lunes, 18 de marzo de 2013

Marzo

Marzo está haciendo su jugada. Con los primeros brotes anunciando la primavera, con los lirios florecidos y prunos y almendros en flor, con las mimosas dando al aire su amarillo, frena repentinamente y nos lanza un aire helado que corre a ras de suelo, bajo la bóveda del cielo más alto, más azul y más transparente, del mejor de los inviernos. Rondamos el bar de la plaza, y al ventear toros en la tele nos decidimos a tomar un café para echar un ojo, como suele decirse. El lugar está prácticamente vacío, ni un cuarto de entrada. En pantalla, la plaza de Valencia tendrá algo más de lo mitad, en plenas Fallas y con un cartel que no es malo. Esto nos inquieta un poco. Tanto como la higiénica pulcritud del bar de la plaza. No hay humo, no se puede fumar, y de los que estamos, dos que se ve que quieren echar un caldo con el café, se lo sacan fuera, llevando ellos mismos tazas y pitillos. ¡Si Plinio levantara la cabeza! La habitual caja de Farias es difícil de encontrar, se esconde a la vista y preferimos no preguntar si contiene los productos de don Emeterio o las llaves del barete y la calderilla o el mando de la tele, o cosas peores. Esto da una idea de cómo está occidente. La monstruosa tiranía del mediocre legislador. Dice Alcides que Rajoy es un Rodríguez Zapatero con barba y que casi le da un paralís al leer la basura que le ha publicado el ABC sobre Madrid olímpico. Paradójicamente, en la plaza y por la tele si se fuman buenos cigarros habanos. Reconocemos la anilla colorada de un magnífico Partagás que sujeta con la boca un gordo de magníficos papos que resopla de placer y le vibran los carrillones como dos flanes. Y es que los toros, tan arcaicos, vienen a ser el último refugio, la última muestra de la vida española, de la vida occidental de antes de la gilipollez aguda, de ahí que estén en el punto de mira, de ahí que se les persiga con saña y de ahí que acudir a los toros de tarde en tarde sea, ahora más que nunca, un ejercicio de la libertad individual tan amenazada en la Europa de las burocracias (Doroteo al oírme esto dice que se caga en la Unión Europea, sobre todo y especialmente en su Comisión). Para seguir con la expresión, de ahí que veamos con preocupación cómo la Fiesta se apaga lentamente, por cuestiones que le son propias (en las que no entraremos ahora), por cuestiones de la sociedad en la que vivimos y por la falta de público joven (Doroteo que está con indigestión se caga en Bambi y en Disney y hay que decirle que pare cuando quería seguir haciendo de todo sobre todos los niños… Un respeto a la sacralizada infancia Doroteo, que son los que te meterán en el asilo...vuela una silla y que hay templar gaitas para que vuelva el buen humor). Total que en el bar hemos entrado Alonso Sánchez de Huelva, Juanito Fernández Oviedo, Juan Ginés Sepúlveda, Tato, Doroteo, Alcides y un servidor. Cafeses para todos y dos toros de los seis de la corrida de hoy. Merece la pena por ver en buena compañía a un arrojado y tremendista Padilla. Hay en el bar, cuando entramos, tres cabezas descubiertas, una gorrilla como de jugador de beisbol (tachada de mariconada) y una auténtica boina. Sí, una boina, una de las últimas y auténticas boinas españolas que su dueño parece llevar enroscada sobre la cabeza. Sonríe comentado la corrida, sujetando un palillo entre los dientes. Esta mañana en otro bar nos han puesto sobre la barra como una bacinilla blanca para los titos de las aceitunas, que por supuesto no hemos utilizado, han ido todos al suelo (Doroteo ha querido decir lo que iba a hacer con la bacinilla pero no le hemos dejado). No volveremos a pedir aceitunas en ese bar, o quizá las pidamos siempre hasta desengañar al dueño y que no vuelva a sacar la dichosa bacinilla.

Al salir, mientras Padilla, con su parche, daba una merecida vuelta al ruedo, nos hemos despedido con educación de la mermada concurrencia del lugar y con un punto de melancolía, como si el aire frío del invierno no fuera a amainar nunca.

2 comentarios:

  1. Quiénes se esconderán detrás de los castizos nombres de los que acompañaron al escritor al bar del pueblo¿?

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  2. Pues serán una panda de señoritos cornudos.

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