jueves, 15 de diciembre de 2011

UNA OPORTUNIDAD PERDIDA "I"


En estas fechas en las que la Casa Real aparece en las portadas de los medios por los latrocinios presuntamente cometidos por el duque de Palma y las tertulias y páginas de opinión se llenan de palabras en contra del “presunto”  sus suegros y cuñados, el observador imparcial percibe el deseo de algunos sectores reducidos de tirar de una manta que se intuye pero nadie nombra. 

Ese deseo palpitante  de los "manteros " antes mencionados parece en muchos casos más  el fruto del calentón  que del amor a la verdad, algo que me resulta especialmente antipático. 


Muchos de los que ahora alzan su voz y lanzan sospechas y comentarios han callado y agachado la cabeza escudándose en el tan cacareado consenso. Si bien unos lo han hecho fruto de sus errores ideológicos y otros por pura y simple conveniencia,no olvidemos que estar en el sistema implica el pago de peajes, en ambos casos han contribuido a mantener un estado de cosas que ha herido de muerte a España.

A lo largo de estas líneas y en próximas entregas trataré de exponer lo mejor que sepa y pueda por qué considero que el actual reinado de Juan Carlos I ha sido una oportunidad perdida y digo ha sido, ya que aunque el reinado no ha concluido la oportunidad si ha pasado y a mi juicio no será fácil que vuelva a repetirse, al menos en nuestro tiempo histórico.

Resulta necesario reflexionar al respecto. Guste o no, el sistema actual gira en gran medida en torno a la persona que encarna la institución, primer error heredado de Franco como más adelante veremos, y cualquier solución que se busque al futuro político de la nación española y su modelo de organización debe pasar por una revisión a fondo del papel institucional de la monarquía, el comportamiento exigible a sus miembros y las relaciones entre la Casa Real y el resto de instituciones públicas y privadas.

La situación que estamos viviendo en estos días no es sino el reflejo pálido de otros problemas infinitamente más serios y mayores que se han dejado de resolver o se han aparcado sine die porque en España al hombre público desde hace muchas décadas le ha interesado más centrarse en lo contingente y económico que en lo trascendente y esencial.

Juan Carlos I de Borbón recibió de manos de Francisco Franco, primer error del que trataremos en una próxima entrega, una monarquía nueva centrada en su persona que se vendió como un plato de cocina de fusión, herencia histórica con tintes de caudillaje y aroma de modernidad.

El Rey tuvo en sus manos una oportunidad única e irrepetible. Recibió el mando de manos de aquel que lo había ostentado de forma plena y que murió en su cama. En el contexto político y social que se vivió en 1975 El Rey gozaba por diversas razones de un apoyo prácticamente incondicional y en España existían todavía cuerpos e instituciones con una densidad y fortaleza hoy desconocida.

De aquella recepción bastarda y traída por los pelos en lo histórico, político y jurídico nació un nuevo régimen. Por un tiempo el Rey tuvo en sus manos el optar por uno u otro camino. A la luz de los datos históricos y hechos posteriores hoy día nadie puede sostener con honradez intelectual que el Rey optó bajo una presión insoportable.

El Rey tuvo ocasión de elegir, en contra de la monserga predicada por los voceros del sistema, su herencia no estaba hipotecada ni su condición discutida por nadie serio ni con poder suficiente. 

Los pasos dados en la transición y los numerosas y críticas decisiones y omisiones adoptadas en los años siguientes sobre asuntos esenciales para la vida de una nación no han sido los de un "rey marioneta" sino los de un monarca que tuvo en sus manos una oportunidad que la Historia brinda en  raras ocasiones y que a mi juicio ha dejado, tristemente, pasar y es por ello que nos encontramos ante una oportunidad perdida. 


Sanglier.




1 comentario:

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