habanos

 

- ¡Oiga usted! aquí huele a puro que echa para atrás – dice ella con los brazos en jarras y el busto prominente en tensión. 
- Pero... pero señora Domiciana si esto es el saloncito de fumar. Usted dijo que aquí se podía – dice el azorado pensionista.
- Pues claro, pero cigarros habanos, tabaco de la Vuelta de Abajo. ¿Pero dónde se cree usted que está? Pensaba que era usted un caballero.
- Es que están los tiempos como para habanos – se lamenta él. Y pensar que mi abuelo tiraba al ruedo petacas llenas cuando triunfaba Nicanor Villalta. 
- Lo que es venir a menos, sí, pero no usted, ¡el país, el país! Dichosa democracia. Pero hombre, ante un apuro insinúese que todavía quedan dos cajas de mi difunto, unos grandes Partagás que tengo perfectamente conservados y que yo no voy a fumarme. No sea corto de genio, hombre. 
- Señora Domiciana, que me quedo sin palabras, sin habla.


viernes, 12 de noviembre de 2021

Tabacología.

En una de las novelas que protagoniza  Maigret, Simenon describe a un personaje que fuma unos cigarros de color negro conocidos como “clou de cercueil”, es decir, clavos de ataúd. Ahí es nada.

Otro asunto peliagudo es el del mascar tabaco, costumbre prácticamente desparecida. Encontramos la siguiente descripción:

"Para mascar el tabaco (verbo impropio si los hubo pues no se masca sino se exprime por presión), se corta de la cuerda un trozo como de media pulgada, se enrosca, se introduce en la boca y con el índice se hunde en el lado izquierdo de ella entre las llamadas muelas del juicio. Un movimiento dulce e insensible de las mandíbulas tritura poco a poco el tabaco; de vez en cuando se da una vuelta a la mascadura con la lengua; cuando el tabaco no sabe a nada y parece paja se trae la pelota adelante, se aprieta entre la lengua y los dientes y se arroja."

El arte de fumar. Tabacología universal, por Leopoldo Garcia Ramón, Paris 1881, edición facsímil de editorial Maxtor.

martes, 14 de abril de 2020

Tertulia.


El Niño de la Palma está gordo y calvo, y aquello, ¡aquello pasó!

Las manos de Rafael el Gallo encendiendo un cigarro.
Siendo la vocación original de Cepogordo, habanera y cigarrera en general, no está mal que de vez en cuando nos centremos de nuevo en el tema de dónde tomamos en su día el título. Para contar las cosas con precisión, fue primero el título de una revistilla de papel, de un papelajo, hace muchos años, cuando teníamos todavía aspiraciones de vida de café, casi diría de café literario, creativo, de bohemia a la suerte contraria, es decir, llevando corbata y fuamando habanos, un doble escándalo. El título se lo puso Sanglier, tanto al papel como a la reunión. A cada uno lo suyo. Esos humos absurdos, esas ínfulas de crear algo, esas ganas de montar una tertulia al estilo clásico, pasaron. Se las llevo en primer lugar la legislación, cuando la ministra rojilla y zafia, pero ministra, prohibió fumar en locales públicos. Luego la crisis, que cerró para siempre el lugar dónde nos reuníamos, el Hispano. Nos sentaban en una mesa del fondo y nos dejaban cenar algo y luego fumar y fumar. La nube de humo azul que se formaba era prodigiosa. Cerrado para siempre. Finalmente, y tal vez por encima de todo, el no tener nada que decir fue fundamental para disolver la asamblea que resultó ser un cascarón, toc, toc, toc. Y por supuesto, el tiempo, el viento, la vida, y esas cosas. Quedó algún numerillo más del papelajo, tal vez uno, y su título que luego se hizo digital.

Tertulia verdadera, real, auténtica, fue la de José María de Cossío que tan magistralmente retrata Antonio Díaz-Cañabate en su libro. La nómina de los que acudían era impresionante, tanto como el ambiente de gente de bien que describe el autor de Historia de una tertulia, que así se títula. Citemos de memoria a Emilio García Gómez, Sebastián Miranda el escultor, Domingo Ortega, el propio Cossío, por supuesto, a veces su hermano Francisco, Ignacio Zuluoga, el guitarrista Regino Saínz de la Mata, Eugenio d’Ors, alguna vez Pedro Mourlane Michelena y muchos más que no cito. Personalidad, personalidad, personalidad. Probablmente lo que mas escasea en este tiempo tan gris y uniforme. En fin.

Es fundamental no dejarse en el tintero, que en este caso es más bien teclado, a la gente del toro. Pues se trataba de una tertulia en la que coincidían muchos aficionados, sin ser por ello una tertulia necesariamente taurina. Pero el asunto de los toros estaba muy presente, y podía centrar la conversación, la tertulia, si se daban las condiciones. Por ejemplo si, además de Domingo Ortega al que ya hemos citado, acudía Juan Belmonte, excelente conversador, alguno de los Sánchez Mejías, ganaderos como José Escobar o Rafael “El Gallo”, hermano mayor de Joselito, también apodado el divino calvo. Le recordamos en último lugar, pero no por ir a la cola, al contrario. Asiduo de la reunión, es uno de los personajes más y mejor retratado en el libro. Una personalidad absolutamente única e irrepetible. Memorable resulta su encuentro con Baroja en el taller de Sebastián Miranda. Pero no vamos a deternernos a glosar al personaje, de sobra conocido y evocado por unos y otros con mucho más acierto de lo que nosotros podamos lograr. Al libro de Díaz-Cañabate les remitimos.

Si traemos aquí al Gallo es por su condición de extraordinario fumador de puros, por ser un cepogordista al cuadrado, por merecer todos los premios que se le pudieran dar relacionados con el tabaco y el fumeque. Dejemos que hablen algunos párrafos de Historia de una tertulia:

(…) al hacer su solemne aparición Rafael “el Gallo”, con su sombrero ancho negro, su pañuelito de seda al cuello y su puro entre las manos cuidadas y finas, unas manos dieciochescas estas de Rafael; al verlas, se explica uno que no quisiera mancharlas con la sangre de los toros. Lleva una sortija primorosa, una hilera de diminutos y oscuros rubíes aprisionada por dos aritos de platino; entre sus dedos, el puro cobra una prestancia noble; ya no son habanos soberbios, de vitola rubia impecable y aroma suave los que fuma Rafael, sino un faria, una porra vulgar, que entre sus dedos de abate o de marqués se transforma, como si los dedos fueran ébano que transmitieran la esencia de tantos y tantos vegueros de la Vuelta de Abajo, consumidos a la largo de los años. (pág. 153).

-            ¿A usted no le gusta el vino Rafael?- le preguntan.
-            No, señor. Yo no tengo más que un vicio, el tabaco; mejor dicho, los puros; si a mí me hubiera gustado el vino, no sé lo que habría sido de mí; no habría salido jamás de una taberna, porque me he pasado la vida en los estancos comprando puros. (pág. 206).

Famosos son sus retratos fotográficos fumando, y no lo es menos la foto que les ponemos a continuación, sentado entre Alvaro Domecq y Juan Belmonte.

Pues no es la que decíamos, es con Ortega. También tiene su aquél.


sábado, 4 de abril de 2020

La tertulia y el cigarro habano.


Historia de una tertulia de Antonio Díaz-Cañabate, es un estupendo libro, pero lo será sólo para quien no le haga mohines a la fiesta de los toros, al tabaco y por supuesto a la tertulia. La tertulia no es sólo charlar, es hacerlo juntos, todos a una. Así lo explica el autor recordando que una noche se trasladaron del café habitual a casa de Edgar Neville que les había invitado a cenar: “En el salón de Neville, decorado con dos admirables Solanas, la tertulia acampó. Nada de los grupitos que suelen formarse en estos casos, generalmente, a un lado las señoras y a otro los caballeros. No: se hizo la tertulia. Gran corro.”


Y añade el autor, algo que al cepogordista, a la tropa de Nava de Goliardos, a los redactores de la Voz de Nava, al patronato de la Fundación Tato para Varones Desahuciados, les ha llegado al alma. Es lo siguiente:

“Se hizo la tertulia y se encendieron los puros, que son como las luminarias que alumbran la fiesta inefable, sin las cuales parece que no se puede hablar. Una tertulia sin puros es una reunión de hombres tristes, que suspiran de vez en cuando”. (pág. 204 de la edición de la editorial Renacimiento del 2019).

martes, 8 de mayo de 2018

EL PELAGATOS RABIA (una de cigarropipismo). Cortesía comos es habitual de Calvino de Liposthey.

[Una nota sobre tabaco extraída del dietario del gran polígrafo custodiado por el señor Liposthey.]

Todos los fumadores de pipa, inconscientemente, aprietan las nalgas al fumar porque tienen el secreto temor de que venga alguien y con la pipa les haga cierta cosa nefanda.



Cuando el pelagatos enciende un habano y a la tercera calada se da cuenta de que no quema parejo, se enfada. Mira el cigarro, sopla sobre el pie del tabaco tratando de extender la combustión hacia la parte que no se ha encendido. Se disgusta, se impacienta. Enseguida asegura que el cigarro está mal fabricado, que no ha sido bien torcido. Habla de castigos ejemplares. Es posible, a veces, que exista un pequeño nudo que afecte a la combustión porque impide que el tiro abarque todo el cigarro. Sin embargo, en la mayoría de los casos, la culpa la tiene por supuesto la impaciencia del pelagatos que no se toma las cosas con calma ni presta atención al momento importante que es encender. Varias soluciones son posibles: el vecino del pelagatos puede sacarse del bolsillo de la chaqueta unas gigantescas tijeras, de esas de sastrería, y con un golpe rápido y seco, procurando no llevarse las narices del energúmeno, cortar el cigarro del pelagatos por la mitad, si es posible más cerca aún de la cabeza del puro, es decir de los morros del quejica. Esto se debe hacer con rapidez y una sonrisa fría, soltando la frase siguiente: Ya verá usted como ahora todo va mejor. Y no se queje más por favor.

Una alternativa también violenta seria levantarse, quitarle al pelagatos el cigarro de la boca y tirarlo al suelo para a continuación pisarlo con rabia infantil. ¡Ya verá como ahora no tiene problemas de tiro!

Más señorial sería acercarse con educación y ofrecer al atroz sujeto que abandone el puro que no consigue fumar correctamente y que elija uno de nuestra gran petaca de cuero de Rusia generosamente tendida. Sin que por supuesto este gesto pueda dar pie a tuteo de ninguna clase. Le pediremos a Herminio que lo encienda para el señor. No, no proteste, Herminio lo hace como se hacía antes, algo que veo usted desconoce. Herminio encienda el cigarro. Herminio acerca la llama al tabaco, lo mece suavemente y cuando se produce el humo con rapidez corta la perilla y se lo tiende al pelagatos asombrado, para que este tire del cigarro hasta asegurar el encendido definitivo.
Pero de todas las soluciones, sin duda la mejor es enseñar al pelagatos a encender el cigarro correctamente.

lunes, 27 de marzo de 2017

El tabaco habano.


El tabaco habano es un concentrador. En la sociedad de la interrupción, definida de esta manera por el Gran Polígrafo en su ensayo sobre Internet, el tabaco nos mantiene quietos durante una hora, o durante dos horas, dependiendo de la calidad y tamaño del tabaco seleccionado. Durante esas dos horas, la compañía tiene necesariamente que ser sosegada, no caben incomodidades ni agitaciones, y la preferida suele ser la del libro de papel, si es necesario con un lápiz encajado en la oreja, para las anotaciones. No hay enlaces dónde pinchar, no saltan las pantallas, no se clica ni se arrastra, no hay zumbidos ni destellos, sólo el humo azulón que sube formando volutas para perderse fuera del arco de luz que la lámpara de luz delimitada. El humo y el arco de luz forman por tanto una doble protección para el lector afortunadamente desconectado. Los vaivenes del fumar – acercar el cigarro al cenicero, arrancar la anilla, tal vez volver a encender, observar el color y la forma de las volutas de humo, permitirán levantar un momento los ojos de la lectura, y dejar que la mente vague un poco por lo leído, lo masque y le de unas vueltas, para seguir al momento el viaje por las páginas. Le ha quedado muy fino, oiga.

jueves, 7 de julio de 2016

HABANOPIPISMO

En la mayoría de los casos, el cepogordismo suscita terribles reacciones, es una constante fuente de polémicas y nos pasamos el día eliminando agresivos comentarios y quemando cientos de cartas incendiarias, que lógicamente arden con suma facilidad.

Sin embargo, en contadas ocasiones recibimos mensajes de otra naturaleza, de otro nivel, en verdadera sintonía con el más egregio espíritu cepogordista, incluso si de disentir o simplemente de matizar se trata. Esto es lo que ha sucedido en el caso de la breve entrada pipista (que no pipera) publicada ayer. Damos a conocer, para el deleite de nuestros lectores, la breve y luminosa carta que comentando dicha entrada acabamos de recibir.

Sr. Cepogordista,
Por favor explique a sus correligionarios cepogordistas (si le parece oportuno; no pretendo intervenir en la línea editorial de su excelente publicación) que "la lentitud, la languidez, el tiempo suspenso" son precisamente lo característico de la pipa, para no entrar en disquisiciones históricas sobre si la pipa se difundió en Europa antes o después que el cigarro de tabaco puro, para lo cual carezco de bagaje.

(Otra cosa es que la pipa sea más versátil, porque se puede disfrutar incluso paseando --una especie de pequeña y ridícula superioridad que no estoy dispuesto a comentar porque opino, con fuerte convicción, que la disposición competitiva y polémica es intrínsecamente incompatible con el sosiego filosófico que se requiere para disfrutar correctamente del tabaco).

He sido fumador de pipa varios años, y después de cigarros, tabacos y puros (depende de la localización geográfica), durante bastantes más. Ahora ya llevo muchos (años) retirado de todo ello --como sin duda sabe-- y no soy en absoluto beligerante. Pero todo tiene un límite. Amicus Plato, sed magis amica veritas.
Un gran abrazo
A.


miércoles, 6 de julio de 2016

Pipismo crítico.

La Pipa. La cuestión de la pipa no es el habano, ni mucho menos. En la pipa priman sin duda la belleza del gesto y del objeto sobre el fumar. Belleza, estética, gesto, no es poca cosa. Pero fumar, fumar, el habano. Porque el habano tiene como supremo atributo, la lentitud, la languidez, el tiempo suspenso.

lunes, 1 de diciembre de 2014

HABANERA: LA FUMADA GOCHA

- Una de las mejores fumadas habaneras es la llamada fumada gocha, el fumador se retrepa en su grueso sillón, se echa la manta sobre las rodillas, está convenientemente calzado, con zapato abotinado normalmente –tal vez unas gruesas babuchas de oloroso cuero-, mira y remira el habanete con ojos golosones, juego con él, como el marrano con la calabaza, da unos gruñiditos y por fin, lo huele.

En ese momento quedó la audiencia como en suspenso. Algunos conocían la escena por haberla presenciado, otros habían oído hablar de ella. Tato aseguraba que podía hacerse con cualquier cigarro, pero él tenía predilección por hacerlo con uno de calibre grande, gigantesco. De una descomunal purera sacó un inmenso Lusitania, lo miró, lo calibró, lo sopeso, mientras preparaba el olfato con un esfuerzo de concentración. Se acercó el cigarro a las narices, y colocando la derecha sobre la capa de suave marrón anaranjado del gran cigarro, inhalo con intensa y gran potencia. Se inflaron sus gigantescos pulmones, se produjo un gran silencio en la sala. Las manos de Tato reposaban sobre la mesa y el cigarro seguía suspenso de su nariz, sujeto por la potencia de la inhalación. El personal, los grandes prohombres del fumeque de Nava de Goliardos, estalló en un alegre aplauso. Los preliminares habían terminado. Recuperando el habano entre dos dedos, ajustando un poco la manta sobre las rodillas, Tato lo exhibió ante la audiencia, mientras que con la otra mano enseñaba una pequeña navaja de cabrero que le había tendido Doroteo. Para la auténtica fumada gocha, el habano sólo puede abrirse con la habilidad de unos dedillos regordetes o con el acerado filo de una navaja cabrera.

Les dejamos para seguir con la clase práctica. Ji,ji.

martes, 25 de febrero de 2014

COMUNICADO URGENTE: APERTURA DE LA CONSULTA DIGITAL DEL PROFESOR GOTINGEN

Ante la favorable acogida que han recibido las tesis del Profesor Gotingen entre nuestros lectores, y dando cumplida respuesta a los miles de llamadas que han colapsado la centralita de la redacción de Cepo Gordo, el politburo cepogordista ha decidido proponer al Profesor Gotingen la organización de una consulta digital.

Tras ponernos en contacto con el Profesor Gotingen que nos atendió ayer noche desde Hamburgo dónde se encontraba haciendo un trabajo de campo en el cabaré Grosse Titten, éste aceptó encantado la propuesta.

Desde hoy, todos aquellos lectores y seguidores de Cepo Gordo pueden dejar sus cuestiones relativas a tabaco y conducta sexual. Siguiendo un estricto orden por fecha y hora de recepción, el Profesor Gotingen dará cumplida respuesta a todas las dudas e inquietudes planteadas y aconsejará adecuadamente a todo aquel que requiera de sus servicios.

Valor y al toro..

¡que no nos pase ná!

lunes, 24 de febrero de 2014

ENTREVISTAS CON ESPECIALISTAS. PROFESOR GOTINGEN. TABACO Y CONDUCTA SEXUAL

Siempre atentos a las peticiones de nuestros lectores y con el sano propósito de difundir todos los conocimientos que puedan enriquecer nuestra afición tabaquera, inauguramos hoy una nueva sección titulada "Entrevistas con especialistas".

Nos complace inaugurar esta ronda de entrevistas con la realizada el pasado mes de Enero al famoso Profesor Gotingen autor de la muy comentada y exitosa monografía titulada Sexualverhalten und Tabak.

Hemos quedado con el Profesor Gotingen en el Café Mozart frente a la Galeria Albertina.

A nuestra llegada el profesor ya está sentado esperándonos.

Se trata de un caballero alto, de facciones enérgicas y poblada barba gris, gasta gafas de legítima concha de tortuga y viste con prendas de  tela loden de pies a cabeza. 

Le sorprendemos con la mirada fija en las nalgas de una camarera menudita pero bien armada que pasea entre las mesas con la gracia de una prima ballerina. 

El profesor, lejos de sentirse incómodo al verse sorprendido hace ostensibles gestos con ambas manos reproduciendo las curvas de tan notables posaderas. El hombre está encantado, la camarera no tanto y del humor del encargado hablaremos otro día.

Sin perder comba, nuestro reportero inicia la entrevista.

CG: Profesor Gotingen, en primer lugar queremos agradecerle su amable disposición a someterse a este interviú.

PHG: Nada, nada, monina, yo siempre estoy a disposición de las revistas femeninas. Considero que las revistas femeninas juegan un papel muy importante en la educación de la mujer actual. (conviene aclarar que la entrevista la hace un maromo de metro ochenta y cinco y noventa kilos de peso que tiene el aspecto de todo menos de "monina").

CG: Perdóneme profesor pero Cepo Gordo, nuestra humilde publicación digital, no es una revista femenina.

PHG: ¿A no? con ese nombre lo hubiera jurado...en fin

CG: Los lectores de Cepo Gordo estarán muy interesados en conocer algo más de las teorías que usted expone en su famosa obra Sexualverhalten und Tabak. ¿para cuando una edición en español?

PHG: A eso no puedo contestarle, he recibido varias ofertas pero de momento son sólo de editores masculinos y claro, es algo que desmoraliza bastante..

CG: Comprendo. Bien. Centrándonos en su obra. ¿Podría explicarme sucintamente en que consiste su fórmula de clasificación de la conducta sexual en función del fumador?

PHG: Veo que va usted al grano, monina. ¡Así me gustan a mi las jóvenes!

(en este punto el reportero de Cepo Gordo empieza a sentir ganas de arrearle una patada en el tobillo al entrevistado pero como es un profesional muy serio y el profesor se ha puesto a cuatro patas sobre el asiento del canapé tapizado que ocupa, pues, se aguanta)

Mire joven, tras años de observación clínica puedo afirmar sin temor a equivocarme que un fumador de cigarrillos es una persona que evita el contacto con el sujeto al que desea.

Fuma a través de una boquilla, sin contacto con las briznas  y el tabaco además del envoltorio de papel se presenta repleto de aditivos químicos. Esa persona es sin duda aficionada al fetichismo, al mironeo, le repunga remangarse los pantalones y...

CG: Si si, profesor lo he entendido.

PHG: Bien, continuemos. En el caso del fumador de pipa, nos encontramos con un amante más cercano, aunque no deja de emplear subterfugios para obtener lo que desea. La pipa lo aparta del tabaco. No hay artificios ni distracciones como en el caso del cigarrillo pero le gusta controlar la situación, mantener la picadura en la cazoleta...tiende a ser un amante cargante, intelectual, repetitivo, carente de imaginación..

CG: ¿y que puede decirme de los fumadores de cigarros?

PHG: Oh, ¡esos!...son los peores. No tienen pudor en sostener entre sus labios esos enormes cilindros de tabaco cargados de alusiones...su actitud sexual es cercana al canibalismo. No sólo desean sino que no tienen reparo en meterse hasta el centro del charca, quieren estar lo más cerca posible del objetivo y no dudan en arremeter con todo furor... Son amantes rituales (el corte de la pera, el calentamiento, el encendido) y son insaciables..cuanto más largo y grueso el cigarro mejor, solo reclaman tiempo...

CG: Ahora que nos ha revelado su teoría sobre la relación entre tabaco y comportamiento sexual ¿que puede decir de aquellos que no fuman?

PHG: Dudo que pueda existir algo semejante a un no fumador sexuado. El tabaco es al sexo como la ortografía al bachillerato.

(al escuchar estas palabras, el reportero no puede sino tomar notas y prescindir de cualquier análisis, las cuestiones surgen automáticamente)

CG: Si le he entendido bien Profesor Gotingen, ¿usted sostiene que los no fumadores son seres que carecen de comportamiento sexual susceptible de ser analizado?

PHG: no, yo no sostengo eso, yo sencillamente no hablo en mi libro de los no fumadores porque me cargan mucho. Como médico y profesor de psicología clínica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Viena odio a la gente sana.
La gente sana y atlética me revienta, son unos cargantes con sus comidas equilibradas, sus botellitas de agua y sus bebidas energéticas..

CG: Pero no negará que la corriente anti tabaco se ha extendido por todo el mundo, aquí en Viena por ejemplo no es posible fumar en ningún local cerrado.

PHG: Así es, por eso yo no vivo en Viena.

CG: ¿vive en el campo, quizá?

PHG: no, yo vivo en la Micronesia, ahora estoy en Viena de vacaciones, visitando a la familia, ya me entiende.

CG: pero..Profesor... usted da clases en la universidad de Viena ¿como es posible que..?

PHG: por supuesto jovencita, yo doy clases desde mil novecientos setenta y cuatro..ahora bien las doy cuando me da la gana, ninguna autoridad civil, eclesiástica o militar tiene potestad para obligarme a mi, a Hans Gotingen a dar clase cuando a esa autoridad, opresora e intolerable, lo determine..

CG:  entonces, si yo quisiera asistir a una de sus lecciones ¿cuando debería de acudir a la facultad?

PHG: no tengo ni idea, para eso debe leer el horario de clases que está expuesto en la vitrina del departamento. 

Dicho esto el Profesor Gotinguen da un salto y se pone en pie junto a la mesa. Mide aproximadamente un metro noventa y cinco y contando con la pluma de urogallo que decora su sombrero llega sobradamente a los dos diez.

CG: Abusando de su amabilidad, me gustaría que me diera un consejo para nuestros lectores. Algo que pueda ayudarles a mejorar, digamos, sus relaciones interpersonales.

PHG: jovencita, yo no estoy aquí para dar consejos. No soy esa clase de hombre. Sólo puedo decir que aquellas lectoras de su revista que no hayan cumplido los treinta años, midan un metro setenta y cinco como mínimo, tengan cabello rubio o pelirrojo, o castaño o moreno, formas contundentes, pecho generoso y costumbres licenciosas, deben llamarme sin falta al 654 861...

(en ese preciso instante, nuestro reportero deja de tomar notas y para la grabadora apresuradamente)

El reportero se despide del Profesor frente a la Galería Albertina. Tras dos sonoros besos en las mejillas y un pellizco en la nalga izquierda el Profesor se pierde Spiegelgasse abajo. El reportero le sigue atónito con la mirada, a unos escasos diez metros el Profesor se ha detenido, extrae de una cigarrera una corona gigante de Sancho Panza, corta el pie con una tijerita de plata, enciende una cerilla y con evidente placer comienza a encenderlo haciéndolo girar poco a poco alrededor de la llama.

Después de todo, el reportero ya sabe lo que se puede esperar de un fumador de cigarros.

martes, 26 de noviembre de 2013

A PROPOSITO DE UN COMENTARIO DE UN AMABLE LECTOR

El pasado 24 de noviembre un lector anónimo dejo un comentario a propósito de la entrada titulada "Momento Glorioso" en la que se hacía sabia alabanza, no exenta de envidia de una ilustración decimonónica que muestra a un joven fumándose un cigarrón.

El amable lector, al que se agradece infinito que dedique unos minutos a revisar estas líneas que vamos, de a poco, lanzando al ancho mundo digitial, dice que entre tanta palabra encuentra alguna cosa buena pero que la mayor parte no es sino tontería y niñatismo. No entraré a rebatir esta opinión que  es estimable en cuanto expresada con una cierta corrección no exenta de condescendencia, en fin, me centraré en lo que más me ha interesado de su comentario.

Dice este opinador anónimo que tenemos mentalidad de rentista holgazán y que no puede compartir nuestro fomento del vicio y costumbre de fumar. Vayamos por partes.

En cuanto a la mentalidad de rentista, algo que no define, he de decirle, que si se refiere a que los redactores del órgano cepogordista tenemos preferencia por el peculio fundado en rentas del campo o del capital mobiliario o inmobiliario, no le quepa duda de que está en lo cierto. Ahora bien, lamentablemente no pasa de ser un deseo que no se compadece con la realidad. 

Al cepogordista le gustaría poder vivir de rentas y a ser posible de unas rentas cuantiosas. La afluencia económica no es un pecado, más bien es un estado que aporta gran tranquilidad y permite hacer muchas cosas, unas buenas y otras malas, según la ciencia y la conciencia del rentista en cuestión.

En cuanto al epíteto de holgazán, me temo que aquí yerra nuestro agudo comentarista, ya que lo que caracteriza al cepogordista es más bien lo contrario. Somos traperos del tiempo, huérfanos de horas, ayunos de holganzas, prestamistas de minutos que arrancamos a un horario de esclavitud distribuido entre el trabajo menestral, la familia y las obligaciones impuestas y sobrevenidas.

Si por mentalidad de rentista holgazán se refiere a que favorecemos un estilo de vida en el que se dedica el tiempo al sano ocio, al paseo, la lectura, el coleccionismo de anillas de cigarro, la caza con perro, la excursión con cesta de víveres y la siesta en sillón de mimbre bajo magnolio florido, entonces sí, todo eso lo alabamos y favorecemos. 

Apoyamos el guiso en puchero, los dulces de convento, los licores de alquitara y uva vieja, las comidas con tertulia, las tertulias con copa y cigarro, las meriendas de chocolate y picatoste, los paseos nocturnos por plazas de piedra cuajadas de nieve, los paseos matutinos por sendas, brañas y caminos entre helechos y brezales, las excursiones pintorescas, las tardes de dibujo y acuarela, las veladas musicales, las declamaciones poéticas, las corridas de toros, los encierros a pié y a caballo, la caza con galgo y el tiro de pichón, los paseos en balandro, las regatas de traineras, los concursos hípicos, las conferencias literarias, la vida de ateneo, círculo y casino. Si señor, todo eso que usted debe vincular a los gustos del rentista holgazán, los tenemos todos y algunos más.

Al cepogordista los afanes y desvelos del hombre ultraconectado, del hiperinformado, del hipocalórico y vigoréxico nos traen al pairo.

La modernidad es un sueño histérico ya que todos, desde el momento que vivimos en el tiempo presente somos modernos, lo cual no quiere decir que no se puedan alabar y cultivar gustos tradicionales que no dependen de una época, que son clásicos, que son connaturales al hombre europeo civilizado.

En cuanto al fomento del tabaco, que quiere que le diga. Desde un punto de vista médico, es dato cierto y fundado que fumar no es sano y que este hábito está vinculado a muchas enfermedades y debilidades del cuerpo. Dicho esto, el fumar es un vicio que relaja la mente y el ánimo y un placer que asociado a otros muchos no sólo no resulta perjudicial para la salud sino beneficioso para la mente y el alma. Gracias al cigarro y a la pipa se han cometido muchos menos crímenes de los que se hubieran dado en la Historia si los españoles no hubiéramos desarrollado el arte y ciencia del tabaco.

Lo verdaderamente dañino y perjudicial para la salud es el mal en sus expresiones domésticas más comunes: la mala idea, la envidia, la maledicencia. Todo eso y muchas otras manifestaciones del hijoputismo que sufrimos todos y cada uno de los días son infinitamente peores que fumarse un cigarron o echar humo con la pipa en la mano y una copita de licor al amor de la lumbre.

Peor aún es tener que soportar a diario la ofensa de los gobernantes, sus esbirros y heraldos, cuyas canalladas nos envenenan la sangre, nos estropean la digestión y nos nublan la conciencia.

En fin, que le animo a usted a seguir leyendo el cepo, con la seguridad de que somos conscientes de nuestras valencias, debilidades y aficiones y tenemos el firme propósito de continuar con su comentario y difusión que, por otra parte, son inofensivas y a nadie hacen daño.

Un afectuoso saludo cepogordista.

Sanglier

miércoles, 6 de noviembre de 2013

El falso régimen de libertades, ni fumar, ni reunirse, ni hablar, ni pensar...solo bajar la cabeza y pagar impuestos

Se ha aceptado como un principio indiscutible la falacia de que hoy día vivimos en un régimen de absoluta libertad como hasta ahora nunca habíamos conocido.

Los mismos mentecatos que se creen esa falacia (muchos de los que la propagan no se lo creen por la sencilla razón de que saben que es falso y se prestan a la difusión de esa mentira por puro interés dogmático y crematístico) repiten , cacareando como gallinas cluecas, que desde que España "es europea" y "moderna" en este país por fin se puede vivir en libertad.

Podría poner innumerables ejemplos que demuestran la falsedad de esos asertos.  No diré nada acerca de la europeidad histórica de España o de la modernidad...en fin no quiero aburrir al amable lector desmontando memeces propias de gente que no solo no lee o lee poco y no entiende sino que no quiere entender porque, en el fondo, hay mucha revancha social e intelectual, mucho complejo de inferioridad y mucho mierda que ha pisado alfombra y se le han atragantado los tratamientos y las prebendas.

Centrándome en la refutación de lo que podemos llamar "la sociedad de la libertad ilimitada" (que suena a cuento chino como el Pabellón de la Bondad Infinita o El jardín del placer inenarrable) voy a compartir un pequeño ejemplo, una anécdota minúscula, una nadería comparada con otros ejemplos que podría poner de reducción cuando no eliminación de la libertad y el libre albedrío. Una anécdota que, por cierto, está íntimamente vinculada a este movimiento de auténtica libertad que es el cepogordismo.

Hace años, no muchos, un grupo de amigos y conocidos se reunía en torno a una tertulia bimensual en la que se adquirían cigarros habanos, se hablaba de tabaco, de toros, de política, de literatura y de todo lo que a cada uno de los contertulios le daba la santa gana.

Esa tertulia, reunida en torno al Círculo del Humo Azul, auténtico convento de libertad, sin estatutos ni alta en registro alguno y en la que el mérito personal carecía por completo de relevancia, se reunía en un amable y espacioso local abierto al público dónde tras el reparto de la compra cigarrera se procedía a consumir un modesto menú a base de raciones y vino tinto y posteriormente se fumaba un cigarro con una copa hasta que la tertulia se daba por concluida.

Los tertulianos, circulistas e invitados, eran de personalidad, origen y orientación política heterogénea:conservadores, liberales, socialistas, tradicionalistas, ácratas, poetas-anarquistas, todos los planteamientos estaban permitidos y eran acogidos con ecuanimidad, salvo dos, los de los liberticidas, ingenieros sociales y forjadores de voluntades y almas y los del odio a España.

La vida de esta tertulia fue perdiendo pulso gracias a la acción liberticida de los poderes públicos en su ejercicio de pastores de almas, de conductores de la vida privada, de violadores de la libertad individual y del libre albedrío.

Primero fue el incremento continuo y desmesurado del precio de las labores. 
Gracias a la siniestra decisión del Gobierno Aznar que privatizando Tabacalera regaló por cuatro monedas de plata un enorme pedazo de la Historia de España y malbarató la sangre, el sudor y las lágrimas de millones de españoles amortizado en el capital de esa santa y noble empresa, comenzó el principio del fin para el fumador tradicional en España.

Tras la unión con Seita, la creación de Altadis y ya ultimamente la venta del negocio a la Imperial Tobacco, la calidad, precio y variedad de las labores habanas no ha hecho sino empeorar. 

Para que los memos se enteren de cómo son las cosas, copio literalmente el texto que en su sección de historia, dedica la página de Imperial Tobacco a la adquisición de la 5 veces centenaria Tabacalera, empresa depositaria de un patrimonio material y cultural de imposible valoración (la negrita es mía):

In April 2007 Imperial entered the profitable USA tobacco market through the acquisition of Commonwealth Brands, the fourth largest cigarette manufacturer in the country.
This was followed in January 2008 by the acquisition of Altadis, the world's fifth largest cigarette manufacturer, owner of the iconic Gauloises cigarette brand, and the world leader in cigars.
Esto es lo que merece la Tabacalera privatizada y unida a la enana francesa Seita, tres líneas...pobre España.

Hace años, no muchos, en España un cigarro lo fumaba el portero, el oficinista, el notario del primero y el grande de España del principal. Se vendían cigarros sueltos en el fútbol, los toros, los frontones, las verbenas. Se fumaban y regalaban cigarros en las bodas, los bautizos, las comuniones, las puestas de largo, los ingresos en las academias militares, las despedidas de soltero, las tomas de posesión y hasta en los funerales. El cigarro se regalaba al secretario del juzgado y al manijero, al mozo de cuadra y al juez de paz, al guardia civil y al peón caminero. 

El concepto de cigarro "premium" era desconocido e incomprensible. 

Cigarros los había buenos y malos, más baratos y más caros, fabricados a máquina o hechos a mano, españoles, filipinos o cubanos..pero no "premium". 
Alfonso XIII fumaba Maria Guerrero igual que un torero o un secretario de ayuntamiento. Un general de artillería se fumaba una Faria en el cafetín de oficiales, mientras un teniente de caballería sevillano encendía un lonsdale de Partagás después de haber ofrecido a la concurrencia, tirando de petaca repujada, de cuero viejo que había hecho la guerra de África con su abuelo. Eso era democracia y libertad, lo demás, humo y falsedad.

Así que a medida que subió el precio del cigarro y los impuestos del tabaco, las compras del Círculo menguaron y las tertulias se espaciaron.

El Círculo estaba formado exclusivamente por profesionales y asalariados; abogados, médicos, pequeños empresarios, ejecutivos.... todos los partícipes se ganaban la vida honradamente y pagaban sus impuestos, no había políticos ni sindicalistas ni enchufados de gobierno ni institución pública alguna, por ende su renta provenía del trabajo y sus gastos eran los normales de un padre de familia, de un español normal que no puede costearse cigarros de 10, 15 o 20 euros.

La puntilla fue otro liberticidio, en éste caso promovido desde el gobierno socialista, masónico y gnóstico de Rodriguez Zapatero. ZP y sus ministras del hot yoga, la dieta de la alcachofa y la portada de revista, prohibieron fumar en bares y restaurantes. 

Ese fue el momento en el que la tertulia dejó de existir. La tertulia se basaba en comprar tabacos, fumarlos juntos y hacerlo en un lugar público donde cualquiera pudiera participar con libertad y comodidad. Se acabó.

Los prescriptores de la vida privada, los curas-de-almas del socialismo, velando por la salud del contribuyente, prohibieron fumar, pese a que yo he visto con mis propios ojos una concentración de jerifaltes de ese partido fumando Montecristos en el mismo lugar dónde se reunía la tertulia.

Pasan los años, y llegó Mariano al poder por mor de una mayoría absoluta. Mariano, empedernido fumador de Lusitanias, que en público y privado había insinuado que cambiaría la ley para volver al sentido común anterior dejando que los locales abiertos al público habilitaran zonas de fumadores. Pues no, señores, Mariano en ésta, como en tantas otras cosas no ha cumplido lo prometido, eso si el es "muy serio" y fuma sus Partagás en la Moncloa cuando le viene en gana que para eso es presidente, un "ser superior" y el si tiene derecho a fumar puros, y por supuesto, "premium".

La muerte de la tertulia del Círculo del Humo Azul no pasa de ser una anécdota más de las muchas vinculadas al liberticido que venimos sufriendo desde hace décadas, una ínfima mácula en la montaña de lodo que nos aplasta, pero es un ejemplo de como los poderes públicos monopolizados por los enemigos de la libertad acaba cercenando la libertad individual y dejando, de paso, sin negocio a estancos y restaurantes que han visto como los clientes huían y las tertulias desaparecían.

Cuando se dice que vivimos hoy una libertad nunca vista no es cierto, nuestra humilde tertulia podría haber existido sin mayores problemas desde Fernando VII y hubiera podido celebrarse durante periodos de monarquía,dictadura, república, franquismo, restauración juancarlista....y a partir de entonces, con las nuevas promesas de libertad llega el periodo oscuro de la cura de almas laica, de substitución de Dios por el Pueblo Soberano, que no es sino un remedo laico que permite al que manda hacer lo que quiere con el dinero de unos mentecatos que, mientras tanto, aplauden, babean y se hacen fotos con el heredero y la periodista.

                                 El estanco "otrora proveedor del Círculo"


  

jueves, 4 de julio de 2013

Comida Homenaje a Don Alcides Bergamota ofrecida por el Círculo de Estudios Heráldicos y Gastronómicos Marqués de Casa Pil-Pil

Recibimos en la sede de Cepo una misiva de nuestro ilustre amigo don Andrés de la Pomarada y Rodriguez de Villafranca, que nos escribe desde su solar en el corazón de la Fidelísima Vardulia con el propósito de hacernos partícipes de una noticia que nos llena de satisfacción.

En su última sesión plenaria, los socios del Círculo de Estudios Heráldicos y Gastronómicos Marqués de Casa Pil-Pil han acordado por unanimidad organizar una comida homenaje en honor del Ilustrísimo Señor Don Alcides Bergamota y tienen el placer de invitar a todos los cepogordistas a participar en tan magno evento que se celebrará D.m. el próximo sábado 13 de julio a la una y media de la tarde en la sede del Círculo situada en el número 3 de la calle Infantes de Lara de la capital várdula.

Nuestro amable amigo ha tenido a bien adelantarnos una copia del menú que pasamos a transcribir:

Entremeses fríos y calientes

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Sopa bullabesa con costrones

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Tortilla en salsa de pepitoria

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Cangrejos de río picantones

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Delicias de rape en salsa verde

Bacalao al pil pil y Club Ranero

Cocochas de merluza rebozadas

Anchoas al estilo de Jolaseta

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Carrillera de ternera estofada

Solomillo "Kaiser Guillermo" con riñón en brocheta

Paletilla de cordero lechal al horno

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Quesos del país:oveja curado, Picón-Tresviso y cabra fresco

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Natillas

Arroz con leche

Tarta Panchineta caliente

Paris-Brest con helado de café

Milhojas de crema

Delicias de Antibes en isla flotante

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Bizcochos borrachos de Guadalajara

Piononos de Santa Fé

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Vino blanco y tinto obsequio de la Cooperativa Santo Niño de la Roca.

Café y licores por gentileza de Don Atilano Candelaria, agricultor y propietario de la bodega tomellosera Hermanos Candelaria




Cigarros Partagás de la afamada casa Cifuentes & Cia proporcionados por el Círculo Cepogordista de Vardulia

A los postres nuestro amable anfitrión don Andrés de la Pomarada se dirigirá a los invitados con una loa y aprecio de don Alcides Bergamota, acompañada por los compases de la marcha "Alcides, eres el más grande" compuesta por nuestro bardo local, Telesforo Acebuche, e interpretada al piano por la ñiña Etelvina Rodriguez de Villafranca.

Todos aquellos cepogordistas que deseen participar en tan magno evento deberán comunicarlo a la Secretaría del Círculo de Estudios Heráldicos y Gastronómicos Marqués de Casa Pil-Pil con antelación suficiente.

domingo, 10 de febrero de 2013

CEPOGORDADA

Cepogordada

Desde hace una temporada han notado Tato y Doroteo que Alcides ha desarrollado una obsesión nueva, y es que se siente observado - y cohibido un tanto- por la presencia de la condesa de la Croqueta.

-         Será de la Cocreta, dice Tato maligno.
-         No señor, de la Croqueta que es mucho más fino.
-         Será que tiene dos títulos, dice Doroteo terciando como siempre.

Tato prosigue a lo suyo:

-          El vino había que beberlo por tragos de a litro, en cubos.
-          ¡Oh! ¡Estoy desolado por tanta rudeza señora condesa!

Doroteo no quiere tampoco tener el pico cerrado:

-          Para una sobremesa decente sería necesario poder transformarse a voluntad en perro de caza, para poder echarse a dormir al lado del fuego, casi en el halo de la llama, tostándose un poco los bigotes y dando algún aullido en sueños.
-          Eso no puede compararse –dice Tato- con ser un gato recostado sobre un cojín bordado con la palabra Micifuz.
-          Pero que bobada, donde esté un perdiguero de Goya, vamos hombre, un gatejo…
-          Si, perdiguero. Yo te veo más bien adoptando forma de perro quiqui de pueblo, que es nuestra gran aportación a la zoología moderna: tamaño de un ladrillo, con patillas vivarachas, brincador y saltarín, celoso y malhumorado, feo como no hay dos, rey de las manchas y la asimetría, ladrido aflautado e incesante, y echado para adelante, verdadero capitán Matamoros de la perrunez, siendo más pulga que mastín…

Tato es interrumpido por Alcides:

-          Querida condesa, estoy desolado nuevamente, cuanta rusticidad, acepte en desagravio esta flor de camelia…
-          ¡¡Flor pocha!! ¡De las que se caen solas al suelo por tu falta de pericia con la planta, tío cursi!

Esto fue ya demasiado, excesivo, se oyó un portazo y la condesa de la Croqueta se marchó para siempre. Cuando salió del sanatorio repuesto de sus cansancios y vivificado por los aires de la sierra y los largos paseos, Alcides estaba como nuevo. El bueno de Dimas estaba con él. No dejó de estarlo un momento. Si, su cuñado, el sacerdote hermano de Charito la Estrecha, que pese a todo, seguía siendo su gran amigo y compañero de los interminables paseos por la ciudad levítica, por la espléndida e inabarcable ciudad por la que trepaban y descendían como cabras durante horas y horas, a buen paso de conversación.

Dimas sermoneó primero un poco a Tato y a Doroteo, para que extremaran en sus visitas al sanatorio la cortesía con el enfermo. Eso sabía hacerlo don Dimas con buenas formas y mucha eficacia. Unas visitas cortas durante las cuales Tato leía en voz alta, pero sin alzarla mucho, la biografía de Gertrudis Gómez de Avellaneda, salpicada de algún verso romántico suelto, dicho por Doroteo, pinzando una lira y con un pie en el aire: Yo como vos para admirar nacida, / yo como vos para el amor creada, / por admirar y amar diera mi vida, / para admirar y amar no encuentro nada. Conocían ambos la debilidad de Alcides por la poesía española del romanticismo. Aunque esta primera intervención de Doroteo con este primer verso estuvo a punto de ser contraproducente, pues no convenían los bruscos ataques de risa todavía. Visitas acotadas por el buen Dimas a veinte minutos.

Pasados quince días, don Dimas tuvo una segunda intervención decisiva, en la forma de una caja de habanos. Pero nada vulgar ni ostentoso. Una caja vieja, en la que cabían tranquilos y sin apreturas ni movimientos, veinticinco cigarros de distintas marcas y vitolas, seleccionados por el buen sacerdote, y sufragados por Doroteo. Aclaremos, para los hipocritones que se escandalicen, que don Dimas hacía tiempo que había renunciado al tabaco. Sólo consentía una excepción, que era la de fumar en compañía de Alcides, sentados al atardecer con una gran jarra de agua y dos vasos. Ordenados por orden cronológico, para fumarlos en secuencia a partir de los quince días de convalecencia, tan pronto como Alcides tuviera permiso para pasear de verdad, tres Romeo y Julieta Exhibición número 4 y dos Exhibición número 3. Cigarros medianos, de buen cepo, para que no exigieran demasiado y no hubiera resistencias en el tiro. Disminuían luego, con dos Montecristo del 4 y tres Rey del Mundo de parecida vitola, que más concentrados constituían una cierta prueba. No de fortaleza del cigarro, sino de paciencia y calma en el fumar. De ahí, tres Punch Punch, y dos H. Upmann medianos, Magnum. Luego proseguía la caja con tres Partagás 8-9-8 y tres Ramón Allones para completarse con las grandes vitolas para las grandes conversaciones, los grandes silencios y las largas lecturas, varias de los cuales se fumarían ya en casa, una vez dada el alta, tal vez con una gota de Oporto: Sancho Panza, un inmenso Vega Robaina, varios Churchill de Romeo y Julieta, dos gigantes de Hoyo de Monterrey y un par de Lusitanias. El peculio y la generosidad de Doroteo no tenían límite. Pronto reanudaron sus paseos por la hermosa ciudad y sus alrededores. Don Dimas y Alcides eran de la misma quinta y de misteriosas afinidades. Apenas tocaban el espinoso tema de la catástrofe en que había terminado el matrimonio de Alcides con Charo la Estrecha (para don Dimas simplemente Charito, claro). Pero tampoco se esquivaba, pues a menudo Alcides había recurrido a su amigo, como tal y como sacerdote. ¡Sacerdote! Y es que el milagro había obrado, pues don Dimas y Alcides no llegaron a alejarse del todo durante la que podría llamarse furiosa etapa del matrimonio civil de Alcides con Toñi la socialista. Alcides, como un péndulo, renunciando a sí mismo y a su entorno, por infantil oposición, contrajo el más feroz sarampión progre que imaginarse pueda. Pero ni por aquél entonces el vaso de la paciencia de don Dimas llegó a colmarse, y Alcides estuvo asido a esa presencia amiga, casi sin saberlo, como el náufrago en la tormenta abrazado a un tablón desgajado de la amurada del navío que zozobra. Pero en fin, eso es otra historia. Demasiado hemos picado de aquí y de allá. Ya mediado el cigarro, nos interesa traer aquí la opinión de don Dimas sobre la escritura del pintor Solana.