Hablando de Cela con un
conocido que se las da de literato e interesado por la cultura, aunque en
materia de lecturas parece un poco pinta monas, me comenta que Cela no le
interesa demasiado. Hasta ahí bien, es lógico seleccionar y normal que a cada uno
le atraigan cosas distintas. Sin embargo añade un comentario más. Un comentario
torpe que pronuncia destilando suficiencia. Viene a decir que eso de la España
negra, que es un poco siniestro y al fin y al cabo menor, limitado, antiguo,
tarado; que el progreso lo ha dejado ya muy caduco. Al decir esto viene a
confesar que no ha leído a don Camilo. O que lo ha leído poco y mal. Ayer
abrimos un tomo de don Camilo al azar y caímos en medio de una galería de
personajes. El texto que pintaba a un maestro de escuela es de una belleza, de
un lirismo contenido, con su punto socarrón, y su asidero en una realidad que
se puede palpar, verdaderamente admirables. Hay además, en ese breve retrato,
una reflexión sobre la creación y la escritura sencilla y hermosa. Por supuesto
que hay en su obra altibajos, textos menores o poco conseguidos, pero también muy
notables logros, mucha belleza y una gran personalidad. No nos parece poco. Volveremos
sobre el asunto ridículo de la España negra, pero otro día.
Para el Heraldo de Nava,
A. Bergamota Elgrande