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martes, 27 de mayo de 2014

INCORRECCIONES

Recibimos en la redacción de Cepo Gordo una carta del letrado Horacio Pulque en la que nos informa acerca del contenido del abultado sobre que la acompaña.

Tras las primeras líneas la decepción se palpa en el ambiente. Todos estábamos deseando que se tratara de un grueso fajo de libras esterlinas y sin embargo nos encontramos con que el pesado envoltorio de papel manila contiene una copia de las últimas voluntades de nuestro corresponsal en Tegucigalpa, el licenciado Ulano Piñoso-Smith y tres cuadernos escolares dónde el afamado publicista hondureño ha tenido a bien recoger sus últimos trabajos que ordenó durante lo meses de agonía pasados en el sanatorio mental del doctor Geriberto Andoso.

Tras proferir algunos insultos a cuenta del letrado Pulque, del honorable Piñoso-Smith (que todavía nos adeudaba la cena de su última visita a Madrid) y del doctor Andoso, al que no conocemos pero que por su relación con los anteriores debe ser otro príncipe del gañote, nos repartimos el trabajo.

El asesor jurídico de Cepo ojea el testamento y con gran juicio y resolución decide doblarlo en cuatro y emplearlo como tope para una de las puertas de la redacción que no cierra bien.

El consejo de redacción se pone manos a la obra con los cuadernos. 

Tras varias lecturas (Pulque-Smith tenía letra de perro sarnoso) se decide que algunas reflexiones merecen ver la luz. Pulque-Smith era pobre, pesado y gañotero pero sus muchas lecturas y sus frecuentes y generosas libaciones habían ejercitado su mollera y afinado su criterio.

Dejamos al buen juicio del lector la valoración de estas serenas reflexiones suscitadas durante su último viaje por España con ocasión del XCVI encuentro de literatura celtíbero-hondureña. 

INCORRECCIONES

Si tu sobrino de diecisiete años juega a vestir muñecas no se le puede llamar lila, menos aún marica.

Ha nacido en Nador, es rifeño de pura cepa, pero no podrás referirte a el como "el moro".

Eloisa Navarrete tiene un par de tetas que no se las salta un atleta olímpico, lo sabe y las exhibe sin pudor, pero a su paso es de mal tono exclamar "menudo par de tetas".

Si fuera Camilo José Cela le pediría que se sacara una teta. Me contengo.

La sobrina del rifeño antes citado es un pedazo de mujer espectacular. Un monumento que quiebra el piso sobre el que camina, pero no se la puede llamar "reina mora".

Honorio fuma y bebe. Y no lo hace a escondidas.

Fuma, bebe, le gustan los toros y jugar al dominó. ¡En público!

Fuma, bebe, le gustan los toros, juega al dominó y es el campanero de la Iglesia. ¡Cómo se atreve!

Ernesto Rodriguez es blanco, católico y tiene una imagen de la Virgen de los Remedios en el patio de su casa (donde cría canarios y cuida diez macetas de geranios).

Es funcionario de correos y trabaja mucho y bien.

Pepita Rodriguez está de toma pan y moja y es decente.

Matías, el mecánico, habla de España, debe ser un fascista.

Para ser sensible y tener buen gusto no es imprescindible ser de la otra acera.

Emplear expresiones como "ser de la otra acera".

Manuel Rodriguez es cazador (de perdices, con reclamo) y es aficionado a los toros. ¡Cavernícola!

A Mariví le gustan los hombres de aspecto y conducta viril. ¡Fascista!

A Luisa le gusta Mariví. ¡Que avanzada e inquieta!

Onofre Ortigas llamó pendón a su novia que se había acostado con el panadero. Lleva un mes en Soto del Real.

La novia es concejal.

El panadero es primo del alcalde.

Al alcalde le gustaría liarse con el panadero pero no termina de lanzarse, teme ser rechazado.

El párroco Don Faustino, que observa todo este espectáculo humano con infinita misericordia no puede sino recurrir a la oración y muy de vez en cuando se toma un Machaquito.