viernes, 10 de julio de 2020

De los diarios de A. Bergamota Elgrande. Cortesía de Calvino de Liposthey, editor.

Contexto: Se trata de un apunte primaveral, corresponde a la llamada época de hierro, cuando el gran polígrafo trabajaba por cuenta ajena, lejos de Nava.
C. de Liposthey. 

Vimos ayer, posado sobre la barra de un antro del poligó, a un tío grueso, gruesísimo, de nariz chata y gruesa, todo el con un aire como de simio, a punto de gruñido. Se zampaba un plato gigantesco de callos con morcilla a fuerza de pan, pescando en la cazuela con una lengua enorme y gruesa con la textura hedionda del más oscuro y gastado estropajo. Y esta mañana, la prostituta de la rotonda, celebraba provocativa el buen tiempo primaveral, instalada sobre una sofá verde, colocado sobre la acera, tacones de aguja afiladísimos, larguísimas piernas cruzadas y desnudas, o desnudas y cruzadas, gafas de sol, sonrisa blanqueada. Toda una estrella de Hollywood.

Esto me comenta un compañero de trabajo: Un buen lector tiene que leer de todo. Yo empecé a leer las esquelas. Para saber a qué edad moría la gente, coño que viejo es este, oye que joven, o la familia te quiere, o duodécimo aniversario. Y luego me leía los prospectos de las medicinas y las instrucciones de la lavadora, del lavaplatos, de la minicadena, y manuales de instrucciones de muebles de Ikea. 

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