No
empezar hablando del tiempo es la recomendación que da un buen novelista a
escritores nóveles. Pero nosotros, ¿Qué quiere que le diga? No damos mucho de
sí y tampoco esto es una novela. Así que diremos que hoy el aire es frio, el
día espléndido de luminosidad, como un punto y aparte a la tromba de agua de
ayer. Pudimos salir hasta los contenedores de reciclaje a tirar vidrio, como un
buen ciudadano. Había escampado y el ambiente era de una primavera intensa,
húmeda, con esa luz sutil, delicada, como una filigrana ante los ojos. Disfrutaban
de ella los paseantes de perros que al parecer no se ven afectados por el
confinamiento o apenas. Mientras ellos pasean se impide la celebración de la
Misa en distintas iglesias, aunque el sacerdote y los fieles cumplan
escrupulosamente con las medidas de seguridad impuestas por el estado de
alarma, y en particular con el artículo 11 del Real Decreto que lo establece.
Parece que por fin el animalismo rampante se ha impuesto ya del todo. Ya ve que
le he traído de golpe a la más atroz actualidad. Tal vez hubiera sido mejor no
dejar de hablar del tiempo.
domingo, 26 de abril de 2020
lunes, 20 de abril de 2020
GALERÍA DE TIPOS FÍSICOS EXTINGUIDOS: Iván Bunin.
Retrato
del escritor ruso por su compatriota Rossinsky.
Observen que no sólo hay
verdaderos bigotes sino una cuidada perilla. Las facciones son finas y hay elegancia en la actitud, la vestimenta, la mirada. Observen también la excelente
pinta, el aire entre señorial –lo que denota su origen social- y ensimismado, lo
que podría referirse a su condición de escritor. La impresión se refuerza por
el fondo del cuadro, una biblioteca. Un esbozo de ojeras que apuntan cansancio
y algo de melancolía, no consiguen menguar la nobleza, la dignidad y el empaque
de su figura. Es posible que subsista parcialmente el tipo en algún rincón
escondido y remoto. Pero no completo. Completo como tal, el comité científico
de la Fundación Tato lamenta tener que considerarlo como definitivamente
extinguido.
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Incluimos una fotografía para que se vea que Rossinsky supo captar, que no inventar. |
Temporada sin temporada. I.
El matador de toros Luis Mazzantini,
el "señorito loco", apodado así por su tardía vocación taurina,
pasando de los estudios y el cortejo de Amadeo de Saboya a las plazas, daba una
vuelta al ruedo. Esto refiere Antonio Díaz-Cañabate en su Historia de una tertulia:
Don Luis, sonriente, mientras
saluda, va diciendo: “¡Gracias, gracias, hijos de cocheros!”.
viernes, 17 de abril de 2020
Jornada electoral III. Nuevo fragmento de diario.
La Guardia Civil en la puerta del colegio electoral. A ella le queda
el uniforme como si fuera un barrendero. Desfila el cuerpo electoral. Un gran
número de ancianos decrépitos, oigo que dice un concejal. Dos viejas con bastón
bastante despiertas; un matrimonio con sombrero de explorador él; dos gorditos
de la mano, él tiene gran picota y pelo lacio, ella es eslava y grandota o al
revés, grandota y eslava, y habla español con la boca encogida; una familia con
dos niños, él tiene los pies diminutos, torcidos y girados hacia arriba, ella
se queja mucho, es lógico. Un gordo y viejo comunista lo mira todo con aires
exterminadores. Una abuelilla arrastra los pies, la mano pecosa sujeta un
bastón con el que se mueve con agilidad. El apoderado rojillo es el de aire más
presuntuoso y arrogante, con camiseta de marca rotulada en inglés y greñas de
permanente. Un chándal, otro chándal, una muslera con un chor (short) que sólo
tapa media nalga, la otra mitad vibra al aire. La chica guapa –que no es la del
chor- vuelve porque se ha dejado algo. Una panza viene a votar y a lo lejos, detrás,
una cabeza pequeña parece dirigirla. Una rémora quiere entrar con un San
Bernardo gigantesco, señora por favor que no puede ser. Avalancha de abuelitas
precedida de una señora con dos niñas pequeñas, cuidado que hay un escalón.
Pasadas las doce se supera el diez por ciento de participación con la horda de
jóvenes que vienen a votar, camisas negras, si negras, camisetas, sudaderas
horribles, y de repente un personaje engominado y al rato las dos primeras
corbatas. Y un señor delgado como un pájaro, otro que gira el cuello a derecha
e izquierda sin parar, una mujer prácticamente desnuda, unos papás de los de
mucho sentimiento, de esos que crean monstruos, quieren que sea el nene el que
meta la papeleta, pero les dicen que de eso nada y se ofuscan. Luego dos cojos,
a la vez, un loquito que habla sólo y mira para todas partes después de reír,
la tontalpacma que nunca falta, mas chores de todos los colores. Casi a la hora
de comer: él gran nariz de porreta y potente belfo sobre metro cincuenta, ella
busca una cola en la que poder ordenarse. Un señor pregunta que por qué en la
lista del censo que maneja la mesa electoral se raya el nombre de los que han
votado, que él no piensa votar pero quiere una raya sobre su nombre y que exige
una explicación. Ancianísima venerable con nariz de alcotán conducida por digan
nieta, hay dudas sobre si podrá levantar la papeleta, pero al final lo logra
sin el inadmisible concurso de la nieta. Melón de la Huerta, Arcadio, ha
votado. Sonrisilla del interventor, nervios en un vocal, la presidenta
superpotra principia un alarido histérico que logra contener. Dos pavas
electrónicas piden papeletas del partido verde. Un marido acompañado de una
loca pintarrajeada que es su mujer. El hombre, a todas luces sojuzgado y
disminuido, sonríe como pidiendo perdón. Dos vocales le miran y luego uno hace
al otro con dos dedos el gesto de la tijera cortando. Un presidente de mesa, en
la misma sala, que había comenzado la jornada con mucha compostura, henchido de
sentido del deber y traje de tres piezas, parece que por las entretelas
escondía una petaca con aguardiente, por lo menos. Ya se oye perfectamente
cuando en lugar del ¡ha votado! de rigor afirma con voz catarrosa que ¡aquí
dejan votar a cualquiera!
Encerrados
ya desde hace horas para el escrutinio, sólo nos falta el Ángel exterminador.
jueves, 16 de abril de 2020
Jornada electoral II. Fragmento de diario.

miércoles, 15 de abril de 2020
Jornada electoral I. Contexto.
Todavía recordaba el gran Bergamota su primera noche electoral.
Vendrían muchas más. Fue por supuesto arrastrado por Toñi la Roja. A Toñi todo
el tinglado y el fondo del asunto le importaban poco. En cambio, sabía
perfectamente como servirse del sistema y conocía la importancia de jugar el
juego aceptando las reglas propuestas. Tenía muy claro el camino a sus abrigos
de visón. Probablemente este punto, lo de los abrigos, era uno de los pocos
errores cometidos por Toñi en su frío análisis del juego, uno de los pocos
aspectos en que se quedaba corta o llegaba tarde, incapaz de prever la rápida
llegada de los partidos ecológicos, de las candidaturas animalistas. Cosas de
la edad, generacionales. Toda la vida persiguiendo el visón, no lo pensaba
cambiar por la sudadera con capucha.
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Turba electoral (en reposo). |
martes, 14 de abril de 2020
Tertulia.
El
Niño de la Palma está gordo y calvo, y aquello, ¡aquello pasó!
Las manos de Rafael el Gallo encendiendo un cigarro. |
Siendo
la vocación original de Cepogordo, habanera y cigarrera en general, no está mal
que de vez en cuando nos centremos de nuevo en el tema de dónde tomamos en su
día el título. Para contar las cosas con precisión, fue primero el título de
una revistilla de papel, de un papelajo, hace muchos años, cuando teníamos
todavía aspiraciones de vida de café, casi diría de café literario, creativo, de
bohemia a la suerte contraria, es decir, llevando corbata y fuamando habanos,
un doble escándalo. El título se lo puso Sanglier, tanto al papel como a la
reunión. A cada uno lo suyo. Esos humos absurdos, esas ínfulas de crear algo,
esas ganas de montar una tertulia al estilo clásico, pasaron. Se las llevo en
primer lugar la legislación, cuando la ministra rojilla y zafia, pero ministra,
prohibió fumar en locales públicos. Luego la crisis, que cerró para siempre el
lugar dónde nos reuníamos, el Hispano. Nos sentaban en una mesa del fondo y nos
dejaban cenar algo y luego fumar y fumar. La nube de humo azul que se formaba
era prodigiosa. Cerrado para siempre. Finalmente, y tal vez por encima de todo,
el no tener nada que decir fue fundamental para disolver la asamblea que
resultó ser un cascarón, toc, toc, toc. Y por supuesto, el tiempo, el viento,
la vida, y esas cosas. Quedó algún numerillo más del papelajo, tal vez uno, y su
título que luego se hizo digital.
Tertulia
verdadera, real, auténtica, fue la de José María de Cossío que tan
magistralmente retrata Antonio Díaz-Cañabate en su libro. La nómina de los que
acudían era impresionante, tanto como el ambiente de gente de bien que describe
el autor de Historia de una tertulia, que así se títula. Citemos de memoria a
Emilio García Gómez, Sebastián Miranda el escultor, Domingo Ortega, el propio
Cossío, por supuesto, a veces su hermano Francisco, Ignacio Zuluoga, el guitarrista
Regino Saínz de la Mata, Eugenio d’Ors, alguna vez Pedro Mourlane Michelena y
muchos más que no cito. Personalidad, personalidad, personalidad. Probablmente
lo que mas escasea en este tiempo tan gris y uniforme. En fin.
Es
fundamental no dejarse en el tintero, que en este caso es más bien teclado, a
la gente del toro. Pues se trataba de una tertulia en la que coincidían muchos
aficionados, sin ser por ello una tertulia necesariamente taurina. Pero el
asunto de los toros estaba muy presente, y podía centrar la conversación, la
tertulia, si se daban las condiciones. Por ejemplo si, además de Domingo Ortega
al que ya hemos citado, acudía Juan Belmonte, excelente conversador, alguno de
los Sánchez Mejías, ganaderos como José Escobar o Rafael “El Gallo”, hermano
mayor de Joselito, también apodado el divino calvo. Le recordamos en último
lugar, pero no por ir a la cola, al contrario. Asiduo de la reunión, es uno de
los personajes más y mejor retratado en el libro. Una personalidad
absolutamente única e irrepetible. Memorable resulta su encuentro con Baroja en
el taller de Sebastián Miranda. Pero no vamos a deternernos a glosar al
personaje, de sobra conocido y evocado por unos y otros con mucho más acierto
de lo que nosotros podamos lograr. Al libro de Díaz-Cañabate les remitimos.
Si
traemos aquí al Gallo es por su condición de extraordinario fumador de puros,
por ser un cepogordista al cuadrado, por merecer todos los premios que se le
pudieran dar relacionados con el tabaco y el fumeque. Dejemos que hablen
algunos párrafos de Historia de una tertulia:
(…) al hacer su
solemne aparición Rafael “el Gallo”, con su sombrero ancho negro, su pañuelito
de seda al cuello y su puro entre las manos cuidadas y finas, unas manos
dieciochescas estas de Rafael; al verlas, se explica uno que no quisiera
mancharlas con la sangre de los toros. Lleva una sortija primorosa, una hilera
de diminutos y oscuros rubíes aprisionada por dos aritos de platino; entre sus
dedos, el puro cobra una prestancia noble; ya no son habanos soberbios, de
vitola rubia impecable y aroma suave los que fuma Rafael, sino un faria, una
porra vulgar, que entre sus dedos de abate o de marqués se transforma, como si
los dedos fueran ébano que transmitieran la esencia de tantos y tantos vegueros
de la Vuelta de Abajo, consumidos a la largo de los años. (pág. 153).
-
¿A usted no le
gusta el vino Rafael?- le preguntan.
-
No, señor. Yo no
tengo más que un vicio, el tabaco; mejor dicho, los puros; si a mí me hubiera
gustado el vino, no sé lo que habría sido de mí; no habría salido jamás de una
taberna, porque me he pasado la vida en los estancos comprando puros. (pág. 206).
Famosos
son sus retratos fotográficos fumando, y no lo es menos la foto que les ponemos
a continuación, sentado entre Alvaro Domecq y Juan Belmonte.
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Pues no es la que decíamos, es con Ortega. También tiene su aquél. |
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