La
mañana luminosa y helada, los coches cubiertos de hielo, por fin, el termómetro
caído bajo cero. Por el poligó, tapada su fea desnudez por los rayos del sol y
la bóveda de este inmenso cielo azul, resiste el chupatintas. Resuenan los
pasos del caminante, chasquidos secos y regulares marcan cada zancada y
contrastan sus artesanales zapatos de piel de potro abotinados, de encerados
cordones, con el calzado industrial de seguridad. Oiga pero no haga estas
comparaciones clasistas que le van a decir algo.
Por el suelo un tornillo,
plásticos, un envase, papel de magdalenas revoloteando. Sopla un aire frío que
huele a nieve. Un largo camión de tres pisos descarga coches en una bocacalle,
llenando el aire de ruidos metálicos, un chirriar de muelles y hierros. Las
tapas de las alcantarillas están recubiertas de una capa delgada de hielo, las
que siguen a la sombra. No es aconsejable pisarlas si uno quiere evitar el
estacazo gratuito y absurdo. Un tío piernas duda con el coche, por aquí o por
allá y me mira como pasmado. Conduce tocado con un infame gorro de lana. ¡De
repente un chino!
¡Atención a los que parecen pasmados!, desde luego que a tomado Usted preferencia por los chinos, sus dibujos como siempre inmejorables.
ResponderEliminar¿ Para cuando un personaje del lejano oeste dibujado?.
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