viernes, 3 de julio de 2020
Recuerdo de una tarde toros. II. Mayo en Madrid.
Recuerdo de una tarde de toros.
jueves, 2 de julio de 2020
LA POÉTICA DE SINFOROSO GARCÍA POTE. XVI. Paisaje en verano.
Sinforoso
García Pote, el más grande poeta vivo sin obra conocida. No hace falta
recordarlo. Procure pronunciar sus apellidos con el acento de un inglés que
viviendo desde hace años en España habla bien nuestro idioma, pero con su
acento. También podría titularse Nubes en el estío, pero no hay que pasarse tampoco. Eso, no sea redicho.
Paisaje I. |
Paisaje II. |
Paisaje III. |
jueves, 25 de junio de 2020
Borrador para un pastiche homenaje. De los archivos de A. Bergamota.
miércoles, 24 de junio de 2020
NOVIA POTOCA
Un
español de sorprendentes giros: “Novia potoca desgarró a Farfán a punto de
perreo”. Es decir, novia baja y entrada en carnes o rechoncha, desgarró (se
refiere a una lesión muscular en un muslo) a Farfán (nombre del futbolista) a
punto de perrero (eso ya no lo hemos averiguado, puede ser lo que cada uno
interprete). Esto apareció en un periódico chileno. El diccionario de la Real
Academia recoge el término potoco, como de uso en Chile y lo deja en rechoncho,
nada más. Lo demás es imaginación.
Para el Heraldo de Nava, Abdón Felices Dupuis, corresponsal en Santiago de Chile.
lunes, 15 de junio de 2020
Quemado por el sol. II.
viernes, 12 de junio de 2020
Quemado por el sol, de Nikita Mijálkov. 1994.
Abuelos, nietos, una bisnieta, tíos, sobrinos, vestidos de blanco, rodeados de libros, de música. Sigue habiendo servicio, una doncella que es como de la familia, y servicios de porcelana, manteles de hilo, una sombrilla y fotografías familiares sobre las paredes. Cuanto se recrea la cámara sobre esas fotografías, pasando por ellas con una lentitud emocionante. Representan un pasado que sin interrupción se ha ido sucediendo y renovando, una línea familiar, un mundo coherente. Queda lugar en la pared para nuevas fotografías, pero el espectador presiente que no se colgarán, porque no serán tomadas. Y estos personajes pasean y van a bañarse al río.
Es el verano de un mundo muerto, al que sólo se ha dado una tregua y al que no defenderán ni los bosques en que parece refugiado, ni los trigales sin fin que rodean a esos bosques dónde se esconde la bonita y acogedora casa de campo.
Y por eso la película se recrea en esa vida, en rendirle un homenaje, con todo el detalle y la parsimonia que se merece. Y con la melancolía lógica de pasear la mirada por lo que ya no existe –el cineasta-; y de pasar a formar parte de la vida y del verano de unos personajes que sin duda se verá quebrada sin remedio por el implacable asalto de los sicarios de la revolución –el espectador que lo va presintiendo-.
En eso se acierta también a la manera de Chejov, que recrea un mundo y lo quiebra. La gaviota, Tío Vania, El jardín de los cerezos. Ya saben, no pasa nada, y de repente un pistoletazo. Y sí, hay un pesimismo, en medio de rasgos de humor, y sí, la familia está arruinada y se venderá la finca; es cierta la impotencia de los personajes que nos desespera… Pero en las obras de Chejov el mundo no parece morir, no del todo. Puede tal vez continuar en otro lado, saliendo sin más del huerto, de la obra, asomándose al lado. La revolución triunfante es otra cosa. No sólo se talarán los cerezos, sino que se sembrará el jardín de sal.