jueves, 3 de mayo de 2012

LAS CONSEJAS DE DOROTEO: Vida de salón.


Doroteo no tiene desperdicio y nos echa una mano en tiempo de crisis. Vaya por delante que Doroteo es frívolo. Asegura que no es tan difícil hacer compatible la economía familiar con el convite a los amigos. Basta con trabajar una sola vez y que, en distintos momentos y por separado, convidados y crianças compartan una misma y soberbia cocina, en momentos distintos y consecutivos en el tiempo. Empieza el convidado y continúa la familia, al día siguiente si es una cena, o durante la cena si el convite ha reunido a la tropilla amistosa a la hora de comer. Antes de continuar hay que advertir que toda la explicación se sostiene si contamos con gente normal en ambos casos: ni los amigos pueden ser una colección de gargantúas, trabucaires o trotapáramos hambrientos, ni la familia puede ser un remedo de la plaga de langostas bíblica.

En primer lugar se cocina, después de haber hecho la compra en los mejores proveedores. No invitamos a nadie con ánimo doloso, para servirle algo intencionadamente mal preparado, con ingredientes de desecho de tienta. Tampoco servimos cenas separadas, una pésima para el convidado incauto, otra mejor para el anfitrión amparado en el seguimiento a rajatabla de un oscuro régimen de limpieza de sangre. Todos cenaremos lo mismo y por lo tanto nuestro ánimo es cenar bien.

Una vez preparadas las suculencias, todo está en trabajar un poco al invitado antes de sentarle a cenar. El trabajo dependerá en gran medida de las características de los invitados. En cualquier caso, siempre es una buena entrada lanzar un comentario sobre la obesidad en el mundo. Para que no parezca muy obvio, puede uno inventar la lectura de una novela norteamericana hiperrealista, en la que el protagonista es un paquidermo comedor compulsivo que acaba convertido en asesino en masa por un altercado en una cadena de comida rápida. Inventar un jefe cruel y malvado, y asegurar que su desquiciamiento se debe sin duda a que es un gordo bestial también sirve. Finalmente, después de un ejercicio de diversión tocando otros asuntos, al pasar al comedor se puede soltar el chiste de ese que era tan gordo que caía de la cama por los dos lados a la vez…

La omnipresencia de la palabra gordo y sus sinónimos es esencial: rechoncho, obeso, tragoncete, bocoy, trullo, ballena, gordinflón, mofletudo, orondo, rey de la sotabarba, siete papos, barril, odre, tonel, barrica, rollizo, cebón, etc. Si el trabajo se ha hecho con acierto y delicadeza, para que no abrume ni resulte demasiado obvio, el convidado aprecia las exquisiteces servidas, pero lo hace con moderación…

Y aquí vienen las variantes: si el convite es para gente educada y fina, se podrá completar la estrategia con alusiones delicadas a la tradicional austeridad española. Sin pasarse. Aludir con imprudencia al siglo de oro, citando por ejemplo el hambre que pasa el Buscón cuando está de pupilo con el Domine Cabra puede provocar una reacción indeseada y que toda la cena sea engullida con alegría excesiva, como para saciar un hambre de siglos. Lo anterior no tendrá ningún efecto si el convidado es, digamos, moderno. No sabrá nada de España y pensará que el tal Domine es un local de moda, de comida experimental. Por el contrario, forzándose el anfitrión un poco a si mismo, podrá atacar por la vía de la salud. La omnipresente salud. Lo que para el otro convidado puede resultar una táctica grosera, pues sigue convencido de que ciertos temas no se tratan “à table”, el moderno suele ser en cambio aficionado a comentar sus operaciones, las proyecta en vídeo cuando tiene ocasión y comenta con el mayor desparpajo toda suerte de complicados regímenes. Se le podrá dar un poco de cera dejando caer expresiones como colesterol, grasa, vientre fláccido (o plano), calorías, cuidarse, etc. que completarán a la perfección toda la batería reseñada hace unas líneas. Muy eficaz también, si el dropping es verdaderamente inevitable, utilizar a profusión la expresión “es un pez GORDO[1]”. La pitanza de los polluelos al día siguiente queda garantizada.


[1] Me apresuro a parar los golpes de la irascible crítica feminista. Ellas también son importantes, también pueden ser citadas como parte del horrible “dropping”. Apostillemos entonces diciendo que son personas, ellas, de MUCHO PESO en la organización, por ejemplo. Todos contentos (y todas) o no.

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