lunes, 24 de marzo de 2014

UN BREVE PERO SINCERO HOMENAJE A IÑAKI AZKUNA, ALCALDE DE LA VILLA DE BILBAO, RECIENTEMENTE FALLECIDO

Sirvan estas líneas para rendir un humilde tributo a Iñaki Azkuna fallecido el pasado jueves tras una larga enfermedad.

Si bien su labor política se remonta a los gobiernos de Ardanza con quien colaboró, primero desde la dirección del Servicio Vasco de Salud y luego como consejero de sanidad y secretario general de la Presidencia, fue en su larga etapa como alcalde de Bilbao (el segundo alcalde con mandato más extenso tras Zugazagoitia), cuando dio verdadera medida de sus capacidades como gestor público. 

Azkuna ha sido un caso excepcional por diversas razones. Primero por sus logros, indudables para cualquiera que haya conocido el Bilbao de los ochenta y el de los comienzos del siglo XXI, segundo por su estilo amable y conciliador pero sin renunciar a la seriedad y la firmeza y tercero por su forma de ser el mismo sin claudicar ante las fuerzas internas y externas que le presionaron en muchos casos de forma violenta.

El sincero cariño con el que el pueblo de Bilbao ha despedido a su alcalde deja muy claro que en España no falta gente buena sino libertad en los aparatos de poder que no permiten que personas serias asuman el liderazgo.

El caso de Iñaki Azkuna reviste un particular interés ya que ejerció su labor desde las filas de una formación política que ha recibido, con razón, las más agrias censuras por su desnortada estrategia política. 

Desde que ganó la alcaldía en las elecciones de 1999, con gran mano izquierda, buenas formas y mucho "bilbainismo" Azkuna fue haciendo su propio camino convirtiéndose en un referente de una forma de hacer que despertaba grandes adhesiones en el electorado y envidas y rivalidades dentro de sus filas y en ciertos sectores de frente estrecha que le achacaban una imagen y un estilo poco propios de un "político euskaldun".

Yo creo justamente todo lo contrario. Azkuna fue muy vascongado en su forma de ser y hacer y muy bilbaino en su forma de aparecer y manifestarse.

Azkuna fue el ejemplo vivo de lo que podría ser y sin embargo no es porque faltan gentes de su estatura e inteligencia. 

Me gustaría que el ejemplo de Azkuna sirviera para que los partidos se dieran cuenta de que atrayendo gentes válidas se obtienen mejores resultados, incluso electorales, pero a estas alturas no pienso pecar de inocente, al menos no en estos asuntos.

Me temo muy mucho que ni el PNV ni, por supuesto, el resto de partidos políticos que ejercen su acción en las tres provincias vascongadas, han aprendido mucho del ejemplo de Azkuna. Ojalá me equivoque, estaré encantado de reconocerlo.

Homenaje sentido a este hijo de Durango y excelente alcalde de Bilbao. Su obra quedará como testimonio de que otra forma de hacer es posible.

Los amantes de Bilbao le agradeceremos siempre su labor.

Iñaki Azkuna, goian bego.

Sanglier.

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