miércoles, 13 de mayo de 2015

BAJA TU.

Sin duda hay que estar agradecido a todos los trucos, mecanismos, sistemas e indicios que nos permitan detectar a un cretino. Nos gustaría precisar que el cretino lo puede ser por materias. Es decir, se puede ser un cretino para la política, por ejemplo, y a la vez un excelente poeta o un buen padre de familia, si es que esa referencia tan jurídica –la del buen padre de familia- existe todavía, pero esa discusión sería abrir otro melón.

Pues bien, en el mundo de los toros, el cretino nos hace el gran favor de identificarse a sí mismo sin rubor y sin pudor alguno. Lo hace al gritarle a los demás, cuando protestan un lance, el ya habitual “pues baja tú”. Según el cretino taurino, el estar en el tendido y no abajo, prohíbe participar del espectáculo, prohíbe todo espíritu crítico y sobre todo la manifestación de cualquier discrepancia. Como no está en el ruedo, el espectador no puede opinar. Según el cretino taurino, el espectador en los toros debe estar callado. Está ahí para aplaudir y si del cretino taurino dependiera debería pagar la entrada y luego aplaudir sentado de espaldas al ruedo. A la manera de aquellos castigos de colegio de monjas, con los alumnos de espaldas a la pantalla de cine en la que se proyecta una película. Así que el cretino taurino tiene algo de lo monjil antiguo, extraña coincidencia. Con el imperio del cretino taurino se confirmaría del todo la escisión –parcialmente iniciada ya- entre el público y el espectáculo que se le quiere ofrecer. Es a lo que parece que aspiran muchos taurinos modernos. El espectador debe callar y admirar a la figura taurina mientras ésta se estira con sus pasos de baile frente a un animal que debe colaborar (la propia expresión debe colaborar dicha de un toro de lidia daría para una extensa glosa y es muy reveladora de toda una mentalidad).  En las plazas dónde esto se logra, no tarda mucho en clarear el tendido y en apagarse lentamente el espectáculo. Claro está que, como todavía queda raza, a muchos baja tú se les contesta con un gilipollas.

sábado, 2 de mayo de 2015

Tarde de toros.

El Amigo Pulardo ha soñado. Ha soñado que su mujer le recriminaba su inclinación al alcohol, un consumo excesivo, una cerveza y luego dos vinos, y dale, y luego la copilla con el cigarro. Cuando abrumado ha despertado por fin, ha caído enseguida en la cuenta de que es soltero. Esto le ha aliviado un poco. Pero ha hecho, pese a ello, firme propósito de no pasar del dedal de brandy habitual. Esto nos lo contaba hoy de camino a la plaza y comentaba Alcides Bergamota  que se trata de un caso único de hombre con mujer virtual. Muy de estos tiempos por otra parte. Tato se reía por lo bajini mientras Doroteo buscaba caramelitos pequeños, en forma de perla, en el bolsillo de la chaqueta, con aire ensimismado. El Amigo Pulardo al llegar a la plaza saludaba y daba apretones de mano. Es el peaje que tiene el ir con el Amigo Pulardo a los toros. Pero tiene otras cosas buenas, como por ejemplo haber asistido a una extraordinaria tarde toros, de esas que nos dejan exhaustos, que recordaremos durante años, que revelan toda la grandeza de la Fiesta pero también su dureza, el terrible drama que representa, su anacronismo. Cuando uno de los diestros entraba a matar, oímos un susurro que venía de nuestra derecha: vamos, vamos, mata a la muerte ya. Se le escapaba a un espectador calvorota y desdentado que se bebía con los ojos todo lo que sucedía en el ruedo. Y es que el parte de las heridas sufridas por Angel Teruel (verdadero motivo de que nos acercáramos a la plaza hoy) y de López Simón es espeluznante, varias trayectorias, veinte centímetros, les ahorramos el resto y deseamos una pronta recuperación a los dos toreros. Milagroso parece que el segundo toreara a su segundo toro – y de qué forma- antes de pasar a la enfermería. Le habían hecho un torniquete en el muslo derecho, al sacarle de entre los pies del toro que le prendió en la suerte suprema. Lo sucedido con Angel Teruel es para el buen aficionado desolador, porque lo que pudo enseñarnos entraba por los ojos provocando un principio de honda emoción, truncada por la cogida: la forma de andar, esa manera de ir al toro, de doblarse en los primeros compases y una serie que prometía mucho. De repente, sin extraños, sin apenas violencia, el toro le coge de manera terrible. Creemos que fue en un lance en que el torero dejó al toro suelto, lejos de la muleta, la cara alta, sin mando, sin sumisión y se fue a por él, sin más, a falta de otra cosa, de otro señuelo, tal vez, precisamente, a falta de muleta. Fueron unos segundos de distracción. Angel Teruel toreó en el 2014 sólo dos veces. Este es algo difícil de entender. Morenito de Aranda, después de su primer toro, tuvo que matar al que hirió a Teruel y más tarde al quinto y al sexto, pues López Simón mato a su segundo en cuarto lugar, seguramente para poder hacerlo, pues ya estaba herido. ¡Qué gesto! Y que pundonor en los tres matadores, que magnífico Morenito de Aranda ya sólo en el ruedo. Quiso como Simón, torear y hacerlo de verdad, colocado, en el viaje del toro, cargando la suerte, logrando series de verdadera belleza y hondura, rematadas con esos pases de trinchera de una sobriedad y belleza que no nos cansaremos de ponderar. Un triunfo sin duda merecido ante una plaza medio llena. Y no decimos medio vacía, porque la tarde de toros fue tan extraordinaria que la plaza parecía haberse llenado hasta la bandera. ¿Y los toros? nos dirán. Se habrá adivinado por lo que contamos que hubo toros, que hubo ganado de verdad, con fuerza, con pies, corrida bien presentada y de preciosa estampa, salvo tal vez el primero más gordo. Ganadería Montealto, encaste Juan Pedro Domecq, sorprendentes en su juego por eso mismo. Ganado con pies que hacía hilo a los banderilleros y que puso en aprieto a las cuadrillas. Más tarde noble en la muleta, repitiendo con codicia, salvo, tal vez, el último, negro bragado y más reservón que los hermanos colorados con ojo de perdiz y castaños. Vimos buenos pares de David Adalid y estuvo extraordinario Jose Carlos Aranda, pequeño, enjuto, poniendo banderillas, llevándose al toro con una larga que arrancó los aplausos al público. Del espectáculo de los tendidos hablaremos otro día, que también tiene su aquél. Hablaremos de los chinos, del polvorilla del tendido alto que se movió por toda la plaza, del hombre de los refrescos y hasta de unos botines flamencos, de aúpa. En fin, por tener tuvimos hasta tertulia a la salida de la plaza. Otras reseñas saldrán, escritas por personas más enteradas, a ellas les remitimos para un análisis de más enjudia, de estas impresiones que acabamos de dar.

ENTREVISTA (Interview).

Advertimos al posible lector de que, por su crudeza, las entrevistas que concede Tato a las gacetillas regionales no son para todos los paladares. La que hoy reproducimos apareció en el Diario Regional, y nos hacemos eco por la referencia que contiene a eso de los toros, que viene muy a la mano, con el mayo madrileño ya empezado.
 La Redacción
-       ¿Fuma usted en pipa? pregunta Fran Tarugo Cecina que es todo lo joven, progre y moderno que sus apellidos permiten. Quería haber cambiado el orden, aprovechando las novedades legislativas, pero Cecina Tarugo tampoco ayuda.
-       Todos los fumadores de pipa practican el vicio solitario, contesta Tato que no sabe todavía porque ha accedido a conceder la entrevista para el semanario de un periódico provincial.
-       Pero no contesta usted a mi pregunta.
-       Ni falta que hace. Ya le he explicado cómo funciona esta entrevista. Es una entrevista democrática así que puedo contestar lo que me dé la gana.
-       ¿Y el arte? A nosotros nos interesa mucho el arte, lo encontramos muy interesante. De hecho somos críticos de arte.
-       Si desde luego se nota, por lo interesante que todo le parece. Seguro que también moderno. La crítica de arte es absurda cuando todo lo orienta a alabar a un artista diciendo que es moderno. Cuando oímos decir a alguien que fulano es muy moderno nos entran ganas de sacudirle.
-       Oiga pero que bruto es usted.
-       Pues no crea, nada de puños, bajamos la testa y le embestimos arreándole un cabezazo.
-       Veo que el arte no es lo suyo, vamos a cambiar de tema. Algo más de su mundo, aunque espero que duren poco. ¿Y los toros?
-       Veo que no le falta a usted ningún adorno. Es también antitaurino. Mire es posible que los toros históricos pudieran ser algo terrible y brutal, además de extraordinario (pensemos en los caballos muertos de Gutierrez Solana o en esos ruedos abarrotados de gente estoque en manos, toros, caballos, diestros y público en el más terrible desorden). Sin embargo hoy, en el mundo en que vivimos, el contraste que representan con lo electrónico, lo digital, lo virtual inexistente, con el plástico, el plasma y las pantallas, es esencial para no perder ya del todo y definitivamente el norte en un éxtasis de pastillas y lechugas alucinógenas. ¡Pero que manía tiene este hombre con la lechuga!
-       Pero hombre si hace usted hasta la réplica a mí no me deja nada, iba a decir lo de la lechuga… Me habían comentado que le obsesiona.
-       Es que acelero porque es usted muy previsible en todo lo que pregunta. Y así le ahorro trabajo, que le veo algo tardo y como reblandecido. No quiero entrar en detalles, pero no me ponga la mano en la pierna, ni se le ocurra.
-       Oiga por favor sin faltar.
-       Es que mire francamente, cuando uno se cruza por la calle con dos moros que hablan a gritos como si estuvieran solos, en el extraño idioma gutural y cavernoso que es el suyo, y luego escupen en el suelo, y van vestido con chilabas de rayas, pues le corre por el cuerpo una cierta desazón y casi involuntariamente invoca silencioso las Navas de Tolosa y se refugia en el recuerdo de don Alfonso VIII diciendo al arzobispo Jiménez de Rada “Arzobispo, voy y yo aquí muramos” antes de lanzar la carga que decidió la batalla. Y de repente se da cuenta de que ninguno de los dos está ya en este mundo, ni Pedro de Aragón, ni Sancho de Navarra, ni el señor de Vizcaya y que los pueblos y villas castellanos que mandaron a sus milicias a combatir al moro son hoy lugares de gente mayor y de poco vigor. Y que nos queda sobre todo gente como usted.
-       Oiga, no entiendo, que quiere decir…
-       Pues mire que usted, que ya me he enterado, es uno de los organizadores de las sesiones de cuentos para niños para el fomento de la igualdad, que están soltando en las bibliotecas públicas.
-       ¿Y es que no le gusta?
-       Casi me da una ahorcada cuando leí el cartel que habían colado aquí en Nava, pero descuide que esa sesión disolvente, ese aquelarre, en la biblioteca de este pueblo no se celebra, como que me llamo Tato.
-       Ya veo que es usted un fanático, va saliendo el facha reaccionario… Le estoy calando. Deme un sólo argumento en contra de nuestra iniciativa que es algo de lo más loable en este mundo de tanta maldad, luchar porque todos seamos iguales.
-       Su atroz y melosa ñoñez ya sería de por sí un argumento suficiente, por el horror estético que supone, es una pena que ya no tengamos circo para soltar buenistas como usted a los leones hambrientos. Claro que con tanta igualdad a lo mejor se comen ustedes a las pobres fieras que son tan bondadosas.
-       Sólo suelta exabruptos que le delatan…
-       Mire, desde que el mundo existe la vida es discriminar, es decir, seleccionar excluyendo. La vida es elegir, una opción o la otra, este camino o el otro, dependiendo de a dónde se quiera llegar como acertadamente indica el gato de Chesire a Alicia.
-       ¿Alicia? ¿Es una chica del pueblo?
-       No hombre, Alicia en el país de las maravillas.
-       Ya, la película de dibujos, pero está un poco vieja, vamos que es antigua y no recuerdo esa escena. Más preguntas le voy a hacer.
-       No. Ya no puedo más, se ha terminado. Para acabar le voy a decir unos versitos de Lope:

Apenas Leonora
La blanca aurora
Puso su pie de marfil
Sobre las flores de abril

Lo dicho, hasta otra.

viernes, 1 de mayo de 2015

CALENTANDO MOTORES

- Hombre, utilice usted otra expresión, algo más apropiado, que se yo, en capilla, en los chiqueros, con los ojos en la puerta de toriles...
- Oiga, en los chiqueros estará usted, y no quiero decir más.
- ¡En este país, que quiere que le diga, no hay cultura!
- Claro, aquí el único culto es usted, no te fastidia, kulto con K.

Dejemos a don Manolito y a don Estrafalario con sus cosas de siempre, encerrados en su bucle mental, en sus desvaríos, y pensemos que dentro de poco podremos asistir a escenas y estampas tan extraordinarias como las que damos a continuación. Aprovechamos la ocasión para enviar desde aquí un afectuoso saludo al Amigo Pulardo, a quien veremos sin duda agitarse alrededor de la plaza y en el tendido (bajo y de sombra, por supuesto).









- Oiga don Manolito.
- Digame don Estra.
- No hay duda de que somos la reserva espititual, lo que queda de Europa
- ¿Quien, los de la plaza?
- Si claro, los veinte mil.
- Desde luego, yo no tengo ya ninguna duda.
- Que cosas don Manolito.

sábado, 25 de abril de 2015

EL CARBONERO

Han llegado las abubillas. Pero antes vimos una pareja de carboneros. Macho y hembra, trinando. No se sacudían. Nos ha parecido un pajarillo extraordinario con su collar oscuro, sobre pecho amarillo. No hicimos fotografía, pero ponemos un dibujo sacado de un libro pajarero.

FALSOS RETRATOS DE ALCIDES BERGAMOTA EL GRANDE

Cotilleo y paparazzis asolan Nava de Goliardos intentando meter las narices en lo ajeno que es deporte nacional, y además obtener un retrato del Gran Bergamota. Hasta ahora, refugiado entre las paredes de piedra conventual de la casa de Doroteo (cható dirían algunos) ha logrado esquivar el acoso y la intromisión, a riesgo claro, de que se le atribuyen las fisionomías más absurdas y grotescas y hasta monstruosas. El periodismo contemporáneo es así.
 
Aire baquibúrrico y excesivo. Borroso por el orujo.
 
MARICA A LA ANTIGUA USANZA (ES DECONOCER LA VIRILIDAD LEGENDARIA DE AB)


HACENDADO BORRACHÍN. PROPIETARIO DE UN TROZO DE ESTEPA EN TARTARIA (ES DECONOCER QUE AB NO ES RUSO)

HOMBRETÓN DUBITATIVO Y TEMEROSO (ES DESCONOCER EL FIRME CARACTER DE AB)

JOVIAL FUNCIONARIO DE OTRO TIEMPO (SEÑORES ¡POR FAVOR!)

 CABALLERETE ANGLÓMANO CON EL ARROZ PASADO (ES DESONOCER QUE AB NO ES INGLÉS NI PELÓN)
 PERSONAJE DIPSÓMANO Y VICIOSETE CON LA CABEZA ECHANDO HUMO (PUES ESTO SE ACERCA OIGA USTED)
TIPO DE GRAVE LECHUZA (ALGO HAY)

TIPO DEL ROMANTICISMO RENANO (ES DESCONOCER QUE NADA TIENE QUE VER AB CON EL PALATINADO)

 
 TIPO DE LA BOHEMIA CHIC Y YEYÉ MIRÁNDOSE EL OMBLIGO  (LA COMPARACIÓN OFENDE)

domingo, 12 de abril de 2015

Apuntes.

Hoy, como quien dice, hemos dado comienzo oficial a la temporada, haciendo cola para comprar unas entradas para la novillada de esta tarde. Tras larga meditación, y resistiendo a la oferta tentadora de un reventa – ¡reventa en una novillada de abril!- nos hacemos con tres gradas del ocho, fila uno, al precio asequible de siete euros cada una. Hemos tenido que hurgar un poco en el portamonedas, pero no tanto. Oiga, que yo portamonedas no tengo. ¿Pero que se ha creído? La tarde dubitativa, nubes, cuatro gotas de agua, aire, aconsejaba estar a cubierto. A nuestra derecha, pero en delantera, el torero Roberto Domínguez, con acompañantes y acompañanta. Los toros son de origen Juan Pedro Domecq. Una voz cercana comenta que… para variar. No nos parecen feos los toros, colorados, castaños, negros. La corrida bien armada, mansea: remolones al caballo, distraídos, se duelen en banderillas, uno de ellos muge como un cordero, otro barbea las tablas buscando el salto con insistencia. Poco ayudan los de a pie, poco amigos de fijar los toros, de poderles, de lidiar con orden. Los animales irán toda la tarde a su aire, eligiendo caballo para la puya, terrenos, pases, y demás. Pero no se caen, aunque dos pierden fuerza durante las larguísimas faenas y doblan por un momento las manos. Media entrada, si llega. Por un lado turistas de todos los rincones del mundo –detrás unos argentinos amables y despistados, delante una líneas de chinos ninja poco respetuosos, pero cualquiera se atreve con ellos. Los toros decimos, porque todos pasan de quinientos kilos, y de novillos tienen más bien poco, uno de ellos la cara todavía tierna, de vaca. De los tres novilleros dos no han toreado el año pasado y otro lo ha hecho en dieciséis ocasiones, imaginamos por lo que enseña, que en plazas más bien de pueblo, dicho sea con todos los respetos, para los pueblos y para el novillero. Los tres son ya mayorcitos. Con todo esto las esperanzas no son muchos, pero la tarde resultará si no del todo interesante, si amena. Porque la otra mitad de la entrada son los autobuses de La Mancha que han venido a apoyar al tercero espada, dispuestos a todo. El enfrentamiento con el gordo despótico que truena en el siete es casi inmediato. El gordo es un poco burro, pero si las formas no son finas - ¿Cómo iban a serlo?- en el fondo razón tiene. Delante la inevitable bolsa de pipas. Detrás dos mujeres con un niño de tres años o así, transmitiendo que es de lo que se trata. Al morir el primero nuestro vecino comenta refiriéndose a quien lo ha despachado: A este nada de pañuelito blanco. No vemos torear. El toro da como picadero alrededor del novillero, en largos círculos, hasta que se harta, se entera y empieza a buscar el bulto a cabezazos. Normal. Como no está rodeado, se hace eterna la estocada porque el animal sigue paseando y no para quito. En el segundo toro, el diestro, de repente se pone derecho, en línea y da una tanda, que nos recuerda lo que es torear. Pero es un espejismo y continúa luego con las postura de la escuadra (el toreo de la alcayata como dice el gran JRM). El toro como todos sus hermanos, es colaborador a más no poder, pero el de a pie se da cuenta cuando ya no hay remedio. Aviso, aviso, el descabello se hace black & decker y suena la bronca merecida. ¡Al novillo hay que matarlo arriba! Más adelante vemos un bonito tercio de banderillas dirigido por Marco Galán, espléndido en la brega como siempre. Se aplaude su economía con el capote y una espléndida larga con la que se trae el toro hasta su burladero para tenerlo sujeto allí hasta que se colocan los del castoreño. Luego, su jefe de filas, coreado en masa por sus paisanos torea como si estuviera en… quien sabe dónde, pero como está más puesto y en forma, corta una generosísima oreja. Con su segundo el presidente, pese a la estocada y a la euforia de los paisanos dirigida por uno con pañuelo naranja sobre la cabeza, dirá que nones, que hasta aquí hemos llegado. Con la primera oreja las protestas son una cuantas. En plan de chanza se le llama dominador y el gordo despótico la arma haciendo que suene por toda la plaza, mientras trabajan los areneros, la palabra regalito, dicha con toda la mala idea y toda la razón. ¡¿Dónde está la autoridad?! El cuarto es alto de agujas, astifino, nos parece descomunal de pitones. Únicas verónicas de la tarde rematadas con una media. El toro parece que se ha tragado una sirena de barco y la hace sonar como si hubiera niebla. Puyazo trasero de vergüenza y la consabida bronca al picador. Normal. En el quinto hasta los chinos ninja se pasan de la raya. Se les lanzan miradas de censura, pero lo dicho, nadie quiere exponerse a una llave de karate. ¡Qué profesión! ¡Qué desamparo allí abajo, que soledad, dando trapazos sin sitio, y ya con años sin fría, jugándose la vida ante el turisteo! Por lo menos la tropa va calzada y con pantalones largos, cosas del aire. Dentro de un mes no tendrán piedad y enseñaran todo lo que no querremos ver. Se oyen recomendaciones cariñosas dirigidas al matador, se le indica con benevolencia y en tono paternal que no deje los estudios, que después de lo que hemos visto vuelva a ellos con más ahínco si cabe. El gordo despótico se ha hecho caverna. Ventrudo y brutal, brama contra todos. ¿Qué sería la plaza sin él?  Una voz hiriente le llama dictador, carcajadas, se oye un gilipollas. Risas. Sale el sexto y la representación manchega decide darlo todo en defensa de su pupilo con el Karajan del turbante naranja dirigiendo con autoridad, dispuestos a echar el pulso más feroz a nuestro gordo despótico, a ritmo de olé frenéticos. Pero no cuela. En esto, cuando salen los del castoreño, nuestros ojos no dan crédito. Va a picar un gordo descomunal y coqueto. Tan grueso que sus formas recuerdan a las de un gigantesco bebé (es la palabra que hay que utilizar, no hay otra) vestido de luces. Las patitas y los bracitos son cortos, pero el abdomen de una redondez esférica perfecta se traga el borrén de la montura. Nos asustamos. Nos parece una irresponsabilidad salir a la plaza en esas condiciones físicas. Si es desmontado podrán pasar dos cosas: que explote al caer o que perfore el albero y haya que cavar una galería para encontrarlo. Sin embargo el amigo se defiende que no veas. Claro que no de forma ortodoxa porque apenas si puede sujetar la vara. Utiliza el método avispa, que consiste en picotear in piedad el lomo del toro, abierto de piernas para no perder el equilibrio. Es una especie de bolo de base redonda, de esos que no se pueden tirar nunca, porque cuando el toro aprieta, levantando la pierna contraria el bolo hace contrapeso mientras picotea sin piedad. No rectifica la puya porque casi no llega a clavar, es un enorme tábano de azabache y verde que zumba mientras sacude con el aguijón. La bronca que se lleva, con toda razón es espectacular. Pero no cuela, decíamos, pese a la estocada. Hemos localizado en una barrera a nuestro amigo inglés, cámara en mano. Nos hubiera gustado charlar con él, intercambiar impresiones. Más adelante será. Al salir de la plaza se ha levantado un aire frío y se ha puesto gris la tarde, quizá a tono con lo que hemos visto en el ruedo, pese a Marco Galán, pese al perfecto y único puyazo de Tito Sandoval, pese a esa única serie con el cuerpo erguido del segundo espada. Nos vamos, pero como dijo aquél en Filipinas, volveremos. Si Dios quiere añadimos nosotros.