lunes, 22 de diciembre de 2014

NI DEBEMOS NI PODEMOS

Desde su irrupción en la escena política, la polémica en torno al movimiento-partido-alternativa PODEMOS ha generado un aluvión de noticias, críticas, comentarios y chascarrillos de toda y variada índole.

Imagino que más de un lector de éste emérito suelto cepogordista andará estragado y harto del tema. 

No es mi intención el molestar al personal aún más de lo que ya lo hacen a diario los políticos al uso y sus comentaristas de alcoba pero creo que cabe hacer algunos comentarios dirigidos a todos aquellos "desencantados" que se están planteando la posibilidad de votar a la opción revolucionaria y totalitaria que ofrece el partido liderado por Iglesias.

Qué es podemos y qué pretenden es algo que a estas alturas está muy claro para cualquier espectador de la realidad política española que se haya molestado cinco minutos en informarse.

De las fuentes ideológicas de las que bebe Podemos no creo que haya que decir mucho, también son conocidas y su falsedad y peligrosidad han sido ampliamente analizadas y comentadas en otros lugares y por personas de mayor autoridad.

Dicho ésto, el lector se preguntará de qué quiero hablar, pues muy sencillo, de la frivolidad de algunos y de la imprudencia de otros. Frivolidad e imprudencia han acompañado a los españoles en muchos acontecimientos clave de su Historia y los resultados han sido, siempre y sin excepción, nefastos para la nación y sus ciudadanos.

Entiendo perfectamente a todos aquellos que sienten repugnancia hacia los partidos convencionales que han venido detentando el poder desde la restauración democrática.

Entiendo muy bien que votar al PP, PSOE y otros es algo que no puede hacerse ni tapándose la nariz.

Dicho ésto, considero que votar a PODEMOS para darle una patada en el culo los partidos convencionales es un solemne error, un acto de irresponsabilidad intolerable.

PODEMOS tiene una base de apoyo incondicional (hasta ahora) en un conjunto de personas de su misma o aproximada ideología. Ese grupo humano está compuesto por una masa que oscila entre el millón a dos millones de votantes (que no es moco de pavo). El resto, hasta alcanzar las cifras que los profetas de la demoscopia auguran para las próximas elecciones generales, lo conforma el voto del cabreo, el voto del asco, el voto de la patada en el culo.

A ese voto es el que apelo yo. A esos votantes es a los que pido reflexión y serenidad. Votar con la entrepierna no es una buena idea. Amén de anti-higiénico y anti-estético, el gonadismo militante de algunos de nuestros conciudadanos conduce, indefectiblemente, al desastre.

El proyecto de PODEMOS es un proyecto revolucionario y totalitario. Si acceden al poder real, si "pisan alfombra" y se hacen con el mando del BOE, los "señores" de PODEMOS no tienen previsto hacer otra cosa que apoderarse de las estructuras del Estado para de manera fría y calculadora ir ejecutando sus visiones de ingeniería social, económica y revolucionaria.

Su estrategia consiste en penetrar la estructura a través de las fórmulas legales (vía electoral) y posteriormente ir actuando de forma científica y revolucionaria.

Puede pensarse que esto son "suposiciones" e "hipótesis" y que se puede correr el riesgo de darles una oportunidad para ver cómo  actúan ya que peor que lo que hay no pueden ser (recientemente he escuchado ese comentario, literalmente, de boca de un funcionario de un cuerpo superior de la Administración del Estado). 

No se dejen engañar. El caso es idéntico al de regalar a un pirómano una bidón de gasolina y una caja de cerillas y dejarlo suelto por un bosque "a ver si se contiene".

Si PODEMOS llega al poder gracias al voto del cabreo, la responsabilidad de los votantes será terrible y las consecuencias, que sufriremos todos, son fáciles de imaginar.

Conociendo el peligro, ni debemos votar el suicidio ni podemos permitirnos que un cabreo más que justificado hunda a España en una sima de la que resultaría muy difícil escapar.

Existen alternativas, la sociedad sana siempre puede hacer cosas, no debe caerse en la solución fácil de la patada en el culo y el cabreo de barra de bar. 

Quien quiera apoyar el saneamiento del sistema que lo haga y ayude a crear los cauces, darle oxígeno a una revolución no es la solución.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Después de recordar a don Camilo, apuntes alrededor de la ya famosa conferencia de la pistola.

Cambiando de tercio, o como diría un francés, pasando del gallo al burro, se habrán fijado que de política nada. Que no escribimos un artículo. Lo último fue aquello que empezaba con un violento “nos gobiernan cerdos”. Pues bien, Calvino de Liposthey ha tenido la gentileza de hacernos llegar lo que fue en su día el armazón de la famosa conferencia de la pistola. Como es lógico, se trata de una estructura un tanto seca, carente del empaque y el garbo con que la embelleció en su momento el verbo florido del conferenciante. Pero ayuda a hacerse una idea de lo que fue aquella sesión que tanto dio que hablar y permite ir poniendo los jalones para su completa reconstitución. Este es el breve texto, que sin embargo, ampliado en vivo por el Gran Bergamota, permitió alargar la conferencia hasta alcanzar la hora, cuando se produjo la gran trifulca:

          Son varias las razones para no lidiar con el asunto político: llega un momento en que no se sabe por dónde empezar; tenemos las ideas claras y no necesitamos darle muchas más vueltas a las cosas. Lo que vemos y conocemos nos causa ya poco o ningún asombro y, además, hay gente dedicada profesionalmente a seguir la política y a comentarla, que lo hace mejor que nosotros y además cobra. Nosotros tecleamos menesterosos para cuidar el píloris. ¿Pero qué dice? ¡Es usted memo! No si ya estamos faltando [al parecer este primer diálogo consigo mismo provocó las primeras murmuraciones entre el público]. Queremos decir que soltar cuatro palabrejas como éstas y fumar untuosos habanos vienen a ser dos formas de lo mismo: cuidar del píloris. ¡Otra vez! [al parecer nuevas murmuraciones del público y un se chotea que se oyó perfectamente]. Pero volviendo un poco a la cosa política, que para eso me han pedio que intervenga aquí, ante este selecto público adocenado, lo que parece, así a vuelapluma, es que Europa se resquebraja. Los que se empeñan en flagelarse todavía con los añejos conceptos de España es así o asá y este país, se equivocan y renuncian a pensar. Me atrevería a decir que representan, con su huida del pensamiento crítico, lo que antes se hubiera designado como la canalla, y temo que haya aquí, frente a mi una nutrida representación de ese tipo social [al parecer, entre el pública empieza a notarse un sordo cabreo]. Ya lo hemos dicho muchas veces. No es cuestión local, sino de civilización. Estábamos en un cruce de caminos, cargados de ansiedad –como ese calvo de mala pinta que seguro que está forrado a pastillas [al parecer el aludido se levantó murmurando y blandiendo el puño cerrado y se marchó de la sala atestada dando un portazo, dos señoras se pelearon por su sitio, interrumpiendo por un momento la conferencia]. Y después de estar un tiempo instalados en el cruce y ahora hay que mover ficha, decidirse a cruzar. Y resulta que cada uno tira para un lado con el cuerpo social en peligro de descuartizamiento. Ahora que se conmemora su estallido, hay que recordar que Europa empezó su declinar con la primera guerra mundial y sus terribles consecuencias. Quedaron afectados los cimientos del continente, abonado el terreno para su descristianización y el crecimiento de los totalitarismos que encarnaron todo aquello que ya venía gestándose: nihilismo, colectivismo, anulación del hombre individual y paradójicamente conversión del hombre abstracto en la medida de todas las cosas. Resulta paradójico que de la segunda guerra mundial surja el estado de bienestar que con todas sus aparentes ventajas y bonanzas viene a sentar las bases para una nueva tutela del cuerpo social por las superburocracias. Con diversos pretextos –el de la salud sin duda uno de los más utilizados- van volviendo por la puerta de atrás los viejos reflejos: la tutela del individuo, el estatismo, la restricción de las libertades, el control de las conciencias. El bienestar es la piedra angular con la que se justifica una exacción fiscal cada vez mayor, que coartando la iniciativa individual por falta de medios, refuerza los instrumentos de que dispone el burócrata para ejercer su control, mediante la concesión graciosa a los ciudadanos de migajas de la gran hogaza de pan que previamente les ha sustraído [los representantes locales de los partidos políticos se agitan sobre sus sillas y se perciben discretas señas, la mujer del alcalde cuasi vitalicio resopla pesadamente si se arrea en la pechera con un grueso abanico con los colores del partido]. El hombre de a pie trabaja para pagar facturas dedicando más de la mitad del año a trabajar para el todopoderoso Estado, con el fin de que éste pueda disponer de los cuantiosos recursos necesarios para poder mantener su gran tela de araña clientelar internacional. Las arañas locales se reciclan en instituciones internacionales desde las que vuelven de visita al terruño para recomendar mayor presión fiscal sobre la sociedad [los concejales se miran unos a otros como si les picara el cuerpo, la señora del alcalde pone ojos como platos cuando oye la palabra chupóptera dicha a sus espaldas]. Jamás recorta la araña burocrática su propia tela. El hombre de a pie, el que ni es parte de la burocracia ni vive de ella, trabaja y trabaja, viendo como del fruto de su trabajo le llega una parte cada vez menor, y calla para que no le den de palos, cargando además con una culpa cada vez mayor. Culpa que se le inocula por no ser travesti, homosexual –maricón como se decía antes-, negro, étnico, minoritario, divorciado, monoparental adoptante, ideólogo, progresista, abierto, dialogante, amigo del consenso, pornógrafo, ecológico, igualitario, relativista, sano, sumiso, blando, maleable, multiorgásmico, vigoréxico y capao, fit, fot, jogger y runner, trendy, y sobre todo por tener todavía cuatro o cinco creencias y alguna convicción de las que no consigue desprenderse pese a todos sus esfuerzos y a la presión brutal que soporta para ello. Así que el europeo trabajador está un poco desconcertado y también un poco cansado y claro bastante cabreado. Y lo que hace es dar un portazo, diciendo que no quiere saber nada, y con eso acaba de enterrarse, porque se aísla aún más y al hacerlo se ciega, no dándose cuenta de al menos dos cosas:

          La primera es que la superburocracia vive y se nutre del aislamiento y soledad del europeo trabajador, desagarrado por mil tensiones y tirones a los que sólo no puede enfrentarse.
          Y la segunda es que ese europeo enfadado –el que lo están, tampoco son todos, miren a la mujer del alcalde que tranquilota está- [al parecer la aludida rebrinca en la silla y se oye un Mariano di algo], decíamos que el europea enfadado acaba por no apreciar lo que tiene y por no darse cuenta de que son muchos los que están en su situación –gente infinitamente válida y honrada- que conforman en líneas generales una sociedad que merece la pena, muy distinta a la que pintan los medios. No se da cuenta que todavía hay esperanza y fuerzas. Al renegar de lo que ve, al aislarse, justificando con mil argumentos eficaces ese aislamiento como algo inevitable y necesario, renegando de la política sólo refuerza el círculo negativo de disolución de la sociedad europea cayendo en un pensamiento torpemente reaccionario y de una ingenuidad que sorprende, cuyo centro viene a ser el renegar de la política con un pesimismo de cataclismo. Que al europeo contemporáneo se le hunda el mundo porque la clase política no sea honrada demuestra que el europeo contemporáneo ha dejado de leer y ha abandonado sus estudios de historia y humanidades antes de tiempo y que no es consciente todavía –a estas alturas- del enfrentamiento ya clásico entre lo que hemos llamado superburocracia y Libertad. ¿Cómo se ha vuelto la tropa tan pardilla? ¿Cómo es posible que haya olvidado lo que es el poder, la lucha por acapararlo, la lucha por defender al individuo del abuso? Podemos relacionar esto –esta ignorancia mezclada de un servilismo agotado, un ánimo de entregarse a quien quiera decidir en su lugar- con el estado de la educación y de las universidades europeas. Y no nos sorprenderá ver que son un coto cerrado, en su mayoría, de la superburocracia. Hemos pasado en una generación, por poner un ejemplo, de don Luis Diez del Corral a Pablo “el coletas” Iglesias, como símbolos de la facultad de ciencias políticas. Es el resultado de un asalto a las instituciones y a las mentalidades por el totalitarismo vencedor de la segunda guerra mundial, mudada su fría piel soviética en acogedora y suave pelliza socialdemócrata, ante el desarme intelectual, moral y anímico de ese otro europeo, heredero de la parte más fértil de las tradiciones del continente que ha enmudecido presa de las dudas sobre sí mismo provocadas por los dos cataclismo bélicos del siglo XX. [Al parecer reina un gran silencio en la sala de conferencias].

Ese europeo al que hemos llamado europeo trabajador, en lugar de renunciar a pensar, renegando indignado de la política, en realidad debe unirse para recuperar el lugar que le corresponde en la dirección de los asuntos públicos, aupado para ello sobre lo que ha sido la parte mejor de la tradición europea – la defensa de la libertad individual, de la iniciativa y de la propiedad privadas, la libertad y la acción- que sigue viva y puede recuperarse. [Al parecer reina un gran silencio entre la audiencia].

Una precisión sobre eso que hemos llamado europeo trabajador. A estas alturas de época, el trabajo se da por supuesto en toda persona de bien. A esas personas nos referimos. Pero el trabajo como tal y por sí sólo no es por supuesto suficiente para nada. Esto es lo que parecen desconocer ciertos políticos, funcionarios en origen, que se llenan la boca de lo mucho que trabajan. Sólo faltaba que no atendieran sus obligaciones. Pero el asunto es para qué trabajar y en qué dirección, eso no lo dicen porque no lo saben, o tal vez porque lo tienen demasiado claro. Veo que reina el silencio y caras de pasmo. Incluso expresiones alucinadas. Pues está bastante claro lo que he explicado, zoquetes [al parecer este desliza logra romper el silencio y dan comienzo las invectivas, pero es ya otra parte de la historia].

DON CAMILO

La razón por la que la obra Cela ha desaparecido de la faz de la tierra es un misterio. A nosotros nos parece un gran escritor y hemos pasado momentos extraordinarios con sus cuentos, con los Apuntes carpetovetónicos, con el Viaje a la Alcarria y sus andares por Castilla la Vieja, con La colmena, con Pabellón de reposo y Mazurca para dos muertos… El bonito crimen del carabinero, El retablo de don Cristobita, y cuantas historias más. Y además, Papeles de Son Armadans. El que no sepa lo que es que busque un poco y se llevará una sorpresa. Pero parece que todo esto no cuenta, como si el personaje que construyó en vida hubiera quemado al morir la obra del escritor. ¡Qué cosas!

Nunca nos cansamos de recomendar las entrevistas de Joaquín Soler Serrano en el programa A fondo, de la TVE en blanco y negro. Son extraordinarias. Hay una con Cela que merece la pena. Se puede ver, de gratis como suele decirse, en el iutuve ese.

 

miércoles, 3 de diciembre de 2014

LOS CAPAOS (como suena).

Calvino de Liposthey no cesa en su incasable recolección de las obras y hechos del eximio polígrafo que es, además de sujeto objeto de estudio, su vecino y gran amigo. En efecto, Liposthey reúne tanto material como permite la poliédrica y a veces escurridiza personalidad del gran Bergamota, es decir, verdaderamente mucho.

Se nos ha reprochado últimamente el haber desplazado el haz de luz de nuestro inquisitivo foco desde la extraordinaria y protagónica figura de Alcides Bergamota el Grande a la de otros personajes como Tato o Doroteo, para llegar incluso a la de tipos verdaderamente menores como el pobre Antimo Caponeti Moreto. Nosotros no hemos dejado de trasladar este tenue y amable reproche al paciente biógrafo, que nos surte con su paciente labor de hormiga bibliotecaria. Conviene con nosotros Calvino de Liposthey en que siempre resulta más sencillo abordar al personaje de menor relieve – de entre los que exceptúa sin duda a la Condesa de la Croqueta a Tato y a Doroteo- que pulir y trabajar el duro mármol, la fuerte piedra, a veces inatacable, en que se constituye la compleja personalidad de nuestro gran Bergamota.

En la vida, todo es hacer digresión, ¿quién quiere acabar nada? ¡Hombre Calvino!

Pues bien, Calvino de Liposthey nos anuncia la llegada de un material que considera delicado y sensible, en la medida en que puede ofender a nuestros lectores más ñoños y melindrosos. Se trata de unas breves páginas, a medio camino entre las memorias y el ensayo de interpretación social, que se refieren precisamente al querido Antimo Caponeti Moreto y a nuestro no menos querido –y compadecido- El Ameba. Llevan por peregrino título “Los capaos”.

Ya empezamos oiga usted. Hombre, que quiere, lo escrito, escrito está.

Rogamos a nuestros seguidores más ñoños y melindrosos nos indiquen si desean afrontar semejantes páginas o si prefieren darse de baja. O incluso si prefieren  que se ejerza la más férrea censura y sean omitidas. Continuará.

martes, 2 de diciembre de 2014

ACEPTACIÓN DEL ADVERSARIO

La política de aceptación del adversario. Antimo Caponeti Moreto siempre practicó esa política de aceptación del adversario porque era pequeñito y se hacía daño al apretar el puño. Nunca se sintió a gusto entre los camaradas que venían a casa, amigos de su hermano Heriberto, que por el contrario era un coloso. Los papás de Antimo Caponeti Moreto engendraban antítesis a pares. Antimo y Heriberto; Petronila y Mari Bárbola. Petronila era cursi y atroz y quería llamarse Brigitte. Mari Bárbola, sana como una manzana, recia y verdadero bastión familiar carecía de la belleza y la sensual gracia de su hermana. Aquella era capaz de calibrar y medir el efecto que causaba entre los hombres –esas sabandijas- en proporción a los centímetros de tacón de sus botines, que calzaba, más o menos altos, de caña más o menos alargada, de planta más o menos amplia, de ante o de piel, bruñida o lisa, cocodrilo o potro, según el efecto deseado. Como buena estratega en materia fina, era capaz de aplicar, cuando lo consideraba necesario, el principio de concentración de sus fuerzas de choque, preparando vertiginosos escotes que habían sido fuente de escándalos, accidentes de tráfico y le habían valido el mote de la Artillera. Antimo Caponeti Moreto, por esas cosas de la vida, por aquello de que los contrarios se atraen, Antimo Caponeti Moreto era amigo de Tato.

NICO Y FELI

Nos gobiernan cerdos. Esta es al menos la teoría granjera, muy en la línea orweliana, que sostiene Tato. Tato tiene especial manía a esa a la que designa como la de la vista baja, en un nuevo símil porcino. La imagina trotando por los pasillos de la Moncloa, por las cochiqueras de la vicepresidencia, con las orejas cerdas, el morro respingón y la vista baja, física y moralmente baja, rastrera, por los suelos. Es una caricatura de Mortadelo y Filemón. Oink, oink, un brinquito, un gruñido, oink, trota que trota con la vista baja, las carnes rosas, la cara cerda. Cuando se cabrea gruñe más fuerte y el rabito sacacorchos se le desenrosca de rabia para luego volver a su ser. España en manos de la T.I.A., el tbo hecho realidad. Oink.

-       ¿Es usted Nico?
-            Sí.
-            Nico de Nicolás, claro.
-            No, de Nicodemo, listillo.

Nicodemo Orejón Morcillo tiene un poco de mala baba, resultado de los años que lleva arrimando el hombro.

-            ¿Es usted Feli?
-            Desde luego, para lo que usted guste mandar.
-            Feli de Felipe claro.
-            Uy que va, Feli de Felisín, vamos, de Félix, que me lo puso mi padre porque así se llamaba el padre de mi abuela Antonia. Ya sabe usted lo que son las cosas de familia, muy unidos todos sabe usted, y claro aquí en el trabajo lo de Felisín pues no es caso, que queda un poco raro con estas barbas y esta panza que pesa un quintal y me vence, así que como lo de Félix a secas no hay quien lo diga o la gente no sabe, pues la Nuri fue la primera que le quitó la equis, y lo dejó en Feli, que yo mire usted, encantado, que no pongo dificultades. Y desde entonces Feli, Feli por aquí y por allá…

Se ha oído un estertor y se han llevado al interlocutor de Feli que ya agoniza. Feli es como Nico, pero con muy mala leche. Desde hace muchos años llena su jornada laboral alargando indefinidamente y a propósito las explicaciones sobre cualquier cosa. Explicaciones que han pasado de poder ser breves y concisas a hacerse, voluntariamente, interminables, confusas barrocas, jopúticas.

GALERÍA DE TIPOS FÍSICOS EXTINGUIDOS: FERDINAND BAC. La verdad que es una pena, observen el refinado bigote.

lunes, 1 de diciembre de 2014

HABANERA: LA FUMADA GOCHA

- Una de las mejores fumadas habaneras es la llamada fumada gocha, el fumador se retrepa en su grueso sillón, se echa la manta sobre las rodillas, está convenientemente calzado, con zapato abotinado normalmente –tal vez unas gruesas babuchas de oloroso cuero-, mira y remira el habanete con ojos golosones, juego con él, como el marrano con la calabaza, da unos gruñiditos y por fin, lo huele.

En ese momento quedó la audiencia como en suspenso. Algunos conocían la escena por haberla presenciado, otros habían oído hablar de ella. Tato aseguraba que podía hacerse con cualquier cigarro, pero él tenía predilección por hacerlo con uno de calibre grande, gigantesco. De una descomunal purera sacó un inmenso Lusitania, lo miró, lo calibró, lo sopeso, mientras preparaba el olfato con un esfuerzo de concentración. Se acercó el cigarro a las narices, y colocando la derecha sobre la capa de suave marrón anaranjado del gran cigarro, inhalo con intensa y gran potencia. Se inflaron sus gigantescos pulmones, se produjo un gran silencio en la sala. Las manos de Tato reposaban sobre la mesa y el cigarro seguía suspenso de su nariz, sujeto por la potencia de la inhalación. El personal, los grandes prohombres del fumeque de Nava de Goliardos, estalló en un alegre aplauso. Los preliminares habían terminado. Recuperando el habano entre dos dedos, ajustando un poco la manta sobre las rodillas, Tato lo exhibió ante la audiencia, mientras que con la otra mano enseñaba una pequeña navaja de cabrero que le había tendido Doroteo. Para la auténtica fumada gocha, el habano sólo puede abrirse con la habilidad de unos dedillos regordetes o con el acerado filo de una navaja cabrera.

Les dejamos para seguir con la clase práctica. Ji,ji.