martes, 15 de octubre de 2013

A propósito de la Beatificación del Año de la Fe

El pasado Domingo 13 de octubre, tuvo lugar en Tarragona la ceremonia de beatificación de 522 mártires muertos a manos de la horda roja.

De ellos, 515 son españoles, 3 franceses, 1 cubano, 1 colombiano, 1 filipino y 1 portugués.

Lo primero que llama la atención a cualquiera que conozca minimamente la Historia de España es el nombre escogido para la celebración que no es otro que el de "Beatificación de los Mártires del Siglo XX en España"

El nombre no me parece muy afortunado. Por diversos comentarios que he leído en diferentes foros católicos (de diverso pelaje) y cristianos (lease rojos) entiendo que el nombre lo han consensuado los señores que pastorean la Iglesia en España para evitar llamar las cosas por su nombre y evitar poner en evidence que los autores de los martirios  fueron los antepasados políticos de estos "amables" señores de la izquierda que ahora gobiernan casi todo por estos lares.

Si me he enterado bien y la información es correcta, he de manifestar que creo que la jerarquía se equivoca, una vez más, en este asunto.

Tapar, edulcorar, ablandar los hechos no es hacer un favor a nadie ni supone un paso en el camino a la reconciliación.

Los rajacuras, que los hay hoy día, y muchos, no van a cambiar de opinión porque les soben el lomo y a los nietos del asesinado no se les aplaca contándoles un cuento chino o tratándolos de menores de edad mental.

Otro frente que se ha abierto paralelamente es la no inclusión en la lista de mártires de los sacerdotes nacionalistas ejecutados en el frente del Norte por tropas del bando nacional. 

No seré yo el que justifique semejante sacrilegio y barbaridad que, por cierto, fue de inmediato reprendida y perseguida por el mando del Ejército Nacional, dato que los comentaristas que cojean del pie izquierdo, se abstienen de incluir en sus escritos, ahora bien, lo que es importante es entender y distinguir. 
A los curas separatistas se los cargaron por razones políticas no por odio a la Iglesia. A los mártires de la horda roja los liquidaron por odio cerval a la Iglesia no por razones políticas. El que no entienda la diferencia carece de juicio para opinar y debe primero formarse ese juicio, si puede, mediante las muchas lecturas que hay disponibles al efecto.

Dicho esto, lo que me parece importante es insistir en la necesidad de la VERDAD y de la CLARIDAD. Los problemas de la España actual vienen todos de la MENTIRA y la MANIPULACIÓN.

Las verdades históricas son:

Que ha habido y hay ideologías y organizaciones que han generado, amparado, enseñado y fomentado el odio a Dios a Cristo, a la Virgen María y a la Iglesia Católica.

Que seguidores de esas ideologías y personajes afines han perpetrado crímenes abominables contra las personas y los bienes por causa de su ser y estar en Dios y en la Iglesia y por razones puramente anti-religiosas.   

Que durante la II República y posterior Guerra Civil se perpetraron innumerables crímenes y atrocidades contra sacerdotes, monjas, frailes, consagrados y laicos por razón de su  fe. Que esos crímenes fueron perpetrados por personas que militaban o se afincaban dentro de la espesa y multiforme masa que podemos denominar horda roja.

Que el martirio tiene un sentido muy concreto y que confundir al paisanaje no es sólo una mala practica sino que ha llevado a muchas confusiones, dolores y problemas que hoy afligen a la Iglesia de España.

Menos mal que el Cardenal Amato en su homilía alzó el pendón de la verdad y dejó algunas cosas claras para vergüenza (espero) de los muy políticamente correctos representantes de nuestro episcopado que habían tratado de que la Beatificación fuera lo más "light" posible en cuanto a la naturaleza y responsabilidad de los martirizadores se refiere. ¡¡Que bonito ejercicio de la odiosa memoria histórica, invento de malos y memos!!

Dejo un par de perlas de la homilía del Cardenal Amato que puede leerse íntegra en el link www.revistaecclesia.com/homilia-integra-beatificacion-ano-de-la-fe-tarragona/

En el periodo oscuro de la hostilidad anticatólica de los años 30 (treinta), vuestra noble nación fue envuelta en la niebla diabólica de una ideología, que anuló a millares y millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos y escuelas católicas, detruyendo parte de vuestro precioso patrimonio artístico. El Papa Pío XI (once) con la encíclica Dilectissima nobis, del 3 (tres) de junio de 1933 (mil novecientos treinta y tres), denunció enérgicamente esta libertina política antirreligiosa.

Recordemos de antemano que los mártires no fueron caídos de la guerra civil, sino víctimas de una radical persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la Iglesia. Estos hermanos y hermanas nuestros no eran combatientes, no tenían armas, no se encontraban en el frente, no apoyaban a ningún partido, no eran provocadores. Eran hombres y mujeres pacíficos. Fueron matados por odio a la fe, solo porque eran católicos, porque eran sacerdotes, porque eran seminaristas, porque eran religiosos, porque eran religiosas, porque creían en Dios, porque tenían a Jesús como único tesoro, más querido que la propia vida. No odiaban a nadie, amaban a todos, hacían el bien a todos.

¿A que da gusto cuando se dicen las verdades enteras? 

Lo lamentable es que tenga que venir un cardenal italiano a recordarnos a los españoles las verdades de nuestra historia, el consuelo es que la Iglesia es Universal y por tanto lo diga un cardenal italiano o un obispo camerunés la verdad es una y por mucho que traten de taparla, dulcificarla, amasarla y bastardearla, al final se impone en aquel lugar recóndito de nuestra alma que no es sino la conciencia a la que muy bien aludía Don Luis Legaz y Lacambra como un juez supremo del nadie puede escapar.

Sanglier.

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