viernes, 11 de noviembre de 2016

OTRA TROMPADA


Cepo Gordo y los Cepogoristas somos así señores. No hay editoriales conjuntos, no hay una sola voz, reina cierto desorden, cierta libertad, cierto amor al PALO.


Los artículos de Sanglier siempre suscitan gran interés. Su comentario sobre el asunto Trump por un lado constata el estado de ánimo progre, por otro abre un sinfín de temas y plantea muchas cuestiones. Tal vez alguna pista de por dónde irían las alternativas a su gran enmienda nos vendrían bien.


Uno de los comentarios a su entrada realiza dos observaciones acertadas. La crítica a la democracia, sin precisar qué se entiende por tal, resulta demasiado vaga, más cercana al ejercicio de cabreo, absolutamente legítimo (para eso está Cepo principalmente) que a otra cosa. Por otra parte, la democracia (lo que eso sea) no puede ser responsable de males anteriores a ella (“ser generadora de desastres sin cuento que la humanidad viene padeciendo desde hace siglos.”) ni de aquellos que con independencia de los regímenes políticos son propios de la condición humana. ¿Tal vez se refiera Sanglier a la modernidad? Dónde acierta plenamente Sangli (permítasenos esta licencia) es en sus latigazos a la progresía europea.


Quizá lo que haya que analizar no es tanto la naturaleza del régimen político sino su secuestro o deformación por el movimiento progre, verdadera apisonadora empeñada en la destrucción sistemática del mundo tal y como se ha conocido hasta ahora, mediante la demolición del occidente cristiano.


No es otra cosa que una nueva tiranía asomando por el horizonte. Adopta la forma de muchos de los elementos citado por Sanglier en su artículo: mundialismo internacionalista, social democracia, estatismo a mansalva, grandes estructuras administrativas supranacionales; persecución de las instituciones llamadas tradicionales, principalmente con el ánimo de sustituir a la familia como vehículo esencial de socialización; liquidación del catolicismo; de la libertad individual, de los lazos sociales, promoción de todas aquellas relaciones alternativas a lo tradicional resumidas en el acrónimo LGTB; dirección, manipulación y reeducación de las mentalidades, etc. Va rápidamente conformando una sociedad cada vez más rígida e intolerante. El virus está tan extendido que ya resulta difícil defenderse. Los medios de comunicación de masas son el gran vehículo de todo este gran programa de cambio de civilización, de esta nueva tiranía que por la puerta trasera de la salud, el buenismo, la infantilización de la sociedad, la destrucción del espíritu crítico y el estímulo constante de los instintos más primarios consigue hacer retroceder todo aquello que se tenía por seguro: desde la libertad en todas sus formas, a los fundamentos de la sociedad con la que occidente, con todos los peros que se quiera, ha alcanzado la prosperidad que tanto valoran los que socavan los elementos que la sostienen. Desde luego el Cristianismo fundamentalmente, pero también elementos como la propiedad privada o la defensa del individuo frente al gran Leviathan estatal. Hablamos demasiado. Escribimos demasiado. Cuanta cháchara. Si, nosotros también.


La falta de medios independientes es un factor clave. Tal vez internet pueda ser una alternativa.


Volvamos a Trump.


Coincidiendo con Sanglier, lo más atroz de todo el proceso ha sido sin duda la reacción europea transmitida por los medios europeos, así como el análisis realizado por esos miso medios (que sería más bien una completa falta de análisis, sustituida por moralina y adoctrinamiento).


De los dos candidatos no hay nada que añadir a lo dicho por Sanglier. No nos alegramos del triunfo de Trump, sino de la derrota de la terrible Hillary Clinton. Así es la paradoja. Clinton es sin duda adalid del movimiento que hemos tratado de describir en los párrafos anteriores que ha aceptado financiación de grandes empresas abortistas, de la progresía descrita por Sanglier. Una representante de la corrección política a ultranza, de la discriminación positiva, de todo aquello que lentamente va sustentando una nueva forma de poder mediante la reeducación de las mentalidades. 


Los medios europeos simplemente han dejado de ser medios de información. Se trata de formadores de opinión que machacan sin cesar los mismos mantras, que se aceptan y calan por la mera repetición constante y machacona, sin que sea necesaria, ni su fundamentación, ni su demostración. Goebbels puro. Lo que se nos piden es simplemente que creamos.

 

¿Cómo funciona el sistema electoral americano? No se explica apenas. ¿Es extrapolable la mentalidad europea a la americana?

¿Son lo mismo sistema –entendiendo por ello las instituciones- que establishment –entendiendo por ello los grupos de poder tradicional-? ¿Que representan uno y otro candidato respecto a esos dos polos? ¿Qué representa Trump respecto a su propio partido? ¿Qué está pasando en USA para se haya impuesto este candidato?

¿Qué está pasando en USA para que Hillary, candidata del establishment genere tanto rechazo o para que sea ella la candidata y no otro?

¿El rechazo es a ella como persona o al establishment?

¿Es parecido el sistema USA al español, dónde se produce la total concentración de partido y poderes legislativo y ejecutivo –y en parte del judicial- en las manos del presidente del gobierno?

¿Puede un presidente electo volver el país del revés? No se analizan los contrapoderes existentes. No se explica la frecuencia con se renuevan las cámaras, el hecho de que puedan coincidir presidente de un color y cámaras de otro (imposible en España).


Sólo nos han dicho que este señor es muy malo y feo y, ahora, que los americanos son muy tontos por haberle votado… y punto. Una periodista de La Razón decía ayer en una tertulia de radio, con tono de verdadera indignación, que no podía entender como se había podido preferir Trump a todo lo que representa Hillary Clinton. ¿Y que representa Hillary? No nos lo decía, se supone que el oyente ya lo sabe. ¿La labor de un periodista no sería precisamente esa, entender lo que pasa y por qué pasa?


Y para acabar: Parece que lo que realmente pone de los nervios a los apparatchiks de esta Europa socialdemócrata, biempensante y decadente, es que el vaquero yankee, el cowboy Trump, les diga que a partir de ahora deja de pagar la cuenta de la defensa, que cierra bases, deja de mandar soldados, reduce bajas y que, si quieren ser tan progres (volvemos a Sanglier) y pacifistas, que paguen ellos la cuenta. ¡Y no! ¡Eso sí que no! A mí por otra parte que los americanos dejen de meter la zarpa por el mundo no me parece en un sentido mala cosa (dónde ponen la bala abren un desastre). Pero siempre que Europa se decidiera a salir del letargo volviendo a su ser.
Calvino de Liposthey.

jueves, 10 de noviembre de 2016

TRUMP Y LA NOCHE TRISTE DE LOS PROGRES

Contra todo pronóstico Donald Trump ha salido victorioso y en poco más de dos meses ocupará el sillón del despacho oval.

La victoria de Trump ha provocado una oleada de indignación entre la grey progre que cubre como un manto de limo la superficie del orbe.

Que Donald Trump es un individuo con una ejecutoria dudosa y una calidad insuficiente para liderar una nación como Estados Unidos es algo que no requiere mucha explicación. Entrar en exposiciones detalladas carece de interés para cualquier lector medianamente informado.

Lo que nadie puede negar es  que Donald Trump ha ganado las elecciones y lo ha hecho andando el camino que marca la ley de la nación que los voceros de la recta política califican como "la mas perfecta democracia del mundo". 

Lo que no se puede hacer es aplaudir y ensalzar un sistema para luego denigrarlo si no produce los resultados apetecidos. Y eso, justamente eso es lo que está sucediendo en las últimas horas, de Nueva York a Melbourne, de Madrid a Milán y de Socuéllamos a Villafranca de Pomar.

A mi la democracia según se entiende en sus formatos modernos me parece un sistema nefasto, luego no espero nada bueno de lo que pueda ofrecer y en este sentido estoy vacunado ante las sorpresas que de manera habitual depara la memez de la urna.

Para el hombre moderno, que es de suyo progresista,  la democracia es "el sistema". El progre habita intelectual y dogmáticamente el territorio del mal menor, del equilibrio de poderes, del diálogo, del pacto y demás creaciones que no responden ni al Derecho Natural ni al sentido común sino al vano intento de no reconocer la autoridad, ni la jerarquía ni la verdad. 

La democracia moderna es hija de la falsa igualdad y del relativismo y gracias a su error de partida suele ser generadora de desastres sin cuento que la humanidad viene padeciendo desde hace siglos.

Mi opinión, absolutamente minoritaria y proscrita en los ambientes en los que se vive dentro de los estrechísimos límites la corrección política, se enfrenta a la de la mayoría progre, que interpreta la democracia como un sistema del mal menor que suele encumbrar a los que hacen suya la agenda moderna, de progreso.

Ese contexto, intelectualmente enano y mediocre domina el mundo actual y dentro de sus blandos márgenes teñidos de injusticia y violencia habitan los santones del bien pensar que no aceptan que de vez en cuando el sistema produzca un sapo que salte del charco y croe con un ritmo no aprobado por la comisión correspondiente.

Este es el problema de la progresía multicultural que gobierna amplios sectores del mundo occidental: los medios, la política profesional, la universidad se rasgan las vestiduras y esparcen cenizas ante la elección de Trump, un sujeto que encarna a los ojos de la corrección política todo lo indeseable. 

Para la élite progre que mira al mundo desde la atalaya de la corrección política, Trump es el destilado perfecto del golfo, machista, pendenciero, racista, homófobo y violento que no merece un lugar bajo el sol.

¿Que ha pasado? ¿Cómo es posible que los votantes estadounidenses hayan dado su sagrado voto a un sujeto de estas características? Es el fin del mundo, la llegada del anticristo, el ocaso de la civilización...

Merecería la pena que un realizador tomara el tiempo de reunir las imágenes de estupor y los rostros desencajados de los voceros de la progresía minutos después de confirmada la victoria del magnate neoyorquino, sería una galería digna de serena contemplación.

Que las opciones quedaran circunscritas a Clinton y Trump, es buena muestra de la profunda crisis que atraviesan los Estados Unidos de América. 

El progre, que siempre está contento de serlo, está pasando unas horas amargas. Se conduele, se siente defraudado y molesto. No entiende como el sistema ha podido dar paso a Trump teniendo a Clinton a mano, esa mujer "culta moderna" que es el destilado perfecto y sublime de todo lo que la progresía predica, venera y alienta.

No se tuvo en cuenta la idiosincrasia del sistema americano, la peculiaridad del pueblo del winchester y el corn belt, la acción de las otras élites que pugnan por el poder y que se soportan en el dios dolar...los progres no piensan sino en su clave progre...

Nos esperan días de luto y días de risa,una risa que sería verdaderamente sana si no fuera porque todo esto es muy serio y hablamos de las vidas y el futuro de millones de personas que merecen algo mejor que una progre y que un pillo.

Mientras tanto y en la misma ola que trajo al pillo de Manhattan se permite el uso de la marihuana "para uso recreativo" y el "suicidio asistido" amén de otra porción de ocurrencias propias de un sainete de lunáticos...

¿De verdad alguien en su sano juicio puede defender un sistema que excreta semejantes humos negros?

Pues si señor, lo defienden...y a muerte, porque son los que mandan, tienen la razón, son los nos guían y enseñan al resto del mundo a vivir, a comer, a pensar, a ...r.. ¡eso no! porque el excusado es cosa antigua y cada uno "tira de cinto" según su necesidad y cultura...eso no puede reivindicarlo nadie como propio y exclusivo...ni los más demócratas...en el fondo todos tenemos un tercer ojo que resulta imprescindible para la salud del cuerpo y el contento del espíritu, el Rey Mago de los porteños...eso si que es igualdad y lo demás monsergas.

miércoles, 9 de noviembre de 2016

ACHO. Parte II


La conversación antes reseñada, que algunos han calificado de brutalmente reaccionaria e insultante para los medios (hay gustos para todo), transcurría en el Café de los Goliardos, el gran café de Nava, con su aire decimonónico: columnas de hierro, grandes espejos, mesas de mármol, tapicerías de terciopelo grana. Nada extraordinario. Nada que no se hubiera visto o descrito ya en un sinfín de lugares reales o imaginarios: la glorieta de Bilbao madrileña; La colmena de don Camilo; el paseo de Recoletos; Bohemia del gran Cansinos y cuantos más. Pero se mantenía tal cual, contra viento y marea. Otros lugares había en Nava. ¡Tan modernos, tan a la última, con sus tías buenas tan apretadas! Todos eran propiedad de Fidelio Lentini Spotti, la pústula de los Abruzos, quien sin embargo no conseguía hacerse con el viejo Café. Respecto de aquellos antros modernos, el Café de los Goliardos ejercía de distante decano, por su mayor antigüedad, por su ambiente de tranquila educación, por su excelente servicio. Y tal vez también por su público, de edad ya terciada, más reposado, más gustador de la tertulia organizada, menos necesitado de enredar con las mozas de Nava, tan jacas, tan recios, tan firmes, con esos ojazos negros y esa flor en el pelo. ¡Oiga usted!
- Que bruta es la gente, incapaz de distinguir lo que ha sido la actitud de España con  la América hispana, con todos sus defectos, y con tantas virtudes, si se compara con la actitud de los puritanos en América del Norte o de los franceses en las Antillas o con el colonialismo europeo en África.
- Fue la primera vez que hablé con alguien que hubiera estado allí, quiero decir de verdad, en persona, sin hablar de oídas.
- Dices en Acho, en la plaza, no en Lima.
- Sí señor, en la plaza, y además toreando. Toreando a caballo, picador, con el castoreño de borla arzobispal. Y de los que lo lucen, dejan alto el pabellón, y hasta se lo tienen que quitar a veces para saludar al respetable, que ya es raro.
- ¿Y qué te decía?
- ¡Que es un gusto, las tardes en que las cosas salen torcidas, que la gente ya no tire botijos.
- No hombre, digo de la plaza, del Perú…


Relato de Tato (gentileza como siempre de Calvino de Liposthey, de los papeles dispersos de Alcides Bergamota El Grande, sección varios, apéndice I).

Evocando Acho se quedaba como soñador. Estaba sentado en el pollo de piedra de la puerta de carros, yo a su lado sobre un banco hecho con una traviesa vieja de ferrocarril, con la espalda apoyada en la pared encalada. Uno de esos días claros, de frío y luz, los árboles quietos, algún pájaro grande en lo alto, nubes de un blanco refulgente, estáticas. Decía que habían ido acompañados, claro, por el barrio un poco alejado y por perderse entre aquella multitud. Aquella plaza llena, con las montañas al fondo, y ese gentío abigarrado, inclasificable, criollos, mestizos, mulatos, zambos, castizos, cholos, chinos… Aquello es América, me decía. Es único. Y luego estás ahí en la plaza, toreando, yo en lo mío, a caballo vamos, y es lo mismo que aquí. Quiero decir que es distinto pero es igual. Aquella impresión recordaba lo que decía Maria Zambrano sobre Méjico.

Acho, plaza de toros, te vi llena,

en ti gocé sabor y fantasía,

tú, decana de América; tú, Ronda

de indias, tan limeña y peruana.

Te vi colmada; muchedumbre insigne,

conocedora de los lances hondos,

sensible a la majeza, en ti vibraba.

Jugando a la tapada, luz de Lima

medio sol se descubría, tamiz fino

de oro suspenso, palma de leyendas.

(…)


A los pocos días fue lo del Señor de los Milagro en aquella parroquia madrileña. Misa de una y media. ¡Y que gentío a las puertas, que algarabía! Nos sorprendía un poco el bullicio en esta parroquia moderna, poco antes de la última Misa de la mañana de un domingo cualquiera. Y enseguida nos fijamos, al entrar, en la imagen del Cristo, colocada a la derecha del templo, para la ocasión, y en los músicos y en los cofrades y en los aires del personal, como de aquí pero sin serlo, distintos pero iguales. La Hermandad del Señor de los Milagros participaba en la celebración de una Misa en honor del santo patrón del Perú. Así lo explicaba uno de los hermanos antes de empezar la Misa, lo tengo apuntado:

 

Sería el año de 1651, bajo el Papado de Inocencio X, siendo Virrey del Perú García Sarmiento de Sotomayor y Arzobispo de Lima, Pedro de Villagómez, los negros angolas se agremiaron y levantaron el local de su cofradía en la zona de Pachacamilla, en las afueras de Lima la Ciudad de los Reyes, tembló la tierra y sólo permaneció de pie el lienzo de pared sobre el que el negro angola llamado Benito o Pedro Dalcón había pintado el Cristo, etc.

 

Todo ello con esas palabras, sin perdones ni complejos, con la naturalidad de quien se refiere a su mundo, a su casa, a aquello que ha conformado su ser, a sus ascendientes.

 

Sólo el erial contemporáneo que nos asola es capaz de crear a esos seres crecidos en el auto-odio del “nada que celebrar” respecto de América, atreviéndose a dar lecciones sobre todo aquello que ignoran. ¿Interrumpirían la Misa para apalear a la Hermandad pidiendo su disolución, denunciando un genocidio? Los hermanos del Señor de los Milagros que contribuían a llenar la Iglesia y a celebrar lo que resultó ser una Misa criolla eran una buena representación de lo que es la América española. Colores y razas, juntos, separados, combinados, entremezclados, unidos por el español, hablado con un acento seseante, y por el catolicismo. Ellas con mantilla blanca sin peineta, ellos con un hábito con el color nazareno de la Hermandad. Asistíamos a una lección práctica de historia, gracias a la paciencia y bondad de don José en cuya parroquia sonaban atronadores el Agnus Dei, el Gloria, el Sanctus cantados en español con acompañamiento de guitarras, charangos, flautas de pan y tambores. Señor de los Milagros, Cristo de Pachacamilla, Cristo Morado, Cristo de las Maravillas, Cristo Moreno o Señor de los Temblores, un domingo cualquiera, en una parroquia de un rincón de Madrid.

 

Siempre me gusta recordar a la tropa que los pueblos precolombinos, el incario, no conocían la escala musical.

 

¿Qué moralina, que prédica había que soltar a esta Hermandad del Señor de los Milagros? ¿Debían arrepentirse y pedir perdón? ¿Debían avergonzarse, volver al Incario unos, volver a Castilla otros, disolverse en el aire los más, hijos del choque entre esos dos mundos? Don José tuvo el gesto, al final, de alabar la alegría con que se había celebrado la Misa, la elegancia con que las hermanas llevaban la mantilla, la fe y la devoción con que se alababa al Señor de los Milagros en este rincón de España.

 

“(…) en la famosísima de Acho. Allí dicen: “He ido a Acho”. No ponen delante el artículo. (…) Y la vi en día memorable por todos conceptos. La corrida fue muy lucida y sobre todo la plaza y su gentío, dese el aristócrata al cholo, al indio peruano, ofrecía un color inolvidable. (…) Acho es, en efecto, no sólo uno de los lugares “sagrados” de la historia del toreo con su abolengo de dos siglos y su antigüedad máxima en el continente y apenas superada por dos plazas españolas. Es además una obra de inspirada y de tan peruana como española arquitectura”.

 

Con el Señor de los Milagros volví a dar, fisgando un artículo sobre la temporada taurina en América. La feria se celebra en la plaza de Acho en el mes de noviembre, cada domingo. Y la lección de historia práctica, viva, no quiso quedarse ahí. Rebuscando en la biblioteca de Doroteo en Nava dimos con una nueva sorpresa. Las Poesías y prosas taurinas del poeta Gerardo Diego, publicadas por Pre-Textos. Le hemos citado varias veces en este breve relato alrededor de cuestiones Peruanas. En las fotografías que contiene el libro, Gerardo Diego aparece retratado en el ruedo de la plaza de…Acho.

ACHO. Parte I.


ACHO
 
“Los europeos no se alejaban de la costa: de sus puertos, mesones y barcos; y sólo muy de cuando en cuando y a desgana se aventuraban a penetrar en el interior. (…) Y a pesar de que no se habían movido de la costa durante cuatro siglos, en todo ese tiempo había dominado en ellos el espíritu de provisionalidad, la estrechez de miras, y una manera de pensar de cara tan sólo al beneficio rápido y la conquista fácil. (…) Por eso mucho de aquellos enclaves europeos recordaban los barrios más pobres del viejo Liverpool o de Lisboa. En Luanda, que perteneció a Portugal, a lo largo de cuatrocientos años los portugueses no excavaron un solo pozo de agua potable ni iluminaron las calles con farola alguna”.
 
Ryszard Kapuscinski, Ébano, editorial Anagrama, 2016.
 
- Lo único que está claro es que el asunto Trump da para poco comentario
- ¿Pero cómo dice usted eso, oiga?
- Quiero decir que no hay nada que decir si abordamos el asunto desde el punto de vista con el que desde hace semanas lo tratan los medios en Europa. Dicho de otra manera, no he oído más que las mayores simplezas, una desinformación absoluta y sorprendente, y siempre en ese tono insoportable entre perdonavidas, fatuo y ñoño que es la encarnación de la total ausencia de espíritu crítico. Lo que dicho de Europa da una idea de la crisis en la que estamos sumidos.
- Hombre...
- Mire, ninguno de los que opina o escribe conoce Estados Unidos, ni puede conocerlo pues todo lo ven a través de un prisma deformante ideológico tan fuerte que es como una segunda naturaleza. ¿Cómo conocer un mundo distinto si no se conoce el propio? Es el hombre masa triunfante, meapilas, gregario, borrego y con todo esto, seguro de sí mismo, doctrinario, impartidor de la moralina de turno… A los que han estado allí sólo les sirve para citar el nombre de algún lugar conocido, que consideran imponente, mayúsculo (una tienda de electrónica, o de ropa para correr por la calle) poniendo acento de cateto, para deslumbrar al resto de la piara...
- ¿Hablamos de Trump entonces?
- Mire si no le importa volvemos a lo de Acho que me apetece más y además si trabajamos un poco a Doroteo a lo mejor el año que viene…

martes, 8 de noviembre de 2016

PALOS


A nosotros nos gusta mucho dar de palos.

Cambises García Lardón, activista en paro.

 

Las manos de palos que se pierden, no se pueden ya contar.

Alcides Bergamota el Grande, conferenciante, agitador, polígrafo, eremita.

 

 

Del cartel anunciando una corrida de toros para el 30 de mayo de 1836:

 

“Sigue la prohibición de los encierros públicos, y de que nadie arroje a la Plaza cosa alguna, ni baje a ella hasta muerto el último Toro. Se prohíbe también sin distinción de clases, con inclusión de la militar, el que pueda permanecer persona alguna entre barreras durante la función. Asimismo se prohíbe el uso de chivatas, palos o garrotes, y sólo se permitirán bastones de adorno. Las patrullas celadoras cuidarán de que tenga efecto esta determinación, y los contraventores serán corregidos como corresponde.”

 

Otro cartel anunciando un festejo en Madrid –corrida de la Beneficencia- para el día diez de junio de 1888. Se anunciaron cuatro espadas: Rafael Molina (Lagartijo), Manuel García (El Espartero), José del Campo (Cara-Ancha), y Rafael Guerra (Guerrita), con toros del Duque de Veragua. Puede leerse una advertencia legal semejante a la anterior:

 

“Se previene al público de orden de la Autoridad: 1º Que no se lidiará más número de toros que el anunciado.- 2º Que si algún toro se inutilizase en la lidia no será reemplazado por otro.- 3º Que está prohibido arrojar al redondel cualquier objeto que pueda perjudicar a los lidiadores o interrumpir la lidia.- 4º Que se usarán banderillas de fuego para los toros que no hayan tomado más de tres varas.- y 5º que nadie podrá estar entre barreras sino los precisos operarios, ni bajar de los tendidos, hasta que el último toro esté enganchado al tiro de mulas.”

 

Se ve que las costumbres se han suavizado y el público aquietado un poco, pues no hay referencias ya a garrotes y otras armas contundentes, con las que el público se tiraría al ruedo a lidiar por su cuenta o se daría de palos a la primera ocasión. En cambio, lo que en el segundo aviso trata de prevenirse es el lanzamiento de objetos perjudiciales. A falta de poder propinar garrotazos, lanzamos lo que se tercie. Por ejemplo un botijo. Lo que de uno a otro cartel no ha cambiado son los intentos por acceder al callejón de la plaza (“entre barreras”), suponemos que al amparo de algún conocido, de alguna “influencia”.

 

Como decíamos, las costumbres se han suavizado y hasta llegar a hoy, mucho. Habrá que alegrarse por ello. Pero a veces uno siente nostalgia. Hay tanto cursi en Las Ventas, tanta mula. ¡¡Que pena no poder ya calentarle los riñones al vecino, manejando con saña de aficionado apasionado un fuerte bastón!! ¡¡Unos bastonazos, sólo diez o doce, aunque sean de bastón de adorno!! ¡Y esto en Las Ventas que todavía es un sitio dónde hay criterio, dónde hierve la sangre, dónde hay raza, dónde no está todo perdido! ¡Si habláramos de fuera, garrote nudoso blandido a dos manos!

 

Tato

lunes, 31 de octubre de 2016

Mejor en cajas de veinticinco.


Querido Tío,
Ayer estuve con mis primitos, que claro, puesto que yo soy su sobrino, también lo son ellos, sus sobrinos. Ya ve como me enredo yo sólo. Como siempre que les veo, le doy el parte. Supongo que ellos, cada uno por separado, harán lo mismo. Pero a ellos no les haga mucho caso. Ya sabe que yo soy más objetivo y le cuento las cosas sin filtrar, y sin segundas intenciones, solo para entretenerle. Y también para que los otros sobrinos no le enreden, hay que reconocerlo. A ver si nos vemos los cuatro juntos y así nos ahorramos la correspondencia. ¿Qué cómo están? Pues que quiere que le cuente, como siempre, pero con más años. Yo le pongo el diminutivo a primos por cariño, pero los años son los años. Esto significa que están más gruñones y rutinarios y un poco más feos. Con la edad la verdad es que no mejoran. No son como el buen vino. A pesar de que van bien empapados siempre de los mejores caldos. No me malinterprete. Con esto no quiero decir que sean unos borrachines, sino que se cuidan. Se cuidan bien a pesar de que son quejicosos y se lamentan enseguida por una cosa o por otra. Que si esto, que si lo otro. Con la edad hay que reconocer que tampoco han cogido el empaque y la solera de los grandes destilados que también consumen con moderación más bien escasa. Si acaso algo de la forma de las botellas redondas y panzonas y el color tirando a verde. Andan metidos en sus rutinas, como viejos funcionarios de remotas provincias y cualquier novedad les altera, les perturba, les hace dudar. Andan temerosos y timoratos, cada uno en su estilo, sopesando, calculando, suspirando. ¡Cuánto tardan en decidirse! Les falta poco para ser los reyes del parque de al lado de casa, con su kilo de alpiste. Pitas, pitas, pitas. Ya ve como está el patio. Tampoco se tome todo lo que le cuento al pie de la letra. Aunque mi descripción es precisa, rigurosa y objetiva, cargo un poco las tintas para darle color. ¡Claro que hablamos de usted querido Tío! Seguro que se estaba preguntando eso. Es un tema con el que se animan los dos y hasta se les encienden los ojillos y sacan una chispa de ingenio. Por un momento se les quita el aire de portera vieja. Aunque no siempre les entiendo las gracias. Ya sabe que discurro con parsimonia y ellos son más acerados y malignos. Por ejemplo, cuando dijeron eso de “A ver cuando se retrata el viejo lagarto”. Me quedé un poco sorprendido. Nunca se me ha ocurrido compararle con un lagarto y menos con un lagarto viejo. ¡Usted está hecho un crío querido Tío! Me quedé pensando. Se me aparecía la imagen de usted y sobre ella, adoptando sus rasgos, alternativamente se superponían el lúbrico león, rugiendo en la sabana, vigilando a las hembras, lánguidamente tumbado a la sombre de un árbol; el alegre y zumbón moscardón, un algo molesto es cierto, y como antihigiénico; y el enfurruñado gorrión copulador, de plumas grises y revueltas, dando brincos furiosos. Me quede un poco absorto pensando en todo esto, con tanta carga testicular. Ellos, malignos como le digo, esperaban que se me cayera el hilillo de baba. Pero no. Luego el gorrión se zampó al moscardón que daba alaridos y el león apresó al gorrión bajo su enorme pata relamiéndose y entonces volví en mí. Claro, ¡no se retrata porque no hay pintor que pueda hacerlo! Hoy el retrato clásico no se lleva ya como antes. Usted querido tío, para retratarle, no merecería menos que un pintor como Pepe Gutiérrez Solana. Ya estoy viendo la pintura: espesa, negra, con usted en traje de pana negra también, con aire de sacristán fúnebre, cetrino, y boina encasquetada hasta las orejas, tapando su pulido cráneo. Por Gutiérrez Solana tengo auténtica debilidad. Más aún como escritor. Describía el otro día un baile de máscaras protagonizado por gente baja y tiorras, cruzando un desmonte por Ventas, y me vinieron a la mente los primitos, sus sobrinos. Allí estaban, cada una con una máscara a cual más fea y graciosa. Una de borrico y la otra de marrano. Hacían ruidos mientras bailaban siguiendo el entierro de la sardina y bebiendo morapio. Ya ve usted las cosas de la imaginación. Les dije que Pepe Solana ya estaba muerto y que seguramente por eso el Tito, el querido Tío, no se retrataba. Se les puso una cara como agria, ya sabe cómo son en cuanto no se les hace la pelota. ¡Sólo les gusta que les rían las gracias! Se pusieron a murmurar. Dijeron algo como que “a retratarse al Serengueti”. Me costó un poco reaccionar. He consultado el teléfono. Se trata de un gran desierto. Lo recorrió en coche un periodista polaco en los años sesenta. Está por las cataratas Victoria, en el África. El polaco dice en su libro que aquello es como el jardín del Edén antes de la llegada del hombre, la Creación en el momento anterior a que Dios pusiera a Adán. Así que vea usted como le quieren los sobris. Para ellos es usted el nuevo Adán del Serengueti. Le ven a usted allí, entre las fieras, como gran padre del Mundo, en pelota picada. Esto último es lo que no acabo de ver. Pero no quise preguntar más porque no paraban de refunfuñar abriendo mucho los ojos y mirando como enfurecidos la caja que me dio usted ayer. Estoy muy contento. Aunque me gustan más de veinticinco, ya la se lo dije querido Tío, tiene usted mala memoria. Hoyo de Monterrey siempre me ha gustado. Se lo dije a los primos. También les dije que es la segunda vez que me regala Hoyo (abrieron un poco más los ojos) pero que en la variedad está el gusto y que para la próxima vez, es mi santo enseguida, le he pedido Partagás. Me gusta mucho Partagás. Acuérdese querido Tío, en caja de veinticinco y cuanto mayor el calibre mejor. Acuérdese de la que me regaló para mi cumpleaños, esos cigarrones grandes, los Lusitania. La caja es preciosa y como es tan grande la tengo llena recortes de prensa, lápices y caramelos, con un compartimento para cada cosa que fabriqué pegando las láminas de cedro de las cajas que me ha ido regalando, querido Tío. No sé porque los primos iban poniendo mala cara. Sinceramente, y aunque no me gusta decir estas cosas, creo que tienen envidia de mi afición a las manualidades y de lo bien que se me dan. Ellos aficiones, ya sabe, más bien pocas. Quejicotear. Eso sí, el fumeque les gusta. Eso sí, y mucho. Vea si no. Me preguntaron con mucho interés y con una sonrisa, bueno, media sonrisa, que los cigarros dónde los tenía, que me querían ayudar a conservarlos bien para asegurarse de que no se me secaran. En el fondo son buenos chicos. Les dije que no hacía falta, que los cigarros en casa no se secan porque me los fumo todos. Se quedaron como pasmados. Como no decían nada me despedí muy educado. Hemos quedado en vernos pronto así que enseguida le volveré a dar noticias, querido Tío. Las reuniones familiares son algo estupendo. Esperamos contar con usted la próxima vez.

Reciba un afectuoso abrazo de su sobrio preferido,

Genaro G.M.

(Post data: acuérdese que son más bonitas las grandes cajas de veinticinco cigarros que las de diez).

sábado, 29 de octubre de 2016

Triscando entre lecturas.


Está usted un poco obsesionado, todo bajo ese mismo prisma respecto a España. Es que son tantas las bobadas… Ya, pero es que esas lecturas extranjeras podrían darle a usted un aire sofisticado, un fuste intelectual que se pierde al volver siempre el ojo hacia la piel de toro. ¡Se pierde lo cosmopolita, lo internacional…! ¡Vivimos tan a gusto pensando que todo lo de fuera es mejor, que es perfecto! ¡Y viene usted con su boina y su garrota chafándolo todo!
Edmundo Burke escribe y publica su famoso libro Reflexiones sobre la revolución en Francia entre 1789 y 1790. Es por tanto contemporáneo de aquellos hechos que se calcula llevan a exilio –no hablamos de guillotina ni de paredón- aproximadamente a trescientos mil franceses. Y escribe Burke refiriéndose, claro está, a la Revolución: “En los jardines de su academia siempre se termina viendo sólo patíbulos, se mire por donde se mire.” (…) “Ningún público asistente al teatro en Atenas toleraría lo que se ha tolerado en la triunfal tragedia de este día triunfal: ver al actor principal sopesando, por así decirlo, en una báscula que cuelga en la tienda de los horrores, los crímenes de hoy con las posibles ventajas del mañana; y después de poner unos y otras en sendos platillos, verlo declarar que la balanza se inclina a favor de las segundas. El público de Atenas no toleraría ver los crímenes de la nueva democracia presentados como ajustes de cuentas frente a los crímenes del viejo despotismo.”
 
El editor de Baudelaire fue Auguste Poulet-Malassis. El apellido incluye un juego de palabras obvio en francés que podría traducirse al español como pollo mal sentado. De hecho, su amigo Baudelaire le llamaba “Coco Mal-Perché”. De toda la labor editorial de este buen señor hablaremos otro día, porque lo que hoy nos ha divertido es esta frivolidad del juego de palabras, ustedes perdonen, pero es que no damos para más.
 
Y llegando al poeta, a Baudelaire: de 1855 es su diatriba contra el progreso, en tantos aspectos tan sugestiva. Incluye cosas como ésta: “Il est encore une erreur fort à la mode de laquelle je veux me garder comme de l’enfer.- Je veux parler de l’idée du progrès. (…). Cette idée grotesque qui à fleurie sur le terrain pourrie de la fatuité moderne, a déchargé chacun de son devoir, délivré toute âme de sa responsabilité, dégagé la volonté de tous les liens que lui imposait l’amour de beau (…). Si hubiéramos hecho en tiempos el curso de mecanografía que nos propuso aquella rubia descarriada, transcribiríamos en un momento un largo extracto del texto de Baudelaire, gran detractor de la fotografía. Pero se nos cansan los dedos. La traducción al español de lo citado vendría a ser ésta: Se da todavía un error que está muy de moda, del que quiero guardarme como del infierno. Me refiero a la idea del progreso. (…) Esta idea grotesca que ha florecido sobre el terreno podrido de la fatuidad moderna ha descargado a cada uno de su deber, liberado toda alma de su responsabilidad, redimido la voluntad de todos de los lazos que le imponía el amor a lo bello. (…). Esto de traducir “beau” nos ha planteado dudas. Debería ser bello, o tal vez belleza en femenino.
 
Baudelaire sería procesado en 1857 por Las flores del mal, como lo había sido Flaubert por Madame Bovary: ofensas a la moral pública y a las buenas costumbres, multa y obligación de retirar del libro seis poemas Pero por favor, recuerden que históricamente la censura, la represión, el ánimo inquisitivo sólo son propios de España. No queremos que nadie se lleve un soponcio.
 
Baudelaire había nacido en 1821. Juan Valera en 1824. Emily Dickinson en 1830, murió en 1886. Valera fue excepcionalmente longevo y llegó al siglo XX. Baudelaire se quedó más corto, cosas de la sífilis al parecer, y murió en 1867. Al año siguiente salía de España Isabel segunda, camino del exilio, a Paris. Y en 1870 con la derrota de Francia frente a Prusia caía el llamado Segundo Imperio, abdicando su presidente-emperador Luis Napoleón. Víctor Hugo que llevaba veinte años en el exilio por su oposición a Napoléon “Le Petit” volvía ese año a Francia. ¡Pero no olviden que sólo ha habido exilio político en España! Adolfo Thiers defiende la forma de estado republicana porque, dice, es lo que menos nos divide. Y en efecto, al Segundo Imperio sucede la Tercera República.
 
Por la misma época, Emily Elizabeth Dickinson vive en Nueva Inglaterra. ¿Puede haber vidas más opuestas que la suya y la de Baudelaire o Valera? Para asomarse un poco al mundo de Emily es muy recomendable leer la introducción que preparó Carlos Pujol para su antología de poemas de la norteamericana, publicada por La Veleta, Granada en 2005. De hecho, para ser sinceros y quitarle a estos párrafos cualquier veleidad erudita, diremos que sobre Emily es lo único que hemos leído y que, además, siguiendo a Carlos Pujol, no queremos saber más, ahí están sus poemas: “los investigadores llevan muchos años dedicándose a hurgar y a escudriñar todos los recovecos de esta historia; así  han surgido una infinidad de datos no siempre fáciles de interpretación; y también conjeturas, sospechas, suposiciones biográficas que complican exasperantemente todo lo que nuestra curiosidad puede saber e imaginar acerca de Emily Dickinson y de los que la rodeaban.
Cualquier reconstrucción de una vida es fantasmagórica, cualquier biografía, por muy bien documentada que esté se mueve entre la novela el espiritismo. Entrar por efracción en el pasado, rehacerlo, juzgarlo, decidir acerca de mil incertidumbres que dejaban perplejos a los mismos protagonistas que lo vivieron tiene mucho de temeridad arrogante e indiscreta. Pero también necesaria para que se desvanezca el mito en el que se pierde la gran poesía. (…) Organizar con todo eso la explicación de una vida es una tarea que no puede ir más allá de dar puntos de referencia simplemente orientativos, dejando que los versos hablen con la mayor libertad posible.
 
Se estrena ahora una película sobre ella. ¿Debemos temernos lo peor o no? ¿Nos la presentarán como una lesbiana furiosa reprimida por un entorno familiar asfixiante, incluyéndola en la espantosa nómina de invertidos sobrevenidos que de forma incansable va confeccionando el lobby gay? ¿Está seguro de que usted mismo no está incluido ya en la lista? Es muy posible que usted sea en realidad de la otra acera y no lo sepa. ¿Por qué no prueba? ¡Guiñle un ojo a ese vecino seductor! Por si las moscas le apuntamos al club. Con los muertos la cosa es fácil porque les resulta un poco difícil defenderse. ¿Qué harán con Emily si a Goya le han hecho ya anti-taurino? Pero en fin, tal vez la película vaya por otros rumbos, no la hemos visto. En todo caso, ¿por qué no dejar en paz a Emily?
 
Y hemos sabido que se prepara otra película, esta vez en España, sobre Unamuno y el incidente en Salamanca al inicio de la guerra civil. Nuevo temblor. ¿Cuántas medias verdades, cuantos tópicos, cuantas mentiras y moralina estarán preparando para servirlas sin el menor rubor y con la mayor arrogancia?
 
En 1924 desde Muzot, en Suiza, Rilke escribe a Antoinette de Bonstetten para contarle que ya están aquí las primeras anémonas que ha recogido en las colinas y las describe con todo detalle, explicado lo que representan respecto a la estación del año. La letra t, presente seis veces en dos palabras. Y en Madrid, después de la lluvia de los días pasados, ha vuelto un verano, un verano otoñal, de veinticinco grados, en el que las flores vuelven a oler.
Fin.