lunes, 4 de noviembre de 2013

CONFERENCIAS Y AGRESIONES DE ALCIDES BERGAMOTA (UNA MAS)

Eufonía.

(Del lat. euphonĭa, y este del gr. εφωνα, armonía).

1. f. Sonoridad agradable que resulta de la acertada combinación de los elementos acústicos de las palabras

Nuevamente la maldad y el infortunio se iban a cebar en el gran Alcides Bergamota, maestro de políglotas. En efecto, de políglotas. Porque el amigo Bergamota hablaba de carrerilla diez o doce idiomas y se manejaba en algunos dialectos regionales. El dialecto de Milán, por ejemplo (Bravo el mè Baldissar! Bravo el mè nan/ L'eva peuè de vegnó a trovamm:/t'el seet mattascion porch che manemann/l'è on mes che no te vegnet a ciollamm...). Cediendo por una vez y con carácter excepcional a los ruegos del Casino de la Puebla de Goliardos, y abandonando por pocas horas su exilio provinciano, acudió para impartir una breve charla sobre el idioma Portugués. Esa maravilla que hablan nuestros vecinos. Remontándose al pasado se evocaron las circunstancias del nacimiento del vecino reino, la absurda separación, la breve reunificación en tiempos del gran Felipe (segundo de España y primero de Portugal), sellada en las Cortes de Tomar; el nuevo y definitivo desgarro, la reivindicación del movimiento pan-ibérico, apoyado en los argumentos del gran Oliveira Martins. ¿Cabe siquiera pensar que no evocara el gran Alcides el bilingüismo de los Montemayor y Camoens, que no evocara las gestas de Tructesindo Ramires durante la Reconquista, cuyo espectro acudió a combatir a las Navas de Tolosa, no pudiendo sufrir en la fría tumba que se librara la batalla sin él? ¿Y qué decir de la emoción suscitada entre el auditorio al llegar a Pepe Queiroz? Tuvo primero que precisar que bajo ese apelativo familiar se escondía José María Eça de Queiroz, tal vez el más grande de los novelistas europeos del siglo XIX, autor de ese libro único que es La correspondencia de Fadrique Mendes. ¡No faltaron tampoco a la cita Anthero de Quental, ni Almeida Garrett ni el gran Camilo! Y Pessoa claro, bajos sus variados heterónimos. Me dirán ustedes, y dónde están el infortunio y la maldad que no aparecen por ninguna parte. Pues bien, llegaron justo en el momento en el que el gran Alcides ilustraba a su auditorio sobre las bellezas del idioma y para hacerlo leía en voz alta frases representativas, bien de la delicadeza de la entonación, bien del melancólico parlar, bien del gutural y áspero gruñido de ciertas palabras de enfado. Cuando pronunció la primera frase que elegida para ilustrar las propiedades eufónicas del idioma en su vertiente popular y más chusca,  Bergamota llevaba ya dos horas de charla y estaba completamente perdido entre las nubes, delirando en portugués. Así que no se dio cuenta del ejemplo apuntado por Tato al preparar la charla, un tanto descuidadamente, convengamos en ello y, sin pensarlo dos veces, pronunció la frase: “Um preto com um bom nabo”. La eufonía era obvia, evidente maravillosa, emes por todas partes, vocales, repetición de la o, labios en forma de canuto para pronunciarla. Lo malo fue cuando doña Gertrudis un poco congestionada y de forma un tanto brusca interrumpió para preguntar:

-       Creo, me parece… ¡Desolada estoy de haberlo entendido todo! ¡Sólo necesito que me confirme que la palabra preto es negro para montar aquí la de San Quintín! ¿Pero que se ha creído? ¡Que yo he venido aquí con mi sobrina que no está en edad de oír los delirios de un maníaco!
-       Oiga señora, yo no le permito… La eufonía es evidente, estemos a lo que tenemos que estar, vea: Preto, con o al final, y nabo, con la o también…- no pudo terminar por los gritos de doña Gertrudis.
-       ¡A callar sátiro! ¡Mi sobrina!

Doroteo, que había acompañado esta vez al ilustre conferenciante y por tratarse de una charla sencilla para un auditorio femenino no iba armado, recogía a toda prisa, sin poder evitar que Bergamota replicara feroz, dando rienda suelta a su temida dialéctica.

-       ¡¡Semejante loro!! Ya está bien señora. Eufonía señora, eufonía en portugués, eso es lo que hemos venido a enseñar aquí, eso es lo que le hace falta a su sobrina, que por lo visto está un rato buena y a lo mejor de hortalizas sabe más que usted!!
-       ¡¡Aaaaagggg!!- doña Gertrudis se lanzó al ataque blandiendo las largas agujas de su labor de punto y flanqueada por dos amigas que gritaban enardecidas- ¡¡Dale Gertrudis que este va a pagar por todos!!

Como siempre la intervención de Doroteo, el flemático Doroteo, fue decisiva. Con toda serenidad empujó la mesa sobre las asaltantes en el momento en que trepaban a la tarima del orador, lo que dio tiempo a que pudieran subir al coche los dos y escapar del pueblo.

Nuevamente el oscurantismo había triunfado, dando muestras de su poder. Nuevamente se había dado importancia a lo accesorio, en este caso el contenido, cuando la frase elegida ilustraba únicamente una cuestión de forma y sonoridad, nuevamente la frivolidad y la maledicencia, atentos a las miserias de la vida y dispuestas a retorcerlo todo bajo su perverso prisma habían prevalecido, sin que el natural comedimiento del gran Bergamota hubiera podido hace nada. De todas formas, al llegar a casa hablarían con Tato.

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