Llevamos
unos días de sequía, a que negarlo. Demasiadas cosas a la vez, demasiada
dispersión, y claro, así no hay forma. Habrá que retirarse a meditar, a ver si
ponemos un güevo. El 16 de mayo estábamos en Las Ventas para la corrida de la
prensa. Aniversario de la muerte de Joselito en Talavera. Noventa y dos años. Se
guardó un minuto de silencio, que extrañamente no llegó al minuto, cortando un
poco la emoción profundísima del momento. Un aniversario celebrado sin miedo,
sin complejos, sin azoramiento y la plaza llena en silencio. Sin embargo, la brevedad
del minuto fue una cosa fea, poco torera, de poco empaque, preocupante. Dieciséis
de mayo era, y un dieciséis de mayo murió Joselito, pese a que la megafonía, al
anunciar el minuto de silencio dijo que se cumplían los noventa y dos años de
la muerte de Joselito un veintitrés de mayo de… ¡Que manera de hacer mofa,
involuntaria, de todo! Según nos cuentan en un “blos”, en el programa de mano
de hace unos días el apellido del torero mejicano Zotoluco fue convertido en
¡Zotoculo! Lamentable errata, un poco en la línea del enano torero, del bombero
torero, de la confusión de fechas solemnemente manifestada por la megafonía de
la plaza. Y lo de la carpa que hay fuera, ¡mira que llamarla Hemingway! Hay que
ser cateto con pretensiones. Pero así están las cosas. El domingo vamos a la
plaza, a ver que tal. Ya veremos si hay energía para contárselo a nadie luego.
Tato
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