viernes, 31 de mayo de 2019

TOROS (elucubraciones alrededor).

¿Qué es son los toros, que es torear? Vaya por delante que pese a que la pregunta anterior coincide en parte con el famoso título de la tauromaquia  de don Gregorio, nuestro propósito con estas líneas es mucho más modesto que atreverse a contestar todo lo que la pregunta puede abarcar. 



Toro  de José Escolar
Al hilo de la tarde de ayer en Las Ventas, con la corrida de Adolfo, cuatro ideas. Para el que esto escribe, torear viene a ser resolver dificultades. Las dificultades que plantea el toro. Por eso, en rigor, si no hay dificultades, el toreo se diluye, se hace rutinario, monótono, igual, y pese a que el peligro sigue ahí, se acerca a otros espectáculos con los que no debería tener nada que ver. Las dificultades las plantea el toro. Así debe ser. Si vienen por la impericia del torero ante el toro sencillo, damos un paso más hacia el fin de la fiesta, desde dentro, por consunción, sin necesidad de enemigos exteriores. Y si para que haya toreo tiene que haber dificultades que resolver, el toreo tendrá que hacerse con el toro capaz, por su comportamiento, de plantearlas. Nuevamente lo ya dicho: con el toro automático, el toreo se diluye.

Toro de Victorino Martín
El toro planteará dificultades por bravura, por mansedumbre, por fiereza, por casta, por genio, por raza, por sentido, por fuerza, por debilidad, por poder, por rajao, por enterarse más o menos, por su comportamiento cambiante o por las distintas combinaciones que de todo lo anterior puedan darse. Y además por lo que se le haga, por la lidia. La lidia mal hecha aumentará las dificultades, la lidia bien hecha será decisiva para encauzarlas, limitarlas e incluso resolverlas. Torear es por tanto, en primer lugar, dar la solución técnica a los problemas que pueda plantear el toro, y mayor interés tendrá esto cuanto más variado sea el comportamiento del toro. A comportamiento variado, problemas diferentes y soluciones distintas. Es decir variedad en el toreo. Con la variedad de comportamientos la tarde escapa de la monotonía. El ganadero trae seis toros de la misma camada, pero cada uno tendrá un comportamiento propio. Si es un requisito de buen ganadero que la corrida esté bien presentada, es decir que exteriormente los toros se parezcan, que haya coherencia entre el físico de cada uno, en cambio no es exigible que el comportamiento sea el mismo. Por nuestra experiencia, esa igualdad de comportamiento suele conseguirse únicamente a la baja, descafeinando. En presencia de casta, de raza, suele mantenerse la variedad. Suele ser excepcional que los seis tengan el mismo genio, la misma casta, la misma bravura, el mismo poder, aunque puedan parecerse. En cambio es más fácil, igualando por abajo, descafeinando, que los seis se caigan, que los seis se dejen pegar en el caballo sin presentar batalla, que los seis acudan a la muleta de forma más o menos pastueña.

Ante la variedad, elegir el recurso técnico adecuado es un reto para el torero. Exige que el torero conozca el ganado, que sepa ver el toro y entender su comportamiento. Exige por otra parte que conozca los recursos técnicos de que puede disponer. Y exige que aplique correctamente a una dificultad bien diagnosticada –en pocos minutos- un recurso técnico bien elegido.

Volviendo a la tarde de ayer: con la muleta retrasada a la altura de la cadera, será difícil embarcar el viaje de un Albaserrada, toro rápido, que se entera pronto y ve mucho. El torero se dejará ver y las dificultades aumentarán. La muleta por delante, baja, barriendo la arena, tapando la cara del toro permitirá tirar de el con mayores garantías aprovechando lo mucho que suele humillar este encaste. Para eso habrá que colocarse en unos terrenos muy comprometidos dónde no se debe dudar. Esta es la teoría. Luego habrá que  ver. Si una vez encontrada la solución técnica ésta se ejecuta según los cánones y además con una estética, unas formas, unos aires, una torería, pues entonces se producen, primero, esos silencios de Las Ventas que son únicos y luego, esa reacción del público como si las veinte mil voces fueran una. El que diga que torear es fácil miente como un bellaco y falta al respeto que se merece todo aquél que se enfrenta a un toro, más por supuesto si se enfrenta, como ayer, al toro variado, por llamarlo así, que si limita sus apariciones a medirse con el triste toro automático, el toro del telemando, por entendernos y sin ánimo de chanzas.
Toro de Adolfo Martín,
lidiado el jueves.
Por lo dicho anteriormente se entenderá sin dificultad que quien se acerca a la plaza a ver triunfar a su ídolo, como un forofo del fútbol; quien viene a la plaza a ver todas las tardes cincuenta muletazos dados como quien hace ejercicios de estiramiento; quien explica lo que sucede con lo de “este toro no sirve”, “con ese ganado no ha podido estar a gusto”; esa persona viene a ver un espectáculo completamente distinto a lo que nosotros entendemos que son los toros. Es un espectador que viene a  ver todas las tardes la misma faena. Y que a menudo se aburre. También nosotros a veces, con el previsible toro automático que  va y viene, milagro de la selección genética, como un autómata, como un juguete mecánico, acabando con lo imprevisible, con la sorpresa, con la grandeza del espectáculo. No quiere decirse que no se pueda seguir a un torero ni entusiasmarse con sus actuaciones. Pero ese entusiasmo tendrá sentido si es proporcional a la capacidad del torero para resolver una variedad de dificultades, en primer lugar, de poder a todos los toros, y luego de emplear esa técnica sin que se note, construyendo en el momento una faena completa, hilada, dotada de sentido, según los cánones, con el conocimiento y la sencillez de la obra bien hecha, que será a veces superior, cuando se junten toda esa variedad de elementos que pueden hacer de una tarde de toros algo único.
Hasta aquí. Se hace lo que se puede oiga. Y seguro que el amigo Pulardo me canta las cuarenta.

Para el Heraldo de Nava, 

Genaro García Mingo.

4 comentarios:

  1. ¡Magnífico post!. Cuando parece que hay variedad y e todo lo mismo, diferentes técnicas que son una misma técnica, lo que ocurre es que cuando llega la última gota que desborda la copa...ya no hay más técnicas: " cuando se junten toda esa variedad de elementos que pueden hacer de una tarde de toros algo único.". Señor Pulardo no le cante las cuarenta.

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  2. Nos encontramos con que ayer, Antonio Ferrera, en sus dos toros, lidiados en Las Ventas,vino confirmar con un ejemplo práctico, llevado al extremo de la torería más emocionante, sobre todo en su segundo, lo que modestamente escribíamos arriba, con todas nuestras limitaciones. Y lo logro incluso con el pobre ganado que se lidió. En fin. Lo que vimos fue extraordinario.

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  3. No se olviden que hasta el rabo todo es toro!!!.

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  4. Sin toreros no hay toros. Quien percibe y resuelve las dificultades? Ambos se necesitan.

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