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lunes, 27 de septiembre de 2021

Variaciones

HDSP: Hierónimo Danza Sileno y Pérez.

RBT: Roberto Baring Tribulación. 

WHB: Werner Homero Bernaldo. 

No viajamos, ya sabe. Alcides, detrás de su fachada de amarilla barda, está en realidad estudiando a Elgar. Que ya se sabe de qué forma encaja, tristemente, con su inquietud por la primera guerra mundial. Así que nos pasamos el día envueltos en las variaciones Enigma, descifrando y descifrando, como oscuros agentes de un servicio secreto enclaustrados en la sala de cifras. El concierto para violoncello, que quiere usted que le diga. Lo compuso Elgar en 1918. Deja entrever algo de la nobleza y la pompa de la Inglaterra más altiva, pero todo queda envuelto ya en un aire de tristeza que parece superponerse al ritmo de marcha del segundo movimiento. Elgar escribió en 1917 que todo lo bueno, agradable, limpio y fresco y dulce, está lejos y, en 1919 dejó de componer. Así, hasta su muerte. Oiga, eso no es exactamente así, aunque quede muy bien, muy romántico. Lo que fue un duro golpe para él fue la muerte en 1920 de su mujer Alice, que había sido su gran valedora y apoyo. Y es cierto que supuso un parón en su actividad musical, pero la retomo más adelante. Los dos están enterrados juntos, en un cementerio católico. ¡Pero para que vea usted con que cosas estamos! Está insoportable, pero mañana le dejaremos con su murga y saldremos a dar una vuelta, un paseo revigorizante, un paseo saludable e higiénico. 


miércoles, 8 de mayo de 2019

Vibrato.


Mañana de nubes y cielo gris. Un aire fresco mece los árboles, los setos. Se agitan a un mismo ritmo las acacias erizadas de púas que forman como soldados a lo largo del paseo. El aire levanta las hojas de un verde primaveral, intensísimo como de pintura nueva, fresca aún. Titila toda la espesura en un vibrato sostenido y vuelve a descender, como si toda la hilera respirara en el frescor de la mañana oscura y húmeda. ¿Pero qué dice de vibrato? ¡Repórtese caramba! ¡Déjeme en paz! Sigamos. Anuncio de lluvia. Hay como una melancolía en el aire.
Tal vez me considere usted un cruel reaccionario, pero a mí los que me gustan son Elgar y Fauré. ¿Los cómicos? No, los músicos. Y Barbieri.