lunes, 8 de octubre de 2012

CIRCULAR

El colegio manda una circular a los padres. A los papás. Se refiere a la integración de los padres en el proceso educativo. La intención es muy loable, no se critica eso, sino lo que la forma del documento deja ver del momento mental presente. Lo primero es que uno pensaba, en su rusticidad, que la condición de padre conllevaba de forma automática la participación en el proceso educativo. Que ser padre y educar viene a ser lo mismo. Parece ser que no. Luego está la manía de integrar. ¡Con lo importante que es discriminar! Si se escandaliza usted es que le han inoculado el virus socialdemócrata progre. Acuda al diccionario y verá que no hay motivo para el sonrojo ni la beatería civil…
Para hacer el comentario breve: se comunica a los padres que los objetivos que ellos mismos han elegido (mediante votación) para trabajar junto con el colegio en ese proceso de integración (suena a pogrom todo el asunto no sé por qué) son:
(i) desarrollar la afición y el hábito por la lectura;
(ii) aprender a obedecer a padres y educadores; y
(iii) desarrollar una mayor capacidad de atención.

A sensu contrario y forzando un poco las cosas, podría deducirse que esos padres tiene niños que en líneas generales no tienen afición ni hábito de lectura, no son obedientes y no prestan atención. Los niños a los que se dirige el pogrom, perdón, el proceso, tienen alrededor de los seis o siete años. Que no lean, pues bueno, hace mucho que uno piensa que no se hizo la miel para la boca del asno, ni las margaritas para los cerdos, ni uno tiene demasiada fe en los altares y las supersticiones culturales. Pero no obedecer ni prestar atención a los seis años ya es más fastidioso.  En fin, esperamos que tras mucho integrarse, rellenar encuestas, hacer valoraciones, recibir pautas y consignas y luchar, conjuntamente claro, por los objetivos, todos estos padres saquen provecho del proceso. Incluido el que esto escribe que tendrá que hacer el viacrucis, con doble penitencia por listillo. 

Una última consideración general sobre la educación, aprovechando que esto no lo lee prácticamente nadie, ya olvidados de la circular y sin referirnos al colegio concreto. Hay un aspecto de la educación que ningún proceso puede mejorar y es el de la cantidad de personas que metidas a padres se comportan como auténticos gilipollas. Muy a menudo es porque son gilipollas sin más, enteramente, y continúan siéndolo cuando procrean. Afortunadamente, vivimos en un régimen legal que les permite procrear aunque sean gilipollas. Aunque, como la evolución de nuestra sociedad tiene mucho de una vuelta al totalitarismo más descarado, dando un largo rodeo de sesenta años, todo es cuestión de esperar a que vuelva a proclamarse alguna ley de Nuremberg al respecto, so pretexto de igualdad, salud y bienestar sexual. Pero otras veces, se trata de personas normales que con un niño delante se atrofian. Y no nos referimos a un matrimonio de pardillos principiantes, desbordados los pobres por la llegada de la primera y tardía infancia. No, gente normal a la que usted y yo conocemos y que nos hace pasar verdadera vergüenza ajena cuando se cruza delante alguno de esos delicados niños que no para quieto, no obedece y no atiende a las gilipolleces del personal. Normal.

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