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viernes, 10 de julio de 2020

De los diarios de A. Bergamota Elgrande. Cortesía de Calvino de Liposthey, editor.

Contexto: Se trata de un apunte primaveral, corresponde a la llamada época de hierro, cuando el gran polígrafo trabajaba por cuenta ajena, lejos de Nava.
C. de Liposthey. 

Vimos ayer, posado sobre la barra de un antro del poligó, a un tío grueso, gruesísimo, de nariz chata y gruesa, todo el con un aire como de simio, a punto de gruñido. Se zampaba un plato gigantesco de callos con morcilla a fuerza de pan, pescando en la cazuela con una lengua enorme y gruesa con la textura hedionda del más oscuro y gastado estropajo. Y esta mañana, la prostituta de la rotonda, celebraba provocativa el buen tiempo primaveral, instalada sobre una sofá verde, colocado sobre la acera, tacones de aguja afiladísimos, larguísimas piernas cruzadas y desnudas, o desnudas y cruzadas, gafas de sol, sonrisa blanqueada. Toda una estrella de Hollywood.

Esto me comenta un compañero de trabajo: Un buen lector tiene que leer de todo. Yo empecé a leer las esquelas. Para saber a qué edad moría la gente, coño que viejo es este, oye que joven, o la familia te quiere, o duodécimo aniversario. Y luego me leía los prospectos de las medicinas y las instrucciones de la lavadora, del lavaplatos, de la minicadena, y manuales de instrucciones de muebles de Ikea. 

viernes, 12 de junio de 2020

Quemado por el sol, de Nikita Mijálkov. 1994.


¿Es necesario haber leído a Chejov para apreciar la película? Es probable que sí. Se trata de una película larga, que a algunos podrá parece lenta. Pero si la mirada sabe recrearse en la belleza de las imágenes y en la alegría un poco estrafalaria de esa familia que en 1936 sigue siendo del siglo XIX, como salida de alguna de las narraciones de Chejov, entonces la película no se hará larga y cobrará densidad. Y también se hará un poco angustiosa, por el contraste entre las abuelas -con sus collares y su té-, seres anteriores a la Revolución, y el acecho de la policía secreta, de los comisarios políticos, de los matones que esperan en el coche negro para llevarse al detenido. En apariencia, todavía sobrevive un mundo en ese rincón de campo, en esa dacha dónde distintas generaciones de la misma familia pasan el verano. 
Abuelos, nietos, una bisnieta, tíos, sobrinos, vestidos de blanco, rodeados de libros, de música. Sigue habiendo servicio, una doncella que es como de la familia, y servicios de porcelana, manteles de hilo, una sombrilla y fotografías familiares sobre las paredes. Cuanto se recrea la cámara sobre esas fotografías, pasando por ellas con una lentitud emocionante. Representan un pasado que sin interrupción se ha ido sucediendo y renovando, una línea familiar, un mundo coherente. Queda lugar en la pared para nuevas fotografías, pero el espectador presiente que no se colgarán, porque no serán tomadas. Y estos personajes pasean y van a bañarse al río. 

Es el verano de un mundo muerto, al que sólo se ha dado una tregua y al que no defenderán ni los bosques en que parece refugiado, ni los trigales sin fin que rodean a esos bosques dónde se esconde la bonita y acogedora casa de campo.


Y por eso la película se recrea en esa vida, en rendirle un homenaje, con todo el detalle y la parsimonia que se merece. Y con la melancolía lógica de pasear la mirada por lo que ya no existe –el cineasta-; y de pasar a formar parte de la vida y del verano de unos personajes que sin duda se verá quebrada sin remedio por el implacable asalto de los sicarios de la revolución –el espectador que lo va presintiendo-. 
En eso se acierta también a la manera de Chejov, que recrea un mundo y lo quiebra. La gaviota, Tío Vania, El jardín de los cerezos. Ya saben, no pasa nada, y de repente un pistoletazo. Y sí, hay un pesimismo, en medio de rasgos de humor, y sí, la familia está arruinada y se venderá la finca; es cierta la impotencia de los personajes que nos desespera… Pero en las obras de Chejov el mundo no parece morir, no del todo. Puede tal vez continuar en otro lado, saliendo sin más del huerto, de la obra, asomándose al lado. La revolución triunfante es otra cosa. No sólo se talarán los cerezos, sino que se sembrará el jardín de sal.
Para el Heraldo de Nava, 
Genaro García Mingo Emperador. 

lunes, 30 de septiembre de 2019

TOROS en Madrid.

¿Cómo pudimos dejar pasar hace una semana la tarde de Saltillo? Es inexplicable, cosas que pasan.

 

Magnifico el tercer par que pone Curro Javier, asomándose al balcón con verdad y poder, aunque sale algo trastabillado y hace temer una caída en la cara del toro. Grandes aplausos a la buena ejecución. Entonces, José Chacón, de verde y azabache, se lleva al toro desde los medios dónde ha quedado burlado, y lo hace con una larga y de una vez hasta el burladero del seis. Cuando a medio camino parecía que el toro se quedaba, un movimiento de muñeca imprimía un latigazo medido al capote que al levantarse desde el suelo con sinuosa vivacidad volvía a captar la atención del toro, y así, sin brusquedades ni dudas, con técnica sobria y naturalidad, se llegaba al refugio de las tablas, entre los aplausos de aquella parte del público, muy numerosa, lo suficientemente enterada como para seguir el lance y aplaudir la buena ejecución.



martes, 24 de septiembre de 2019

Radio (no hablaremos de exhumaciones)


Escuchando en el coche una entrevista a un historiador especialista en historia militar, me llama la atención su forma de hablar un poco torpe. La voz es joven. Sabe y conoce muchas cosas, pero no las expone del todo bien y la forma de expresarse es más bien tosca, incluso gramaticalmente. Es como si le faltaran elementos para hacerlo correctamente. Tal vez falta de lecturas fuera del ámbito especializado. Literatura, por ejemplo. Como si de la época que estudia conociera la parte militar, pero no dominara nada más o sólo de manera elemental, como para un tertulia, pero no para dar una clase. Transmite en general la sensación de que le falta un hervor, que no tiene bagaje cultural suficiente, si es que se puede decir así. Estudios no le faltan, lo que da que pensar. Con esto no quiero decir que su trabajo no pueda ser valioso, pero inevitablemente, en cuanto trate de salirse de la pura especialización dará con muchas dificultades. Decir imperio español en lugar de Monarquía española o monarquía Hispánica, trabucarse y decir maestro de campo en lugar de maestre de campo, expresarse de manera confusa en general, fallar al no situar las cosas en su contexto debidamente, en fin. Puede ser simplemente fruto de los nervios porque a medida que el programa avanza va mejorando. Salvemos al prójimo nos dice siempre Doroteo.



domingo, 22 de septiembre de 2019

El manuscrito.


- ¡Hombre ahí viene Qumrán!

- ¿Cómo qué Qumrán? ¿Ese no es Fidelio Lentini?

- Pues claro, ¿pero no ves la cara de rollo viejo que tiene? Los aires de manuscrito pasado, de papelajo cuarteado y polvoriento.

- Pues Qumrán, de mar muerto nada, viene con una. Y menudos andares.

- Ya verás cómo con cuatro frases consigo que se ponga farruco.

Se encuentran los cuatro, parándose un momento en la calle.  

- ¿Qué hay Fidelio? Oye, preséntame.

- Aquí Puri, aquí un amigo – dice Fidelio a regañadientes, evitando identificar a Bergamota, en una presentación de lo más tosca.

- Vaya

- ¿Que?

- Digo que vaya con la Puri…

- ¿Cómo?

- Que hay que ver qué bien hecha está la Puri – ella se sonroja y retuerce un piececillo.
Fidelio levanta el bastón, Bergamota sale al paso, soltando una carcajada.
Mientras caminan hacia casa de Doroteo, Tato le reprocha su actitud:
- A este paso me metes a ese canalla en la Fundación Tato, de paciente principal.


martes, 7 de mayo de 2019

Confesiones a mediodía.


Volvía Doroteo con los pelos de punta. Se habían despedido hasta la hora de comer. Mira Doroteo, cuanto más escarbas, es decir, cuanto más intentas recuperar el tiempo perdido con un poco de formación, mayores son los descubrimientos que vas haciendo a tu alrededor, desoladores los más. Lo que creías que era sólido, al menos formando escuadra contigo, se cae de repente como las bambalinas viejas y apolilladas de un teatro cerrado. Y te deja estornudando, cubierto de polvo. Cae un bastión que creías sólidamente defendido, luego otro, luego los soldados uno a uno. No eran infantes sino máscaras de carnaval, escondiendo la sonrisa de la calva parca. A medida que los propios ojos se van abriendo algo más, a medida que van cayendo las telarañas que los cegaban, el mundo se va desmoronando y constatamos hasta qué punto la descristianización es cuasi completa. Como en una ciudad bombardeada queda una fachada carcomida, maltratada, pero detrás no hay nada. El edificio se ha hundido y la gran nube de polvo levantada por el derrumbe, que nos impedía verlo, se está deshaciendo, cayendo al suelo como un velo viejo. ¿Cuánto tardará en desplomarse la fachada? 
Mira Doroteo, no es que estemos al borde del abismo, es que hace tiempo que hemos caído dentro. Pero la mayoría no se ha enterado de ello y sigue como si tal cosa, jugando con las cartas del nuevo juego que le han ido repartiendo, convencida de que sigue jugando al antiguo. Van los domingos a jugar con las formas del culto viejo que para el resto de la semana no significa nada, no determina nada. El resto de la semana se juega con eso que llaman los valores que nos hemos dado, eso que se dice que todos compartimos y que no se sabe que es. Todos es autorreferencial y onanista. Otros tienen las manos extendidas como para que alguien tire de ellos y les saque del pozo, pero resulta que estamos todos dentro. Hay que volver a empezarlo todo, desde cero, a brazo partido. Que fastidio, oyes, me decía el otro día, sarcástica, una del público. Una tiorra deslenguada, tapona y agresiva, que dice que soy un cenizo. La tuve que mandar a paseo diciéndole que la buscaban en el pinar para encontrar trufas… ¡Se cogió un rebote de tres pares de narices! Cuando quiso sacudirme yo ya me había esfumado.


La humorada final suavizaba el recuerdo de la conversación que Doroteo rumiaba meditabundo y le impedía decidirse. ¿Fumada larga o corta? Si Bergamota va a ponerse transcendente tal vez sea mejor abreviar. Pero si nos da por la risa sería una pena quedarse corto. Vamos a por un 8-9-8 que puede dar de sí en ambas situaciones.
***









jueves, 13 de diciembre de 2018

Una nota en El Heraldo de Nava.


Hace mucho que Cepogordo no comenta la actualidad política. La razón es muy sencilla. Puesto que no somos periodistas profesionales ni disponemos de fuentes de información distintas a las del común de los mortales, hay poco, muy poco, que podamos añadir a lo que escriben y comentan los miles de profesionales que hablan y escriben en prensa de papel, digital, radio y televisión. Entendemos que la exhibición de nuestros sentimientos y reacciones respecto de la actualidad –indignación, contento, sorpresa, indiferencia- poco aporta y poco importa al lector.

 

El comentario que sigue no es una excepción a lo anterior. Más que comentar la actualidad nos preguntamos si una parte de lo que hoy ocurre no está ya en los libros de texto o al menos de historia, por haber ocurrido antes, hace muchos años.

 

La Historia, con mayúsculas, se entiende de distintas formas. Es un círculo, un eterno retorno, lo que ha sucedido volverá a suceder. ¡No! Es una línea, de progreso constante para unos, de simple continuidad para otros. Y para otros es una espera. Dijo Marx que la historia se repite, primero como tragedia, luego como farsa. Y Santayana que quien olvida su historia se condena a repetirla, refiriéndose a los pueblos, claro.

 

¿Dónde se sitúan las recientes elecciones andaluzas? Apenas doce diputados de un parlamento regional y parece como si llegara el fin del mundo. Escándalo e insultos, lluvia de palabras y expresiones como extrema derecha, ultraderecha o derecha extrema. ¿Será que para la España oficial, la que maneja y se zampa la tarta, la llegada de este partido que no se muerde la lengua y que tiene objetivos claros –algo tan distinto a la nebulosa que es Ciudadanos- anuncia cambios que podrían afectar a sus prebendas?

 

De ahí el movimiento de pánico que se ha producido en la clase política y en sus medios de comunicación, que lo son casi todos. ¿En qué estado de debilidad mental creen los medios oficiales –prensa, radio, televisión, partidos- que se encuentran los españoles? ¿Creen que tapando la realidad con las palabras de siempre -fascismo, populismo, ultras- seguirán dictando sin más su moralina de corrección política, su doctrina para una nueva sociedad, tutelando al ciudadano de a pie al que desprecian? Parece que han ido demasiado lejos y que ya nadie se calla.

Pero nos referíamos al principio a la Historia. Y es que hay cosas que se repiten. Cuando llegó la segunda república, ardieron edificios religiosos ante la pasividad de la autoridad (la biblioteca de los jesuitas que ardió en Madrid, era al parecer la segunda en importancia de España, después de la nacional). El mensaje que se dio fue más o menos el siguiente: esos edificios no forman parte de la república. Cuando la derecha –radicales de Lerroux y CEDA- ganó las elecciones en 1933, los demás partidos reaccionaron escandalizados, negándose a admitir lo sucedido y presionando para que no entrara la CEDA en el gobierno. Acabaron por alzarse en armas contra el gobierno legítimo. Un golpe, el de 1934, organizado por el PSOE, verdadero preludio de la guerra civil. Las izquierdas concibieron la segunda república como un régimen a su servicio, que deslegitimaron en cuando perdieron las elecciones. Las urnas como plebiscito de adhesión a la izquierda, nada más. Nada de aceptar las reglas. Se hizo responsable al partido Falange Española de la violencia que se instaló en las calles españolas de entonces, refiriéndose siempre a aquello de la dialéctica de los puños y las pistolas. Pero se oculta que Falange, en primer lugar y antes que nada, antes de pasar a defenderse, fue víctima de los pistoleros de izquierda que atentaban contra sus miembros y simpatizantes. Hasta el punto de que se contaba un chiste macabro sobre sus siglas, FE, diciendo que significaban Funeraria Española.

Muy poco tienen que ver las circunstancias de entonces con las de ahora. Prácticamente nada. No hay Falange Española, no hay un partido de extrema derecha tampoco. Ni el país es el mismo, si sus circunstancias sociales, ni su economía. Tienen poco que ver, salvo en un punto: la reacción y el comportamiento de la izquierda oficial española no sólo ante el resultado de las elecciones, sino en el juego político.

 

Vox, pues de Vox se trata obviamente, no ha protagonizado un solo acto violento. No ha boicoteado actos políticos, ni atacado rivales, no tiene matones que repartan palos por las calles, prendan fuego a contenedores o rompan escaparates y destrocen el llamado mobiliario urbano. No pinta las sedes de otros partidos, no utilizad el lenguaje ni las expresiones de los terroristas, no llama a realizar escraches. Cumple estrictamente con la legalidad y actúa dentro del marco de la vigente constitución, sin ocultar que quiere reformarla. Todos sus actos los preside la bandera española, sin que se enarbolen banderas históricas. Pero desde hace mucho tiempo, y con anterioridad a las elecciones andaluzas desde luego, sufre no sólo insultos sino que se han producido incitaciones a la violencia contra el partido y contra sus simpatizantes y los primeros acosos y ataques.

Valgan como botones de muestra los siguientes: el acoso sufrido por su campamento de verano en Tarragona, en julio del 2018 (“pim, pam, pum, que no quedi ni un”, en catalán), las palabras de Pablo Iglesias en la noche electoral animando a tomar las calles, animando a la lucha antifascista (¿?), las algaradas en Cádiz y en Granada, las protestas contra Vox en Sevilla ante el parlamento andaluz, el mal perder de la candidata socialista a la Junta (“(…) impedir que el gobierno de #Andalucía dependa de un partido extremista, machista, homófobo y racista. Hablaré con todas las fuerzas constitucionalistas.”), o el reportaje de la sexta en Marinaleda tratando de identificar a los 44 votantes de Vox, es decir, señalando a los disidentes con el dedo en un pueblo de dos mil setecientos habitantes. Son simples botones de muestra. Hay mucho más. Además, esta izquierda que tan mal digiere los resultados electorales enarbola cada vez que puede la bandera que fue oficial durante la segunda república. Según su atroz jerga, una bandera preconstitucional. Una izquierda que ha hecho de arremeter contra las instituciones y en particular contra el Rey, su programa.

¿Se repetirá la historia? Desde luego nuestro deseo es que no se produzca la repetición y que, en el libro de texto que se está escribiendo, la narración sea completamente distinta a la evocada, sin incendios, persecuciones, ni violencias. Habrá que contribuir todos a ello.





miércoles, 12 de septiembre de 2018

Memorias del Poligó. Ilustración de autor portugués, sin duda magnífico.


6 de noviembre.- Polígono. Me acerco un momento a tomar algo en la barra de un bar del polígo. Busco el periódico del día. No está. Miro hacia las dos mesas ocupadas. En una de ellas un gordo rotundo, impertérito, como de mármol o mejor de plomo, inmóvil, con un palillo en la boca. Lo tiene el. Nada que hacer. Lo lee con absoluta concentración e inmovilidad. Con el palillo en la boca. Ni siquiera el palillo se mueve. No se le oye pasar las hojas, no hay gestos. Creo que las pasa con la mirada. Al pagar lo hace con la mínima gesticulación, la cabeza fija, no parpadea, el palillo sigue en su sitio, petrificado. Hay en este gordo mucha humanidad, incluso en su flemática quietud. Siempre habrá más humanidad en un gordo potente y sano que en un flaco huesudo y rechupado, sin duda. Toda la barra tiene el cuello girado hacia la televisión. Desde que he llegado el único tema es el futbol, la sequía de goles, se dice, de una superstrella del deporte, como si el jugador fuera un dios del Olimpo que provocara la lluvia o la sequía de goles. Toda la barra está atenta y sigue con interés el asunto. Los que comen bocadillo se han girado ya del todo hacia el aparato. Los que tienen plato sobre la barra, van y vienen girando el cuello. Tristeza de poligó. Sólo el potente gordo, en su silencio, en su quietud paquidérmica, como de pausado y pastante rumiante, añade una nota pintoresca, de color, a este panorama de triste silencio televisivo.
De los diarios del gran polígrafo Alcides Bergamota Elgrande

(Nota: como es obvio la ilustración está muy por encima del ambiente y de los personajes reales de los que transmite una imagen distorsionado a mejor, sobre todo del camarero).

martes, 17 de julio de 2018

TIPOS CIRCULISTAS. Una conferencia de Alcides Bergamota. Parte III (y última).

Vivíamos calladamente esperando a que el mediodía nos dorara el destino.
Pedro Mourlane, El discurso de las armas y las letras.


[Proseguía el conferenciante con el ambiente caldeado, refiriéndose a las manos del personaje.]

Sí, lo sabemos, también lo hemos visto, y desde el primer momento: ¡Un grueso anillo! Algunos han querido utilizar este detalle para desprestigiar a Hipólito Arcadievitch. Pero todo es inútil. Sabemos que el anillo es otro recuerdo de la mar. Sólo lo llevan con esa gracia sencilla y discreta, casi escondido, aquellos que desafiando la mar en calma y bajo un calor enloquecedor han cruzado el Ecuador, y más adelante, aterrados, azotados por un mar desatado en la más horrible de las tormentas han doblado el cabo de Hornos. ¡Es el anillo de los caborneros! ¡Y todavía hay quien ha querido ver en este modelo para la juventud, en este Hércules contemporáneo, a un vendedor de baratijas, a un tendero adornado! [Vuelven agitación y murmuraciones ¿Qué tienen de malo los tenderos? vocifera un gordo con aire de patán mientras agita amenazante un puño cerrado descomunal]
Junto al anillo, una alianza. En el anular de la mano derecha. Esa mirada un algo apagada, un tanto cansina, como sostenida por una dosis de paciencia, casi sobredosis, ¿tendrá algo que ver con alguno de los misterios de la vida conyugal? ¿Es acaso la contraria de Hipólito quien le apunta inflexible con otra cámara, obligándole a posar? ¿Es acaso ella quien le ha prohibido encender ese pitillo inerte que se apoya sobre el labio inferior, un algo así como grueso y sensual? [Las representantes de las asociaciones universitarias Feminismo de Hierro, Tiorras Orgullosas, y Asociación de Capadoras, todas muy feas, van a lanzarse a la arena cuando el conferenciante hábilmente da una larga cambiada].
Dejemos que cada uno se conteste a tantos y tan apremiantes interrogantes y vamos nosotros llegando al final de esta charla con dos detalles de la mayor relevancia estética, sobre todo para nuestra juventud desorientada. Debemos elogiar en primer lugar el contorno elegante, la silueta firme pero discreta de una panza magnífica. [Indignación de los Estudiante progresistas para la salud; de la Asociación de vigoréxicos sin complejos y del representante de Cuerpofit, la famosa pastilla puedelotodo que fabrica una multinacional, más conocida por su pienso para mascotas que por los fármacos con los que ya está diversificando su actividad]. Su misma existencia denota la buena alimentación y crianza del personaje, y esto es importante en tiempos de absurdas modas, de repelentes delgadeces faltas de toda personalidad y sentido. Y en el caso de nuestro personaje el resultado no es excesivo, no es brutal, no hay triporra, barrigón, odre ni pellejo. Todo sigue siendo comedido y ejemplar. [Por un momento las protestas no dejan proseguir, pero se calman de nuevo, distraídos los asistentes por ciertos golpes y empujones que se producen al fondo].

Y finalmente los bigotes. ¡Qué podemos decir! ¡Nos quedamos mudos de la emoción! Nos sube un sentimiento ligero y amable por la garganta y se hace lagrimilla al llegar a los ojos entornados con los que contemplamos extasiados este detalle extraordinario, fruto de un trabajo cotidiano, paciente y laborioso. [Se oyen un grito, y unas palabras confusas]. ¡No! ¡No son bigotes de morsa ni bigotes de facha! ¡Quién se atreve a decir algo semejante! Hipólito Arcadievitch perdió un par idéntico a los de la foto después de una pequeña fiestecilla que terminó tarde y en la que el licor circuló con abundancia. Pero no vayamos a pensar en ninguna embriaguez, ni en escenas desagradables. Hipólito había trabajado mucho y se quedó dormido cuando estaba a punto de llegar a casa, al doblar la esquina. 
Andrei Petrov, presumiblemente.
Colección particular
Ya se veía el portal. Su amigo Andrei Petrov –volvían juntos pues eran vecinos- resbaló sobre la nieve y parece que le hizo tropezar. No hay nada de eso que aseguran las malas lenguas, que iban abrazados para sostenerse mutuamente y cantando cancioncillas ligeras. Habladurías. Lo cierto es que en pleno mes de enero moscovita, los bigotes se congelaron rápidamente y el chiquillo que avisó del percance al portero del inmueble se dio antes el gusto de la inocente travesura infantil: los quebró de sendas tobas. Desde entonces Hipólito Arcadievitch vuelve siempre a casa en coche de caballos.

Cuando le preguntan si no le convendría una temporada de régimen de verduras, contesta alegre que hace tiempo que ya se somete a él, pues fuma después de cada comida un gran cigarro del mejor tabaco de la Habana (cortesía de Serapio García, que aconsejado por Hipólito se repuso de sus melancolías buscando un clima más templado, yendo hacia el oeste, siempre al oeste, y acabó estableciéndose en la entonces provincia española de Cuba). Hasta aquí esta pequeña charla, para tratar de pulir a esta chusma… [No pudo proseguir porque al grito de ¡Imperialista! se lanzaron a por él].
                                  Alcides Bergamota

(Las acotaciones son de C. de L. según testimonios de numerosos asistentes pacientemente recogidos).

 

Coda. Por Calvino de Liposthey.
Ya advertimos al lector de la inocencia y candidez de cuanto antecede, sin que por ello neguemos el valor de una historia que sucedió aproximadamente tal y como se cuenta. El texto corresponde a una época de su autor a la que ya nos hemos referido. En cualquier caso podemos imaginar ya los reproches:

¿Pero qué mundo es ese que retrata? No existen ya esas poses ni esos progres.

Al contrario, al contrario, lo gracioso, o lo triste, según se mire, es que no sólo sigue existiendo ese ambiente sino que ha rebrotado con fuerza inexplicable y han vuelto las odas a Stalin y al gulag. Parece mentira la cerrazón del personal, pero es así. La batalla campal todavía no está plenamente instalada como hecho cotidiano, aunque las hay, pero mucho nos tememos que si las cosas no cambian mucho volverá, porque mucha gente hasta ahora pasiva, aislada y calada en su poltrona ya no puede más y se está organizando para resistir. Hay por tanto esperanza.

Son los sueños de un alcohólico.
Esto no sabemos si pretende ser un comentario crítico o un halago, la verdad. A menudo, para lidiar o para olvidar a la piara una copilla puede venir bien. Es verdad que en aquella época Bergamota se pasaba tal vez un poco. Pero cambió de la noche a la mañana en cuanto Toñi La Roja le dio la patada. Sucedió al día siguiente de este escándalo por el que Toñi tuvo que pagar una fortuna en indemnizaciones a ayuntamiento y organizadores.

Late una pulsión fascista en esa violencia que parece tan apetecida, tan deseada, tal vez la sublimación de represiones de orden sexual.

Ya tenemos al argentino con las cochinadas. Oiga mire, el conferenciante dedica un rato a comentar una foto ante un auditorio de salvajes, se calienta un poco, les dice cuatro cosas y le atacan… No hay más.

Mentalidad de señorito sin desbastar, primitiva y reduccionista.
¡Hombre! ¡Por favor no sea tan duro y despiadado!
 
Finalmente, algún lector atento tal vez se pregunte por el grupo del fondo, el de los bastones. Nada más sencillo. Venían, claro está, a fastidiar un poco, presentándose vestidos de manera elegante y sencilla. Incluso de manera clásica y hasta anticuada si se quiere, ahora que los padres de familia van a Misa en pantaloncitos cortos llenos de bolsillos a los lados. Querían provocar con el contraste. No hizo falta. Al lanzarse la horda a linchar al conferenciante, los dos personajes de corbata de lazo hicieron una señal previamente convenida, olvidando problema locomotor alguno. En un momento habían formado una verdadera escuadra que a bastonazos abrió un pasillo hasta el estrado del salón de actos. Rescataron al Gran Bergamota que estaba a punto de sucumbir, y lo sacaron de allí. Habrán adivinado que los jefes del elegante grupo no eran sino Tato y Doroteo. De esta manera conocieron al gran polígrafo.
Hasta aquí.



lunes, 16 de julio de 2018

Nota biográfica; por Calvino de Liposthey, obviamente.

Se reprochaba al gran polígrafo la dispersión de su obra, diseminada en opúsculos, panfletos, acotaciones, glosas y explicaciones dadas en la prensa, en periódicos locales, regionales o extranjeros; en revistas especializadas, marginales, subterráneas, escondidas, montaraces. Escritos nunca sistematizados ni recogidos en antologías más que muy parciales y sesgadas, reunidas por sus enemigos para difamarle defendiendo la tesis de su radicalidad y violencia, de su elitismo, misoginia, xenofobia y agorafobia. Era efectivamente tildado de agorafóbico por su costumbre de conferenciar siempre en recintos cerrados, viejos cafés o antiguos teatros reservados para la ocasión. Siempre que haya terciopelo de un rojo oscuro me parecerá bien, aseguraban que decía en una nueva demonstración de su esnobismo, de su elitista y plutocrático espíritu. Estas antologías sesgadas y manipuladas habían sido analizadas y refutadas por los críticos y seguidores del polígrafo, demolidas en artículos implacables con los que habían demostrado la mala intención, la rabia y la vesania de sus enemigos. Estaban también los prólogos, los ensayos parciales, los textos de las conferencias, las monografías acotadas a temas concretos, especializados. Pero se reprochaba al gran Bergamota la ausencia de la gran obra, del gran corpus doctrinal. Y también del gran poema épico. ¿Pero cómo es esto? respondía el aludido cuando se lo comentaba Mireia Morcón Chumbera, la periodista. Si Sr. Bergamota se le reprocha la ausencia en su obra de un gran poema épico. Una Ilíada, unas Lusiadas a la manera de Camoens. ¡Pero si yo no soy poeta oiga! Pues esfuércese, esfuércese, insistía la periodista tensando el busto hacia adelante, no cediendo un milímetro ni en la argumentación ni en el espacio. Es un auténtico despliegue de misiles balísticos intercontinentales murmuraba Tato al oído del Amigo Pulardo que asistía con él a la entrevista. La periodista, tensando el velamen de su blusa de seda blanca insistía: ¡Unas Lusiadas de Nava de Goliardos! ¿Se lo imagina? La verdad es que no oiga, la verdad es que no.