lunes, 12 de noviembre de 2012

CEPOGORDO DECLINA TODA RESPONSABILIDAD Y TODO LO DEMAS.

El señorito Javier Marías ha rechazado un premio de 20.000 € concedido por el Ministerio de Educación y Cultura y ha convocado una rueda de prensa para explicar las razones de su decisión. Al Escriba esas razones –independencia respecto de los poderes públicos, gobierne quien gobierne, etc. etc.-  le han parecido muy sensatas y hasta plausibles.  El problema está, dice el Escriba, en que el premio lo ha concedido un gobierno del Partido Popular,  y todo el mundo sabe que el señorito Marías no es precisamente neutral y equidistante en sus preferencias políticas, antes al contrario sus colaboraciones semanales, en El Pais of course, son a menudo verdaderos panfletos contra ese partido. Por ello no es de extrañar que en esa misma rueda de prensa el señorito acabase por enseñar la patita con aquello del gobierno franquista y las habituales lamentaciones por los recortes a la Cultura, etc. etc.  El manual del buen progre. 

Pero vayamos a lo que realmente importa.  Esta mañana una joven asidua al parnasillo cepogordista le ha preguntado al Escriba si estaba de acuerdo con ella en que Javier Marías es un verdadero gilipollas. Al viejo Escriba se le han saltado las lagrimas porque  a su mente ha venido nítido y vivido el recuerdo la conversación de la que tuvo el honor de ser testigo hará no menos de ocho o diez años, una lluviosa mañana en el interior de un bar cutre y oscuro en la localidad toledana del Real de San Vicente. Al admirado jurista, académico, catedrático, y también gran montañero  (lo que explica la circunstancia del lugar)  a quien para disimular llamaremos E., su señora, no menos grande en la montaña, a la que con el mismo fin llamaremos A., le espetó sin venir  a cuento:

-  E, dice Fulano  (y aquí el apellido de otro reputado académico) que Javier Marías es un gilipollas.  ¿A ti que te parece?

Y el interpelado, entre molesto ante tamaña indiscreción y complacido por la oportunidad que su esposa le brindaba, contestó:

-  Fulano tiene toda la razón.

Entenderán ustedes que ante tal argumento de autoridad el Escriba no tiene nada mas que decir.

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