lunes, 27 de abril de 2020

Córvidos. Breve, por los famosos ornitólogos Javier Arrendajo y Norberto Picogordo.


Los cuervos pertenecen a la familia de los córvidos. Los pájaros que pertenecen a esta familia se caracterizan generalmente por ser sociables y vivir en bandadas. Así son por ejemplo la urraca, la chova, la piquirroja y la grajilla, con fama de ladrones de comida y objetos brillantes. Pero como en todo en la vida hay excepciones. Así, la corneja negra, solitaria y negra, su prima la corneja cenicienta (corvus cornix) es algo gris, claro. En cambio, la graja tiene un negro de tono rojizo, pico largo y puntiagudo de base blanca y es muy gregaria (le gustan las pandillas como a los quinquis) por lo que vive en grandes bandadas. Como puede verse, esto de los pájaros es lioso, lo que lo hace muy entretenido. Todos los córvidos crían en pareja (cada oveja con su pareja). El macho acarrea el material de construcción y la hembra que es muy hacendosa prepara el nido. El cuervo común que es el más grande de todos los cuervos, pues mide unos sesenta centímetros, permanece junto a su pareja para criar durante todo el año, y se piensa que a veces para siempre. Tienen sin duda gran paciencia. El cuervo es oportunista, inteligente –como pájaro-, versátil, y capaz de aprender.



domingo, 26 de abril de 2020

Tiempo de perros.


No empezar hablando del tiempo es la recomendación que da un buen novelista a escritores nóveles. Pero nosotros, ¿Qué quiere que le diga? No damos mucho de sí y tampoco esto es una novela. Así que diremos que hoy el aire es frio, el día espléndido de luminosidad, como un punto y aparte a la tromba de agua de ayer. Pudimos salir hasta los contenedores de reciclaje a tirar vidrio, como un buen ciudadano. Había escampado y el ambiente era de una primavera intensa, húmeda, con esa luz sutil, delicada, como una filigrana ante los ojos. Disfrutaban de ella los paseantes de perros que al parecer no se ven afectados por el confinamiento o apenas. Mientras ellos pasean se impide la celebración de la Misa en distintas iglesias, aunque el sacerdote y los fieles cumplan escrupulosamente con las medidas de seguridad impuestas por el estado de alarma, y en particular con el artículo 11 del Real Decreto que lo establece. Parece que por fin el animalismo rampante se ha impuesto ya del todo. Ya ve que le he traído de golpe a la más atroz actualidad. Tal vez hubiera sido mejor no dejar de hablar del tiempo.


lunes, 20 de abril de 2020

GALERÍA DE TIPOS FÍSICOS EXTINGUIDOS: Iván Bunin.


Retrato del escritor ruso por su compatriota Rossinsky. 
Observen que no sólo hay verdaderos bigotes sino una cuidada perilla. Las facciones son finas y hay elegancia en la actitud, la vestimenta, la mirada. Observen también la excelente pinta, el aire entre señorial –lo que denota su origen social- y ensimismado, lo que podría referirse a su condición de escritor. La impresión se refuerza por el fondo del cuadro, una biblioteca. Un esbozo de ojeras que apuntan cansancio y algo de melancolía, no consiguen menguar la nobleza, la dignidad y el empaque de su figura. Es posible que subsista parcialmente el tipo en algún rincón escondido y remoto. Pero no completo. Completo como tal, el comité científico de la Fundación Tato lamenta tener que considerarlo como definitivamente extinguido.
Incluimos una fotografía para que se vea que Rossinsky supo captar,
que no inventar. 



Temporada sin temporada. I.


El matador de toros Luis Mazzantini, el "señorito loco", apodado así por su tardía vocación taurina, pasando de los estudios y el cortejo de Amadeo de Saboya a las plazas, daba una vuelta al ruedo. Esto refiere Antonio Díaz-Cañabate en su Historia de una tertulia:

Don Luis, sonriente, mientras saluda, va diciendo: “¡Gracias, gracias, hijos de cocheros!”.

viernes, 17 de abril de 2020

Jornada electoral III. Nuevo fragmento de diario.


La Guardia Civil en la puerta del colegio electoral. A ella le queda el uniforme como si fuera un barrendero. Desfila el cuerpo electoral. Un gran número de ancianos decrépitos, oigo que dice un concejal. Dos viejas con bastón bastante despiertas; un matrimonio con sombrero de explorador él; dos gorditos de la mano, él tiene gran picota y pelo lacio, ella es eslava y grandota o al revés, grandota y eslava, y habla español con la boca encogida; una familia con dos niños, él tiene los pies diminutos, torcidos y girados hacia arriba, ella se queja mucho, es lógico. Un gordo y viejo comunista lo mira todo con aires exterminadores. Una abuelilla arrastra los pies, la mano pecosa sujeta un bastón con el que se mueve con agilidad. El apoderado rojillo es el de aire más presuntuoso y arrogante, con camiseta de marca rotulada en inglés y greñas de permanente. Un chándal, otro chándal, una muslera con un chor (short) que sólo tapa media nalga, la otra mitad vibra al aire. La chica guapa –que no es la del chor- vuelve porque se ha dejado algo. Una panza viene a votar y a lo lejos, detrás, una cabeza pequeña parece dirigirla. Una rémora quiere entrar con un San Bernardo gigantesco, señora por favor que no puede ser. Avalancha de abuelitas precedida de una señora con dos niñas pequeñas, cuidado que hay un escalón. Pasadas las doce se supera el diez por ciento de participación con la horda de jóvenes que vienen a votar, camisas negras, si negras, camisetas, sudaderas horribles, y de repente un personaje engominado y al rato las dos primeras corbatas. Y un señor delgado como un pájaro, otro que gira el cuello a derecha e izquierda sin parar, una mujer prácticamente desnuda, unos papás de los de mucho sentimiento, de esos que crean monstruos, quieren que sea el nene el que meta la papeleta, pero les dicen que de eso nada y se ofuscan. Luego dos cojos, a la vez, un loquito que habla sólo y mira para todas partes después de reír, la tontalpacma que nunca falta, mas chores de todos los colores. Casi a la hora de comer: él gran nariz de porreta y potente belfo sobre metro cincuenta, ella busca una cola en la que poder ordenarse. Un señor pregunta que por qué en la lista del censo que maneja la mesa electoral se raya el nombre de los que han votado, que él no piensa votar pero quiere una raya sobre su nombre y que exige una explicación. Ancianísima venerable con nariz de alcotán conducida por digan nieta, hay dudas sobre si podrá levantar la papeleta, pero al final lo logra sin el inadmisible concurso de la nieta. Melón de la Huerta, Arcadio, ha votado. Sonrisilla del interventor, nervios en un vocal, la presidenta superpotra principia un alarido histérico que logra contener. Dos pavas electrónicas piden papeletas del partido verde. Un marido acompañado de una loca pintarrajeada que es su mujer. El hombre, a todas luces sojuzgado y disminuido, sonríe como pidiendo perdón. Dos vocales le miran y luego uno hace al otro con dos dedos el gesto de la tijera cortando. Un presidente de mesa, en la misma sala, que había comenzado la jornada con mucha compostura, henchido de sentido del deber y traje de tres piezas, parece que por las entretelas escondía una petaca con aguardiente, por lo menos. Ya se oye perfectamente cuando en lugar del ¡ha votado! de rigor afirma con voz catarrosa que ¡aquí dejan votar a cualquiera!
Encerrados ya desde hace horas para el escrutinio, sólo nos falta el Ángel exterminador.

jueves, 16 de abril de 2020

Jornada electoral II. Fragmento de diario.


Acabo de ver a una tiorra política, tronando por las mesas electorales como torero viejo en plaza de pueblo, arrastrando recias patorras y melena cardada. Terrible ogresa. Ha llegado Nicasio el alcalde, viejo político de cabezón sin cuello, ha repartido saludos, abrazos, monedas, billetes y chocolatinas y se ha ido entre aclamaciones. Un guardia civil habla de la corrida de Miura mientras un tío chancletudo recoge papeleta animalista. Como nadie usa las cabinas sabemos lo que votan todos los vecinos. Una vecina acude con la señora que trabaja en su casa, cuidadora, y prácticamente le elige las papeletas, votan lo mismo, la señora delante, la criada detrás. Una escena de la prehistoria electoral. Dos nietas pimpantonas, casi unas señoras, de buen ver y buen aire conducen hasta la urna a una abuela decrépita en silla de ruedas. Una vieja roja echa espuma por la boca. Familia pepera con iniciales en las camisas y cara de mucho dinero, pero con los pies pequeños, mire usted; se besan se saludan, cuanta siesta reventada por el civismo democrático. Tienen que dejarse de esas chorradas policiacas con las que pierden el tiempo y leer a Joaquim Machado de Assis, un segundo Eça. Pareja de alcohólicos descoyuntados, papeleta en mano. Que insoportables el recuento, las actas y el personal sudado comiendo bocadillos revenidos. La presidenta de mesa lleva hierro en la nariz, moño sobre el cogote y viste elegante chándal negro que le ciñe como un guante silueta de Diana cazadora que no deja sitio a la imaginación. Masca chicle y dice vale y joé. La zapatilla deportiva triunfa sobre el zapato abotinado, el cuero y el cordón derrotados por la chancleta, una derrota que es previa a la derrota política, de cuando los hijos de familia salieron a pasear enseñando los pinrreles por primera vez, lo demás va detrás. No todo está en las formas, ya lo sabemos, pero que quiere que le diga. Nene con camiseta de Messi pregunta a su melenudo papá chandalero ¿qué es facha?; miran de reojo al que esto escribe. Bostezos terribles; se vota en familia, de una comunión vienen sin duda matrimonio con niños todos impecables, transmiten un aire retro por lo inusual de su aspecto. ¿De qué estampa antigua han salido? La poli saluda a la mona del lugar con un ¿qué hay Raqui?

miércoles, 15 de abril de 2020

Jornada electoral I. Contexto.


Todavía recordaba el gran Bergamota su primera noche electoral. Vendrían muchas más. Fue por supuesto arrastrado por Toñi la Roja. A Toñi todo el tinglado y el fondo del asunto le importaban poco. En cambio, sabía perfectamente como servirse del sistema y conocía la importancia de jugar el juego aceptando las reglas propuestas. Tenía muy claro el camino a sus abrigos de visón. Probablemente este punto, lo de los abrigos, era uno de los pocos errores cometidos por Toñi en su frío análisis del juego, uno de los pocos aspectos en que se quedaba corta o llegaba tarde, incapaz de prever la rápida llegada de los partidos ecológicos, de las candidaturas animalistas. Cosas de la edad, generacionales. Toda la vida persiguiendo el visón, no lo pensaba cambiar por la sudadera con capucha.
Turba electoral (en reposo).


martes, 14 de abril de 2020

Tertulia.


El Niño de la Palma está gordo y calvo, y aquello, ¡aquello pasó!

Las manos de Rafael el Gallo encendiendo un cigarro.
Siendo la vocación original de Cepogordo, habanera y cigarrera en general, no está mal que de vez en cuando nos centremos de nuevo en el tema de dónde tomamos en su día el título. Para contar las cosas con precisión, fue primero el título de una revistilla de papel, de un papelajo, hace muchos años, cuando teníamos todavía aspiraciones de vida de café, casi diría de café literario, creativo, de bohemia a la suerte contraria, es decir, llevando corbata y fuamando habanos, un doble escándalo. El título se lo puso Sanglier, tanto al papel como a la reunión. A cada uno lo suyo. Esos humos absurdos, esas ínfulas de crear algo, esas ganas de montar una tertulia al estilo clásico, pasaron. Se las llevo en primer lugar la legislación, cuando la ministra rojilla y zafia, pero ministra, prohibió fumar en locales públicos. Luego la crisis, que cerró para siempre el lugar dónde nos reuníamos, el Hispano. Nos sentaban en una mesa del fondo y nos dejaban cenar algo y luego fumar y fumar. La nube de humo azul que se formaba era prodigiosa. Cerrado para siempre. Finalmente, y tal vez por encima de todo, el no tener nada que decir fue fundamental para disolver la asamblea que resultó ser un cascarón, toc, toc, toc. Y por supuesto, el tiempo, el viento, la vida, y esas cosas. Quedó algún numerillo más del papelajo, tal vez uno, y su título que luego se hizo digital.

Tertulia verdadera, real, auténtica, fue la de José María de Cossío que tan magistralmente retrata Antonio Díaz-Cañabate en su libro. La nómina de los que acudían era impresionante, tanto como el ambiente de gente de bien que describe el autor de Historia de una tertulia, que así se títula. Citemos de memoria a Emilio García Gómez, Sebastián Miranda el escultor, Domingo Ortega, el propio Cossío, por supuesto, a veces su hermano Francisco, Ignacio Zuluoga, el guitarrista Regino Saínz de la Mata, Eugenio d’Ors, alguna vez Pedro Mourlane Michelena y muchos más que no cito. Personalidad, personalidad, personalidad. Probablmente lo que mas escasea en este tiempo tan gris y uniforme. En fin.

Es fundamental no dejarse en el tintero, que en este caso es más bien teclado, a la gente del toro. Pues se trataba de una tertulia en la que coincidían muchos aficionados, sin ser por ello una tertulia necesariamente taurina. Pero el asunto de los toros estaba muy presente, y podía centrar la conversación, la tertulia, si se daban las condiciones. Por ejemplo si, además de Domingo Ortega al que ya hemos citado, acudía Juan Belmonte, excelente conversador, alguno de los Sánchez Mejías, ganaderos como José Escobar o Rafael “El Gallo”, hermano mayor de Joselito, también apodado el divino calvo. Le recordamos en último lugar, pero no por ir a la cola, al contrario. Asiduo de la reunión, es uno de los personajes más y mejor retratado en el libro. Una personalidad absolutamente única e irrepetible. Memorable resulta su encuentro con Baroja en el taller de Sebastián Miranda. Pero no vamos a deternernos a glosar al personaje, de sobra conocido y evocado por unos y otros con mucho más acierto de lo que nosotros podamos lograr. Al libro de Díaz-Cañabate les remitimos.

Si traemos aquí al Gallo es por su condición de extraordinario fumador de puros, por ser un cepogordista al cuadrado, por merecer todos los premios que se le pudieran dar relacionados con el tabaco y el fumeque. Dejemos que hablen algunos párrafos de Historia de una tertulia:

(…) al hacer su solemne aparición Rafael “el Gallo”, con su sombrero ancho negro, su pañuelito de seda al cuello y su puro entre las manos cuidadas y finas, unas manos dieciochescas estas de Rafael; al verlas, se explica uno que no quisiera mancharlas con la sangre de los toros. Lleva una sortija primorosa, una hilera de diminutos y oscuros rubíes aprisionada por dos aritos de platino; entre sus dedos, el puro cobra una prestancia noble; ya no son habanos soberbios, de vitola rubia impecable y aroma suave los que fuma Rafael, sino un faria, una porra vulgar, que entre sus dedos de abate o de marqués se transforma, como si los dedos fueran ébano que transmitieran la esencia de tantos y tantos vegueros de la Vuelta de Abajo, consumidos a la largo de los años. (pág. 153).

-            ¿A usted no le gusta el vino Rafael?- le preguntan.
-            No, señor. Yo no tengo más que un vicio, el tabaco; mejor dicho, los puros; si a mí me hubiera gustado el vino, no sé lo que habría sido de mí; no habría salido jamás de una taberna, porque me he pasado la vida en los estancos comprando puros. (pág. 206).

Famosos son sus retratos fotográficos fumando, y no lo es menos la foto que les ponemos a continuación, sentado entre Alvaro Domecq y Juan Belmonte.

Pues no es la que decíamos, es con Ortega. También tiene su aquél.


martes, 7 de abril de 2020

Bergamota y Tato. Retales de conversación.


Mire Bergamota, se lo vuelvo a decir. No olvidemos que vivimos en una sociedad en la que la gente se hace una foto de la minga para convertirla en digital y que circule por las redes. Así están las cosas y no hablamos de individuos estrafalarios sino de, por ejemplo, los adolescentes. Alguno dirá que son cosas de la edad. Seguramente, pero que se manifiestan y se canalizan de manera harto distinta a como podía hacerse en el pasado. En el pasado, el señorito canalla podía serlo pero sin salir de un orden de realidad y a una edad normalmente más tardía. Y no lo hacía ahíto de pornografía que es dónde está el quid de la cuestión.

Que cosas dice, no me dé detalles por favor.

Volvía de comer, bajo un sol de febrero incomprensible por su fuerza. Hasta el punto de que llevaba puesto un sombrero de paja a modo de protección y a la vez una bufanda. Al cruzar una rotonda se acercó a una de las iglesias del lugarejo. Se podía ver, adosado a una de las paredes del atrio, una cruz alta, asomando con la perspectiva por encima de las vallas cerradas. Y sobre la cruz un cristo crucificado. Y esa imagen resultaba de repente sorprendente, como desplazada o incongruente con aquél día soleado y la satisfacción que producía la digestión de una comida que había sido copiosa y excelente. Detuvo el paso quedándose como absorto, tratando de recordar algo. Aquello representaba algo, era aquella religión, aquél antiguo culto.



lunes, 6 de abril de 2020

Los grandes hombres.


Un lugar común es sin duda que España no trata bien a sus grandes hombres (y mujeres). Es un lugar común si lo consideramos como una característica española. Si dijéramos, ¡cuán a menudo las naciones no tratan bien a sus grandes hombre y mujeres! entonces, totalmente de acuerdo. Un par de ejemplos fuera de nuestras fronteras: Temístocles, vencedor de Salamina, salvador de Atenas, más tarde desterrado por sus conciudadanos. Clive, verdadero artífice de la India británica, que fue desposeído de todos sus títulos y cargos y terminó sus días como un oscuro ciudadano, paseando por las calles de Londres (dueño de cierta fortuna, eso sí).










domingo, 5 de abril de 2020

La queja.

No es posible quejarse apenas de nada, si uno está encerrado en casa, gozando de buena salud. Otra cosa es experimentar añoranza por la vida normal, recordando por ejemplo lo que hicimos el año pasado por estas mismas fechas: asistir a Misa por la mañana, domingo de Ramos, y acudir por la tarde a los toros. Tal vez los toros históricos pudieran ser algo terrible y brutal, en mayor o menor medida, como puede verse en algunas de las interpretaciones que dejaron, por ejemplo, Goya o Gutiérrez Solana. Aunque tampoco puede afirmarse como una evidencia. Sin embargo, hoy, en el mundo en que vivimos, el contraste que representan con lo electrónico, lo digital, lo plástico, liso y pulido, con la jauría que son las redes sociales, todo ello tan omnipresente durante estos días de reclusión, resulta esencial para no perder ya del todo y definitivamente el norte.

Y de regalo, por ser abril, esto de Lope:

Apenas Leonora
La blanca aurora
Puso su pie de marfil
Sobre las flores de abril...

sábado, 4 de abril de 2020

La tertulia y el cigarro habano.


Historia de una tertulia de Antonio Díaz-Cañabate, es un estupendo libro, pero lo será sólo para quien no le haga mohines a la fiesta de los toros, al tabaco y por supuesto a la tertulia. La tertulia no es sólo charlar, es hacerlo juntos, todos a una. Así lo explica el autor recordando que una noche se trasladaron del café habitual a casa de Edgar Neville que les había invitado a cenar: “En el salón de Neville, decorado con dos admirables Solanas, la tertulia acampó. Nada de los grupitos que suelen formarse en estos casos, generalmente, a un lado las señoras y a otro los caballeros. No: se hizo la tertulia. Gran corro.”


Y añade el autor, algo que al cepogordista, a la tropa de Nava de Goliardos, a los redactores de la Voz de Nava, al patronato de la Fundación Tato para Varones Desahuciados, les ha llegado al alma. Es lo siguiente:

“Se hizo la tertulia y se encendieron los puros, que son como las luminarias que alumbran la fiesta inefable, sin las cuales parece que no se puede hablar. Una tertulia sin puros es una reunión de hombres tristes, que suspiran de vez en cuando”. (pág. 204 de la edición de la editorial Renacimiento del 2019).

Paisaje.


Esta reclusión, nos hace pensar en el exterior, exterior por el que a menudo hemos paseado antes sin prestar atención, sin mirar.