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martes, 6 de febrero de 2024

Comentario a una película que no se cita. Adivinen cual es. Por A. Bergamota, polígrafo.

Siempre se vuelve a Ford, literalmente. Muy a menudo me ha pasado, tras un día de especial cansancio o melancolía, sin fuerzas para la lectura, pero con ánimos para una película. La elección suele ser Ford. En su cine está pintada la vida misma, con toda su riqueza, con toda su belleza y con sus sinsabores y amarguras. Su cine ayuda a tomar una cierta distancia frente a uno mismo, frente a las cosas que nos pasan. Es como si nos dijera: mira, el mundo funciona así, esto es lo que hay, pero ¿a qué es extraordinario?

La película implícita es tal vez una de las más refinadas y sutiles de Ford, que es mucho decir. El tratamiento de la guerra civil, tan presente por alusiones a lo largo de toda la película, es sencillamente magistral. De ese tono podríamos aprender nosotros para abordar la nuestra. La cena a la luz de los grandes candelabros y la serenata con que concluye aúnan belleza estética, cuidado exquisito de los detalles y un lirismo difícil de superar. Pero es en el tratamiento de la relación entre el coronel y su mujer dónde Ford toca unas fibras y llega a unos matices que están al alcance de muy pocos. Tanto la forma de narrar por parte del director como la propia relación entre los personajes de ficción –distancia, resentimiento, odio, amor, comprensión, perdón, reconciliación- son de una fineza y de una delicadeza de sentimientos muy poco comunes.
En cuanto a la cuestión india, ni siquiera en Ford, ni siquiera en su último western (que no es esta película implícita), encontraremos nada que se pueda acercar, ni remotamente, a considerar al indio como prójimo. No hay en ese mundo un Juan de Zumárraga, un Tata Vasco, o un Garcilaso de la Vega el Inca, quien, ya retirado en Sevilla, pudo contar el encontronazo entre el mundo de su padre, hidalgo extremeño, y el de su madre, princesa inca. Pero nos ha faltado un director con el talento y la falta de complejos de Ford para contarlo.


miércoles, 11 de abril de 2018

Comentario a un texto que no se enseña. Con manos en homenaje a J. Tardi.

Estos artículos, que utilizando un título literario cinematográfico en inglés podríamos llamar "Ford revisited", son estupendos. Pero a Ford no le hubiera gustado, con lo alérgico que era a toda pose artística o intelectual. La que adopta cualquier pelagatos cuando le entrevistan por haber emborronado una pared o ensuciado cualquier cosa, previo cobro de la preceptiva subvención. Así que es mucho mejor como titula usted, con el nombre del director seguido de la película que comenta. Coincido con usted plenamente, y creo que no es necesario insistir en todo lo que tan acertadamente usted destaca. Tengo verdadera predilección por el cine de este hombre que supo contar historias como nadie y plasmar en el cine y en sus personajes mucho de lo que personalmente se le escapó en vida. Los puñetazos sí, pero siempre un lirismo y una sutileza que resultan sobrecogedores. Lo más extraordinario, entre lo mucho, es todo lo que llegamos a saber de sus personajes y con qué rapidez: como son, como sienten, que les pasa, cómo evolucionan, lo que representan. Esto se logra a menudo con un diálogo breve, o sin apenas palabras. Me acuerdo ahora, en Río Grande, del momento en que cenan juntos John Wayne y Maureen O’Hara, toda la vida del matrimonio y todos los sentimientos de ambos están ahí, contados al espectador, con las miradas, con algunas palabras y un espléndido blanco y negro al servicio de dos actores de los que Ford saca lo mejor. La escena culmina con la serenata que les da un pequeño coro de soldados, con una canción irlandesa, claro. En la Taberna del Irlandés, tan distinta, están muchos de los rasgos apuntados: conocemos a los personajes como usted los describe y el lirismo surgirá en la comedia alrededor del sacerdote católico y de su iglesia con goteras. Volveré a verla esta semana. Muchas gracias por este paseo magnífico por la obra de Ford.
Atentamente,
Genaro García Mingo.



martes, 6 de septiembre de 2016

John Ford


-        - ¿Has estado enamorado alguna vez?
-        - No, he sido barman toda la vida.


My Darling Clementine, John Ford.

jueves, 24 de septiembre de 2015

CORAZONES INDOMABLES, John Ford (notas para una breve presentación).




Algo sobre John Ford

https://www.nyfa.edu/student-resources/wp-content/uploads/2014/06/John-Ford.jpg

¿Qué se puede decir sobre John Ford? Se han escrito libros enteros sobre él y sobre su cine. Para muchos es el maestro de maestros, aunque todavía hay quien cree que sólo es director de películas del oeste, y lo dicen como si el género de las películas del oeste fuera un género menor. Los que lo hacen desconocen que era ya un director famoso en la época del cine mudo, que acogió con entusiasmo tanto la llegada del sonido como la del color y que es el director (y a menudo inspirador, coguionista, productor, etc.) de películas como Qué verde era mi valle, El delator, Las uvas del ira o El hombre tranquilo. Su película Centauros del desierto es considerada por muchos como la mejor película de la historia del cine (esa es la opinión de Spielberg, por ejemplo). A Orson Welles le pidieron que citara a los tres mejores directores de cine para su gusto y contestó diciendo John Ford, John Ford y John Ford. Francis Ford Coppola, se puso el mismo el Ford de su apellido en homenaje al director.


Ford fue un norteamericano de primera generación, hijo de emigrantes irlandeses, nacido en la costa Oeste, en Maine en 1894. Su nombre era John Martin Feeney. Fue actor, director y productor, estuvo en activo durante 50 años llegando a dirigir… ¡140 películas! Su cine es de una enorme riqueza y en sus películas se superponen muchos planos, por lo que deben verse disfrutando de la infinidad de matices que encierran: la belleza visual, el bromazo con el que nos reponemos de la emoción de una escena anterior, la aventura, una mirada sobre la vida no exente de ternura y una cierta melancolía, todo ello expresado siempre de manera contenida, como al pasar, como sin querer, a través de personajes de inmensa personalidad. De él y de su cine se ha dicho que son los creadores de auténticos mitos, entendiéndose la palabra mito como historia ficticia o personaje literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación universal.



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 Algo sobre Corazones Indomables

Es una película del año 1939, originalmente en color. Fue la primera vez Ford rodó así. Fue un éxito de taquilla en su día, y estuvo nominada para dos premios Oscar. Su título original es Drums along the Mohawk, que podría traducirse como Tambores a lo largo del Mohawk. Mohawk es el nombre de un valle. Está basado en una novela, como muchos de los argumentos de Ford. La acción transcurre durante la guerra de independencia de los Estados Unidos.


Es a primera vista una película histórica, pero sólo a primera vista, ya que tal vez el contexto histórico es lo menos importante. Lo que realmente llega al espectador es la aventura, una buena historia bien contada, la narración de la vida de sus protagonistas, muy variada, en la que hay humor, amor, aventura, acción, suspense, pero por encima de todo la extraordinaria capacidad que tuvo John Ford para, en pocas escenas, conseguir que el espectador conozca mucho a los protagonistas de la historia. El espectador puede entender lo que les sucede, ponerse en su lugar y empatizar con ellos. Frente a muchas historias superficiales, sin gancho, por las que pasamos sin que nada nos llame la atención, la fuerza del guion de esta película y la forma en que se cuenta hacen que el espectador tenga la sensación de formar parte de la historia, de ver las cosas desde dentro, sonreirá, se reirá, se emocionará, y los más sensibles incluso soltarán una lagrimilla. Y esto es porque en el fondo, la película toca los temas esenciales de la vida: el amor, la muerte, la amistad, el odio, y los obstáculos que en la vida hay que afrontar.


Por esta razón, la película puede ser vista como la historia de un matrimonio y de la comunidad en la que se instala, dónde evolucionan personajes de enorme personalidad todos ellos, incluso los más secundarios, hasta el punto de que el contexto histórico puede pasar a un segundo plano. Esta es la razón por la que la historia que transcurre en un país lejano al nuestro y en el siglo XVIII sigue viva y puede emocionarnos, aún sin conocer nada apenas del contexto histórico. Esto es propio del cine de los grandes maestros. Por supuesto que la película tiene su aspecto histórico y que eso tiene su interés. Ford se interesó mucho por la historia de los Estados Unidos y eso puede verse en su cine, pero no parece lo esencial. Pero el argumento no bastaría por si solo si la película no estuviera bien narrada y bien interpretada.


El ritmo es ágil, en ocasiones hasta rápido. Las escenas en las que los personajes narran acontecimientos están magníficamente medidas y no resultan nunca largas [identificar alguna]. Aparecen los largos planos de Ford, en los que la cámara permanece quieta y los personajes se mueven en el plano [identificar alguna], los paisaje inmensos en los que el actor parece reducido poco menos que a nada ante la inmensidad del cielo o del llano, el uso clásico de las tomas desde abajo para agrandar al personaje, o desde arriba para empequeñecerlo [identificar alguna] y algunos primeros planos extraordinarios. Ford no abusa de primeros planos pero los que utiliza son magníficos [identificar cuales]. Hay una escena en particular muy hermosa, una de muchas, cuando la protagonista sigue a los soldados que parten… No desvelo más, pero lo cito para llamar la atención sobre la maravillosa forma de tratar la guerra desde la perspectiva de la esposa y a su vez observar como la forma en que se rueda la escena trata a la protagonista que va evolucionando hasta quedar de espaldas y hundida, filmada para ello desde encima [comentar la escena].


Los protagonistas son Henry Fonda, durante tiempo actor fetiche de Ford hasta que el choque de personalidades les distanció, y Claudette Colbert, actriz de origen francés que le fue impuesta a Ford para el rodaje, pero que sin embargo hizo un gran papel. Entre los secundarios, varios de los actores que durante años trabajaron una y otra vez con John Ford. Destaquemos a John Carradine (el hombre del parche), War Bond (el trampero guasón) y Arthur Shields (el reverendo). Como curiosidad, uno de los actores secundarios es el hermano mayor de John Ford, Francis. Pero sin duda, por encima de todos ellos destaca Edna May Oliver, interpretando a la señora McKlennar. Por este papel fue nominada al Oscar a la mejor actriz secundaria.


Y un último apunte sobre la historia del rodaje. El año en que se rodó esta película Ford había rodado ya la Diligencia. En Corazones indomables debía figurar una primera batalla, pero no tuvieron tiempo de rodarla. Así que Ford utilizó la vuelta de Henry Fonda a casa, después del combate, para narrarla. Le tumbaron herido contra la pared y mientras filmaban Ford le hacía montones de preguntas sobre lo que había pasado y Henry Fonda las contestaba improvisando. Luego quitaron la voz de Ford y quedó la escena como puede verse ahora.
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