domingo, 5 de junio de 2016

Miscelánea taurina: faena de aliño, aseada, pero sin más. El público agradece el gesto, la voluntad.

Esto de los toros es dificilísimo. A manera de resumen, cuatro impresiones generales, que necesitarían desarrollo y matices. Ahí van.


El estado actual de la Fiesta nos lo resume Gregorio Corrochano en un párrafo publicado en un ABC del año 1921. Lo que en el momento en que describe es un caso concreto, pues se lidian otros toros, hoy se ha generalizado.

 

“(…) Un ligero apuntamiento de lo que llevamos visto para que el lector se dé una idea. El domingo se lidiaron toros de Rincón. Unos toros chiquititos que parecían un producto artificial, como fabricados a la medida de los fenómenos. Con estos toros no hay término medio: o son bravitos y el torero se luce porque no le da miedo y lleva al público el recreo de su arte gracioso, o no son fáciles al lucimiento y entonces la corrida fatiga y cansa, porque no queda el recurso de la emoción, de ese miedo del público al peligro, que es la única razón de existencia de las corridas de toros (…)”.

Cogida de Belmonte (ABC, 21 de abril de 1921)

 

La emoción, el miedo, la variedad, lo distinto han venido a este San Isidro por la técnica y dominio de Enrique Ponce, por la vuelta de David Mora y ese toro de Alcurrucén como regalado del cielo (emoción), por la corrida de Baltasar Ibán (con su segundo, el toro de la Feria se percibía el poder descomunal del todo bravo, y por tanto el miedo), por la corrida de Victorino Martín, con todos los peros que se quieran poner, y en menor medida la de Adolfo Martín y de Miura, y por el bombazo de Saltillo (el peligro, el pavor, el viaje en el tiempo, el toro escapado de manos de sus criadores y como salido de una estampa de Goya). Sin las tardes anteriores, sin duda incompletas, discutibles, generadoras de gran polémica: monotonía, fatiga, cansancio.

 

Una de las cosas que más asombra al leer a Corrochano es su manera de ver. Su manera de acercarse y mirar todo ese espectáculo que son las corridas de toros. Todo lo mira, todo lo observa, todo lo comenta, todo cabe en sus crónicas. ¿Tiene una idea de lo que quiere ver, de lo que es torear? Por supuesto. ¿Lo acepta todo? ¿No rechaza nada, no censura nada? Por supuesto que critica, que censura, que prefiere. Lo que no hace es echar fuera de la fiesta lo que no aprueba, lo que no encaja en sus preferencias, en su concepto teórico. Sabe que la corrida de toros no se reduce a ese presupuesto teórico, que la lidia no se reduce a filtrarlo todo por un único tamiz, que por el contrario, incluye y debe incluir un conjunto de elementos variadísimos, y que en eso radica su esencia, en esa variedad. Sabe que la fiesta de los toros es así. Incluye cosas que no nos gustan, pero que forman parte de ella.

 

Y esa forma de ver las cosas es el resultado de mirar primero y ante todo, al toro. Corrochano observa, mira, analiza y participa en la corrida de toros, partiendo del toro. Y por el toro y desde el toro, llega al torero. Fundamenta la fiesta en el toro. Y el torero se mide en función del toro. Y como el toro es variado, produce emoción, y el torero que se aplaude es el torero capaz de afrontar esa variedad, esos toros tan distintos unos de otros, un reto cada vez, un desafío en primer lugar técnico, al conocimiento de las reses y de la lidia y a las facultades para torear, propias de cada torero. El torero y el toreo en función del toro, y no al revés.

 

Una tarde ve torear a Granero:

“Granero es un torero que tiene condiciones que no se pueden negar. Nosotros le vimos hoy con dos toros muy buenos; esperemos a verle con toros difíciles.”

 

Cuando el aficionado oye comentar a Fidelio Lentino Spotti, la pústula de los Abruzzos, el cartel de por la tarde y decir que torea fulano, pero que no se sabe con qué toros, el aficionado mide la profundidad del bache que atraviesa la fiesta. Cuando el aficionado oye al pájaro Lentino decir, mientras agita sus entradas caras en la mano, que si el toro tuviera un poquito más de gas, o metiera un poco más la cabeza o transmitiera un poco más, el torero estaría más a gusto… al aficionado se le ponen los pelos de punta y le entran ganas de cargar el trabuco con posta. No por intransigente, ni troglodita, ni radical, sino porque ve que de esa manera, se acaba con su afición, al convertir al toro en ayudante del torero, en colaborador de la postura, una sola postura, un solo toro, y pronto, monotonía, fatiga, cansancio. Como nos decía un excelente aficionado que además es criador de toros de lidia: lo que no puede ser es el mismo toro y la misma faena, todas las tardes.

 

El Amigo Pulardo, vecino de abono, lector de Ortega, gran aficionado, dueño de una colección de magníficos zapatos abotinados de piel de potro, nos hace una observación con la que estamos plenamente de acuerdo:

 
- Vivimos una época grosera. Las mentalidades groseras no conciben las cosas más que a la medida de su simpleza dogmática y, en general, miope, a veces brutal.

 

Oiga pero es que se va usted por la ramas, escurre el bulto. Mire usted, yo lo que me hago es cien, mil preguntas y poco a poco voy tratando de lidiarlas:

 

¿Debe el toro criarse, construirse para permitir el lucimiento del torero o es el torero el que con su técnica debe salir airoso, dominador, vencedor ante toros de distintos tipos? ¿Debe el público entender que si esto no es así, deben existir y admitirse faenas distintas, formas de torear diferentes según el toro, y que eso, vencer a un enemigo imprevisible, distinto cada vez, es la variedad que da sentido a la fiesta? ¿Debe entender el público que no es figura ni puede serlo quien no torea más que un mismo tipo de toro, tarde tras tarde? ¿Debe entender el público que no pueden expulsarse de la fiesta determinados encastes, determinadas dificultades, que no puede la crítica descalificar, vociferar, desterrar aquello que no encaje con su limitadísima, interesada y menguada forma de mirar, porque supone ir cercenando el espectáculo hasta acabar con él?

 

Pues usted dirá. Hombre, dentro de un orden, claro, dentro de un orden.

Firma las líneas anteriores la terna siguiente:
Alcides Bergamota Elgrande, Tato y Doroteo. Se adhieren inquebrantables Genaro Garcia Mingo y El Ameba.

8 comentarios:

  1. Entretenimiento de señoritos crueles, la España negra.

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    1. Si quiere usted comentar una entrada se le agradecería que no recurra a los tópicos más tontos de la progresía mundialista. En primer lugar la fiesta de toros es la menos clasista de cuantas fiestas hay en el mundo. En la plaza se sientan del Rey abajo todos los que quieren. En Las Ventas, la plaza más importante del mundo se venden entradas a 5 euros. Señoritos en España ya no queda casi ninguno excepto los de la progresía que se han forrado a costa del erario público y de la protección de la partitocracia. En cuanto a la España negra, si usted a estas alturas de la historia sigue abonado a esa falacia antiespañola inventada por nuestros enemigos históricos es que usted no lee mas que el Marca como Mariano o incluso ni eso. Me temo que usted será seguidor de Cebrián y de los millonarios progres de la tele.

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  2. Es esa España de misal la que ha engendrado el podemismo.Llanto y crujir de dientes se atisban en el horizonte iberico.

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    1. Me gusta su comentario. Si señor. La España de misal...¿a qué se refiere?. A Podemos lo ha engendrado el PP (tonto útil) y los poderes mundialistas que están detrás de la siniestras maniobras que llevan dando por el saco en España desde el final de la Guerra Mundial. Si por el misal se refiere usted a ese ente inexistente llamado "nacional catolicismo" le aclaro que el PP está en las antípodas de lo nacional y de lo católico. El PP actual es un muladar de gentes sin ideas y sin lecturas, sin principios ni horizontes más allá del poder, el dinero y la ambición de estar, de aparecer, de mandar. El papel de la jerarquía católica en España en los últimos decenios es sencillamente triste pero su culpa en este triste asunto del podemismo no pasa del de testigo tontorrón, de bobo que se chupa un dedo, los hilos los mueven otros.

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  3. Con el pretexto de la tauromaquia desahogarse... Cada uno con sus obsesiones.

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  4. Pulardo, el de los botines de piel de potro cómprese zapato vegano o chanclas de mercadillo, los zapatos hechos con piel de potro son una salvajada, no tiene sensibilidad. Claro que con ese nombre...... Seguro que no ha criado caballos y menos aún ha leído al insigne Ortega.

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  5. Estos comentarios sobran son deshecho de tienta, y resultado de la educación tardofranquista.

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  6. Un ataque personal no es un manera caballerosa de ejercer la saba critica y mucho menos embestir con los cuernos contra el Amigo Pulardo que es un caballero español y excelente aficionado.

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