martes, 9 de noviembre de 2021

Suplementos culturales. Un apunte sobre lecturas, por A. Bergamota.

Lecturas, exceso tal vez de libros. ¿Pero por qué no si se leen e incluso releen? Uno decepcionante, de José Enrique Ruiz-Domenech, sobre pestes y pandemias, que no merece la pena ni reseñar, verdadera ensalada de tópicos, un cacao de lugares comunes, doctrinas confusas con una vaga apelación a la educación como tabla de salvación. Sólo acierta, un poco por casualidad cuando, lamentándose, describe la situación de nuestra clase política, los medios de comunicación, el embrutecimiento social, la ciencia desbocada sin límites de ninguna clase. Pero no acierta con una sola de las causas. Y por supuesto, la poca vida religiosa y la ausencia de Dios, que tanto explican, se encuentran completamente ausentes de su análisis, como no sea para recordar que la religión viene a ser una antigua y oscura superstición. Un libro que salvo por cuatro datos históricos no vale gran cosa. Eso por fiarse de los suplementos culturales, supuestamente, de la prensa de papel, en lugar de mantenerse en la senda de lecturas donde con naturalidad pasamos de una a otra.



miércoles, 27 de octubre de 2021

GORDAL

Hay una clase de gorda muy en tipo, muy definida, con características muy concretas. Se trata de la gorda de cabeza pequeña, ojo pequeño, normalmente con el pelo recogido con una coleta. Imaginemos una aceituna gordal, en horizontal, y sobre la aceituna un guisante. Ahí tenemos a esta gorda característica. Normalmente pasea con una bolsa de algo en la mano -patatas, pipas, panchitos, cacahuetes, rara vez almendras- que se va zampando con mirada infiferente. Pero no nos dejemos engañar, bajo esa indiferencia disimula un carácter violento, una mala idea de primera categoría. Porque no se trata de una gorda que pueda resultar atractiva, con la que se pueda pasar un rato agradable, amiga del buen comer, o de la charla, con la que se pueda ir a los toros y luego a tomar algo. No. Esta gorda gordal suele estar de mal café, cabreada y puede ser muy agresiva. Es de las que suelta una coz, una patada, sin avisar y con funesta punteria. Al hacerlo, su rabia fría puede hacer que bizquee un poco y que esos ojos diminutos se junten un poco más aún. Una vez desfogada, seguirá su paseo, metiendo la manilla en la bolsa de panchitos, poniéndose las botas. Vimos venir a una de estas el otro día y nos cruzamos de acera, por si las moscas. Avisado queda.

sábado, 2 de octubre de 2021

Tarde de toros. Feria de otoño 2021.

De nuevo allí. Hoy también, esta tarde, con la plaza llena. Y hemos visto torear a Juan Ortega. Nosotros que todavía elegimos los carteles por los toros -no sé cuánto tiempo podremos seguir con esa maña- le hacíamos ascos al cartel de esta tarde. Pero nos han podido las ganas de volver a la plaza, de volver a Las Ventas. Y una vez sentados, fuera prejuicios, fuera faenas preconcebidas, fuera pañuelos preparados. Mirar, mirar y mirar. Y no hemos visto más que a Juan Ortega, con la muleta, toreando al segundo de su lote, sexto de la tarde. De repente se paran las cosas, de repente se escenifica aquello de la línea horizontal, el toro, y la línea vertical, el torero. De repente se anda menos, se pierden apenas pasos, se rectifica apenas; de repente las series son cortas, medidas, pensadas, con remates airosos, vemos torear al natural, por las dos manos, y vemos toreo cambiado, vemos empezar la faena por bajo, continuarla con ayudados por alto, vemos torear, vemos al toro que se va quedando encelado, dominado. Y la verticalidad, la compostura, la naturalidad, la mesura, el inexplicable aire suave de pausados giros del poeta. Unos muletazos que nos encienden, que encierran una belleza que de repente se derrama ante nuestros ojos, después de tantas tardes desaparecida.

Se podrán discutir cosas por su puesto, no es esa la cuestión. ¿Por qué llevarlo hacia los chiqueros? ¿Por qué no acabar la faena en los terrenos dónde empezó? ¿Faltó un poco de hondura, de poder? Qué pena la estocada que desde dónde estábamos parecía contraria. Por supuesto. Pero hemos visto torear, hemos visto lo que da sentido a todo esto, a sentarse en la plaza a ver a esos hombres jugarse la vida. Oiga, no se ponga profundo que me voy. Descuide que ha sido sólo un momento.

De los otros dos matadores apenas hay algo que decir, sino que Emilio de Justo cortó dos orejas, de las de toreo automático y el Juli, lo mismo, un sola, pero del mismo estilo, de esas en que el torero parece un compás abierto dando vueltas como una peonza con el toro prendido de la punta exterior. Tampoco hay que cebarse, cada uno hace lo que puede, como nosotros, con tantas limitaciones. En fin. Que esta tarde estábamos allí de nuevo y que hemos visto Torear, con mayúscula, a Juan Ortega.

Para el Heraldo de Nava, Genaro García Mingo Emperador.

Por cierto, al recoger el coche se veía claramente que los señores que pagaban el aparcamiento delante de nosotros también venían de los toros. Les abordo con descaro. ¿Vienen ustedes de los toros? Se giran sorprendidos, si señor dicen mirándome de arribe abajo. Me apresuro a confirmar que yo también. Sonrisa. Voy al grano: ¿Qué les ha parecido Juan Ortega? Cuanto me alegra que sea esa su pregunta, porque esos muletazos, esos muletazos, lo otro, pues no, es otra cosa. Hay que venir veinte tardes para ver una cosa así. Nos despedimos coincidiendo completamente. Oiga, ¿y es imaginación mía o al señor ese, de buena pinta, por cierto, se le caía una lagrimilla mientras evocaba esos muletazos, esos muletazos…? Hombre, y yo que se, que cosas tiene, serán cuestiones del lagrimal descontrolado.

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Varios. De los cuadernos del gran polígrafo A. Bergamota. Cortesía de Calvino de Liposthey, biógrafo.

El monstruoso café servido en el bar Casa Papo del casino local, por el sádico camarero. Mira impasible mientras las víctimas beben el mejunje y, día a día, lo empeora gradualmente.


Con la edad la necesidad de hablar es cada vez menor y lo que más nos atrae es el simple y sencillo afecto. Es posible que al darse cuenta de la superficialidad que en todo reina y de la ignorancia que triunfa, uno tenga el pudor de callar y quiera al menos reducir la propia. Lo que parece un brote de sabiduría es en realidad algo doble pues viene a ser justificación de  (…). ¡Oiga no termina las cosas!

Reunión. Una cabeza de romano, pelo blanco, peinado hacia delante, frente despejada, nariz recta. Dos cabezas levíticas. Una de apóstol, de retrato de Ribera, tonsura, negrura, tamaño, ángulos acusados. La otra de prestamista bien comido, nariz tirando hacia abajo, aguda, al encuentro de la barbilla tirando hacia arriba.

Circo, uno recuerda que le gustaba a Ramón... Se debate entre optar por la expresión el horrible mundo de las familias y el entrañable -tal vez el meritorio- mundo de las familias. Si pensamos que la familia es la que se encarga de educar, sujetar y encauzar a la bestia parda que es el Hombre, habrá que optar por la segunda expresión y reconocer que la familia, enloquecedora y gritona es también entrañable y meritoria, en cualquier caso, imprescindible, la única manera.

Desaparecidos el concepto y la mera idea de chica decente, la civilización se hunde.

lunes, 27 de septiembre de 2021

Variaciones

HDSP: Hierónimo Danza Sileno y Pérez.

RBT: Roberto Baring Tribulación. 

WHB: Werner Homero Bernaldo. 

No viajamos, ya sabe. Alcides, detrás de su fachada de amarilla barda, está en realidad estudiando a Elgar. Que ya se sabe de qué forma encaja, tristemente, con su inquietud por la primera guerra mundial. Así que nos pasamos el día envueltos en las variaciones Enigma, descifrando y descifrando, como oscuros agentes de un servicio secreto enclaustrados en la sala de cifras. El concierto para violoncello, que quiere usted que le diga. Lo compuso Elgar en 1918. Deja entrever algo de la nobleza y la pompa de la Inglaterra más altiva, pero todo queda envuelto ya en un aire de tristeza que parece superponerse al ritmo de marcha del segundo movimiento. Elgar escribió en 1917 que todo lo bueno, agradable, limpio y fresco y dulce, está lejos y, en 1919 dejó de componer. Así, hasta su muerte. Oiga, eso no es exactamente así, aunque quede muy bien, muy romántico. Lo que fue un duro golpe para él fue la muerte en 1920 de su mujer Alice, que había sido su gran valedora y apoyo. Y es cierto que supuso un parón en su actividad musical, pero la retomo más adelante. Los dos están enterrados juntos, en un cementerio católico. ¡Pero para que vea usted con que cosas estamos! Está insoportable, pero mañana le dejaremos con su murga y saldremos a dar una vuelta, un paseo revigorizante, un paseo saludable e higiénico. 


domingo, 12 de septiembre de 2021

Excursión. De los cuadernos del gran polígrafo A.B.

Breve excursión por la tarde a Santa Marta del Ródano, ciudad de la que es originaria la familia de Calvino de Liposthey, aunque no lo parezca. Tremendo calor, difícil circulación, los niños se duermen a la vuelta. La ciudad sobre el Ródano, como la de los Papas, su vecina, es blanca y hermosa, colocada sobre una altura, cargada de flores, silenciosa y solitaria y, como todas ellas, tal vez en exceso quieta. Un paisaje fosilizado habitado por gente que no parece corresponderle, que no casa con aquella piedra, con las portadas de los inmuebles, las ventanas historiadas, las almenas, las iglesias, las torres. ¿Qué sería de toda aquella gente? De saber hacerlo, de tener talento para semejante evocación, vendría aquí muy a la mano la elegía del tiempo pasado que no volverá, cantando las hermosas ciudades muertas; quietas y blancas momias dónde ya no resuenan ni el canto del trovador, ni el idioma de Mistral, ni los pasos de las caballerías. Blancas y sonrientes momias destinadas, inertes, a ser contempladas por ese ser extraño que es el turista. Y tal vez la palabra contemplación sea excesiva. No son más que el marco por el que deambula el turista, al azar, aquí como podría hacerlo en cualquier otro lugar o por el decorado bien pergeñado de cualquier rincón, real o imaginario.

sábado, 11 de septiembre de 2021

Historia de España. Sin cosillas como esta no se puede entender nuestro siglo XIX, dice Alcides Bergamota.

“Yo nunca había visto desolación semejante. Los enemigos en retirada quemaban, talaban, arrancando los tiernos árboles de las huertas, haciendo luminarias con la paja de las eras. Cada paso suyo aplastaba una cabaña, talaba una mies, y su rencoroso aliento de muerte destruía como la cólera de Dios. El rayo, el pedrisco, el simoun, la lluvia y el terremoto obrando de consuno no habrían hecho tantos estragos en poco tiempo. Pero el rayo y el simoun, todas las iras del cielo juntas, ¿qué significan comparadas con el despecho de un ejército que se retira? Fiero animal herido, no tolera que nada viva detrás de sí.”

Benito Pérez Galdós, La batalla de los Arapiles, Episodios nacionales, primera serie.