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sábado, 2 de febrero de 2013

Una de politiquería (perdonen ustedes...)

Impostura

Hay, pues, en la España Isabelina y del sexenio una tradición constitucional escrita; una serie de documentos constitucionales que responden, en líneas generales, a un desarrollo homogéneo y a cuya proyección efectiva global sobre el conjunto de la visa política española, pese a lo que me dispongo a añadir inmediatamente, sería obvio referirse. Pero hay, por otra parte, una tradición de anomalía, o desviación o incumplimiento con respecto a la norma constitucional, que se manifiesta históricamente de diversas formas, según veremos en su momento, por más que afecte principalísimamente la adulteración de los procesos electorales. Esta contraposición viene a expresar el desajuste existente entre unas sociedades meridionales (revolución burguesa incompleta, sacada adelante a través de los onerosos “compromisos históricos” que quedaron aludidos) y unas formas jurídico-políticas pensadas inicialmente –en Francia, en Gran Bretaña, en Bélgica- en función de realidades sociales distintas.
José María Jover Zamora, La Civilización española a mediados del siglo XIX.

Impostura: Fingimiento o engaño con apariencia de verdad.


Quizá lo que más duela al Cepogordista es el nivel de los que se lo están llevando crudo, tan ramplón, tan grosero, y que sigan los trotapáramos, los salteadores, proponiendo UN GRAN PACTO de lo que sea… Como suele decirse en español, cornudo y apaleado, y hay otras expresiones.

Y no es que el cepogordista vaya a ser más indulgente con un ladrón de más altos vuelos, pero al menos habría algo que admirar: la expresión graciosa, el corte de la chaqueta, el garbo y la donosura, la belleza de la mansión, la elegancia, la calidad de la pintura adquirida con la sisa de los fondos públicos. Al menos algo. El intendente Fouquet nos dejó aquél castillo que hizo palidecer de envidia al Rey Sol; el malvado Talleyrand la elegancia de su cojera, su cinismo sin igual, el ingenio de sus flemáticas sentencias; todavía podemos pasear por la calles de la hermosa Lerma, profusamente dotada y hermoseada por don Francisco Sandoval y Rojas; y don Rodrigo Calderón supo pasar a la historia por su pasmosa dignidad en el morir.

¿Pero que nos dejarán estos injertos de chorizo y termita? Si vamos buscando la frase, la máxima, la sentencia, el ingenio, volveremos de vacío o con cosas como lo importante es la economía, ahora no toca, manda huevos o la mayor putrefacta organización (…) que nos endilgó hace un par de días el señor ministro de justicia. Si vamos a la estética, trajes mal cortados, corbatas peor anudadas, pantalones que se acumulan en los tobillos formando pliegues sin fin, zapatos plasticosos, caspa sobre los hombros, estilo entre chandalero y de falso arquitecto milanés; las casas son chaletes con gimnasio y camas redondas, incluso con bañeras de nombre oriental; las colecciones son de espantosos vehículos o de gruesos relojes. La tosquedad cultural, la brutalidad mental, la ostentación más torpe y chabacana. Casas vacías, que ha llenado de cachivaches muertos un espantoso decorador a golpe de talonario. Sobre la mesa camilla, o de centro, la ilustración contemporánea se reduce a una revista del corazón y a la colección de libros regalada con el periódico del domingo, todavía metidos en su piel de plástico. Fríen los güevos fritos con chistorra según receta leída con ojos bizcos en el Tablet manchado de aceite de oliva que chisporrotea con maligna intención. Y los güevos sin puntilla. Cagoen…

Ejemplos de la ramplonería, la vulgaridad, la mediocridad, el ínfimo nivel de los ladrones hay muchos y no nos cansaremos haciendo una lista. Valga como resumen ejemplificativo de todos ellos, como arquetipo, la delicadeza con la que el duque, el yerno de la Casa Real, deformaba, hacía mofa y se burlaba de su título. No repetiremos la grosería alrededor del Ducado de Palma. Es lo que pasa por casarse con un pajarraco de esa clase. Nada hacía presagiar que pudiera salir bien, que el deportista sin carrera de familia del PNV pudiera ser digno de la posición que le esperaba. Así ha sido. Este hombre no es el más ladrón, pero es el más simbólico y un campeón de la zafiedad. No faltaban en sus correos electrónicos ninguna de las espantosas formas de expresarse y ninguno de los giros de la jerga semi-profesional, simbolizados también todos ellos por el uso, al redactar en español, de la palabra please. ¡¡Ya está, sabemos inglés!! La mentalidad colonial se va instalando del todo, pero en nuestro caso, asumiendo el papel de colonizados,…of course.

Este entusiasmo por el inglés, cuando existe en España un problema de libertades en torno al uso del español, de una gravedad tan grande, es una cosa obscena. Español que muchos se empeñan en llamar castellano cuando no es tal. Lo mismo sucede con las nuevas tecnologías.

No discutimos ni la importancia de conocer idiomas ni la utilidad, o la evidente e ineludible existencia de esas nuevas tecnologías, pero si nos produce un poco de repugnancia y cierta náusea la mentalidad servil con que se abrazan ciegamente, sin el menor espíritu crítico, con el fanatismo del converso, con una actitud borrega, de rebaño. Y mientras esto sucede, mientras se aprende un idioma extranjero para poder trabajar para el rico que vendrá de fuera, en lugar de crear riqueza dentro, mientras se desmantela lo que pueda quedar de estructura económica y política, balan los entusiastas, esa masa lanar, que sigue disfrutando, mientras el agua le llegue sólo por la cintura. Y los que intentan ejercer la crítica lo hacen tascando el freno, rabiando y pateando, pero sin dar el salto a la arena. Unos por la acuciante falta de tiempo y medios, otros por un olfato demasiado sensible que les impide acercarse a las cloacas de la vida pública, aunque sólo sea para limpiarlas, armados de escobón y lejía. Como decía Ignacio Ruiz Quintano en una de sus columnas del ABC, gentes de café.

¿Y los que ahora gobiernan? Pues los que ahora gobiernan se ve que son parte del problema que tienen que resolver, lo que lógicamente dificulta la solución. En primer lugar son impostores y la falta de autenticidad es la primera dificultad para la acción, entre otras cosas porque falsea cualquier reflexión que se supone debería ser el fundamento previo de cualquier iniciativa. Se supone que el Partido Popular es la derecha española. Sin embargo, la ausencia de cualquier pensamiento teórico hace difícil confirmar eso a priori, y la práctica nos dice que no es cierto. Son cualquier cosa menos un partido de derechas, menos aquello que esperaban los pobres incautos que les dieron la mayoría absoluta para sacarnos del atolladero. Veamos brevemente, espigando noticias de aquí y de allá, algunos ejemplos que confirman lo dicho:

La subida de impuestos general, que ha hecho de España unos de los países de la UE con mayor presión fiscal: no es sólo el IRPF, es el IVA, el IBI, los impuestos especiales sobre alcohol y tabaco (más del 50% del precio en muchos casos), el impuesto sobre la gasolina (más del 50% del precio del litro), etc. Y además las cotizaciones sociales. Uno pensaba que el ahorro y la inversión eran la base de una economía sana. Se ve que no, para Mariano y Cristóbal lo importante es el gasto público desaforado y financiar como sea, sangrando a la peña, lo que se gasta el sector público que cada día es más. Ni ahorro, ni inversión.

Don Mariano tiene unos 578 asesores contratados, como suele decirse a dedo, a los que no se exige especial formación. 578, que se dice pronto.

Don Mariano le pide a doña Angela más gasto público, si más gasto público, según recoge un periódico digital de hace unos días. ¡Y nosotros que pensábamos que precisamente lo que había que hacer era recortar el gasto público galopante! Al parecer la iniciativa privada está ahogada en gran medida porque el crédito lo monopoliza el sector público. Pero además, decía un representante de una asociación de trabajadores autónomos el otro día, el primer responsable del cierre de empresas es la administración por su morosidad, por sus impagos que han llevado al cierre a cientos de empresarios. ¿Pero cómo aguantamos esto?

El mercado único tendrá que seguir esperando, puesto que no se han atrevido a ponerle el cascabel al gato lingüístico. Maricas. 

Todo lo dicho hasta aquí, en cuanto a la economía. Socialdemocracia pura. Para esto ya teníamos a Zapatero. Y el gigantesco sector público es fuente de corrupción y de pobreza si partimos de la base que la administración no crea riqueza sino que la administra, gestiona los recursos obtenidos mediante el cobro de tributos, pero como empresario es completamente ineficaz. Si no se permite al sector privado trabajar, pronto no generará riqueza que gravar con tributos de toda clase. Perdonaran ustedes estas explicaciones tan burdas.

Y si dejamos la política… ¿Qué ha sido de la reforma de la justicia? ¿De la reforma del sistema de elección del gobierno de los jueces que nos devolvería la separación de poderes y por fin un poco de autenticidad? Ni en pintura las quieren ver.

¿Y la ingeniería social socialdemócrata? El mal llamado matrimonio homosexual, sigue ahí, las tremendas estadísticas del aborto, en un país que ya ha perdido población por primera vez desde 1939, siguen ahí. Cuarenta y seis millones de habitantes, Italia más de sesenta, Francia más de sesenta y dos, Alemania ha superado los ochenta y dos.

¿Y los nacionalismos y su chantaje? ¿Y la reforma de la ley electoral? El chantaje sigue ahí, y de la reforma nada se sabe. Y lo peor de todo es la ausencia de ideas, la ausencia de debate, la total ausencia de pedagogía. El Sr. Rajoy sólo sale del letargo para atacar con saña a Rosa Díez, sin duda porque, con todos sus defectos, representa eso que el barbudo no puede soportar, la crítica al sistema, la voluntad de cambio, la denuncia de la terrible situación actual.

Al fin y al cabo, lo que le sucede a este partido (o partida) de profesionales de la política es normal, no se puede enseñar y menos realizar aquello en lo que no se cree, ni tampoco se pueden esperar reformas o una actuación de hombre de estado de quien carece de convicciones, creencias o de una mínima idea sobre su propio país. Así que estamos en plena impostura. Nos gobierna un partido que dice ser de derechas, cuando en realidad la derecha carece en España, en estos momentos, de representantes políticos. De la oposición se puede esperar poco, son lo mismo, pero más enemigos de la libertad todavía y su programa consiste básicamente en manejar una grúa de demolición, con una acémila a los mandos. 

La cuestión es ¿cómo salir de esta crisis que es puramente política? Si no se puede saltar a la arena, al menos retirar el voto a esta tropa.

Y una observación final, la de siempre: lo dicho no pone en cuestión ni condena a España como nación, ni a los españoles como personas, ni existen vicios nacionales, ni son ciertos los tontos tópicos que sustituyen al análisis racional de la historia y de la actualidad, por mucho que a veces ayuden a desahogarse. Hay un problema y hay que ver cómo lo resolvemos. Siempre es más fácil describir lo negativo que aportar soluciones.

El Comité Cepogordista para un arbitrismo contemporáneo.