domingo, 6 de septiembre de 2015

La cara del camarero

La cara que se le pone al camarero cuando ella, después de consultar la carta, le pregunta:

- ¿La sopa de tomate es gazpacho?

 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Universidad, Gabriel Zaid.

“No ver la educación como una etapa previa a los años de trabajo, sino paralela y de toda la vida. Flexibilizar contenidos y calendarios en los planes de estudio para combinar educación y trabajo. Entrenar para el autodidactismo, y en particular: enseñar a leer libros completos, a resumirlos por escrito y discutirlos.

Después de la imprenta (renacentista) y la internet (actual), ¿se justifica la universidad (medieval)? Ya en el siglo XIX, Carlyle escribía: "La verdadera universidad hoy es una colección de libros". Lo más que puede hacer un maestro universitario por nosotros es lo mismo que un maestro de primaria: enseñarnos a leer (Los héroes, V).

Desgraciadamente, se han multiplicado los universitarios que no saben leer libros, y las universidades no se hacen responsables de tamaña atrofia.”

Gabriel Zaid, Reforma, 28 de septiembre, 2014, publicado en Letras Libres.

jueves, 30 de julio de 2015

Terraza con perrito.

Bajamos a la calle a tomar una cerveza. Todos los que acudimos lo hicimos con un atuendo inspirado en la pinta y los aires grandiosos del cómico Totó: bombín, chaquetas cruzadas, un smoking con botonadura de ónix, aires melancólicos, de amor a la vida, pitilleras de plata, elegancias, Capri 1950. Un poco de categoría se había oído por la mañana. Confío en que esta tarde nadie acuda enseñando las canillas y menos aun explicando lo mucho que trabaja. Si alguno es un pelagatos, los demás no lo queremos saber. Yo estuve en Tánger, o en Agadir, no recuerdo. Me compraba unas cañoneras el Emir. ¿Pero qué dice? Pues que nada de chanchullos ni chancletas. No se puede acudir ni en chancletas ni emputecido. Tampoco sandalias ni chores. Al día siguiente pudo certificarse que no había acudido ningún pelagatos. Tampoco rastacueros. Sí que acudió en cambio el perrito de una tipeja que se sentó en la mesa de al lado, más bien basta. Trófimo que es distraído se dirigió a ella para pedir una botella de clarete de Cigales. Y a la tiorra le sentó mal al parecer, porque frunció el morro y nos vigilaba de reojo. Los que esperaban que por la terraza desfilaran las odaliscas del serrallo ligeras de tela para sacudirse el calor se llevaron un chasco. Sólo la tronca cargada de hombros y de papada y el perrito. De vez en cuando el perrito daba un ladrido largo de los de perforar tímpanos. El cuñado de Trófimo se ofreció a la señora. Para nada feo. Solo le comentó que como veía que el perrito era un poco molesto, él le ofrecía deshacerse del bicho de manera gratuita. Verá usted, yo tengo un negocio de pieles y aunque el perrito no vale nada, para hacer parches para sofás puede servir. La tronca puso cara de indignación. No aceptó, una pena, pero en cambio nos libramos de los dos, pues salieron por pies.

sábado, 18 de julio de 2015

Una calle de MADRID

El choriceo y las tiorras, los quinquis pijos y ahora munícipes, las verduleras y los horteras de pescadería embadurnados de los lugares comunes del tiempo, nos quieren convencer, con su veneno progreta, con sus greñas y pelambres, con su ponzoña y su infamia, con camisetas sin mangas y sus chancletas de velcro, con su soberbia internacionalista y sucia, de que España es como ellos, basta, tosca y roma y peor aún impersonal, superficial, mediocre y al paso. No discutiremos hoy la cuestión. Sólo daremos una evidencia gráfica de lo contrario. Ahí va.


lunes, 29 de junio de 2015

LA PRIMERA EN LA FRENTE

Foto: La bandera arcoíris en la Real Casa de Correos. (Foto: @ccifuentes)Si los responsables del Partido Popular aún se preguntan las razones que han motivado que una buena cantidad de sus antiguos votantes se hayan quedado en casa el día de las elecciones, pueden iluminarse contemplando esta foto, estremecedor ejemplo de la primera acción política emprendida por su candidata estrella y hoy Presidenta de la Comunidad de Madrid Sra. Cifuentes.

viernes, 26 de junio de 2015

Relatos de Nava: En doscientas palabras, Salvación.

Cuantas veces había ayudado Doroteo a los náufragos que le llegaban a Nava, corriendo un velo compasivo sobre los dolores y sinsabores que les acompañaban. A Modesto Pinto, último troncho de la devastada saga de los Pinto Guerén, lo salvó de sí mismo la librería, y lo salvó de la librería Doroteo, cuando la compró para Nava. Fue la hermosa letra de Modesto en los sobres que envolvían los libros que recibía Doroteo, lo que llamó su atención. Allí estaba Modesto, el librero perfecto, el hombre cuya discreta erudición había convertido la pequeña librería propiedad de Magda Friegdebold en una referencia del comercio de libro antiguo. Modesto había sabido leer en el legado de don Segis Migraña. Treinta mil volúmenes que habían aterrizado entre los brazos de la apretada Friegdebold, única sobrina del muerto, experta en manuales de autoayuda para fitness. Desconcertada por el incomprensible legado, convertía los volúmenes encuadernados en pesas para gimnasia abdominal. Modesto había sabido moverse como pez en el agua entre toda aquella letra impresa, entre aquél tesoro acumulado por el voraz y misántropo lector que fue Migraña. Salía ahora de los oscuros almacenes junto con los miles de libros, flamante y luminoso bibliotecario de Nava.