Escuchando
en el coche una entrevista a un historiador especialista en historia militar,
me llama la atención su forma de hablar un poco torpe. La voz es joven. Sabe y
conoce muchas cosas, pero no las expone del todo bien y la forma de expresarse
es más bien tosca, incluso gramaticalmente. Es como si le faltaran elementos
para hacerlo correctamente. Tal vez falta de lecturas fuera del ámbito
especializado. Literatura, por ejemplo. Como si de la época que estudia conociera
la parte militar, pero no dominara nada más o sólo de manera elemental, como
para un tertulia, pero no para dar una clase. Transmite en general la sensación
de que le falta un hervor, que no tiene bagaje cultural suficiente, si es que
se puede decir así. Estudios no le faltan, lo que da que pensar. Con esto no
quiero decir que su trabajo no pueda ser valioso, pero inevitablemente, en
cuanto trate de salirse de la pura especialización dará con muchas
dificultades. Decir imperio español en lugar de Monarquía española o monarquía
Hispánica, trabucarse y decir maestro
de campo en lugar de maestre
de campo, expresarse de manera confusa en general, fallar al no situar las
cosas en su contexto debidamente, en fin. Puede ser simplemente fruto de los
nervios porque a medida que el programa avanza va mejorando. Salvemos al
prójimo nos dice siempre Doroteo.
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