lunes, 14 de noviembre de 2011

Cosas del segundo número. Un verano.


Crónica estival mundano Purera



La temporada estival se anuncia con la celebración de las corridas de San Isidro. Suelo acudir a ellas. Allí trato siempre encenderme un puro pero no es tarea fácil ya que las dos horas del espectáculo están acompañadas por una abundante merienda y es imposible aliar el tabaco con la comida. Si lo hago se trata siempre de una Faria que me fumo antes de entrar en la plaza, considero que es un tabaco perfecto para la ocasión (corto y seco) se fuma rápido; vamos que es mejor no traerlo a mi Palco tan chic.

El mes avanza y se anuncian las bodas. Ese si que es un buen momento para degustar uno. En una de las bodas muy "comme il faut" (Jerónimos-Ritz- Chaqué) los hermanos de la novia tuvieron a bien traer tres tamaños de cigarros. Haciendo uso de mi rango en el Círculo del Humo Azul, escogí el reservado a los fumadores profesionales. Un tamaño Churchill de Romeo y Julieta reserve. Sólo se me apagó una sola vez en las dos horas de fumata, dejando el pabellón bien alto; seguramente no tenía andullo. En otra boda de este verano en el Escorial la cosa fue más clásica. Sólo se ofrecía el clásico Montecristo. Aquí también hice valer mis dotes como fumador y no se me apagó ni una solo vez, al contrario de mis vecinos de mesa. Buena tradición que es de servir unos puros en acontecimientos nupciales.

Un día con la calor apretando también de noche, un señor me ofreció acompañarle a cenar con dos señoritas (de buena educación) al club de Puerta de Hierro. Tras acabar los postres (para mi siempre un coronel) concluimos la velada con licores y puro. La cava esta bien vacía así que el maître nos facilitó lo poco que quedaba y optamos por un Punch. Buena terraza tiene este establecimiento en verano.

                Un fin de semana me baje a Sotogrande donde fui a cenar al Real Club de golf frente al Drago (ver grabado de M. de Roux). Allí me presentaron a un señor con una camisa habanera que nos dijo que un amigo suyo le invitó al Caribe para su cumpleaños. El atuendo debería ser vestido por los miembros del Círculo, ya que lleva incorporado un bolsillo del tamaño de un puro. Con el smoking cap remataríamos el conjunto.

                Entrando agosto me refugio en la campiña y allí siempre tengo puros que me facilita un amigo. El es el maître en los cócteles que se sirven en la Zarzuela. A Su Majestad La Reina al terminar las recepciones le gusta reparar con mi amigo, ya que los dos hablan alemán, y le ofrece cada vez que se lleve los puros sobrantes. El no fuma, así que heredo el presente Real del que hago buen uso. La cosecha es muy variada y gustosa haciendo fácil la elección del habano a consumir en el silencio de la noche.

                A la vuelta del estío sabiendo de una amiga que tuvo una operación quirúrgica y que todo había salido bien, fui al estanco mas cercano; concretamente la Expendeduría nº 99 de Madrid para hacerme con un puro y fumármelo en su memoria. No había gran cosa así que opte por un Condal Canario tras hablar con el estanquero. Me despedí de el y me fui a fumarlo a un bar. Al rato apareció el estanquero y seguí la conversación. El, viendo mi interés por los cigarros, me advirtió que el acto que estaba haciendo en este local ya no podrá hacerse con la nueva ley del tabaco. Me indicó que poseía una cava para seis personas debajo de su estanco y que, a cambio de traer unas botellas de vino, el nos dejaba su espacio para el disfrute. Quizás ya entrado el invierno podríamos hacer una visita a las catacumbas de la plaza del Ángel.



Capi.

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