viernes, 18 de enero de 2013

LINCOLN


Sobre la película Lincoln, de Spielberg que todavía no he visto:

No dejen de verla los cepogordistas amigos del cine. Hay mucho que decir, y tendríamos que volver a hablar del Viejo. Lo haremos al final (si no lo han adivinado ya sabrán a quien nos referimos leyéndose todo el rollo…). Pero destaquemos la interpretación del protagonista, genial caso de mímesis y perfección actoral, como si el presidente se hubiera reencarnado en la piel de Daniel Day Lewis. Este actor, pájaro de pocas carnes (le copiamos la expresión a Pepe Gutiérrez y la usamos a troche y moche…) es el genial heredero de la mejor tradición teatral inglesa. Quien haya disfrutado con las actuaciones sobre la escena de Willburn Micham, de Fromental Merryweather o incluso de Fiorinda Capo di Srozzi (la gran actriz era hija de un cómico italiano especializado en el papel de Pantaleón de la Comedia del Arte) lo comprenderá sin duda.


Un amigo pensaba que el actor había podido incluso beber en las fuentes y el método del gran Oswald Carnegie Bellarazza (la madre de Carnegie era una cómica italiana especializada en el papel de Colombina de la Comedia del Arte). Pero sobre esto último nada podemos decir, porque nada sabemos Carnegie había muerto ya, antes de que naciera este cepogordista. El amigo que hace este comentario es un viejete centenario en plenas facultades y muy amigo de las tablas, que llegó a militar en la claque profesional de un conocido teatro madrileño con cuya soldada mercenaria redondeaba sus emolumentos de estudiante disipado. Algo sabe del tema por cierto y como nosotros estuvo en Londres siguiendo a sus actores favoritos, sólo que muchos años antes, en tiempos del gran Carnegie Bellarazza. Fue por cierto acosado por la gran Lola Pulardo, la “Cojitranca”, apodada así por sus andares inestables, debidos según las malas lenguas, más que a un defecto de pernil, pues defecto físico no tuvo ninguno el gran Pimpollo Reventón (mote también pero más frívolo), a su afición a los vinos de Rioja y a la espuela de brandy manchego entre actos. Pero en fin, que nos hemos ido por las ramas. Vayan a ver Lincoln y disfruten.


Otro día hablaremos de una obra maestra alrededor del tema: El prisionero de la isla tiburón (The Prisoner of Shark Island, en español Prisionero del odio), de John Ford, que también dedicó a Lincoln una extraordinaria película protagonizada por Henry Fonda. Nos es de extrañar que Spielberg se haya lanzado sobre el tema, siguiendo la estela inalcanzable, la hermosura extraordinaria del cine del maestro, otro de las obsesiones del cepogordista.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

SI QUIERE ECHAR SU CUARTO A ESPADAS, YA SABE AQUÍ. CONVIENE QUE MIENTRAS ESCRIBA ESTÉ USTED FUMANDO, CIGARRO O INCLUSO PIPA.